diumenge, 7 de juliol del 2024

 

JUAN 6: 28

“¿Qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios?

El texto que comentamos es una pregunta que muchos se hacen. “Entonces vino uno y le dijo” (a Jesús): “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? (Mateo 14: 16). Jesús le respondió: “Si quieres entrar en la vida guarda los mandamientos” (v. 17). Jesús le recuerda los mandamientos. El joven le dijo: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús que conoce lo que hay en el interior del hombre le dice: “Si quieres ser perfecto, anda vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme” (v. 21). “Oyendo el joven esta palabra se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (v. 22). Es dudoso que el joven guardase todos los mandamientos. El amor al dinero le impedía poder cumplir toda la Ley de Dios. Según Santiago: “Cualquiera que guarde la Ley, pero ofende en u punto, se hace culpable de todos” (2: 10). La Ley no sirve para salvar porque o hay nadie que pueda cumplirla. La finalidad de la Ley es hacer ver al hombre que es pecador con el propósito de ser nuestro “guía, que nos lleva a Cristo, a fin que seamos justificados por la fe” (Gálatas 3: 24). Cuando se comprende que el hombre es malo y que no puede hacer de ninguna de las maneras obras buenas con las cuales comprar el favor de Dios, manda a la hoguera las duras privaciones a que sometía su cuerpo, duros ayunos que le enfermaban, extenuantes oraciones que le provocaban alucinaciones, la utilización del látigo y el cilicio que le producían dolorosas heridas…Con todo ello no se consigue extirpar el pecado y mantiene viva la incertidumbre: ¿Soy salvo? Como la respuesta es: NO LO SÉ, se prosigue con la mortificación del cuerpo  que conduce a la condenación eterna porque el pecado que separa de Dios no se ha perdonado porque únicamente: “la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1: 7).

Volvamos al texto que sirve de base a esta meditación: “¿Qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios? Jesús responde a quienes le preguntaban: “Esta es la obra de Dios, que creáis en el que Él ha enviado” (Juan 8: 29). Quede claro que la fe no es una obra meritoria con la que conseguir el favor de Dios: “Es por gracia que somos salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2: 8).

Si el lector tiene la incertidumbre de si es salvo o no puede ser debido a que no ha entendido que la salvación es un regalo de Dios que concede por pura misericordia. Pídele al Señor que te lo aclare y saldrás de dudas.


 

ZACARÍAS 10: 2

“Porque los terafines han dado vanos oráculos. Y los adivinos han visto mentira, han hablado sueños vanos, y vano es su consuelo, por lo cual el pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene Pastor”

Ante un mundo convulso, envuelto  de espesas tinieblas espirituales como si se tratase de mortaja, se necesita la firme mano de políticos inteligentes que guíen por los caminos de la justicia. En esta situación se encontraba Israel en Zacarías. Hacia dónde se dirigían, tanto el pueblo como los reyes y sus consejeros? El texto que comentamos lo aclara con luz meridiana. En vez de seguir a Jesús que es a luz del mundo que hace que el que le siga no ande en tinieblas sino en la luz de la vida (Juan 8. 12), se volvieron en pos de los “terafines”, estatuitas de distintos tamaños. Se hicieron ídolos detrás de los cuales se encuentran los demonios, espíritus de maldad y de mentira que daban respuestas vanas que no servían para enderezar los caminos torcidos  que los llevaban a la hecatombe, tanto a nivel individual, familiar y nacional. Como las respuestas que dan los ídolos no satisfacen, se buscan adivinos que les anuncien el futuro oculto. ¿Qué pueden pronosticar los adivinos detrás de los cuales se esconden Satanás  y sus diablos? Es así como Jesús define a esta gente que en vez de volverse a Él le da la espalda: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8: 44). Con esta clase de consejeros no debe extrañarnos que el mundo funciones de la manera como  lo hace. Los consejos que dan las personas que como padre tienen a Satanás, no debería extrañarnos que la violencia y la corrupción se extiendan como reguero de pólvora.

“Por lo cual”, nos dice Zacarías, “el pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene Pastor”. Se dice que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. La causa de ello se debe a que la mayoría de los ciudadanos confían en los terafines, en los adivinos para que sean sus consejeros. De tal palo tal astilla. De la ciudadanía salen los políticos y la posición de poder que tienen sirve para ayudar a incrementar la perversidad moral de la población.

¿Existe remedio a tal problema? En el aspecto colectivo diré que no. Sí es posible en lo individual. Zacarías añade: “Contra los pastores se ha encendido mi enojo…pero el Señor de los ejércitos visitará su rebaño” (v. 3). ¿Qué significan estas palabras? Que en medio del desconcierto colectivo Jesús es el Buen Pastor a sus ovejas que pastorea nada les va a faltar, que en lugares de delicados pastos las hará las hará descansar, junto a aguas de reposo las pastoreará y confortará sus almas (Salo 23: 1-3). Lector, ¿es Jesús tu Pastor?

 

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