dissabte, 17 de setembre del 2022

 

1 PEDRO 5: 7

“Echando toda vuestra solicitud sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros”

El apóstol Pedro nos alerta de un problema de rabiosa actualidad hoy: la ansiedad y sus parientes: el estrés, el insomnio, el miedo…que en una sociedad secularizada como la nuestra se pretende combatir todo ello con pastillas hasta el punto que nos hemos convertido en una sociedad sedada. El remedio que propone el apóstol es que descarguemos nuestra ansiedad y parientes sobre Jesús porque Él tiene cuidado de nosotros.

El apóstol Pedro escribe a cristianos y los invita a que descarguen en Jesús la ansiedad que los agobia porque Él y solamente Él da el descanso al alma agobiada. Si el apóstol Pedro hace esta recomendación a sus lectores probablemente se debe a que trataban la ansiedad con los productos naturales de la época. En la nuestra el remedio que utilizamos es la química.

Cuanto más injusta sea una sociedad, más diversas son las causas que ocasionan ansiedad, depresión y las diversas dolencias que les acompañan y que se meten en la bolsa de “enfermedades mentales”. Como se han generalizado tanto en nuestros días y son tan perjudiciales para el bienestar de las personas es necesario que estemos bien despiertos para poder echar sobre Jesús la ansiedad que nos oprime. Es por ello que nos avisa de los perjuicios que ocasiona la pereza.

Proverbios que trata de manera específica la pereza, dice: “Pasé junto al campo del hombre perezoso, junto a la viña del hombre falto de entendimiento, y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, ortigas habían cubierto su faz, y su cerca de piedra estaba ya destruida…Así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado” (Proverbios 24: 30-34).

La ruina que ocasiona la pereza en el campo de lo material es parecida a la que produce en el ámbito espiritual. ¿Por qué hay tantas personas que considerándose cristianas sufren  terriblemente afligidas por la denominadas “enfermedades mentales” que tanto daño ocasionan? De la misma manera que la pereza arruina la viña, así en el campo espiritual destruye las vidas de los perezosos que en vez de levantarse más pronto para leer la Biblia y orar e intimar con el Señor prefieren “cabecear otro poco” y apresurarse a salir de la cama para no llegar tarde al trabajo. Por no descargar nuestra ansiedad sobre Jesús las “enfermedades mentales” tan de moda hacen estragos en nuestras vidas.


 

SALMO 92: 1, 2

“Bueno es alabarte, oh Señor, y cantar salmos a tu Nombre oh Altísimo, anunciar por la mañana tu misericordia, y tu fidelidad cada noche”

Bueno es alabar al Señor entonando salmos a su Nombre y anunciar su misericordia, ¿Cuándo? Por la maña y por la noche. Al inicio y al final de la jornada. Antes de entrar en los quehaceres del mundo. Antes de desayunar y de escuchar por la radio o la televisión el pronóstico del tiempo y las deprimentes noticias, es bueno que dediquemos un tiempo razonable para contactar con el Señor. No tenemos que olvidar nunca que Jesús es el pan y agua de vida que nuestras almas necesitan. Si el  alma no da muestras de que necesita el agua y el pan que es Jesús significa que está enferma y que tiene que ir al Médico antes de que sea demasiado tarde. Si la lectura de este comentario despierta en el lector la necesidad de alabar al Señor y de anunciar su misericordia indica que ha servido para descubrir la dolencia que pasaba desapercibida. Ha llegado la hora de cambiar la agenda del día. Tal vez será necesario avanzar la hora en que suene el despertador para dedicarle un tiempo al Señor. El alma  el cuerpo lo agradecerán pues al desaparecer las tensiones mentales el cuerpo estará más relajado y el cansancio crónico, si no es de origen fisiológico,  que nos debilita, desaparecerá. A la alabanza al Señor se le añadirá la gratitud al Señor por la mejoría de la salud.

El salmista recuerda también cada noche la fidelidad del Señor. Al finalizar  la trabajosa jornada el Señor ha permanecido al lado del lector animándolo. En todo   momento la fidelidad del Señor le ha acompañado. No le ha dejado solo y desamparado ni un solo segundo. Se habrá dado cuenta que los contratiempos con que se habrá enfrentado y que son ineludibles en este mundo caído en pecado los habrá afrontado con la paz del Señor que sobrepasa la comprensión humana. Bueno es recordar la fidelidad del Señor cada noche.

Los años pasan y menudean los achaques que anuncian que la vejez se acerca. El creyente en Cristo es consciente de ello. Por este motivo puede decir con el apóstol Pablo: “Aunque este nuestro exterior se va desgastando, e interior no obstante se renueva d día en día” (2 Corintios 4: 16). El salmista dice lo mismo con otras palabras: “Aun en la vejez fructificarán, estarán vigorosos y verdes” (Salmo 92: 14). En la vejez los creyentes en Cristo no tienen que temer “porque los que esperan en el Señor tienen nuevas fuerzas, levantan alas como las águilas, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan” (Isaías 40: 31). La fidelidad del Señor acompaña al creyente durante todo el peregrinaje por esta tierra.

 

 

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