RUT 1: 8
“Y Noemí dijo a sus dos nueras: andad,
volveos cada una a la casa de su madre, el Señor haga con vosotras
misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo”
Noemí,
la suegra viuda. Orfa y Rut, las nueras viudas. Tres viudas que tienen que
afrontar un futuro incierto. Noemí se entera de que la hambruna que la obligó a
emigrar a Moab ha desaparecido y que la prosperidad ha vuelto a Belén. Noemí y
sus nueras se disponen a emprender el viaje a Belén. Antes de emprender la
andadura Noemí habla con sus nueras y les pide que reflexionen pues van a ir a
un tierra que no es la suya, las costumbres son distintas y, lo que es más
importantes que el Dios de Israel no tiene nada que ver con los dioses de Moab.
Les dice: “Andad, volveos cada una a casa
de vuestra madre, el Señor haga con vosotras misericordia, como habéis hecho
con los muertos y conmigo” (v. 8). En principio ambas nueras deciden
acompañar a su suegra en su regreso a su tierra. Noemí les explica los
inconvenientes que van a encontrar si van con ella. “Y ellas alzaron otra vez la voz y lloraron, y Orfa besó a su suegra,
mas Rut se quedó con ella” (v. 14). Entonces Noemí dijo a Rut: “He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo
y a sus dioses, vuélvete tú tras ella” (v. 15). Es entonces cuando Rut hace
una increíble declaración de fe: “No me
ruegues que te deje, y me aparte de ti, porque dondequiera que tú vayas, iré
yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
Donde mueras moriré yo, y allí seré sepultada, así me haga el Señor, y aun me
añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos” (vv. 16, 17).
Ante
nuestros ojos tenemos planteado el misterio de la elección. ¿Por qué entre dos
hermanos: Esaú y Jacob, Dios escogió a Jacob No sería porque Job fuese una
buena persona. De hecho era un verdadero mala pieza. Con posteridad sabremos
que Jacob fue el padre del pueblo de Israel. ¿Por qué entre Orfa y Rut Dios
escogió a Rut? Por el testimonio de Noemí sabemos que ambas fueron unas esposas
fieles a sus maridos y unas nueras que la amaban en gran manera. Los designios
del Señor son secretos hasta que no se hacen públicos.
Los dos
últimos versículos del libro de Rut nos desvelan el secreto del por qué Dios
escogió a Rut y no a Orfa: “Booz”, (que
se convirtió en el esposo de Rut) “engendró
a Obed, Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David” (4: 21, 22). En la
genealogía que cita Mateo se descubre que de Rut desciende ”José,
esposo de María, de la cual nació Jesús llamado el Cristo” (Mateo 1: 16).
Los propósitos del Señor son inescrutables hasta que dejan de serlo.
1 SAMUEL 30: 6
“Pero David se fortaleció en el Señor su
Dios”
Después
que David hubiese sido despedido por los filisteos junto con sus hombres,
regresa a Siclag el lugar en donde residía. Al llegar al pueblo lo encuentra
que “estaba quemado, y sus hijos y sus
hijas habían sido llevados cautivos” (v. 3). “Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo,
pues todo el pueblos estaba en amargura del alma, cada uno por sus hijos y por
sus hijas, mas David se fortaleció en el Señor su Dios” (v. 6).
Ahora
que se ha puesto de moda que chicos menores de edad violen a chicas menores de
edad, los padres de las violadas se angustian mucho y se refugian en el
resentimiento, en el odio, en la venganza. Desean ardientemente que los
malhechores paguen por lo que han hecho con sus hijas. Este tipo de reacción es
muy normal en una sociedad que es muy religiosa en determinadas circunstancias,
buscan refugio en el alcohol, las drogas, en santos y vírgenes. Poquísimos, por
cierto, hacen como David que se fortaleció en el Señor su Dios.
Las
drogas, el alcohol, los santos y las vírgenes no proporcionan la paz del alma
que se busca porque son engañosos y no proporcionan lo que se espera de ellos.
Satanás que es el padre de la mentira los mantiene atrapados en sus redes.
El
Padre celestial, en su Hijo Jesucristo que se hizo hombre para cargar con el
pecado de la humanidad se hizo suyo el sufrimiento de los hombres para
consolarlos en la tribulación. Pero Jesús es el Desechado de los hombres que se
alejan de Él como si fuese un apestado. Fuera de Él no se encuentra consuelo.
El odio, el ánimo de venganza, siguen anclados en el alma. El dolor del alma
persiste. Los años no lo calman. Se busca la solución en las llamadas pastillas
de la felicidad, pero no se encuentra solución en ellas. La amargura de
espíritu se intensifica y la situación se hace insoportable lo cual obliga a
buscar remedio en el consultorio del médico.
Fuera
de Jesús el alma no encuentra alivio. Son muchos quienes no quieren saber nada
de Él por el pésimo comportamiento de quienes dicen ser representantes suyos en
la Tierra. El mal proceder de quienes dicen ser sus servidores no quita que Él
sea quien es: El Salvador del mundo que invita a los sufrientes a que se
cobijen bajo sus alas protectoras como la gallina lo hace con los polluelos. En
Jesús se encuentra la paz del alma: “La
paz os dejo, mi paz os doy, yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe
vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14: 27). Jesús insiste en invitarte
a que vayas a Él: “Venid a mí todos los
que estáis cargados y trabajados, y os haré descansar. Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis
descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”
(Mateo 11: 28-30)
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