1 PEDRO 5: 7
“Echando toda vuestra solicitud sobre Él,
porque Él tiene cuidado de vosotros”
El
apóstol Pedro nos alerta de un problema de rabiosa actualidad hoy: la ansiedad
y sus parientes: el estrés, el insomnio, el miedo…que en una sociedad
secularizada como la nuestra se pretende combatir todo ello con pastillas hasta
el punto que nos hemos convertido en una sociedad sedada. El remedio que
propone el apóstol es que descarguemos nuestra ansiedad y parientes sobre Jesús
porque Él tiene cuidado de nosotros.
El
apóstol Pedro escribe a cristianos y los invita a que descarguen en Jesús la
ansiedad que los agobia porque Él y solamente Él da el descanso al alma
agobiada. Si el apóstol Pedro hace esta recomendación a sus lectores
probablemente se debe a que trataban la ansiedad con los productos naturales de
la época. En la nuestra el remedio que utilizamos es la química.
Cuanto
más injusta sea una sociedad, más diversas son las causas que ocasionan
ansiedad, depresión y las diversas dolencias que les acompañan y que se meten
en la bolsa de “enfermedades mentales”. Como se han generalizado tanto en nuestros
días y son tan perjudiciales para el bienestar de las personas es necesario que
estemos bien despiertos para poder echar sobre Jesús la ansiedad que nos
oprime. Es por ello que nos avisa de los perjuicios que ocasiona la pereza.
Proverbios
que trata de manera específica la pereza, dice: “Pasé junto al campo del hombre perezoso, junto a la viña del hombre
falto de entendimiento, y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos,
ortigas habían cubierto su faz, y su cerca de piedra estaba ya destruida…Así
vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado”
(Proverbios 24: 30-34).
La
ruina que ocasiona la pereza en el campo de lo material es parecida a la que
produce en el ámbito espiritual. ¿Por qué hay tantas personas que considerándose
cristianas sufren terriblemente
afligidas por la denominadas “enfermedades mentales” que tanto daño ocasionan?
De la misma manera que la pereza arruina la viña, así en el campo espiritual
destruye las vidas de los perezosos que en vez de levantarse más pronto para
leer la Biblia y orar e intimar con el Señor prefieren “cabecear otro poco” y apresurarse a salir de la cama para no
llegar tarde al trabajo. Por no descargar nuestra ansiedad sobre Jesús las
“enfermedades mentales” tan de moda hacen estragos en nuestras vidas.
SALMO 92: 1, 2
“Bueno es alabarte, oh Señor, y cantar salmos
a tu Nombre oh Altísimo, anunciar por la mañana tu misericordia, y tu fidelidad
cada noche”
Bueno
es alabar al Señor entonando salmos a su Nombre y anunciar su misericordia,
¿Cuándo? Por la maña y por la noche. Al inicio y al final de la jornada. Antes
de entrar en los quehaceres del mundo. Antes de desayunar y de escuchar por la
radio o la televisión el pronóstico del tiempo y las deprimentes noticias, es
bueno que dediquemos un tiempo razonable para contactar con el Señor. No
tenemos que olvidar nunca que Jesús es el pan y agua de vida que nuestras almas
necesitan. Si el alma no da muestras de
que necesita el agua y el pan que es Jesús significa que está enferma y que
tiene que ir al Médico antes de que sea demasiado tarde. Si la lectura de este
comentario despierta en el lector la necesidad de alabar al Señor y de anunciar
su misericordia indica que ha servido para descubrir la dolencia que pasaba
desapercibida. Ha llegado la hora de cambiar la agenda del día. Tal vez será
necesario avanzar la hora en que suene el despertador para dedicarle un tiempo
al Señor. El alma el cuerpo lo
agradecerán pues al desaparecer las tensiones mentales el cuerpo estará más
relajado y el cansancio crónico, si no es de origen fisiológico, que nos debilita, desaparecerá. A la alabanza
al Señor se le añadirá la gratitud al Señor por la mejoría de la salud.
El
salmista recuerda también cada noche la fidelidad del Señor. Al finalizar la trabajosa jornada el Señor ha permanecido
al lado del lector animándolo. En todo
momento la fidelidad del Señor le ha acompañado. No le ha dejado solo y
desamparado ni un solo segundo. Se habrá dado cuenta que los contratiempos con
que se habrá enfrentado y que son ineludibles en este mundo caído en pecado los
habrá afrontado con la paz del Señor que sobrepasa la comprensión humana. Bueno
es recordar la fidelidad del Señor cada noche.
Los
años pasan y menudean los achaques que anuncian que la vejez se acerca. El creyente
en Cristo es consciente de ello. Por este motivo puede decir con el apóstol
Pablo: “Aunque este nuestro exterior se
va desgastando, e interior no obstante se renueva d día en día” (2 Corintios 4: 16). El salmista dice lo
mismo con otras palabras: “Aun en la
vejez fructificarán, estarán vigorosos y verdes” (Salmo 92: 14). En la
vejez los creyentes en Cristo no tienen que temer “porque los que esperan en el Señor tienen nuevas fuerzas, levantan
alas como las águilas, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan” (Isaías
40: 31). La fidelidad del Señor acompaña al creyente durante todo el
peregrinaje por esta tierra.
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