diumenge, 26 de novembre del 2023

 

PROVERBIOS 14: 13

Aun en la risa tendrá dolor el corazón, y el término de la alegría es congoja”

“En nuestra búsqueda de la felicidad es bueno hacer una pausa de vez en cuando. Si los seres humanos no solo dejan de creer en Dios, sino que permiten que la misma idea de Dios desaparezca de sus conciencias, se convertirán en nada más que en unos monos fantásticamente inteligentes el fin de los cuales será una masa horrible  contemplarla” (Karl Rahner).

Miles de millones de euros se gastan en espectáculos con el fin de alcanzar la felicidad. El resultado es frustrante. El dinero gastado en distracciones nos hacen olvidar momentáneamente de los problemas que nos asedian, pero no dan el gozo permanente que da Dios en quienes creen en Jesús. La veracidad del texto que comentamos  no puede ponerse en duda dado que confirma la experiencia. Aun en la risa tendrá dolor el corazón, y el término de la alegría (artificial) es congoja”

En matemáticas la alteración del orden de los factores no altera el resultado. En la vida sí. Karl Rahner nos invita a hacer una pausa. Hagamos como el hombre de la estatua, sentado y apoyando la barbilla en la mano se muestra pensativo. Dejemos a un lado el mundanal ruido que nos ensordece y que nos impide que podamos reflexionar pausadamente. Jesús nos dice: Cerrad la puerta de vuestra habitación y en el silencio que en ella encontrareis orad al Padre celestial. Lo que no se consigue con el dinero gastado en espectáculos se consigue en la intimidad de la habitación sin que tengamos que pagar ni un solo euro para conseguirlo.

Nos gusta que las personas nos contemplen para mostrarles lo grande que somos en todos los aspectos. Ya tenemos lo que buscamos: las alabanzas que de momento nos hincharán pero pasada la euforia, el dolor y la congoja seguirán hurgando en nuestras entrañas.

Los hombres solo ven lo externo. Los fariseos que eran el Opus Dei de aquellos días, eran extremadamente religiosos, pero no creían en Dios. Se ponían de pie en los espacios públicos presumiendo de sus virtudes. Incluso en el templo, estratégicamente situados para ser vistos por todos los asistentes y en voz alta para sr oídos por todos los asistentes ensalzaban sus virtudes ante Dios: “Te doy gracias porque no soy como los otros hombres…ni aun como este cobrador de impuestos” (Lucas 18: 11).  El contraste es muy acusado. En un rincón oscuro del templo, un cobrador de impuestos menospreciado por los piadosos (?) fariseos, se encontraba orando a Dios y confesando sus pecados.

El consejo de Jesús a quien busca la felicidad: ”Mas tú, cuando ores, entra en tu habitación, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto  te recompensará en público” (Mateo 6: 6). Saldrás de la habitación con el rostro radiando gozo.


 

GÉNESIS 47: 8, 9

“Y dijo Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de tus años de tu vida? Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años, pocos y malos han sido los días de los años de mi vida”

Después de unos años de creer Jacob que su hijo José había muerto destrozado por una bestia, el patriarca se reúne con su hijo en Egipto. Dado el elevado cargo que José ostenta en Egipto es de obligado cumplimiento que José presente su padre al Faraón. En el encuentro el Faraón se interesa por la edad del patriarca. Es interesante la respuesta que da Jacob. Comparados con los 979 años de Matusalén con los 130 del patriarca son muy pocos, pero comparado con el promedio de vida actual son muchos.

El patriarca declara: “Pocos y malos han sido los años de mi vida”. Muchos de sus males fueron consecuencia de decisiones equivocadas. Otros dolores los causó la maldad de sus hijos. Así es la vida en este mundo. La historia de Jacob es una enseñanza para nosotros. Los malos años de Jacob sirvieron para hacerle crecer en santidad y hacer más firme su vacilante fe. Hagamos un repaso a nuestras propias vidas. Las adversidades que nos afectan nos enfurecen y a veces incluso a blasfemar el Nombre de Dios. No olvidemos que vivimos en un mundo manchado por el pecado. Consideremos las mentiras piadosas a las que no damos importancia: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20: 1), es decir: no mentirás. Quebrantar un punto de la Ley significa quebrantar toda la Ley. Todos mentimos y todos somos pecadores que merecen morir. Jacob mintió igual que nosotros. Sufrió por ello. Pero la gracia de Dios lo guardó durante los pocos y malos años de su vida. Lo mismo quiere hacer con nosotros si reconocemos que Jesús, el Hijo de Dios, es el Salvador que quiere darnos vida eterna si se lo permitimos.

Un dilema se presenta ante nosotros: ¿Qué hay  más allá de la muerte? En la incredulidad la respuesta es una existencia angustiosa. Fijémonos en el final de la vida de Jacob convertido en un anciano débil postrado en  el lecho. Después de dar instrucciones a sus hijos “encogió sus pies en la cama, y fue recibido con sus padres” Génesis 49: 33). Dios no es Dios de muertos sino de vivos. La muerte del cuerpo no roba la vida eterna que Cristo otorga a quienes creen en Él. El cuerpo en el sepulcro. El alma en la presencia de Dios esperando reunirse con su cuerpo en el día de la resurrección.

 

 

RESURRECCIÓN O REENCARNACIÓN

De la influencia hegemónica del cristianismo en el ámbito social se va pasando a una lenta pero persistente repaganación social. Tiempos ha, aun cuando solamente fuese externamente, las personas se manifestaban cristianas. Hecho que ha convertido el cristianismo vivo que ejerce influencia benéfica en la sociedad en uno de pandereta, folclórico, de barbacoa. Años luz del verdadero. La degradación teológica del cristianismo actual representa un vacío que las filosofías orientales que hacen acto presencial entre nosotros encuentre el terreno abonado para que sus enseñanzas germinen y crezcan sin dificultad. El tema común de las filosofías orientales es la reencarnación en la que en épocas pasadas solamente creían los espiritistas que era el tema de debate en sus sesiones. Hoy esta creencia se ha popularizado, en parte, gracias a que los jerarcas eclesiásticos en su negligencia no se han preocupado de adoctrinar al pueblo en las enseñanzas básicas de la fe cristiana. No eran conscientes del peligro que representaba que las filosofías orientales entrasen a desbandada en las almas de aquellos que en vez de llevarlos a pastorear en prados deliciosos los condujeron a sequedales en donde no había agua ni hierba fresca. El resultado es que se engullen los hierbajos que encuentran sin que el alma quede satisfecha.

¿Qué es lo que hace que la reencarnación la doctrina bandera de las filosofías orientales se acepte fácilmente? El secreto se encuentra en el hecho que estimula el ego de las personas. Les hace creer a los pecadores, que lo somos todos, que con una serie de supuestas reencarnaciones se van a purificar hasta alcanzar el nirvana en donde nos libraremos del dolor y nos olvidaremos de todo sentido de individualidad, es decir nos confundiremos en el absoluto impersonal. El individuo después de una serie de supuestas transmigraciones deja de existir.

La fe cristiana enseña que el individuo cuando fallece no deja de existir. Se produce una momentánea separación del cuerpo y del alma. El alma goza de la presencia de Dios o del infierno en donde no goza de la más mínima presencia de Dios. En ambos casos las respectivas individualidades quedan fragmentadas en espera del día de la resurrección cuando las almas de los salvados y las de los condenados se reunirán con sus respectivos cuerpos convertidos en inmortales y en incorruptibles en donde pasarán a eternidad.  En la resurrección, tanto de vida como de muerte no se pierde la identidad. El espíritu se reúne con el cuerpo mortal que tenía durante la etapa terrenal.

La doctrina cristiana de la resurrección no es filosofía especulativa sino la enseñanza basada en la resurrección de Jesús: “No os maravilléis de esto, porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz la de Cristo), y los que hicieron lo bueno, saldrá a resurrección de vida, mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5: 28, 29). Esta enseñanza se ajusta a la justicia: el ser humano es responsable de sus actos y tendrá que comparecer ante el tribunal de Cristo para responder de sus actos. Si la justicia de Dios no premia al que hace el bien y castiga al que hace lo malo, ¿dónde se encontraría la justicia? Cristo que es el Juez supremo y justo no puede considerar inocente al culpable. En este sentido la Biblia es bien clara: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3: 23). El siguiente versículo expone cómo es posible que un Dios justo pueda considerar  inocentes a los pecadores. Con mucha brevedad expone el corazón del Evangelio, las buenas noticias para los pecadores: “Siendo justificados (perdonados) gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (v. 24).

Jesús ordenó que su Evangelio deba darse a conocer en todo el mundo. Lo triste es que muchos dicen: “No oiremos”. De entre  los muchos, muchos son los que confían en que después de una infinidad de transmigraciones van a alcanzar el nirvana, exentos de dolor confundidos en el absoluto impersonal.

La resurrección que es real porque Jesús resucitó de entre los muertos es la garantía de que quienes han pasado de muerte a vida por la fe en el Nombre de Jesús resucitarán en el día final cuando Él venga en su gloria a buscar a su pueblo (1 Corintios 15: 23). La antorcha sigue encendida y mientras lo haga todavía existe la posibilidad de creer en Jesús y pasar de muerte a vida. No demores en tomar la decisión sabia.

Octavi Pereña i Cortina  

 

diumenge, 19 de novembre del 2023

 

LA IGLESIA, EN EL DIVÁN

”La iglesia está a punto de hundirse como un barco que le entra el agua por todas partes” (Joseph Ratzinger)

El periodista Jordi Juan en el escrito del que le he tomado el título prestado para el presente (La Vanguardia 5/10/2023), escribe: “En la Iglesia se debate desde hace  muchos años entre los partidarios de seguir fieles a las viejas tradiciones y no dejarse influenciar por los cambios de la sociedad, y aquellos que entienden que si la institución no se adapta al mundo en que vive  tendrá menos ascendiente en la ciudadanía”. Parece ser que la Iglesia Católica que pretende ser un referente social que aporte luz espiritual en las tinieblas espirituales que envuelven a la sociedad, en vez de sacar el mundo de la oscuridad, las incertidumbres del mundo la llenan de lobreguez. La Iglesia se parece más a un partido político en que se enfrentan los progresistas contra los retrógrados. En las discusiones teológicas, aunque vanamente se utiliza al Espíritu Santo como inspirador de los debates, lo que prevalece es el pensamiento  humano que hoy es blanco y mañana negro.

La Iglesia Católica con la confusión que reina desde las bases hasta la cabeza de la institución que es el Papa, es incapaz de aportar estabilidad a un mundo que se tambalea porque el mensaje que transmite no es auténticamente cristiano. La estructura de la Institución se levanta sobre el cimiento de las filosofías humanas. Ante el soplo de una suave brisa  el edificio se desmorona. “Así ha dicho el Señor: maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor” (Jeremías 17: 5).

El hecho de que  la Iglesia Católica sea una institución con más de 2000 años de historia, su vetustez no es garantía de que sea una institución divina. Con tanta historia en sus espaldas Jordi Juan cierra su escrito, redactando: “La gran pregunta que es necesario hacerse es si esta premisa sigue siendo hoy válida con tantas crisis abiertas”. Es una duda que es necesario que se esclarezca. La Iglesia Católica no la fundó Jesús. Cuando el Imperio romano se resquebrajó, las instituciones cristianas tomaron el relevo a las imperiales. Con el tiempo la iglesia tomó el modelo imperial y se lo hizo suyo.

Jesús utiliza únicamente dos veces la palabra iglesia. La que nos interesa es la que está relacionada con la respuesta que el apóstol Pedro dio a la pregunta de Jesús: “Y vosotros, ¿quién decís que yo soy?” El impetuoso Pedro se adelanta a sus compañeros y dice. “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente”. Según Jesús la respuesta de Pedro no fue de su propia cosecha, al decirle. “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Ahora entra en escena el texto polémico al decir Jesús a Pedro: “yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16: 13-18).

¿Quién es la piedra? ¿Pedro o la fe de Pedro, que es don de Dios, que reconoce que Jesús es el “Hijo de Dios viviente”? Para salir de dudas y para no caer en discusiones estériles dejemos que sea el mismo Pedro que ilumine nuestro entendimiento. “Acerquémonos a Él (Cristo) piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa” (1 Pedro 2: 4). Según el Nuevo Testamento, que es el único que nos saca de dudas, nos dice que la iglesia del Señor no es una institución humana, sino un edificio espiritual en el que cada creyente en Cristo es una piedra viva que contribuye a su edificación: “Vosotros también como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual” (1 Pedro 2: 5). El Padre “sometió todas las cosas bajo sus pies (de Cristo, ), y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo”(Efesios 1: 22, 23). Para que los cristianos no sean niños fluctuantes que son llevados por doquiera de todo viento de doctrina “sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo Aquel que es la Cabeza, esto es, en Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según  la actividad de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose n amor” (Efesios 4: 15, 16).

La iglesia espiritual se materializa en las iglesias locales desparramadas por toda la Tierra que en su conjunto constituyen la verdadera iglesia de Cristo en la Tierra que se conoce como “iglesia militante”. Los creyentes que constituyen las iglesias locales se reúnen para adorar comunitariamente al Padre de nuestro Señor Jesucristo, nuestro Salvador. Cada iglesia local es autónoma pero sujeta a la autoridad suprema de Jesucristo que es la Cabeza que delega su autoridad en los pastores que eligen las congregaciones que llenos del Espíritu Santo y sujetos a la autoridad de la Biblia, inspirada por el Espíritu Santo, pastorean a los fieles por verdes pastos junto a aguas de reposo (Hechos 1: 24; 13: 1-3).

Los miembros de las iglesias que lo son por haber confesado sus pecados  y bautizados, símbolo de haber muerto al pecado y resucitado en novedad de vida (Hechos 2: 47). Los pastores junto con los fieles son quienes tienen la responsabilidad de velar por la pureza doctrinal y santidad de vida de los miembros de la congregación. Si conviene reprender a algún miembro en algún aspecto, lo hacen. Si el amonestado reconoce y corrige su falta, no ha pasado nada. Si persiste en el error, para bien de la comunidad se le expulsa. Una manzana podrida en un cesto daña al resto. “Así que, los que recibieron (la palabra de los apóstoles fueron bautizados…y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2: 41, 42).

La Iglesia Católica como institución no se tenderá en el diván del Siquiatra celestial para reconocer su infidelidad y abandonar toda la vanidad con que se ha revestido a lo largo de los siglos. Sí es posible que algún tizón sea rescatado del fuego.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

SALMO  107: 33, 34

“Él convierte los ríos en desierto, y los manantiales de las aguas en sequedades, la tierra fructífera en estéril, por la maldad de los que la habitan”

El texto que comentamos es ecológico y de rabiosa actualidad. Un día sí y otro también,  los medios nos hablan de la sequía y, si el tiempo no cambia, de posibles restricciones. Los ojos de todos están puestos en el cielo para ver si en el horizonte se vislumbra “una pequeña nube como la palma de la mano, que sube del mar”. “Y aconteció que estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia” (1 Reyes 18: 44, 45). La grave sequía que azotó a Israel fue ocasionada por el pecado del rey y de la población que habiéndose olvidado del Señor se volvieron a los baales. La sequía no fue ocasionada por la naturaleza impersonal que actúa a capricho sino que la ocasionó Dios por haberle ofendido. Cuando Dios consideró que el objetivo se había cumplido  activó a la naturaleza que pone en movimiento una pequeña nube que pronto se ensanchó hasta oscurecer el cielo. El agua cayó a raudales.

El relato de la sequía que encontramos en 1 Reyes 17, 18, pone de manifiesto que la naturaleza no actúa caprichosamente, sino siguiendo estrictamente las instrucciones que recibe del Creador. A lo largo de esta nuestra sequía, excepto algún caso aislado de sacerdote u obispo que han sacado en procesión la imagen de algún santo o virgen, que por cierto no es la manera correcta de afrontar la grave situación, no se han hecho declaraciones claras de arrepentimiento de los pecados cometidos contra Dios. Con gran expectación se está pendiente de los partes meteorológicos que anuncien lluvias abundantes que llenen los embalses y con ello no falte el agua de boca y que los payeses puedan regar sus campos para que produzcan los alimentos necesarios.

Las conciencias no han sido sacudidas. Los desplazamientos con fines turísticos no disminuyen. Los macro conciertos agotan las entradas. Los estadios se llenan. En nuestra insensatez nos comportamos como si nada ocurriese.

El texto que comentamos es muy claro. ““Él convierte los ríos en desierto, y los manantiales de las aguas en sequedades, la tierra fructífera en estéril, POR LA MALDAD DE LOS QUE LA HABITAN”. La paciencia de Dios tiene sus límites. Es paciente y permite que podamos escoger  entre el camino de la vida o el de la muerte. No culpemos a Dios de lo que nos ocurre. Aún estamos a tiempo de poder hacer la elección correcta. Tal vez mañana no dé lugar.


 

SALMO 6: 5

“Porque no hay recuerdo de ti en la muerte: en el sepulcro, ¿quién te dará gracias?”

En el Antiguo Testamento el tema de la vida después de la muerte no estaba tan definido como en el Nuevo, pero daba vislumbres de ella. Marta, la hermana de Lázaro, a quien Jesús iba a resucitar en breve, Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Sin vacilar la mujer responde: Yo sé que resucitará en el día postrero” (Juan 11. 13, 14). Jesús esclarece el alcance el alcance de la resurrección al decir: “No os maravilléis de esto, porque  vendrá la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y los que hicieron la bueno saldrán a resurrección de vida, mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5: 28, 29).

Con la muerte física se produce la separación en la dualidad del ser humano: Cuerpo y espíritu. Al cuerpo se le entierra esperando que la corrupción cumpla con su trabajo destructivo, o la incineración que ahora está de moda, en un instante el cuerpo se convierte en cenizas. El espíritu de los justos que son aquellos que han creído en Cristo, de inmediato va a la presencia de Dios, El de los impíos al Hades. Ambos esperando el día de la resurrección para que el cuerpo y el espíritu se reúnan y pasen la eternidad juntos. En aquel instante, tanto para los justos como para los impíos su cuerpo se habrá convertido en inmortal e incorruptible. Los justos gozarán la presencia de Dios toda la eternidad. Los injustos la pasarán en el infierno alejados de la presencia de Dios.

Los creyentes en Cristo, por la fe vivimos con la esperanza que se harán realidad las palabras de Jesús: “no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar, temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10: 28). Para los creyentes en Cristo este texto es muy esperanzador porque saben que la muerte del cuerpo es inevitable, sea plácidamente en la cama, junto a los seres queridos, o violentamente debido a un accidente o a uno de los muchos actos de violencia que se dan. La manera de morir es lo de menos porque saben con certeza el futuro glorioso que les espera. Para los impíos saber que la muerte les espera agazapada en la esquina en espera de dar el zarazo mortal, debería ser un toque de diana para que despierten de su sopor y acudan a Jesús para que tenga piedad de ellos, pues,” al que a mí viene, no lo echo fuera” (Juan 6: 37).

 

 

dissabte, 11 de novembre del 2023

 

PECADO DESCUBIERTO

“Los 927 casos de pederastia que la Iglesia reconoce que algunos de sus clérigos han cometido, ¿no son suficientes para humillarse y pedir perdón a Dios?

El informe presentado por el Defensor del pueblo Ángel Gabilondo sobre a magnitud de la pederastia en la Iglesia ha encendido las redes mostrando su repulsa ante hechos tan escandalosos.

Del escrito de Jordi Juan El pecado de la Iglesia, extraigo este texto. “Sectores católicos afirman con razón, que casos de abusos se han producido también en otras instituciones escolares no religiosas y que el foco está puesto solo en la Iglesia, y que son víctima de una gran campaña internacional. Esta realidad no puede tapar el tremendo escándalo de tantos excesos cometidos durante tantos años y que afectan a tanta gente…La diferencia entre el número de afectados por la investigación eclesiástica y la que presentó ayer Gabilondo (27/10/2023) es excesiva: 927 ante más de 400.000. No obstante, aunque nos quedásemos con la cifra más pequeña, el pecado existe y la voluntad de esconderlo también…” Jordi Juan cierra su escrito con estas palabras: “Esperamos que el lunes la Conferencia Episcopal aproveche la oportunidad para reconocer los errores y ayudar a las víctimas. Será la mejor prueba de los valores cristianos”.

En la teocracia del Antiguo Testamento, los descendientes de Abraham por la línea de Isaac fueron escogidos como pueblo de Dios para formar una nación santa. A pesar que la pederastia no se cita por su nombre se le puede incluir en el genérico pecado de homosexualidad que merecía pena de muerte. Hoy la teocracia no existe. Las consecuencias de intentar reintroducirla son devastadoras. En las democracias el pecado de pederastia tiene que ser juzgado y condenado por las leyes vigentes en los diversos países. Con este fin están las autoridades establecidas por Dios  para castigar a los que hacen mal (Romanos 13: 1-7). Las condenas pueden parecernos demasiado suaves, lo cual puede provocar profunda disconformidad. No olvidemos que. “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, y yo pagaré dice el Señor” (Romanos 12: 19).

En el transcurso de los siglos la Iglesia ha perdido la sencillez de las iglesias apostólicas para convertirse en una multinacional que se gobierna por los principios empresariales en donde el Espíritu Santo brilla por su usencia. Si la Iglesia Católica no soluciona definitivamente la pederastia pierde credibilidad entre las personas y da motivo para blasfemar el Nombre de Dios.

Las iglesias apostólicas eran pequeñas congregaciones locales, independientes las unas de las otras, pero todas sujetas a la autoridad de la Biblia por ser la Palabra de Dios. El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia en Corintio en la que se había dado un caso de inmoralidad detestable, le dice: “De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni  aun se nombra entre los gentiles, tanto que alguien tiene a la mujer de su padre” (1 Corintios 5: 1). En la cultura greco-romana la pederastia era una práctica sexual reconocida. Entre nosotros no, como no lo era entre los corintios que alguien tuviese a la mujer de su padre. Si el apóstol  Pablo escribiese hoy una carta a la Iglesia Católica la amonestaría por consentir que en ella se pueda practicar algo tan abominable como la pederastia.    El apóstol no escribe la carta a una institución impersonal, la escribe a personas con nombres y apellidos: “Vosotros estáis envanecidos. ¿No deberíais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?” (v.2). Añade. “Y en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús” (vv. 4, 5). El propósito era conseguir el arrepentimiento del pecador para que se restablezca la comunión con Dios y con la iglesia. El apóstol les dice que si no se amonesta al transgresor  de la Ley de Dios con severidad y a la vez con amor: “no es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos pues de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois, porque vuestra Pascua que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (vv. 6, 7). Los cristianos son pecadores redimidos por la sangre de Jesús. Tenemos que luchar para impedir que el pecado se desborde y toda la congregación se corrompa.

Es un mal ejemplo que la Iglesia Católica por boca de sus representantes excuse la pederastia en su seno diciendo que el mismo pecado se da en otras instituciones educativas  e incluso en familias. No basta con que la Iglesia diga que santa. La santidad tiene que brillar con esplendor para que tanto los feligreses, como los incrédulos puedan creer en Jesús como el Camino que lleva al Padre celestial.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

 

BÍBLIA CENSURADA

Unes paraules de Jesús per animar els seus seguidors: “Recordeu la paraula que jo us he dit: Un servent no és més gran que el seu amo. Si a mi m’han perseguit, també us perseguiran a vosaltres” (Joan 15: 20).

Jesús com a Fill de Déu encarnat va ser perseguit a mort des de la infància, durant tot el seu ministeri públic fins a desfer-se d’Ell per les autoritats religioses i civils clavant-lo a la creu. No ens ha de fer estrany, doncs, que la seva paraula que s’ha conservat en les pàgines de la Bíblia s’hagi intentat fer-la desaparèixer en les fogueres inquisitorials. Una mostra d’aquest despropòsit el troben en el comportament de Joiaquim, rei de Judà que va autoritzar els seus consellers a llençar al foc del braser que escalfava l’estança les paraules del profeta Jeremies escrites en un pergamí que invitaven al penediment per evitar que la ira i el furor del Senyor caiguessin sobre el regne de Judà (Jeremies 36: 1-26).

La Historia és farcida de mostres de la crema de bíblies i dels vers creients en Jesús per la Inquisició amb l’intent d’esborrar de la faç de la Terra fins la més mínima mostra de la Veritat de Déu rebel·lada. Com diu l’adagi: “La sang dels màrtirs és la llavor de nous creients”. Després del regnat del terror s’alça resplendent la veritat de Déu que segueix anunciant la misericòrdia divina a un món que li dóna l’esquena.

L’apòstol Pau escrivint al seu deixeble Timoteu amb poques paraules expressa magistralment el valor educatiu de la Bíblia: “Tota l’Escriptura és inspirada per Déu, i és útil per ensenyar, per redargüir, per corregir, per instruir en la justícia, a fi que l’home de Déu sigui complet, preparat per a tota bona obra” (2 Timoteu 3: 16, 17). La Bíblia sencera per a l’apòstol Pau és útil “, per instruir en la justícia, a fi que l’home de Déu sigui complet, preparat per a tota bona obra”. És dir, és un text didàctic que ensenya el bon comportament. Moltes persones que van viure la infància en la postguerra, davant la incivilitat  dels nostres, dies enyoren la disciplina d’urbanitat que s’ensenyava en les escoles. Doncs bé, la Bíblia és amb escreix superior al llibre d’urbanitat que s’ensenyava en les escoles a mitjans del segle XX.

Un districte escolar d’Utah veta la Bíblia a causa de la queixa d’uns pares  que consideren que conté “vulgaritat i violència”. “Com va avançar el Salt Lake Tribune, els pares que van presentat la denuncia contra la Bíblia argumenten que aquest llibre sagrat no conté valors seriosos pels menors perquè és pornogràfic segons la definició establerta en la nova llei” (Francesc Peirón). La queixa dels pares que acusen la Bíblia de contenir “vulgaritat i violència” perquè descriu “escenes d’incest, prostitució, violació, i infanticidi” (Francesc Peirón). La Bíblia no amaga el seu contingut. Ho denuncia amb el propòsit que els lectors obrin els seus ulls i se n’adonin qui realment són i se’ls desperti el desig de caminar en santedat i en novetat de vida.

La Bíblia no s’ha escrit per a fer ressaltar la bondat humana  sinó per a obrir els ulls dels qui contribueixen a que la maldat sigui molt gran a la Terra, i que el propòsit dels pensaments del seu cor només és el mal tot el dia (Gènesi 6: 5). La periodista Lara Gómez Ruíz li diu a l’escriptor Fernando Vallejo: “l’home neix dolent i la societat l’empitjora diu el llibre. En què es basa?” La resposta és breu, concisa i amb molt contingut: “Doncs en l’experiència personal. En les moltes dècades que he viscut”. Els comentaristes se’n fan ressò de la maldat que hi ha en el món però en són molts els qui no ho reconeixen. Veuen la mota en l’ull del veí però no volen veure la biga que tenen en el propi ull. Així no anirem bé. Hi ha comentaristes que són molt durs amb la corrupció política. Denuncien el pecat sense anar al seu origen. La Bíblia assenyala escenes d’extrema violència que esgarrifen els hipòcrites, les persones que es creuen bones però les seves consciències estan farcides de maldat. Per això  volen tornar al temps en que la Inquisició era operativa amb el propòsit de fer desaparèixer del mercat la Bíblia que tan els incomoda i així les seves consciències malvades no sigui sacsejades per la denuncia. Malgrat els esforços de publicar bíblies esporgades d’escenes provocatives es seguiran distribuint amb els textos que no cauen bé.

la Bíblia sense esporgar ha estat i ho seguirà sent l’instrument de reforma moral tan necessària en els nostres dies en que la corrupció va a l’ample. “Perquè la paraula de Déu és viva i eficaç, i més tallant que cap espasa de dos talls, i s’endinsa fins a la divisió de l’ànima i de l’esperit, de les juntures i del moll dels ossos, i discerneix les intencions i els pensaments del cor. I no hi ha cap cosa amagada davant d’Ell, sinó que tot és nu i descobert als ulls d’Aquell a qui han de donar compte” (Hebreus 4: 12, 13). La Bíblia burxa les consciències dels lectors que la llegeixen amb humilitat, desitjant amb fervor que els parli. És així com es frena el pecat que empastifa la societat.

Octavi Pereña i Cortina

 

diumenge, 5 de novembre del 2023

 

LA VIRGEN CONDECORADA

Cuando encuentres a un no nacido de Adán habrás encontrado a un nacido sin culpa

“El Papa condecora a la Madre de Dios de Montserrat con la Rosa de Oro”, es el título del escrito redactado por <b>Ana Buj</b> dese Ciudad del Vaticano. La condecoración que se hizo a la Moreneta tendría que despertarnos el interés por la idolatría porque este tema ocupa un lugar destacado en las páginas de la Biblia. Las homilías católicas guardan silencio al respecto.  En el caso de la condecoración de la Virgen de Montserrat es para enaltecerla. Es una normalización de lo anormal.

De cara a la galería la Iglesia Católica reconoce que la Biblia es la Palabra de Dios. En la práctica no es así porque silencia muchos textos que por intereses eclesiásticos no conviene tocarlos, de no ser que los mudos deseen que sus nombres sean borrados del Libro de la Vida (Daniel 12: 1; Filipenses 4: 3).

¿Qué es idolatría? Romanos 1: 25 responde la pregunta: son “personas que cambian la Verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos”. Es idolatría todo lo que se interpone entre Dios y el hombre. La idolatría es un engaño creado por Satanás, el padre de la mentira, con el propósito que los hombres no tengan en cuenta a Dios en sus caninos. Si alguien cree en el Padre de nuestro Señor Jesucristo, no tiene necesidad de poner la mirada en una vanidad porque la plenitud de Dios en su corazón no deja el más mínimo espacio vacío que llenar por un intruso. Como somos tan olvidadizos, si adquirimos el hábito de leer la Biblia desde el principio hasta el final una y otra vez se le refrescará la memoria con lo que tal vez una vez al año recodará que la idolatría es una práctica que ofende a Dios y que causa la muerte eterna al idólatra.

El Decálogo empieza así: “Yo soy el Señor tu Dios…No tendrá dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la Tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso, que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20: 2-6). Los idólatras pretenden blanquear su pecado con la excusa de que no doran a la imagen sino lo que representa la imagen. Pero Dios que conoce las intenciones del corazón no se le da gato por liebre. Con toda dureza dice a los adoradores de imágenes: Visito la maldad de los padres sobre los hijos.

Si la idolatría consiste en postrarse ante una imagen fabricada por un experto orfebre, tallista o escultor, que sirve para apartar la mirada de fe del Creador, el salmista avisa. “No a nosotros, oh Señor, no a nosotros, sino a tu Nombre gloria, por tu misericordia, por tu verdad. ¿Por qué han de decir las gentes, dónde está ahora su Dios? Nuestro Dios está en los cielos, todo lo que quiso ha hecho” (Salmo 115: 1, 2).

El Dios de los cristianos, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, por el Espíritu Santo habita en el creyente: ¿No sabéis que sois templo de Dios , y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3: 16). Para encontrarse con Dios no es necesario desplazarse a un lugar que se considere sagrado porque allí en donde se encuentre el creyente, aunque sea un lugar común, allí le puede abrir el corazón a Dios. En la conversación que Jesús mantiene con la samaritana sale a relucir si el encuentro con Dios tiene que hacerse en el templo en Jerusalén o en cualquier otro lugar considerado sagrado. A partir de la resurrección de Jesús el requisito es otro: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4: 23).

Volvamos al salmo 115. Lo que el texto dice sobre los ídolos tendría que hacer enrojecer la cara de vergüenza a los defensores de la idolatría: “Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres, tienen boca, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven; orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; tienen manos, mas no palpan; tienen pies, mas no andan; no hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los que los hacen” (vv. 4-8). Confiar en una vanidad es frustrante. Depender de algo que no es nada más que la obra de un experto artesano y que no sirve para ayudar a quien les implora socoro, tiene que ser demoledor. El salmista sigue escribiendo: “Oh Israel, confía en el Señor. Es tu ayuda y escudo. Casa de Aarón (casta sacerdotal) confiad en el Señor, Él es vuestra ayuda y vuestro escudo. Los que teméis en el Señor, confiad en Él. El Señor es vuestra ayuda y vuestro escudo” (vv. 9-11).

Octavi Pereña i Cortina

 

 

 

PROVERBIOS 31: 30

“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura, la mujer que teme al Señor, esa será alabada”

Cuando el profeta Samuel fue enviado por Dios a casa de Isaí de Belén a ungir como futuro rey de Israel a uno de sus hijos, al  ver al primogénito Eliud se dijo: “De cierto delante del Señor está su ungido”. El Señor reprobó a Samuel diciéndole: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho, porque el Señor no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojo, pero el Señor mira el corazón”  (1 Samuel 16: 6, 7).

El texto que comentamos forma parte de la porción dedicada a exaltar a la mujer virtuosa. Describe las virtudes que enaltecen a la mujer virtuosa y que la distinguen de la necia. La mujer virtuosa del proverbio no es una mojigata, una beata que no cuida de su físico para aparentar ser lo que no es. La mujer virtuosa “de lino fino y púrpura es su vestido” pero “fuerza y honor son su vestidura” (vv. 22, 25). La mujer virtuosa del texto parece ser que goza de una buena posición social. El vestido de “lino fino y púrpura” que cubre su cuerpo no impide dejar traspasar la belleza de su alma. No coquetea para atraer las miradas como hacen las necias que como monas que se visten de seda, monas se quedan.

Al inicio de la iglesia los miembros de las iglesias procedían del paganismo lo que hacía posible que uno de los conyugues se convirtiera a Cristo y el otro permaneciese en el paganismo. A pesar de las discrepancias que esto producía, si el conyugue  no creyente no iniciaba el trámite del divorcio, el creyente en Cristo no tenía que iniciarlo, tenía que ser fiel al voto conyugal. En este contexto el apóstol Pedro escribe: “Asimismo, vosotras mujeres estad   sujetas a vuestros maridos, para que también  los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Pedro 3: 1-4).

El machismo es tan viejo que ya se daba entre los primeros hijos de Adán     (Génesis 3: 23, 24). Las mujeres virtuosas son los instrumentos que Dios utiliza para que sus esposos machos aprendan a amarlas como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer a si mismo se ama” (Efesios 5: 28).


 

SALMO 118: 19, 20

“Abridme las puertas de la justicia, entraré por ellas, alabaré al Señor. Esta es puerta del señor, por ella entrarán los justos”

Jesús en el evangelio de Juan declara sin ninguna sombra de duda que la puerta a la que se refiere no es un espacio abierto en una pared de un edificio, ni el acceso a un aprisco. Es una persona. Jesús dice de sí mismo: “Yo soy la puerta, el que por mí entre, será salvo, y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Juan 9. 10).

Pienso que este texto que comentamos del salmo 118 es una profecía que anuncia la resurrección y la ascensión de Jesús al cielo para abrir la puerta que da acceso al reino de Dios. Una vez abierta no vuelve a cerrarse. Todos los que mueren en Cristo, la Puerta, al fallecer sus espíritus de inmediato van a la presencia del Padre celestial. La sangre de Jesús, a los que cree en Él les limpia todos sus pecados. No tienen que hacer antesala en un lugar de sufrimiento llamado Purgatorio, inventado por los esclavos de Satanás, para que los pecados no perdonados sean borrados. El apóstol Pablo nos alienta con estas palabras: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió, más aún, el que también resucitó, el que además está a  la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo, somos contados como ovejas al matadero. Antes, en todas las cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 8: 33-39).

Jesús clavado en la cruz muestra debilidad. Por el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos se convierte en “la piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. De parte del señor es esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos” Salmo 118: 22, 23).

Los falsos maestros que están al servicio de Satanás nos presentan a Jesús como una roca agrietada que tiene que mantenerse compacta con las satánicas doctrinas de santos, vírgenes y otros mediadores que convierten a Jesús en un cimiento de arena que no sirven para impedir que nuestras vidas sean derrumbadas con los embates de las aguas torrenciales que las golpean. ¿Duda el lector de la vida eterna que Jesús da a quienes creen en Él? ¿Desea el lector tener la seguridad de ser salvo? Abandone el Jesús folclórico del catolicismo y agárrese al Jesús resucitado por el poder de Dios que vive por los siglos de los siglos.