diumenge, 1 de gener del 2023

 

SALMO 119: 70

“Su corazón es insensible como la grasa, pero yo guardo con todo el corazón tus preceptos”

El salmista ve el corazón de los incrédulos cubiertos de grasa que los impermeabiliza impidiendo que el agua  viva penetre en sus corazones. Una sequía espiritual existe en sus almas convirtiéndolas en  desiertos inhóspitos. Que sus almas sean jardines es una quimera. A diferencia de la persona que tiene el corazón recubierto de grasa que lo hace insensible a la acción del Espíritu Santo, el verdadero creyente que tiene un corazón de carne encuentra placer en guardar los preceptos del Señor. El salmista desmiente a quienes tienen su corazón recubierto de grasa que dicen que los mandamientos de Dios son pesados y aburridos. Está claro, lo creen así porque desconocen el gozo que produce obedecer los preceptos de Dios. “Los juicios del Señor son verdad, todos justos. Deseables más que el oro, y más que mucho oro afinado, y dulces más que la miel, y que la que destila del panal” (Salmo 19: 9, 10).

Cuando Dios en su misericordia desengrasa el corazón del salmista y el rocío fertilizante que Dios hace descender sobre el poeta, hace que cambie por  completo el concepto de pesados y aburridos que tenía de la Ley de Dios. En el momento en que el rocío divino humedece el corazón marchito por la sequía brota la semilla de la Palabra de Dios sembrada dando fruto abundante de amor, gozo, paz…

La humedad vivificante del rocío divino despierta el alma de su sueño. Al abrir los ojos reconoce la necedad que le hacía decir que no existía Dios que es amor que ama al pecador hasta el punto de entregar a su Hijo único a morir por los pecadores. Habiendo recibido el pecador el rocío vivificante de Dios, exclama: “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos” (v. 71).

Mientras se tenga el corazón recubierto de grasa lo único que se valora son los bienes materiales que son perecederos, que no pueden llevarse consigo tras la muerte, y que nunca satisfacen. Persigue la felicidad y cuando la agarra con la mano se le escurre entre los dedos. Cuando la vida de Dios penetra en el corazón del salmista, desaparecido el orgullo que le hacía sentir autosuficiente, confiesa. “”Mejor me es la Ley de tu boca que millares de oro y plata” (v. 72) Lo que antes no tenía para él ningún valor, ahora que ha conocido a Dios  considera la Ley divina más valiosa que el oro y la plata que hacen miserables a quienes confían en ellos.


 

HEBREOS 4: 13

“Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia, antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta”

Este texto nos habla de la omnisciencia de Dios. El Señor lo conoce todo. Ni la noche  ni las espesas tinieblas invernales impiden que Dios conozca al dedillo todo lo que ocurre en la Tierra. Los pensamientos más íntimos que se producen en lo profundo del alma, los conoce todos. Por esto cuando juzga puede hacerlo con pleno conocimiento. Ancha es Castilla si Dios es ciego. Debido a que son multitudes quienes creen que Dios duerme tranquilamente en  las mansiones celestiales, pasando olímpicamente de lo que ocurre en la Tierra. Debido a este concepto que se tiene de Dios es por lo que existe tanta corrupción, tanta violencia, tanta impiedad, que crece vertiginosamente. Como creemos que Dios es un bonachón, damos rienda suelta a nuestras pasiones  que momentáneamente producen placer y que luego la amargura de la hiel recorre las entrañas. Quien cree que Dios es un padre benévolo que consiente a sus criaturas, se comporta como el borracho que al despertar al día siguiente, se dice: “Me hirieron mas no me dolió, me azotaron mas no lo sentí, cuando despierte, aun lo volveré a buscar (Proverbios 23: 35).

Los impíos pueden pensar lo que crean más conveniente con respecto a Dios. Los que creen en Jesús como Señor y Salvador creen que “la Palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyuntura y los tuétanos, y discierne los pensamientos  y las intenciones del corazón” Hebreos 4: 12).

“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis, matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar, combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que Él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” (Santiago 4: 1-5).

Los textos citados muestran la importancia que tienen las Sagradas Escritura cristianas para combatir la maldad de una humanidad los pensamientos de la cual solo piensan en hacer el mal. Pedimos, pero pedimos mal para gastar en nuestros deleites, dice Santiago. La Biblia puede comportarse como espada de dos filos que discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. La letra de la Biblia puede culturizar a las personas y hacerles decir que las enseñanzas católicas son erróneas y al mismo tiempo hacer lo que se denuncia. Leída de esta manera la Biblia no se comporta como espada de dos filos. Lo hace cuando el lector verdaderamente quiere saber lo que Dios quiere decirle Cuando la Biblia se comporta como espada de dos filos que discierne los pensamientos y las intenciones del corazón  promueven la santidad en un mundo inmerso en la maldad. Las noticias dan fe de ello día tras día.

 

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