dilluns, 25 de maig del 2015


ROMANOS 6:5


“Porque si fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección”

El contexto tiene que ver con la santidad del cristiano. “¿Qué pues diremos? Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (vv.1,2). Quienes creemos que somos salvados por gracia y no por obras se nos acusa de que por haber sido redimidos por la fe podemos vivir de la manera que nos plazca. Quizás algunos de ellos piensan así. Pero si se tiene en cuenta toda la Biblia, no solamente porciones escogidas, no se encuentra ningún texto que dé pie que no importa qué tipo de vida lleve el cristiano. Con creer en Jesús como Salvador es suficiente, sí. Pero el texto que comentamos deja bien claro que el cristiano no puede vivir como mejor le parezca. Debe hacerlo santamente.

El vivir santo del cristiano el apóstol Pablo lo vincula a la identificación del creyente en Cristo con el bautismo: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? El bautismo  como tantas otras enseñanzas bíblicas ha sido degradado con el paso del tiempo. El bautismo por inmersión inicial ha sido sustituido por el rociamiento con agua bendita (?) El rociamiento no transporta el significado que acompaña a la inmersión: “Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos para la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (v.4). Estar en Cristo significa “vida nueva”. El creyente en Cristo ya no puede vivir de la manera como lo venía haciendo hasta antes de haber sido sepultado con Cristo para muerte, en el bautismo. “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo de pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (v.6).

Cuando al creyente se sumerge en el agua, simbólicamente muere con Cristo y muere al pecado para que no viva más en él. Cuando emerge del agua simbólicamente resucita con Cristo. La resurrección real será al fin del tiempo cuando venga Jesús en su gloria: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4: 16,17).

Morir en Cristo equivale a resucitar a la vida eterna. Alentémonos con esta doctrina que disipa el temor que provoca el pecado al hacernos dudar de la promesa de Jesús: “Nadie os arrebatará de mis manos”.


PROVERBIS 7:1


“Hijo mío, guarda mis palabras, y atesora contigo mis mandamientos”

Con palabras que destilan ternura Dios se dirige a nosotros con nuestro nombre : “Hijo mío, guarda mis palabras, y atesora contigo mis mandamientos”. El corazón tierno de Dios que desea el bien de todos los hombres lo expresa Jesús en la parábola de la fiesta de bodas. El rey manda a sus siervos a los convidados a las bodas, pero éstos no quieren asistir. La parábola es una denuncia al pueblo de Israel de ayer y a la Iglesia de hoy. El Señor nos llama a ir a Él, pero declinamos la invitación. Hay otros intereses que reclaman toda nuestra atención. No amamos al señor con toda la fuerza de nuestro corazón. Preferimos seguir la necedad que se amaga en nuestra alma. Pero el Señor no se desanima y dice a sus siervos: “Id pues a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis”.

“Dentro de la Iglesia, ¿cuántos fieles reconocen que el Padre de nuestro Señor Jesucristo es su Padre? ¿Cuántos files de la Iglesia cuando el Padre se dirige a ellos y los llama hijos, se reconocen como tales? Me temo que muy pocos. Siguiendo las enseñanzas de la parábola  de la fiesta de bodas, a pesar de que los invitados rehúsan asistir al banquete exponiendo pueriles excusas, el Padre sigue invitando a asistir a la fiesta de bodas del Cordero. Sin duda alguna muchos se disculpan y prefieren asistir a las fiestas mundanas que les dictan sus necios corazones.

Tú, lector, eres uno de los pocos que reconocen que Dios es el Padre celestial que se dirige a ti suplicándote: “Hijo mío”. Por tu condición de pecador existe en ti la tendencia a alejarte de Él. “Hijo mío, guarda mis palabras”. Hay muchos  cantos de sirenas que te incitan a desobedecer mis palabras. No desean tu bien estas sirenas porque son siervas de Satanás y, de la misma manera que la serpiente engañó a Adán y Eva, hoy también pretende que desconfíes del amor del Padre para que te dejes atraer por los engaños satánicos.

Hijo mío…atesora contigo mis mandamientos”. “Di a la sabiduría: Tu eres mi hermana, y a la inteligencia llama parienta…Para que te guarden de la mujer ajena, y de la extraña que ablanda sus palabras”. Hoy, al ser pocos quienes guardan las Palabras del Padre, son muchos quienes se dejan atraer por el señuelo del sexo en su diversidad de manifestación.

Tú, que te reconoces hijo del Padre, si te seduce la mujer ajena, pídele que te dé fuerza para decir no a sus encantos, pues sus caminos son caminos de muerte.


 

 

MATERIA MALA


<b>Al final todas  nuestras ansiedades perturbadoras se deben a nuestra pequeñez   que nos hace perder el control de las situaciones adversas</b>

Un tal Gonzalo, abogado de 35 años y que se encuentra en el paro desde hace 3 describe de esta manera su situación: “Mi vida ha caído en un pozo, así que he regresado en casa de mi madre. Tomo antidepresivos y voy al psicólogo desde hace mucho tiempo, pero no encuentro mi lugar en el mundo.  Dejé al psicólogo porque no me ayuda y me cobra una cantidad exagerada. Siento decir que estoy de duelo por mi mismo y siento que parte de mí se ha ido muriendo en estos últimos años”. El retrato que Gonzalo hace de sí mismo debe reproducirse en otras muchas personas durante esta larga crisis y que de momento no se ven indicios tangibles de que retroceda. La crisis persiste aún cuando el presidente Rajoy diga que se vislumbra una mejoría en el horizonte de 2015. El paro se mantiene. La crisis económica persiste y los trastornos mentales siguen haciendo su labor destructiva. Junto a Gonzalo muchas personas siguen necesitando ayuda.

Un psiquiatra le dijo a William Barcley, pastor evangélico y comentarista bíblico:”Todo lo que un psiquiatra puede hacer es desnudar al paciente hasta llegar a lo que es esencial en el hombre y si lo que es esencial es <i>materia mala,</i> no hay nada que hacer. Aquí es donde tú entras”. El psiquiatra tiene razón. Analizando en la consulta los problemas de sus pacientes llega a la conclusión de lo que es esencial en el hombre es <i>materia mala</i> Este descubrimiento no es un hallazgo de la psiquiatría moderna. Desde hace 5000 años que la Biblia que es palabra de Dios viene diciendo que lo que es esencial en el hombre es <i>materia mala</i> y lo resume en una sola palabra <i>pecado</i>. Esta palabra es tabú y no se la tiene en consideración. El ser humano prefiere afirmar que es <i>materia mala</i> que se puede curar con pastillas y terapias de grupo antes que reconocer que es pecador, que es alguien que ha transgredido la Ley de Dios y que Dios puede regenerar la <i>materia mala</i> y transformarla en una de buena. En tanto se siga considerando que la <i>materia mala</i> sea una cuestión clínica que encuentra solución en el sofá del psiquiatra no tendrá ningún inconveniente en seguir pagando sumas exageradas por hablar de sus neuras que lo perturban. En el momento que se entiende que el problema básico del hombre no es clínico sino espiritual llega el momento en que el psiquiatra está a punto de perder un cliente porque se abre la puerta que conduce a investigar en la Biblia el mensaje sanador que se encuentra en sus páginas.

Es cierto que la consulta del psiquiatra puede momentáneamente aligerar las penas. Se dice que como las  personas ya no se acercan al confesionario para compartir sus penas con el cura, esta pérdida se ha substituido por el científico sofá del psiquiatra. Es en la oración al Padre de nuestro Señor Jesucristo donde las pesada cargas emocionales cambian de espalda y dejan de ser un bagaje de mal digerir.

“El mensaje de la Biblia”, dice Jeff Munroe, “por lo que hace a la fe es claro. No tiene sentido preocuparse por todo aquello que no podemos controlar. Lo que sí podemos controlar es como damos respuesta a los desafíos y en donde ponemos la confianza. No podemos controlar la vida pero sí que podemos controlar la respuesta que le demos”. Darse cabezazos contra los imposibles, si es que lleva a  algún lugar es agravar el estado emocional de quien se los da. Debido a ello durante esta larga crisis se hayan incrementado el número de consultas psiquiátricas y el consumo exponencial de fármacos contra el estrés y ansiolíticos.

David que tenía que ser rey de Israel se encontraba en una situación muy complicada. Debido a la feroz persecución a que estaba sometido de parte del rey Saúl, David se vio obligado a buscar refugio en territorio del filisteo Aquis, príncipe de Gat. El gobernante filisteo le dio la ciudad de Siclag como lugar de residencia. Se reemprenden las hostilidades entre filisteos e israelitas y David se vio obligado a tener que ir a luchar contra sus hermanos israelitas al lado de Aquis. Los otros príncipes filisteos no aceptan la participación de David en la batallo por miedo de que durante el combate David se pusiese al lado de Saúl para poder recuperar su favor. Junto con sus hombres David regresa a Siclag y la encuentra arrasada por el fuego y sus familiares, ganado y otros bienes desaparecidos. Ante la desolación que contemplan sus ojos:”David estaba muy angustiado, porque el pueblo había decidido apedrearle. Porque el alma de todo el pueblo estaba muy amargada, cada uno por sus hijos e hijas”. David en vez de dejarse guiar por el pánico y la frustración general “se fortaleció en el Señor su Dios” (1 Samuel 30:6). Para David el Señor era su Casillo de refugio, la Roca que impedía que la inundación lo arrastrase al desastre. La situación era crítica y en vez de dejarse llevar por las quejas y acusaciones culpando a Dios del desastre, “consultó al Señor” (v.8). La historia subsiguiente deja bien claro que vale la pena fortalecerse en el Señor y buscar su dirección. Si en vez de dejarse conducir por Dios hubiese permitido que la <i>materia mala <v/i> hubiese tomado la dirección de su vida jamás hubiese conseguido la gloria que alcanzó.

Octavi Pereña i Cortina

dilluns, 18 de maig del 2015


¿EXISTE EL DIABLO?


<b>¿Se puede entender la maldad que existe en el mundo sin la presencia de un ser espiritual maligno que aprovechando nuestra debilidad nos incite a hacer el mal?</b>

Las sesiones de exorcismo a que se ha sometido a la adolescente de Burgos del que se han hecho eco los medios de comunicación, ha impulsado a Josep Maria Espinàs a escribir sobre el tema en su columna titulada <i>El peligro de creer en el demonio</i>. La conclusión a que llega el conocido escritor es. “Dejemos tranquilos a los ángeles y a los demonios en sus lejanos domicilios”. Esto es precisamente lo que quiere el diablo que no se crea en él tal como realmente es. Acepta con fruición que se le represente con astas, cola y un tridente en la mano como se hace en las representaciones navideñas de los pastorcillos, o en los grupos de diablos que en los pasacalles de las fiestas populares hacen graciosidades derramando fuego y humo. Esté es el diablo que el auténtico demonio quiere que nos imaginemos que es..

Al diablo real no se le puede vencer con exorcismos que entre diversas religiones practica la Iglesia católica que más que miedo provoca risas por ser diablo burlón. Tal como dice Espinàs “dejemos a los demonios tranquilos en sus lejanos domicilios”. El verdadero diablo no se encuentra escondido en un recóndito rincón del universo, se mueve entre nosotros haciendo las fechorías que le son propias de su naturaleza maligna. Jesús que con su comportamiento público no se le puede tildar de religioso lunático, hace una descripción concisa que retrata muy bien la naturaleza moral de este malvado personaje que por mala información quiere que no se mueva de sus lejanos domicilios. Dice así Jesús: “Vosotros”, los religiosos de su tiempo, “sois de vuestro padre el diablo, y queréis hacer las obras de vuestro padre, él era homicida desde el principio,  y no se mantuvo en la verdad. Cuando habla mentira, dice lo que le es propio, porque es mentiroso y padre de la mentira” (Juan 8:44). Estas palabras Jesús no las dirige a la plebe, un auditorio de personas ignorantes en cuestiones teológicas, las habla a la elite religiosa que creía tener a Abraham por padre. A esta casta religiosa Jesús no se muerde los labios y les dice que su padre era el diablo  y que querían hacer las obras del maligno. Jesús destaca dos característica del diablo: mentiroso y homicida. Estas dos peculiaridades se encuentran en el menú del día de la sociedad actual. Desde la infancia la mentira aflora de los labios negando hechos evidentes, cargando la culpa de las acciones cometidas sobre el otro. No es preciso enseñar a mentir a los niños  ya que lo hacen espontáneamente. Todo el mundo miente de manera descarada. Es tan normal mentir que ya no nos ruborizamos al hacerlo. Por lo que  hace al homicidio, la nuestra es la cultura de la muerte. Justificamos la muerte de millones de embriones y fetos. Defendemos la guerra y la fabricación de armamento en nombre de la paz y los crímenes que se cometen les restamos importancia al considerar-los <i>daños colaterales</i>. Esto pone de manifiesto que muchas personas normales porque no se comportan con estridencias,  son personas endemoniadas porque su padre es el diablo y los deseos de su padre quieren hacer.

¿Es realmente peligroso creer en el diablo? Si se cree en el demonio bíblico, no. Si se cree en el diablo folklórico , sí, porque se deja trabajar gusto al real, sembrando en los corazones de los hombre la semilla de la mentira y del homicidio. Es por esto que estas actitudes tan nefastas no se pueden hacer desaparecer. La Biblia nos aconseja: “Someteos, pues a Dios, resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). Santiago nos proporciona el ABC de la lucha contra el diablo. Como quiera que este ser malvado es muy poderosos no podemos luchar contra él con nuestras escasas fuerzas. De antemano debemos someternos a Dios. Debemos confiar en Él. Debemos dejarnos guiar por su sabiduría. Haciéndolo así le podremos plantar cara, siendo el resultado de la resistencia que el maligno se alejará de nosotros con el rabo entre las piernas.

El apóstol Pablo aporta más detalles que nos ayudarán a luchar contra el diablo para que nos deje en paz, momentáneamente. No se cansará de repetir los intentos de esclavizarnos. Siempre saldrá malparado. El apóstol desea a los lectores de su carta: “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”. Los seres humanos necesitamos el poder de Dios porque la lucha que emprendemos “no es contra sangre ni carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. El enemigo no es humano. Estamos inmersos en una lucha sin cuartel contra seres espirituales de maldad, por lo tanto, si deseamos salir vencedores de este singular combate debemos proveernos de los pertrechos adecuados a la lucha. Por ello el apóstol aconseja a quienes se proponen combatir contra Satanás y sus ángeles que se “vistan de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”. Utilizando la analogía del equipo de un soldado romano, describe los pertrechos que debe llevar: Coraza, calzado, escudo, casco, espada. Siendo una batalla tan desigual el hombre no puede enfrentarse a su enemigo con un zapato y una alpargata. Equipado de manera tan rudimentaria la derrota está garantizada. Por esto “se debe  vestir de toda la armadura de Dios, para que pueda estar firme contra las  asechanzas del diablo” (Efesios 6:10-18).

Octavi Pereña i Cortina

 

LUCAS 12:56


“¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿y cómo no distinguís este tiempo?

La verdad no quiere ser escuchada. Los fariseos y saduceos van a Jesús y le piden que les muestre señal del cielo. El motivo no era saber las verdad, sino tentarle para ver si le cogían en algún motivo para acusarlo. Hoy, con la proliferación de servicios meteorológico las personas quieren saber el tiempo que hará. Si desean hacer un viaje consultan a los servios meteorológicos solicitando información del tiempo que hará en el lugar de destino en la fecha programada. Las personas están muy interesadas en saber la meteorología y siguen con sumo interés los espacios informativos que da la televisión, pero muy pocas están deseosas de saber las  “señales de los tiempos” .

Para Jesús lo más importante es que las personas reconozcan que es el Mesías prometido. Es por ello que da la señal del “profeta Jonás” (Mateo 16:4). Los tres días y las tres noches que el profeta permaneció en el vientre del gran pez representan los tres días y las tres noches que Jesús permaneció  en la oscuridad del sepulcro que a la vez es el anticipo de su regreso glorioso al final del tiempo para buscar a su pueblo para que pase la eternidad junto a Él.

Señales que indican que se acerca el fin del plazo que el Señor en su misericordia ha establecido para que los hombres puedan arrepentirse y huir de la ira que se acerca: guerras y rumores de guerras, multiplicación de movimientos  religiosos no cristianos recubiertos de una capa de barniz cristiano, crecimiento de la maldad…El abandono de Cristo es el causante del incremento de la maldad y, ante tal evidencia, ¿qué hace la iglesia manifestándose en la diversidad de iglesias locales? Imitando a la mujer de Lot que en su huída se para mirar hacia Sodoma. No podía olvidar la buena vida que se daba en Sodoma. Mirada impúdica que le ocasionó la muerte. La iglesia, las iglesias, en líneas generales ha dejado entrar el mundo en su seno. Se identifica con Sodoma. Por lo tanto se ve incapaz de alertar a sus feligreses de la destrucción que les viene encima. Tiene los ojos en Sodoma de  la que tendría haberle dado la espalda y no mirarla en su huída. Aparentemente vestida de moralidad y de espiritualidad tiene el corazón puesto en el mundo impío. Esta iglesia, iglesias, no saben distinguir las señales del tiempo y no siente interés en hacer lo que los ángeles hicieron con Los y los suyos que los arrastraron fuera de la ciudad que en breve iba a ser destruida por el fuego y azufre caídos de los cielos. La iglesia, iglesias deben arrepentirse como lo hizo Nínive a la predicación de Jonás si es que desea realizar la tarea encomendada por el Señor de arrastrar fuera del fuego a los pecadores que serán abrasados si no se arrepienten.


HEBREOS 12:2


“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”


El escritor sagrado no dice a los lectores de su carta que pongan los ojos en Dios, en un dios genérico en el que caben todas las religiones. Tampoco dice que pongan los ojos en la iglesia institucional que apropiándose el poder de salvar que pertenece exclusivamente a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, altaneramente proclama que fuera de ella no es posible la salvación. El autor de la carta a los Hebreos  afirma que el lector tiene que poner los ojos en Jesús pues fuera de Él no es posible la salvación, pues Jesús es el único camino que lleva al Dios verdadero. Sin el menor asomo de duda Jesús afirma categóricamente: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre, sino por mí”  (Juan 14:6).

“Y cualquiera que haga tropezar a alguno de  estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hunda en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezo! Porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!” (Mateo 18:6,7). No voy a tratar en este comentario de la responsabilidad que tiene quien dice ser creyente en Cristo de no ser tropiezo para nadie. La iglesia local por el hecho de estar formada por verdaderos creyentes  que siguen siendo pecadores, pero redimidos y, por no creyentes recubiertos de una capa de barniz cristiano, dejan mucho que desear.

Con mucha frecuencia el comportamiento incorrecto de los miembros de las iglesias impide que nuevos conversos aumenten sus filas. No quiero eludir la responsabilidad que tienen los cristianos de vivir santamente para no ser piedras de tropiezo para nadie. Me pongo al lado de quienes buscan a Jesús y no lo encuentran debido a las muchas debilidades que ven en los cristianos. El escritor sagrado no dice a los que buscan que pongan los ojos en los cristianos, verdaderos o falsos. Si lo hacen así jamás podrán encontrar la salvación que se encuentra exclusivamente en Jesús que con su sangre da la salvación y limpia de todos sus pecados a quienes creen en Él.

Amigo, si buscas, no pongas los ojos en cristianos por muy santamente vivan. Ponlos en Jesús. La fe en Él impedirá que las debilidades de los cristianos  te alejen de Él. A tu lado muchos tambalearán y caerán, pero si tu tienes los ojos puestos en Jesús edificarás tu vida sobre la Roca lo cual impedirá que los  tropiezos de los cristianos te hagan tropezar  a ti y no alcances la salvación en “Jesús, el autor y consumador de la fe”.

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dimarts, 12 de maig del 2015


1 SAMUEL 1:18


“Y ella le dijo(a Elí): Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió y no estuvo más triste”

Una mujer estéril no era bien vista en Israel. De alguna manera se la consideraba que no gozaba del favor de Dios. Ana, la mujer del texto que comentamos era una de las mujeres consideradas desfavorecidas  del favor de Dios debido a su esterilidad. A pesar de las apariencias “con amargura de alma oró al Señor, y lloró abundantemente” (v.10), pone de manifiesto su fe en Dios. ¿Dónde podía encontrar consuelo una mujer que cargaba con el pesado fardo de la esterilidad?

La amargura del alma de Ana se expresaba externamente mientras suplicaba al Señor le quitara la afrenta que la oprimía. “Mientras ella oraba largamente delante del Señor, Elí estaba observando la boca de ella” (v.12). Elí, sacerdote y juez de Israel no entiende la amargura de Ana. “La tuvo por ebria. Entonces le dijo: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere el vino” (vv. 13,14). Ana le expone la magnitud de sus congojas y de su aflicción. Entonces le dijo Elí: “Vé en paz, y que el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho” (v.17). “Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste”.

¿Cómo fue posible que Elí un hombre que fue reprendido con dureza por Dios pudiese consolar de tal manera a una mujer que después de hablar con ella no estuviese más triste? “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será la palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero,  y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10,11). Dios no está limitado en el uso de los canales que quiere utilizar para bendecir a la persona elegida para ello. Caifás, un sumo sacerdote impío “profetizó que Jesús había de morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Juan 11:51,52).

La palabra que sale de la boca de Dios y que se transmite por labios un tanto indeseables llega al corazón de la persona a que ha sido enviada. Es por ello que Ana deja de estar triste a pesar de que la bendición le llegó por medio de unos labios impuros.


SALMO 19:8


“Los mandamientos del Señor, son rectos, que alegran el corazón”


En este poema el salmista expone dos maneras de hablar Dios al hombre. En los versículos 1 al 6 el Señor habla por medio de la creación. En el resto del salmo el poeta expone como Dios habla al hombre por medio de su Palabra. Cuando los hombres afirman que la creación no es obra de Dios, niegan a Dios. Persistir en dicha negación no es algo inocuo. Es un veneno que corrompe la naturaleza espiritual del hombre, convirtiéndole es esclavo del pecado. Los ateístas consideran  que su filosofía es una señal de erudición. Y de progreso al abandonar el oscurantismo de épocas pasadas. Lo cierto es que el ateísmo, con su negación del Creador conduce a la humanidad a la barbarie más sórdida. El ateismo no convierte al bruto a ser el homo sapiens. Todo lo contrario lleva al hombre racional a ser irracional. Testimonios recientes acreditan la sordidez del comportamiento humano alejado de Dios. El apóstol Pablo describe la degeneración moral del ser humano que en su necedad persiste en no leer en el libro de la creación. que habla del Creador eterno. Profesando ser sabios, se hicieron necios”  (Romanos 1:18-221).

Para el salmista Dios le habla por medio de la Palabra revelada. No basta con que se crea que Dios es el Creador que finalizada su obra que pone de manifiesto su eterno poder, se tumba en la gandula sorbiendo un refresco. Descansó finalizada la creación, sí,  después de haber visto que era buena en gran manera. Pero no se desentiende de la obra de sus manos. Cuida de ella y de manera muy especial al hombre creado a su imagen. Desde su creación Dios mantiene tratos personales con el hombre, instruyéndolo para que en las encrucijadas de la vida sepa escoger el camino estrecho que lleva a la salvación, que desgraciadamente pocos lo siguen. No se  deja engañar por la filosofía que dice que la mayoría siempre tiene razón . Esta doctrina se pone en evidencia en la democracia, de la que estamos tan orgullosos, con la corrupción que ha generado al dejarse guiar por el eslogan: Una persona un voto. La mayoría yerra de manera manifiesta. El camino ancho que muchos siguen lleva a la muerte.

Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas manera por medio de los profetas, en los postreros días lo ha hecho por su Hijo. Estas enseñanzas han quedado escritas y recopiladas en el Libro que denominamos Biblia. Las enseñanzas recogidas en las Escrituras si se atienden y se creen llevan al hombre a Jesús, el camino estrecho que lleva a la vida eterna.


 

 

EXAMEN DE CONCIENCIA


<b>El cambio social requiere una modificación del comportamiento precedido por el arrepentimiento a Dios</b>

En el contexto de las muertes recientes de negros en Estados Unidos a manos de la policía, el presidente Barack Obama ha dicho: “Somos una nación que necesita hacer un examen de conciencia”. ¿Sobre que base debe hacerse el examen de conciencia? Debe existir un modelo con el que poder comparar nuestro comportamiento si es que se desea hacer un fructífero examen de conciencia que permita hacer las correcciones necesarias que regeneren la justicia social. El presidente Obama es consciente de que algo no funciona bien, pero no sabe como conseguir cambiar lo que se hace mal. La gravedad del problema social es de tal magnitud que es imposible darle solución.

Muchas personas tienen constancia del profeta Jonás, aquel hombre que  se lo tragó un gran pez y que estuvo en su vientre durante tres días y tres noches. Esta historia se la considera un cuento para distraer a los niños durante las largas noches de invierno. La historia de Jonás no es una fábula. Jesús confirma su historicidad cuando dijo: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:40).

¿Qué tiene que ver Jonás con la situación moralmente caótica de Estados Unidos, el mundo en general y España en particular? Tiene mucho que ver porque Jonás fue un hombre escogido por Dios para llevar a Nínive, la gran ciudad, un mensaje de arrepentimiento: “Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella, porque ha subido su maldad delante de mí” (1:2). La maldad existente en la gran ciudad no había pasado desapercibida ante los ojos de Dios, y decide intervenir. Jonás, con el propósito de evitar ir a Nínive a predicar el mensaje de arrepentimiento que tenía que hacer en nombre de Dios, decide huir a Tarsis. El Señor hizo una gran tormenta en el mar que amenazaba hundir la nave en que viajaba Jonás. Entonces para aplacar la ira de Dios, ya que Jonás le había dicho a la tribulación que aquella tempestad se debía a su desobediencia, decidieron lanzarlo al mar para apagar la ira divina. “El Señor, pero, había preparado un gran pez que tragase a Jonás” (v.17). Pasados los tres días y las tres noches “mandó el Señor al pez, y vomitó a Jonás en tierra” (2:10). Una vez desembarcado el Señor le dijo al profeta desobediente: “Levántate, y vé a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré” (3:2). Jonás, siguiendo las instrucciones recibidas de Dios dice a los ninivitas: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (3:4). El profeta Nahum describe la condición moral de Nínive en estos términos: “¡Ay de la ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de rapiña, sin apartarse del pillaje!” (3:1). Estaba atiborrada de maldad pero Dios en su misericordia le concede sesenta días de moratoria antes de ser destruida. Sobrevivió unos cien años  cuando fue conquistada por los medos al mando de Arbaces.

El texto describe el arrepentimiento de Nínive: “Y los hombres de Nínive creyeron a  Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor al menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de  su trono, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza…” (Jonás 3:5-9). La reacción de  Dios ante el arrepentimiento de los ninivitas fue: “Y Dios vio lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino, y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo” (v.10).

Volvamos a Jesús que tiene palabras para nosotros: “Y los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar”                          (Mateo 12:41).

La necesidad de hacer un examen de conciencia nacional nos lo recuerda la Biblia cuando dice: “Hay una generación limpia en su propia opinión, si bien no se ha limpiado de su malicia: Hay generación cuyos ojos son altivos y cuyos párpados están levantados en alto. Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cochillos, para devorar a los pobres de la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres” (Proverbios 30:12-14).

Si somos una generación limpia en nuestra propia opinión jamás podremos hacer un examen de conciencia. Si no somos conscientes de la perversidad que se esconde en nuestra alma es totalmente imposible la regeneración política y social tan necesaria. Si no se produce esta regeneración, el Señor, a pesar de que lo desconocemos nos ha dado un plazo para que podamos arrepentirnos. Tan pronto como se acabe vendrá el juicio de Dios. Muchos, ante la perversidad humana que contemplan nuestros ojos piensan que el tema del juicio de Dios es un mito creado por la religión con el propósito de tener atenazadas a las personas: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:8,9). Los ninivitas tuvieron sesenta días. Jerusalén, a partir de Jesús unos cuarenta años. Nosotros desconocemos el final de la moratoria, pero el juicio de Dios se acerca. Por ello debemos prestar atención a las palabras que Jesús dijo al principio de su ministerio público: “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17).

Octavi Pereña i Cortina

 

dilluns, 4 de maig del 2015

CONFUSIÓN SOCIAL

<b>Se producen tantas situaciones inverosímiles que al no encontrar respuesta adecuada al motivo que las ocasiona que nos embarga la confusión</b>
¿Qué pensaba el niño de Barcelona de trece años que mató a un profesor e hirió a cuatro personas? Los comentarios de algunos de sus compañeros nos dan una pista. El acto fue premeditado. El chico se presentó al instituto con un machete, una ballesta profesional y una botella de cerveza conteniendo líquido inflamable. El menor dejó patente en las redes sociales su devoción por las películas de terror y teleseries como <i>The walking dead</i>. Los siquiatras afirman que estamos intoxicados. Hace pocos días en Catalunya se celebró la Diada de Sant Jordi, el día del libro y de la rosa. Se dice que el libro es una fuente de cultura, pero también de intoxicación. Existe mucha literatura que contribuye a la intoxicación individual y colectiva a la que se refieren los siquiatras. Hay un refrán que dice: “Dime con quien andas y te diré quien eres”. “Si los pecadores te quieren seducir, no lo consientas…Hijo mío, no vayas por su camino, guarda tu pie de su sendero…” (Proverbios 1:10-18). Los amigos de carne y huesos pueden inducir a hacer el mal. También lo hacen los amigos de papel y digital. El padre que aconseja a su hijo que evite los amigos que pueden llevarle por caminos peligrosos, hoy también le aconsejaría que se apartase de la palabra escrita sobre papel y con base digital.
Los siquiatras aseguran que el comportamiento violento del niño de trece años se debió a un brote sicótico, trastorno que consiste en una ruptura transitoria con la realidad que le hace perder las facultades cognitivas y la voluntad del individuo. La preguntas que debemos hacernos es: ¿qué provoca el brote sicótico? Es lógico pensar que si el brote sicótico da paso a un acto violento, sea eximente legal ya que el violento no es responsable de lo que hace debido a la enfermedad.
La pregunta que me hago es: por qué no se consideran brotes sicóticos la perversidad de los crímenes que comete el Estado Islámico y otros extremismos? ¿Por qué no se consideran brotes sicóticos las torturas que infligen las naciones civilizadas a los presos políticos, de guerra y de otra índole que se consideran atentados contra la seguridad del Estado? ¿Por qué no se consideran brotes sicóticos la fabricación y trafico ilegal de armas que sirven para exterminar indiscriminadamente a la población civil? ¿Por qué no se considera brote sicótico que un gobernante para justificar una guerra diga que el enemigo potencial es poseedor de armas de destrucción masiva? Podríamos alargar la lista de los delitos que podrían atribuirse a brotes sicóticos. ¿Por qué no se hace? Sencillamente porque a los  profesionales del comportamiento se les vería el plumero y perderían su credibilidad porque sus diagnósticos no serían creíbles.
Es cierto que quienes cometen actos violentos poseen una perturbación mental, pero esta anomalía se debe a una causa. Es aquí en donde yerran los especialistas en el comportamiento humano. Buscan curar los efectos sin resolver la raíz de la violencia. Palabras de Jesús: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan (intoxican) al hombre” (Mateo 15:19,20). La intoxicación de que hablan los siquiatras nace en el corazón del hombre y de aquí se distribuye a través de los diversos medios de comunicación que contaminan las mentes y corazones de quienes están expuestos a su influencia. El apóstol Pablo diagnostica que el comportamiento humano que nos estremece: “Injusticia, fornicación, avaricia, maldad, envidia, homicidios, contiendas, engaños, malignidades, murmuraciones, aborrecedores de Dios injurias, soberbias, altiveces, inventores de males, desobediencia a los padres, carencia de afecto natural, enojos, inmisericordes” (Romanos 1:29-31), se debe a haber abandonado a Dios y a no tenerlo en cuenta en el día a día. La situación actual que nos acongoja, ¿no puede deberse a la misma causa que provocó la desgracia de Israel por no escuchar a Dios? “El Señor te herirá con locura, ceguera, y turbación de espíritu, y palparás a mediodía como palpa el ciego en la oscuridad, y no serás prosperado en tus caminos, y serás oprimido y robado todos los días, y no habrá quien te salve” (Deuteronomio 28:28,29).
Jesús contrasta el corazón malo del que salen estos actos propios de un corazón intoxicado por el pecado con el corazón bueno del que salen: “amor, gozo, paz, paciencia,  benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22,23). Jesús es quien tiene poder de cambiar el corazón. Si se desea contribuir a hacer un mundo mejor  debe tomarse la decisión de seguir a Jesús ya que Él hace bueno el corazón malo. Como más auténticos seguidores tenga Jesús más sano será el entorno en el que nos movemos. La mejora social es cuestión de decisión. Josué, el caudillo que introdujo Israel en la Tierra Prometida, poco antes de morir puso al pueblo en la alternativa de decidirse por el Dios que los había liberado de la esclavitud de Egipto o por los dioses de la tierra que iban a ocupar. El líder hace esta solemne declaración: “Yo y mi casa serviremos al Señor” (Josué 24:15). El pueblo se decidió por los dioses de las naciones y así les ha ido a lo largo de la historia
Octavi Pereña i Cortina


2 SAMUEL 11:25

“Y David dijo al mensajero: Así dirás a Joab No tengas pesar por esto, porque la espada consume, ora a uno, ora a otro”.
El poder del Estado jamás debe vulnerar la Ley de Dios. Enfatizo Ley de Dios porque la distingo de la ley que redactan los juristas. Ambas leyes no siempre se corresponden. Llegado el momento la Ley de Dios debe prevalecer por encima de la del hombre.
David, por el hecho de ser rey de Israel era el hombre más poderoso y su palabra era ley. A partir del pecado de adulterio cometido con Betsabé, esposa de Urias, oficial de su ejército, su ley dejó de coincidir con la de Dios. El pecado no perdonado perturba el corazón e incita a precipitarse más profundamente en el pozo de la corrupción y de la injusticia.
Veremos como el adulterio de David le perjudicó en la administración de justicia. Siglos después otro rey cometió adulterio. Herodes había tomado por mujer a Herodías, esposa de su hermano Felipe. Juan el Bautista le decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano” (Marcos 6:18). Ambos reyes cometieron adulterio, aún que por causas distintas. Ambos monarcas coincidieron en el asesinato por delegación. El pecado conduce a otro pecado y así sucesivamente para intentar esconder la cadena de pecados cometidos.
Betsabé, la mujer con quien el rey David cometió adulterio quedó embarazada. El pecado ya no se podía ocultar. Para evitar que se hiciese público David maquina un plan. Hace llamar a Urías del campo de batalla con el propósito de que al estar en Jerusalén iría a su casa en donde dormiría con Betsabé, su esposa.  Así, el marido cornudo creería que el hijo que llevaba su mujer en el vientre sería suyo. El plan falló. Urias no fue a su casa. David planea deshacerse de Urías. Lo regresa al campo de batalla llevando una carta en la que se le ordenaba al general del ejército que pusiese a Urías en un lugar peligroso de la batalla con el fin de que muriese en combate. Así sucedió. Urías murió pero el pecado de David no permaneció en secreto. Dios fue testigo de lo sucedido.
Herodes y David cometieron adulterio. Ambos fueron reprendidos por hombres de Dios. Herodes no se arrepintió. David, sí. A pesar de que Dios perdonó a David no debemos entender que podemos pecar impunemente porque Dios perdona. No nos dejemos dominar por el pecado que nos incita a hacer leyes a nuestra medida, sino atender el mandato de Dios que prohíbe desear  a la mujer de nuestro prójimo.


JUECES 24:25

“Y en estos días no había rey en Israel, cada uno hacía lo que bien le parecía”
Este texto es el último versículo del libro de Jueces. Período de la historia de Israel con muchos claroscuros que denotan la ínfima calidad moral y espiritual del pueblo de Dios.
El hecho de que no hubiese rey en Israel implica que el Dios que los había sacado con mano fuerte de la esclavitud de Egipto no era su Rey. Cuando el Padre de nuestro Señor Jesucristo no reina en un pueblo, el resultado siempre es la anarquía. Esta confusión se hace perfectamente visible en nuestros días cuando vemos que los países dan vueltas sin orden ni concierto para ir a ninguna parte.
Durante el período de Jueces no había rey en Israel. Cuando con el profeta Samuel el pueblo le pidió que le diese “un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones” (1 Samuel 8:5), estas palabra no le agradaron al profeta. La causa, el profeta la planteó Dios, como debe hacerse siempre que se busca solución a los problemas que nos afectan. He aquí la respuesta que recibió: “Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan, porque no te han desechado a ti, sino a mi me han desechado, para que yo no reine sobre ellos”  (v.7). Es muy interesante saber por qué los israelitas pidieron un rey: Queremos un rey “que nos juzgue como tienen todas las naciones”. Israel tenía que ser distinto a todas las naciones y ellos buscan asemejarse a ellas. En vez de preservar la distinción querían pasar desapercibidos. Tal vez encontramos aquí un indicio del moderno ecumenismo y de los forums de las religiones, hoy tan de moda. En vez de ser luz, los israelitas deseaban confundirse con las tinieblas.
A la iglesia le sucede algo parecido. Prefiere ser  gobernada al estilo de las naciones. Cuando el Imperio romano concedió a la iglesia libertad de existir sin necesidad de tener que esconderse, copió el modelo romano de gobierno, que perdura hasta nuestros días en la Iglesia católica. Hoy, imita el modelo democrático. El gobierno del pueblo substituye al gobierno de Dios.  El resultado es que la iglesia ha perdido el norte. Va a la deriva sin brújula que le señale el camino correcto. Las filosofías de este mundo de tinieblas la dominan. Lo blanco se convierte en negro y, todos contentos. Está claro, las tinieblas se encuentran a gusto con las tinieblas, como el pez en el agua.
Hemos desechado a Dios y pedimos un rey que nos gobierne porque deseamos ser como las otras naciones. Nos equivocamos. Debemos pedirle a Dios que nos gobierne por medio de hombres santos escogidos por Él y que por su mediación nos instruyan en su Palabra. A la vez debemos pedirle que nos de un corazón de carne sensible a la voz divina porque así la Palabra de Dios no resbale y pase de largo sin hacernos el bien que aporta. Cuando queremos un rey como tienen las naciones no es de extrañar que sintamos odio hacia los mensajeros divinos y, en vez de arrepentirnos de nuestros pecados preferimos vivir en tinieblas como los ciudadanos de los reinos de este mundo.

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