SALMO 119:95
“Los
impíos me han aguardado para destruirme, mas yo consideraré tus testimonios”
El salmista habla de los impíos que quieren
destruirle. Se refiere a personas que tal vez aparentaban ser creyentes en el
Señor, pero que en verdad no lo eran. Los salmos, en general presentan a los
justos en medio de un pueblo infiel. El Antiguo Testamento muestra infinidad de
veces los sufrimientos que padecen los creyentes en el Señor por los infieles
con los que conviven.
Hoy, en la cristiandad de hoy sucede algo parecido.
Los fieles en el Señor conviven con los impíos en el seno de las iglesias. No
todo es oro lo que reluce en ellas. Se da mucho oropel en las iglesias. La luz
y las tinieblas caminan juntas, pero no revueltas. Los que aparentemente son
cristianos no pueden soportar la fidelidad de los justos a la autoridad suprema
de las Escrituras. Con guante blanco los injustos acometen a los justos. Este
comportamiento ha sido, es y será. Jesús y los apóstoles enseñan sobre esta
realidad. Los hijos de Dios sufrirán persecución de parte de quienes solamente
aparentan piedad. Dicha realidad debe tenerse bien asumida porque si algún día
los impíos cristianos nos atacan por mantenernos fieles al Señor, dicho ataque
no nos perjudique. Todo lo contrario darle gracias al Señor por permitirnos
sufrir por nuestra fidelidad a Él.
¿Dónde encuentra apoyo el salmista ante las
maquinaciones de los falsos hermanos? Lo dice claramente: “Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has
vivificado” (v.93). El salmista no busca consuelo en el hombre aún cuando
sea de buen recibir si procede de un hermano en la fe. El salmista busca
protección en la Palabra de Dios: “Nunca
jamás me olvidaré de tus mandamientos. Tiene la Palabra de Dios guardada en
su corazón, siendo ella que lo vivifica y le da la fuerza necesaria para resistir los ataques de los falsos
hermanos que pretenden hundirlo. Se fortalece en el Señor de la Palabra y es
vivificado. Con ello, el afligido que triunfa con Cristo “manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios
somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden, a
estos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para
vida” (2 Corintios 2:14-16). El creyente en Cristo, aún en la tribulación
causada por los falsos hermanos es “como
árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo, y su
hoja no cae, y todo lo que hace prosperará” (Salmo 1:3)
1 SAMUEL 28:6,7
“Y
consultó Saúl al Señor, pro el Señor no le respondió…Entonces Saúl dijo a sus
criados: Busquemos una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo
vaya a ella y por medio e ella pregunte”
Quim Monzó comentando los engaños de Sylvia Browne,
una de las videntes más prestigiosas del mundo dice: “Mucha gente no puede
entender como sus libros encabezan las listas de los más vendidos. Aún ahora,
estas dos semanas tras su muerte, en Amazón se venden como rosquillas. ¿Por
qué? Pues, porque aparte de algunas excepciones, la gente es básicamente burra,
dicho con todo el respeto”.
Maimónides, el filósofo judío nacido en Córdoba, tiene
algo que decirnos al respecto: “Atribuir
poderes sobrenaturales a los astros y a los signos del zodíaco, no son sino una
forma de engaño”. El cordobés aconseja: “No
te pase por la cabeza hacer caso a las locuras y exorcistas. Todas estas cosas
ni tan sólo merecen que las escuche un hombre de bien y mucho menos creídas”.Refiriéndose
a las fábulas de los curanderos, Maimónides dijo: “Estas cosas no son más que engaños y mentiras con las que los antiguos
idólatras embaucaron a muchos pueblos ganándolos así para sus falsas doctrinas,
y no está bien que los hijos de Israel, que son un pueblo intelectualmente
superior a los otros, crea también en semejantes vanidades ni que crea que les
pueden aportar algún beneficio”
La Biblia es muy clara respecto al tema que
comentamos:
“Porque los serafines han
hecho vanos oráculos, y los adivinos han viso mentira, han hablado sueños
vanos, y vano es su consuelo, por lo cual el pueblo vaga como ovejas, y sufre
porque no tienen pastor” (Isaías 10:2). Consultar a los diversos medios
de adivinación no aporta luz a quienes los consultan. El Señor compara a
quienes lo hacen con ovejas sin pastor, es decir
extraviadas y propensas a ser atacadas por el lobo.
“Y la persona que atienda a
encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro
contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo” (Levítico 20:6). Consultar a encantadores y
adivinos significa no tener en cuenta a Dios que es la luz del mundo. Ello hace
que ande en oscuridad y no pueda ver para sortear los peligros que se le
presentan en el caminar diario.
La conversión a
Cristo corta los lazos que unen a las practicas del ocultismo porque librera
del dominio de Satanás que es quien las promueve. Por la predicación del
apóstol Pablo los efesios que creyeron en Jesús “venían confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo muchos de los
que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de
todos, y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de
plata” (Hechos 19:18,19).
http://octaviperenyacortina22.blogspot.com
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