EL DIOS DE LA NAVIDAD
<b>La
navidad sin complejos es una Navidad que ha perdido su esencia cristiana para
convertirse en una celebración pagana</b>
<b>Luís
Benvenuty</b> en su escrito <i>Luces de esperanza</i> de hace
dos o tres años, se refiere al impulso económico que el Ayuntamiento de
Barcelona le quiere dar a las fiestas navideñas. El periodista escribe: “El
Ayuntamiento mira de reforzar la nueva imagen navideña de Barcelona en esta
campaña que tiene un cierto carácter experimental. La voluntad municipal es que
en estas fiestas la limpieza de la ciudad se refuerce más que nunca. Ayer por
la noche las tiendas del Paseo de Gracia volvieron a abrir hasta la madrugada.
Además, en estos días Turismo de Barcelona
pone en marcha en Suiza, Holanda, Bélgica, Noruega, Dinamarca y Suecia
la campaña <i>Christmas Shopping</i> con el propósito de que los
ciudadanos de estos países se animen a visitar Barcelona para comprar los
regalos navideños. De esta manera el Consistorio confía animar la economía local
y, especialmente el sector turístico, que ha resistido mejor estos años de
crisis, y el comercial”
¿Por
qué Barcelona y todas las ciudades y pueblos de todas partes han convertido una
efemérides exclusivamente religiosa, como lo es el recordatorio del nacimiento
de Jesús, en una actividad comercial de tal envergadura hasta el punto de que
se han olvidado de la encarnación del Hijo de Dios para salvación de los
hombres? No existe efecto sin causa. ¿Cuál es la causa que una festividad
inicialmente religiosa se haya convertido en una actividad comercial que mueve
miles de millones de euros? La causa original es que se celebra un natalicio no
autorizado por la Biblia. Las Escrituras enseñan a recordar la muerte de Jesús
crucificado durante una Pascua fijada en el día 10 de Nissán que corresponde a
nuestro mes de abril. Como todo recordatorio debería celebrarse en el día
correspondiente. El cristianismo ha cristianizado la Pascua judía con la
variante de que de una fecha fija la ha convertido en movible, celebrándola
durante la primera luna llena de primavera. Según Jesús, el recordatorio de su
muerte debe hacerse con la sobriedad de un cacho de pan y un sorbo de vino en
la intimidad de un culto, reunidos los fieles. Esta celebración sencilla y
devota se ha convertid o en un fastuoso Viernes Santo que oscila según caiga la
primera luna llena de primavera. El cambio del pan y el vino inicial por el
Viernes Santo se ha realizado por mandato humano.
Por
lo que hace al nacimiento de Jesús la Biblia no establece fecha. Por los indicios
que nos proporciona el Texto Sagrado su nacimiento podría haberse producido en
primavera o en otoño, pero no en invierno. El vacío que deja el Texto Sagrado
se ha querido llenar con diversas fechas quedando establecida en el
cristianismo occidental en el 25 de diciembre que coincide con el solsticio de
invierno que era una fiesta pagana dedicada al dios sol.
De
la adoración al Dios encarnado, Sol de
Justicia lo denomina la Escritura, se ha convertido en ídolo adorando el astro
solar, aún cuando sea de manea inconsciente. El cambio ha consistido en
cristianizar una fiesta pagana.
El
pequeño resbalón de celebrar un natalicio no autorizado se ha llegado a su
total paganización. Los romanos adoraban al dios sol. La pequeña bola de nieve
del inicio de la trasgresión se ha convertido en una escandalosa adoración del
dios Mammón, dinero. De un recordatorio no autorizado se ha llegado al
mastodóntico negocio vinculado con la Navidad, cuyo homenajeado nació en un
pesebre.
La
prostitución que se ha producido de la supuesta fecha del nacimiento de Jesús
tiene un precio. Jesús es muy claro:
“Ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará
al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a
las riquezas” (Lucas 16:13). Amar a Dios sobre todas las cosas es taxativo. El
Dios eterno no comparte su gloria con ningún dios de fabricación humana.
Cualquier concesión que debilite el fervor que debe sentirse por Dios, el Señor
lo considera adulterio. El pueblo de Israel cometió adulterio cuando abandonó
al Dios que lo había liberado de la esclavitud egipcia y guiado por el desierto
durante cuarenta años hasta la entrada en la Tierra Prometida y protegido
durante su estancia en ella. En su ingratitud Israel se volvió a los dioses de
los pueblos que convivían con él.
Debido
a la degradación del cristianismo actual ocasionada por haber abandonado al
Salvador que en estas fechas navideñas se dice recordar su nacimiento, se
proclama de labios su Nombre. De hecho, pero está lejos de su corazón. Muchos
dioses han substituido a Jesús. Limitándonos a la Navidad, el cariz que ha
tomado es evidente que el dios dinero es el soberano. A pesar que de labios lo
seguimos honrando diciendo que es el Señor y Salvador, Jesús nos dice que si
amamos al dios dinero le menospreciamos a Él.
Octavi Pereña i Cortina
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