dilluns, 18 d’agost del 2014


PROVERBIOS 10:17


“El camino  de la vida es guardar la instrucción, pero quien desecha la reprensión yerra”

Santiago escribe para nuestra formación cristiana lo mismo que el texto que comentamos: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solo oidores, engañándoos a vosotros mismos” (1:22). El escritor sagrado amplía lo dicho añadiendo: “Porque si alguien es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que contempla en un espejo su rostro natural. Porque el que se contempla a si mismo y se va, y luego se olvida cómo era”   (vv. 22,23). No es suficiente examinar la Palabra para andar en el camino de la vida. La Palabra es como un espejo que refleja el rostro. Tan pronto como uno se da la vuelta se olvida del aspecto que tiene. Debemos mirarnos constantemente en el espejo de la Palabra de Dios porque siempre debemos recordar nuestra condición de pecadores. Recordarlo nos acerca más a Jesús porque Él no ha venido a buscar personas buenas sino pecadores al arrepentimiento.

Poco antes de fallecer Josué emplazó a los israelitas a escoger entre el Señor o los baales. “El pueblo entonces dijo a Josué: No, sino que al Señor serviremos” (Josué 24:21). El libro de Jueces nos recuerda la fragilidad de las promesas que hacemos a Dios. Poco después del deceso de Josué “se levantó otra  generación que no conocía al Señor, ni la obra que Él había hecho por Israel. Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos del Señor, y sirvieron a los baales. Dejaron al Señor el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban a sus alrededores, a los cuales adoraron, y provocaron a ira al Señor” (Jueces2:10:12).

Israel dejó de mirarse en el espejo de la palabra de Dios y se olvido de cómo era su rostro. Este olvido condujo a olvidarse del Señor y a dejarse guiar por las pasiones carnales que al no tener freno se incrementaron de manera exponencial. La historia de Israel es una historia de vergüenza por haber dejado de mirarse en el espejo de la Palabra de Dios. Hoy, nuestras vidas y las iglesias en las que nos congregamos son una vergüenza porque en vez de mirarse en el espejo resplandeciente de la Palabra de Dios nos miramos en el espejo emponzoñado de las costumbres y filosofías de los pueblos que están a nuestro alrededor. La cristiandad no influye en el mundo. Es el mundo que influye a la cristiandad. Al perder la instrucción divina hemos perdido el camino de la vida, por lo cual vagamos desorientados por un inhóspito desierto siendo asaltados por diablos que como leones rugientes desean que no obtengamos la salvación que Dios nos ofrece por la fe en el Nombre de su Hijo Jesús.

 

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PROVERBIOS 12:28


“En el camino de la justicia está la vida, y en sus caminos no hay muerte”

¿Qué es el camino de la justicia? El Señor es nuestra justicia. Caminar en la justicia es creer en Cristo y quien cree en Él tiene vida eterna, vida que nada ni nadie le podrá arrebatar.

Creer en Jesús significa que su justicia en aplicada en quien cree y el pecado del creyente es puesto sobre Jesús que en la cruz murió a favor del pecador que cree en Él. En Cristo la muerte ya no tiene poder sobre quien cree. La vida eterna le pertenece.

Hay quienes dicen que creer en la seguridad de que no puede perderse la  salvación alimenta la ociosidad, dejar de preocuparse de caminar santamente, ¿cómo  pueden vivir en el pecado quienes han muerto a él por la fe en el Señor Jesucristo? No. Creer que la salvación una vez obtenida no puede perderse no estimula a la ociosidad sino más bien a “ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12).

Andar en el camino de la justicia implica movimiento. Significa que la Ley de Dios es vigente, que se la ama y que no es una carga insoportable. Es un deleite obedecerla ya que es más dulce que la miel.

Andar en el camino de la justicia significa que se ama al Señor y que quiere hacerse todo aquello que a Él le agrada. ¿Cómo podremos decir que le amamos y somos desleales a su Palabra?

Andar en el camino de la justicia no significa que todo se hace bien y que no halla pecado en nosotros. Nada de eso. Quien anda en el camino de la justicia es un pecador que ha sido perdonado por Jesús, y que se levanta de su pecado porque permanecer en él entristece a Jesús a quien se ama

Caminar en la justicia es creer que Jesús es el camino que lleva a Dios. Es un andar por fe por un camino estrecho que no da lugar a salir fuera de él porque no hay otro camino en que podamos ser salvos. En el camino estrecho no cabe el ecumenismo de manga ancha en el que todo es admisible.

Andar en el camino de la justicia es una lucha constante porque en el alma del caminante se produce un cruel combate entre el bien y el mal. El viajero fortalecido en el Señor no está dispuesto a permitir que el mal triunfe. Dar tregua en el conflicto significaría que el mal ahogaría la nueva vida que el viajero tiene en Cristo. La debilidad no se la puede permitir.

Caminar en el camino de la justicia quiere decir que en él no hay muerte porque se posee a Cristo que es la vida eterna. Saber que Cristo ha destruido el aguijón de la muerte es un consuelo porque se tiene la certeza de que en el día final, al sonido de la trompeta la tumba donde yace el cuerpo del caminante  se abrirá y de la oscuridad saldrá al encuentro de Jesús glorioso que viene a su encuentro para pasar juntos la eternidad.

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