dilluns, 18 d’agost del 2014


MONSTRUOS DOMÉSTICOS


<b>La violencia doméstica es como una mancha de aceite que se extiende por todas las clases sociales, sin olvidarse de los estamentos económicos y de alto nivel cultural</b>

En el mercado de la violencia de género surgen demonios como <b>Josef Frizl </b>que mantuvo secuestrada a su hija Elisabeth durante 25 años de quien tuvo 7 hijos. Otra noticia de este tipo es la de <b>Murphy Ariel</b>, de Cleveland, que mantuvo secuestradas a 3 mujeres durante 10 años. La gente busca explicaciones a este tipo de comportamiento. Esto no es todo, <b>Murphy</b> no se esconde de considerarse “un depredador, un adicto al sexo”.

Estos demonios encarnados en nombres concretos no llevan cuernos, ni cola, ni tridente en la mano. Son personas totalmente normales que no se distinguen del resto de las personas. Refiriéndose a <b>Murphy</b> los vecinos y allegados se sorprendieron de haber vivido durante años con un dragón. Afirmaban: “Era afable, nos invitaba a barbacoas. Un hombre normal. <b>Miguel Lorente</b> experto en violencia de género, profesor de la facultad de Medicina de Granada, afirma: “La normalidad está cargada de violencia”.

Es un hecho que los violadores, los agresores sexuales, los maltratadores reproducen lo que han vivido en sus casas durante la infancia. <b>Miguel Lorente</b> describe: “El perfil del maltratador siempre es el mismo: un hombre que sufrió malos tratos  de un padre machista, que pegaba a su madre y que vivió una infancia de violencia. Un hombre que reproduce estos valores recibidos y que fuera de casa muestra una cara amable. Porque la violencia la reserva para su casa, el espacio que considera de su propiedad, en donde su palabra es ley y sus deseos ordenes”. Proverbios nos dice: “Instruye al niño en su camino y aún cuando sea viejo no se apartará de él” (22:6).

El estilo de vida que se inocula a los niños, menos las excepciones de la regla, es lo que serán en la adolescencia o cuando sean adultos. El ciclo de violencia en sus diversos grados se inicia en el hogar. Si los padres chillan y su relación es una riña constante. Si el marido pega a la esposa y el niño es testigo. Si el padre a la más mínima indisciplina golpea al hijo salvajadamente, el niño carente de la capacidad de razonar considerará que el modelo educativo que recibe es el correcto. Más adelante lo reproducirá en su esposa e hijos. La Biblia responsabiliza a los padres de la educación de sus hijos. Es una tarea personal e intransferible. La escuela no puede suplantar la educación paterna. Puede colaborar, sí, pero los padres no pueden ni deben renunciar a su deber. A veces se suele decir como excusa: “Nadie me ha enseñado a ser padre o madre”. Es cierto que no existe ninguna institución que entregue diplomas que acrediten el aprendizaje. Pero ello no debe servir de excusa para justificar un comportamiento agresivo. A la hora de analizar el problema de la violencia doméstica normalmente se olvida de un factor que se debe tener en consideración.

El siquiatra <b>Pere Planas Casas</b> da esta visión del problema: “Alguna pregunta que se plantea a menudo es: ¿Es el maltratador un enfermo psiquiátrico? No necesariamente. Factores condicionantes agravan el maltratamiento, entre los cuales se encuentra el alcohol y las drogas que alteran el control, la crisis actual, sociolaboral y cultural, pero nada de ello sirve para justificar los malos tratos”. Si los maltratadores no son enfermos mentales, ¿qué son entonces? Debemos analizar la Biblia para encontrar la respuesta.

En el capítulo 1 de la carta a los Romanos  encontramos esta descripción del comportamiento humano: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta  a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen, estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad, llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades, murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia, quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (vv.28-32). ¿Por qué Dios los entrega a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen? La misma Escritura da la respuesta. El hecho de que Dios entregue a los hombres “a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen” se debe a que teniendo ante sus ojos a la creación que es un libro abierto que declara la gloria de Dos, “no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos , y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de hombre corruptible, de ave, de cuadrúpedos y de reptiles” (vv.21-23).

La idolatría que es la substitución del Creador por un dios de humana invención es el origen de los daños que afectan a la humanidad  y, en concreto de estos crímenes horripilantes que se quieren desterrar con constreñimientos legales y policiales, que fracasan. En el caso concreto de la violencia doméstica no sirve la educación, no funciona la sicología, no actúa la represión legal porque todos estos aspectos afectan exclusivamente a la epidermis del mal y dejan al corazón que es de donde salen todas las maldades, sin tocar. Los blanqueadores de la piel no convierte al negro en blanco. Solamente la fe en Cristo muerto y resucitado puede blanquear el corazón de donde brotan los pensamientos que se convierten en violencia doméstica.

Octavi Pereña i Cortina

 

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