ANTÍDOTO CONTRA EL ABURRIMIENTO
<b>El
aburrimiento cuando se comparte es un estímulo para hacer fechorías</b>
Entre
el 21 de junio y el 24 de agosto de 2012 el municipio de Roses fue sacudido por
diversos incendios forestales. Dos adolescentes de 16 años, vecinos de Roses
fueron acusados de una serie de incendios forestales. Los acusados dos
estudiantes que estaban de vacaciones y miembros de familias estructuradas y
acomodadas. Su perfil es el de unos jóvenes de los que nadie hubiera sospechado
que hubiesen provocado los incendios. No tenían antecedentes. Posiblemente
hubiesen seguido con su aventura destructiva si no hubiese sido por un hecho
fortuito y el narcisismo de querer inmortalizar en imágenes sus gamberradas. Se
da por descartado que tuviesen algún
tipo de problema mental.
Un
vecino encontró una tarjeta de memoria de
teléfono móvil. Al ver que contenía fotografías y videos en que
aparecían los dos jóvenes encendiendo fuego en zonas forestales alertó a la
policía. Este hallazgo fue la clave de la investigación porque puso a la
policía sobre la pista.
La
policía después de haber analizado las imágenes llegó a la conclusión que los
jóvenes posiblemente pretendían romper la monotonía del verano, los días sin
tener nada que hacer se les hacían muy largos. Si el aburrimiento fue el
causante de que los dos jóvenes abandonasen los videojuegos y los recorridos en
moto por el encendedor, nos detendremos en el aburrimiento.
<b>José
Antonio Marina</b> al respecto dice algo muy interesante: “Me intriga (el
aburrimiento) porque es el malestar que siente quien no es desdichado. Quien
sufre no está aburrido. Está sufriendo. El aburrimiento es el sentimiento de no
estar recibiendo un nivel adecuado de estímulos. …Cuando estamos aburridos
buscamos nuevas salidas. Si nos preocupamos en divertir al niño, lo condenamos
a la pasividad. La sociedad del espectáculo es una sociedad de pasivos…El
culpable del aburrimiento a la vez es su víctima. Mis alumnos se irritan cuando
les digo: <i>”No estáis aburridos porque las cosas sean aburridas, sino
al contrario. Las cosas son aburridas porque estáis aburridos”.</i>Les
recomiendo que tengan proyectos, hacen interesante la realidad. El aburrido
necesita <i>matar el tiempo</i> porque no tiene con que llenarlo. I
por esto consuma una conducta suicida, ya que el tiempo es nuestra única
riqueza. La creación aunque sea minúscula, cuotidiana, es el antídoto contra el
aburrimiento. Por esto el epígrafe de esta columna es <i>crear.</i>
El
aburrimiento según
<b>Marina</b>, es un estado emocional inactivo porque le
falta creatividad. El aburrido está desilusionado. Nada le importa. Lo que
cuenta es matar las horas sea como sea. A los dos adolescentes de Roses los
días veraniegos se les hacían muy largos y como no eran creativos se dedicaron
a encender fuegos forestales, cosa que los emocionaba. En lugar de creatividad,
destrucción. No todos los aburridos se convierten en Nerón que para inspirase
para hacer una loa a Roma le prendió fuego. Da en el blanco
<b>Marina</b> cuando escribe: <i>La sociedad del espectáculo
es una sociedad de pasivos</i>. Las ilusiones que despierta la sociedad
del espectáculo son como un fuego de virutas que despierta emociones y antes de
haberlas disfrutado ya han fenecido. Y así indefinidamente. La sociedad del
espectáculo que hemos creado para mantenernos despiertos nos aburre. Nos mata
emocionalmente. He aquí la necesidad de emociones cada vez mas fuertes para
alcanzar la misma intensidad. Podemos llegar a convertirnos en incendiarios.
Según
<b>Marina</b> el antídoto contra el aburrimiento es la creatividad.
Veamos lo que nos dice el libro de Eclesiastés: “Yo el Predicador fui rey sobre
Israel en Jerusalén. Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre
todo lo que se hace debajo del cielo, este penoso trabajo dio Dios a los hijos
de los hombres para que se ocupen en él. Miré todas las obras que se hacen
debajo del sol, y he aquí todo ello era vanidad y aflicción de espíritu”
(1:12-14). Al final del libro aconseja a su hijo: “Ahora, hijo mío, a más de
esto sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros, y el mucho estudio es
fatiga de la carne” (12:12). Lo que nos viene a decir Salomón es que todo
aquello que no tiene trascendencia eterna no satisface a quien se esfuerza
porque “es vanidad y aflicción de espíritu”. Lo que no tiene sentido, por
importancia que se le de, aburre. Si lo que hace el hombre es intrascendente,
¿debemos conformarnos con el aburrimiento? De ninguna de las maneras.
El
hombre ha sido creado por Dios y la plena realización la obtiene cuando por la
fe en Jesús y su obra redentora recupera la amistad con Él perdida en el
paraíso por el pecado de Adán que ha sido transferido a toda su posteridad.
Cuando alguien se encuentra con Jesús pone toda su diligencia en crecer en el
conocimiento de Dios. El apóstol Pedro nos asegura que “si estas cosas están en
vosotros y abundan no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al
conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:8). El creyente en Cristo
a partir del momento de su conversión entra en un proceso de perfeccionamiento
espiritual que le impulsa a querer alcanzar la perfección del Padre celestial a
la que ha sido llamado alcanzar.
Esforzarse por entrar en el reino de los cielos es el trabajo que jamás
recompensa con “vanidad y aflicción de espíritu”. Esta labor es placentera
porque todo aquello que tiene que ver con la trascendencia eterna jamás
decepciona.
Octavi Pereña i Cortina
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