dilluns, 25 d’agost del 2014


SALMO 37: 23


“Por el Señor son ordenados los pasos del hombre y Él aprueba su camino”

A menudo buscamos a Dios para saber su voluntad, especialmente cuando nos encontramos en situaciones difíciles. Nos preguntamos: ¿qué nos sucederá? ¿Debo permanecer donde estoy o debo trasladarme a otro lugar? La mejor manera de saber la voluntad de Dios es hacer lo que nos pide ahora, el deber del momento presente, y esperar a que el Señor nos indique cual es el próximo paso que debemos dar. En la medida en que obedezcamos su voluntad presente nos preparamos para dar el próximo paso, el próximo…Paso a paso. Un paso cada vez. Es así como aprendemos a conocer la voluntad de Dios.

Supongamos que doy el primer paso. ¿Qué sucederá después? Esto es asunto de Dios. Nuestra obligación es obedecerle hoy y dejar el futuro en las manos de Dios. El salmista lo dice bien claro”Por el Señor son ordenados los pasos del hombre y El aprueba su camino”. La casualidad no existe para Dios. Todo está ordenado para un fin que desconocemos. Si no queremos estresarnos y pasar malos ratos es mejor que no juguemos a ser Dios y dejar que sea Él quien guíe nuestros  pasos y obedezcamos humildemente su voluntad. Acertadamente George McDonal dijo: “No entendemos la próxima página del libro de Dios, solamente vemos la que tenemos ante nosotros. No se nos permitirá pasar página hasta que no hayamos aprendido la lección”.

Si nos centramos en la voluntad de Dios y obedecemos diariamente sus instrucciones y avisos que nos da, si caminamos por fe y nos ponemos en el sendero de la obediencia, descubriremos que la voluntad de Dios nos guía durante el presente día. Cuando Jesús dice a sus oyentes sobre el afán y la ansiedad, nos ayudará a entender el tema que tratamos hoy. Jesús dice que debemos fijarnos en las aves del cielo y en los lirios del campo para descubrir que la providencia de Dios está activa:”…Así que no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6: 25-34).

Avanzar un paso a la vez y no pasar página del libro de Dios hasta que hayamos aprendido la lección que tenemos ante nuestros ojos nos ayudará a caminar diariamente en la voluntad de Dios. Es un camino en el que la humildad es protagonista.


SALMO 36:2


“Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos, de que su maldad no será hallada y aborrecida”

Por regla general decimos que las personas son buenas. Incluso en los entierros se alaba la bondad de los fallecidos hasta extremos inverosímiles. El hombre natural no está en condiciones de juzgar la conducta humana porque su visión estás distorsionada debido al propio pecado no reconocido. El hombre natural considera bueno lo que es malo y malo lo que es bueno.

El salmista por el hecho de haber sido justificado por la fe en el Señor puede conocerse a si mismo. Es consciente de ser un pecador redimido, pecador al fin y al cabo. Su íntima relación con el Señor y la unción recibida del Espíritu Santo le dota de una sabiduría que le permite conocer a la naturaleza humana y conocer lo que se esconde en el corazón del hombre.

Con la clarividencia  espiritual que le otorga el hecho de ser guiado por el Espíritu Santo el salmista puede radiografiar el corazón del hombre: “La impiedad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos”. Recientemente es tema de debate público el comportamiento incívico de un sector del turismo que nos visita. Se considera el incivismo como un tema educativo. El salmista va más allá de le educación escolar y afirma con certeza: “No hay temor de Dios delante de sus ojos”. El temor de Dios es la fuente del civismo.

El salmista penetra en el alma de la persona que no tiene temor de Dios y descubre sus pensamientos: “Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos, de que su iniquidad no será hallada y aborrecida”. Presume de su comportamiento incívico hasta el punto de creer “que su iniquidad no será hallada y aborrecida”. Piensa que no hay Ley ni Legislador que castiga la infracción cometida. Las palabras que brotan de la boca del inicuo “son iniquidad y fraude, ha dejado de ser cuerdo y de hacer el bien”. La importa un bledo las molestias que ocasiona al vecindario. Lo único que le importa es su egoísmo enfermizo.

El salmista sigue diciendo del inicuo: “Medita maldad sobre su cama, está en camino no bueno, el mal no aborrece”. El pensamiento del que no tiene en cuenta a Dios está solamente en el mal. ¿Qué haré cuando me levante? Estando sobre la cama piensa en las fechorías que hará cuando amanezca en compañía de sus compinches. Un corazón en el que no hay lugar para Dios no puede permanecer vacío. Si Dios está ausente el vacío lo ocupa el diablo y las obras del diablo que entre otras son el incivismo que practican los turistas que contratan paquetes de bajo coste basados en alcohol y sexo y también de los ciudadanos que hacen sufrir a otras personas con su incivismo por creer que el mundo les pertenece y que todos deben sujetarse a su autoritarismo.

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