1 CORINTIOS 5:13
“Porque a los
que están fuera, Dios los juzgará. Quitad, pues, a este perverso de entre
vosotros”
Recientemente ha ocupado los titulares de prensa y las
tertulias radiofónicas y televisivas el sacerdote polaco que se ha declarado
públicamente homosexual. Esta noticia es una oportunidad para hablar del pecado
sexual, en su diversidad, en la iglesia, que desgraciadamente es muy permisiva
al respecto.
El apóstol Pablo escribe a los corintios: “De cierto se oye que hay entre vosotros
fornicación, y tal fornicación cual ni aún se nombra entre los gentiles, tanto
que alguno tiene la mujer de su padre” (v.1). El pecado sexual, sea cual sea, no debe
permitirse dentro de la iglesia “porque
un poco de levadura leuda toda la masa” (v.6). Es necesario recordar que la
levadura es un símbolo del pecado. De la misma manera que un poco de levadura
leuda la masa de harina con la que debe hacerse el pan, un pecado consentido
tiene el poder de contaminar a toda la congregación.
El apóstol Pablo utiliza un lenguaje duro para
despertar a la iglesia de Corinto del letargo de la tolerancia que atentaba
contra la santidad que debe caracterizar a una iglesia cristiana. Cualquier
pecado sexual consentido tiene el poder de convertir el faro que es una iglesia
para iluminar el mundo que vive en tinieblas espirituales en un foco de
oscuridad que le roba su razón de ser. Así dice el apóstol: “Ciertamente yo, como ausente en cuerpo,
pero presente en espíritu, yo como presente he juzgado al que tal cosa ha
hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás
para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea Salvo en el día del
Señor Jesús” (vv.3-5).
“Os he escrito por carta”, sigue diciendo el apóstol, “que no os juntéis con los fornicarios”
(v.9). La prohibición no incluye a los fornicarios que se encuentran fuera de
la iglesia, “pues en tal caso seria
necesario salir del mundo” (v.10). Ahora el apóstol aclara la razón de la
prohibición de permitir que alguien que fornique de tal manera que ni los
gentiles se atrevan a nombrar tal pecado, permanezca en la iglesia: “Mas bien os escribí que no os juntéis con
ninguno que, llamándose hermano, fuese fornicario, o avaro, o idólatra, o
maldiciente, o borracho, o ladrón, con el tal ni aún comáis” (v.11). No
debemos caer en la tentación de considerar a los pecadores que están fuera de
la iglesia como inmundos y que debemos evitar todo contacto con ellos. Si lo
hacemos así, ¿como se les podrá anunciar el evangelio de nuestro Señor
Jesucristo que puede hacerles abandonar su estilo de vida pecaminoso? Si los
tales no se arrepienten de su pecado Jesús los juzgará pero nosotros seremos
responsables de su condenación. No somos nosotros quienes debemos juzgarlos.
Por lo que hace al pecador sexual que convive con nosotros dentro de la
iglesia, la enseñanza es clara y no da lugar a la pasividad: “Quitad, pues, a ese perverso de entre
vosotros” (v.13).
PROVERBIOS 14:13
Aún
en la risa tendrá dolor el corazón, y el termino de la alegría es congoja”
Se dice que detrás de la vida de un payaso se
encuentra mucha tristeza. Aquellas personas que hacen reír a pequeños y
mayores, son infelices. Hoy en día se
utiliza la técnica de la risoterapia para, si no curar, sí atenuar los sentimientos
que roban la felicidad a las personas. El texto que hoy meditamos nos dice: “Aún en la risa tendrá dolor el corazón”.
La verdadera alegría, el auténtico gozo, no es la risa
inducida por las payasadas de cómicos y humoristas. La auténtica alegría no la
proporciona el grotesco comportamiento
de grupos de personas que ríen sin complejos bajo la batuta del profesor
diplomado en la técnica. La risa provocada por un chiste que tiene gracia o por
la que hace estallar un buen espectáculo cómico, es superficial, no nace del
corazón. Esta risa externa no hace
desaparecer el dolor del corazón. Lo distrae momentáneamente, pero no lo borra.
Como quiera que las personas deseen eliminar el dolor que hace que la vida sea
de mal llevar es por lo que aquellos espectáculos que aparcan momentáneamente el
dolor del corazón tengan tanto éxito. Para estacionar momentáneamente el dolor en la zona azul se tiene que
pasar previamente por la máquina
expendedora de tickets. ¡Cuesta mucho dinero mantener artificialmente la risa
que no alegra el corazón.
La segunda parte del texto que comentamos dice: “Y el término de la alegría es congoja”.
La alegría obtenida artificialmente deja el corazón con la congoja intacta. El
profeta Isaías hace un llamamiento a todas aquellas personas que como aquella
mujer que se acercó por detrás a Jesús con la esperanza de que conseguiría
curar el flujo de sangre que los médicos no habían conseguido detener y que en
el intento perdió todo su patrimonio: “A
todos los sedientos: Venid a las aguas, y los que no tienen dinero, venid,
comprad y comed. Venid comprad sin dinero y sin precio vino y leche. ¿Por qué
gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?
Oídme atentamente, y comed el bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.
Inclinad vuestro oído, y venid a mí, y vivirá vuestra alma, y haré con vosotros
pacto eterno, las misericordias firmes a David” (Isaías 55:1-3).
Jesús es el agua viva que apaga la sed de alegría que
se esconde detrás de las risas provocadas. Quien bebe del agua que es Jesús no
vuelve a tener sed jamás, es más, vivirá eternamente
http://octaviperenyacortina22.blogspot.com
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