JUAN 6: 28
“¿Qué hemos de hacer para realizar las obras
de Dios?
El
texto que comentamos es una pregunta que muchos se hacen. “Entonces vino uno y le dijo” (a Jesús): “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? (Mateo
14: 16). Jesús le respondió: “Si quieres
entrar en la vida guarda los mandamientos” (v. 17). Jesús le recuerda los
mandamientos. El joven le dijo: “Todo
esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús que conoce
lo que hay en el interior del hombre le dice: “Si quieres ser perfecto, anda vende todo lo que tienes, y dalo a los
pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme” (v. 21). “Oyendo el joven esta palabra se fue triste,
porque tenía muchas posesiones” (v. 22). Es dudoso que el joven guardase
todos los mandamientos. El amor al dinero le impedía poder cumplir toda la Ley
de Dios. Según Santiago: “Cualquiera que
guarde la Ley, pero ofende en u punto, se hace culpable de todos” (2: 10).
La Ley no sirve para salvar porque o hay nadie que pueda cumplirla. La
finalidad de la Ley es hacer ver al hombre que es pecador con el propósito de
ser nuestro “guía, que nos lleva a
Cristo, a fin que seamos justificados por la fe” (Gálatas 3: 24). Cuando se
comprende que el hombre es malo y que no puede hacer de ninguna de las maneras
obras buenas con las cuales comprar el favor de Dios, manda a la hoguera las
duras privaciones a que sometía su cuerpo, duros ayunos que le enfermaban,
extenuantes oraciones que le provocaban alucinaciones, la utilización del
látigo y el cilicio que le producían dolorosas heridas…Con todo ello no se
consigue extirpar el pecado y mantiene viva la incertidumbre: ¿Soy salvo? Como
la respuesta es: NO LO SÉ, se prosigue con la mortificación del cuerpo que conduce a la condenación eterna porque el
pecado que separa de Dios no se ha perdonado porque únicamente: “la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios,
nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1: 7).
Volvamos
al texto que sirve de base a esta meditación: “¿Qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios? Jesús
responde a quienes le preguntaban: “Esta
es la obra de Dios, que creáis en el que Él ha enviado” (Juan 8: 29). Quede
claro que la fe no es una obra meritoria con la que conseguir el favor de Dios:
“Es por gracia que somos salvos por medio
de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2: 8).
Si el
lector tiene la incertidumbre de si es salvo o no puede ser debido a que no ha
entendido que la salvación es un regalo de Dios que concede por pura misericordia.
Pídele al Señor que te lo aclare y saldrás de dudas.
ZACARÍAS 10: 2
“Porque los terafines han dado vanos
oráculos. Y los adivinos han visto mentira, han hablado sueños vanos, y vano es
su consuelo, por lo cual el pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene
Pastor”
Ante un
mundo convulso, envuelto de espesas
tinieblas espirituales como si se tratase de mortaja, se necesita la firme mano
de políticos inteligentes que guíen por los caminos de la justicia. En esta
situación se encontraba Israel en Zacarías. Hacia dónde se dirigían, tanto el
pueblo como los reyes y sus consejeros? El texto que comentamos lo aclara con
luz meridiana. En vez de seguir a Jesús que es a luz del mundo que hace que el
que le siga no ande en tinieblas sino en la luz de la vida (Juan 8. 12), se
volvieron en pos de los “terafines”, estatuitas de distintos tamaños. Se
hicieron ídolos detrás de los cuales se encuentran los demonios, espíritus de
maldad y de mentira que daban respuestas vanas que no servían para enderezar
los caminos torcidos que los llevaban a
la hecatombe, tanto a nivel individual, familiar y nacional. Como las
respuestas que dan los ídolos no satisfacen, se buscan adivinos que les
anuncien el futuro oculto. ¿Qué pueden pronosticar los adivinos detrás de los
cuales se esconden Satanás y sus
diablos? Es así como Jesús define a esta gente que en vez de volverse a Él le
da la espalda: “Vosotros sois de vuestro
padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido
homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay
verdad en él. Cuando habla mentira de suyo habla, porque es mentiroso y padre
de mentira” (Juan 8: 44). Con esta clase de consejeros no debe extrañarnos
que el mundo funciones de la manera como lo hace. Los consejos que dan las
personas que como padre tienen a Satanás, no debería extrañarnos que la
violencia y la corrupción se extiendan como reguero de pólvora.
“Por lo cual”, nos dice Zacarías, “el pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene Pastor”. Se dice
que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. La causa de ello se debe a
que la mayoría de los ciudadanos confían en los terafines, en los adivinos para
que sean sus consejeros. De tal palo tal astilla. De la ciudadanía salen los
políticos y la posición de poder que tienen sirve para ayudar a incrementar la
perversidad moral de la población.
¿Existe
remedio a tal problema? En el aspecto colectivo diré que no. Sí es posible en
lo individual. Zacarías añade: “Contra
los pastores se ha encendido mi enojo…pero el Señor de los ejércitos visitará
su rebaño” (v. 3). ¿Qué significan estas palabras? Que en medio del
desconcierto colectivo Jesús es el Buen Pastor a sus ovejas que pastorea nada
les va a faltar, que en lugares de delicados pastos las hará las hará
descansar, junto a aguas de reposo las pastoreará y confortará sus almas (Salo
23: 1-3). Lector, ¿es Jesús tu Pastor?
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