dilluns, 14 de desembre del 2020

 

MATEO 9:28

“Y llegado a la casa, vinieron a Él los ciegos, y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto. Ellos respondieron: Sí, Señor”

A diferencia de Bartimeo que estaba sentado al lado del camino mendigando, en  este caso, al pasar Jesús por allí le siguieron dos ciegos. Desconocemos sus nombres. Mejor que sea así para que no pensemos que la curación únicamente la realiza en personas con nombre y apellidos. La salvación es universal. Está al alcance de todo aquel que cree en Él.

Una muchedumbre sigue a Jesús, pero únicamente dos ciegos le siguen gritando: “¡Ten misericordia de nosotros Hijo de David!”(v.27). Seguro que la multitud que seguía a Jesús le vitoreaba. Tal vez estaban pensando en hacerle rey porque  había multiplicado los pocos panes  y los escasos peces, así y todo había llenado las panzas de la multitud. También había curado las enfermedades de muchos. Pero estas multitudes enfervorizadas, cuando Jesús entra triunfante en Jerusalén que cubren  con ramas de árboles la calle por la que transitaba Jesús  montado en un asno engalanado, seguro que vitoreaban: “’¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro Padre celestial que viene! ¡Hosana en las alturas!” (Marcos 11: 9,10). ¿Eran creíbles  estas hosannas? Pienso que no. Fue una alabanza insincera. Fue el fruto de seguir la corriente de la mayoría. Si el homenaje que se le rinde a Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén hubiese sido sincero, lo que sucedió durante la parodia de juicio al que se le sometió a Jesús no hubiera sucedido. Pilato “conocía que por envidia lo habían entregado (a Jesús) los principales sacerdotes” (Marcos 15: 10). Los principales sacerdotes como los titiriteros movían los hilos que daban vida a la multitud “incitaban a la multitud  para que les soltase más bien a Barrabás” (v.11). Si Pilato hubiese sido un hombre justo no se hubiera dejado manipular por los principales sacerdotes. Al dictar sentencia hubiera lo declarado: “Inocente”. Pero como era un hombre débil, a pesar de que era el representante del poder de Roma intenta huir de su responsabilidad al dirigirse a la multitud alborotada: “¿Qué, pues, queréis, que haga del que llamáis rey de los judíos?” (v.12). la respuesta fue: “Crucifícale”  (v.13). Pilato,  después de lavarse las manos en un vano intento de liberarse de su responsabilidad, ordenó crucificarle.

Volvamos a los dos ciegos, Jesús les pregunta: “¿Creéis que puedo hacer esto?” ”La pregunta tiene la finalidad de que los ciegos manifiesten su fe. Éstos dijeron. “Sí, Señor”. Verificada la fe, Jesús “les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe sea hecho”. Ya  que “de la abundancia del corazón habla la boca“(Mateo 12: 34). A pesar de que Jesús les había prohibido que hiciesen pública su curación, “salidos ellos, divulgaron la fama de Él por toda aquella tierra”. De la abundancia del corazón habla la boca. Las multitudes que seguían a Jesús que no habían sentido sanidad, de su corazón brotó. “Crucifícale”


 

MARCOS 7: 9

“Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición”

La mayoría d los judíos dl tiempo de Jesús eran muy tradicionalistas y acusaron a los discípulos d Jesús de romper la tradición de los ancianos porque “comían con manos inmundas” (v. 5), sin habérselas lavado. Debe diferenciarse el lavamiento de manos por motivos religiosos de hacerlo por motivos sanitarios como actualmente nos hemos habituado a hacerlo debido al Covid-19.

El lavamiento de manos por motivo religioso tiene efectos contraproducentes ya que afecta a la salud espiritual de quienes lo practican porque los aleja de Dios al depender de las enseñanzas de los hombres en vez de hacerlo en la Palabra de Dios. Los preceptos religiosos que se han introducido a lo largo del tiempo se convierten en leyes más valiosas que la Ley de Dios.

Al enterarse Jesús de la acusación que los fariseos presentaban contra sus discípulos, amparado por la autoridad que tenía por ser el Hijo de Dios encarnado, con  dureza les dice: “Hipócritas, bien profetizó Isaías(v. como está escrito” (v.6). Isaías no profetizó directamente contra los fariseos porque en su tiempo no existía esta secta religiosa. Pero sí que profetizó contra aquellos falsos profetas de su tiempo que anunciaban bendiciones de Dios que Éste no había autorizado porque había decidido castigar a su pueblo. Como las profecías de Isaías están escritas en la Biblia sus enseñanzas sirven para todos los tiempos, incluso los nuestros.

Textualmente el profeta escribió: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honran, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (29: 13).

La denuncia que hace Jesús utilizando lo dicho por el profeta Isaías no la hace literalmente, pero el contenido es el mismo: No puede enseñarse como Palabra de Dios palabra de hombres. A quienes lo hacen Jesús los acusa de hipócritas por aparentar ser lo que no son. Se presentan como  siendo ángeles de luz cuando realmente son siervos de Satanás. Cuando Jesús dice que los hipócritas enseñan como Palabra de Dios mandamientos de hombres, nos está diciendo que falsean la Verdad de Dios. Dada la trascendencia que tiene el cambio y que afecta a nuestra salvación eterna, tenemos que tener mucho cuidado con las enseñanzas de los hipócritas. Para desenmascararlos debemos mantener íntima comunión con Dios reconociendo nuestra condición de pecadores necesitaos de Él. La reflexión diaria del contenido da la Biblia y la súplica de que se nos otorgue la plenitud del Espíritu Santo para  recibir sabiduría de lo alto, nos capacitará para no caer en las redes de los mensajeros de Satanás.

 

 

 

 

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