dilluns, 27 de maig del 2019


SALMO 69:2

“Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie, he venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado”
Un grito de agonía: “Sálvame oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma” (v.1). Cuando situaciones extremas azotan a una persona, dos reacciones pueden producirse: Una de rebeldía, de levantar los puños hacia el cielo en señal de enemistad contra Dios. Esta es la respuesta más común ante una situación adversa. Lo triste de esta respuesta es que quienes la dan se encuentran solos ante el peligro. No tienen a nadie en quien apoyarse. No reciben apoyo en el momento cuando más se necesita. La  rebeldía contra a Dios no es la respuesta más sensata pues no puede expulsarse a Dios de la situación y la rebeldía se convierte en un boomerang que golpea a quien se atreve a enfrentarse a Dios.
Desconocemos qué es lo que motivó al salmista a lanzar su grito desesperado: “Sálvame oh Dios, porque  las aguas han entrado hasta el alma”. Mejor que sea así porque el interrogante cabe perfectamente en nuestro “sálvame oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma. Mejor que sea así porque en el interrogante cabe perfectamente nuestro “sálvame oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma”. No puños alzados contra Dios, sino humilde sumisión a  Dios quien en su soberanía decide para nuestro bien situaciones que nos son incomprensibles. Cuando somos golpeados por la adversidad tenemos que recordar que el Señor está a nuestro lado. Nos coge de la mano y juntos andamos sobre las aguas amenazadoras que se interponen en nuestro camino hacia las moradas celestiales. La fe es el tesoro más precioso que el Señor haya podido darnos para salir victoriosos en las difíciles encrucijadas de este mundo. ¡Gracias Señor por el don de la fe!
Con el don activado por la presencia del Espíritu Santo en nuestro corazón, aun cuando podamos ser zarandeados como el salmista que describe su estado escribiendo: “Cansado estoy de llamar, mi garganta se ha enrojecido, han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios” (v.3). A pesar de la desesperada situación en que se encontraba el salmista, no desfallece su esperanza en el Señor: “Pero yo a ti oraba  al tiempo de tu buena voluntad, oh Dios, por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, escúchame. Sácame del lodo, y no sea sumergido, sea yo librado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas” (vv. 13,14). De la misma manera que los polluelos ante el peligro se cobijan debajo de las alas de la clueca, podemos refugiarnos con mayor seguridad debajo de las alas del Señor que nos protegen de todo peligro que pueda acecharnos.


PROVERBIOS 15:15

“Todos los días del afligido son difíciles, mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.
¿Quién es la persona de corazón afligido y quién lo es de corazón contento? Lo que marca la diferencia entre ambas es si se está con Dios o no. La que está con Dios por la fe en el Señor Jesús posee un corazón limpio y contiene un contacto permanente con Dios por el hecho de que tener un corazón limpio porque la sangre de Jesús le ha limpiado todos sus pecados vive permanentemente en la presencia de Dios la persona con lo que la paz de Dios que sobrepasa la comprensión humana está con ella permanentemente. En cambio, la persona que vive sin Dios, por el hecho de que sus pecados no han sido limpiados por la sangre de Jesús no puede tener de ninguna de las maneras la paz de Dios que llena de gozo el corazón.
¿Son pocos los que todos los días les son difíciles de llevar porque viven en aflicción? Son multitudes las que andan por el camino ancho que conduce a la condenación eterna. Quienes forman parte de esta multitud de afligidos se les reconoce fácilmente por sus intereses. Por ser los días del afligido difíciles de soportar buscan despojarse de su aflicción por medios naturales. Buscan sustituir la aflicción por el gozo consumiendo cuanto más mejor los medios que el mundo les ofrece para combatir la aflicción del alma: cruceros para visitar los fiordos noruegos, por el mediterráneo, por los exóticos países caribeños…El afligido es un consumidor de espectáculos. Mata el dolor con el alcohol y las drogas. Puntualmente se libera de la aflicción porque los productos anti dolor que consume le hacen olvidar momentáneamente las dificultades que consumen su alma. Aparentemente se libra del dolor, pero la procesión va por dentro. De hecho, la condición del alma empeora por el efecto adictivo que tienen todos los productos anti dolor que el mercado les ofrece. ¡Ay! Tienen que pagar por ellos precios abusivos.
La segunda parte del texto que comentamos dice: “Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.” El contentamiento de corazón únicamente se consigue por la fe en Jesús como Señor y Salvador. Fuera de Él, con mayor o menor intensidad, siempre aflicción. Con Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios encarnado,  con los pecados perdonados, el corazón de convierte en morada permanente del Espíritu Santo.  Con los pecados perdonados y el gozo permanente que da la presencia de Dios, independientemente de las condiciones externas, el corazón se convierte en un banquete continuo. Con Jesús basta. No se necesita nada más para vivir en un constante banquete.



dilluns, 20 de maig del 2019


CENTINELAS DE LA FE

<b>Si el centinela se duerme estando en el puesto de guardia y el enemigo ataca, su responsabilidad es inmensa</b>
El Profeta Ezequiel utiliza la figura del centinela  para alertar a los sacerdotes y profetas de Israel para que se comporten como centinelas responsables de la protección de pueblo. El centinela debe velar, no dormirse, mientras esté en el puesto de guardia.
El texto de Ezequiel es muy interesante  porque destaca tanto la responsabilidad del centinela como la del ciudadano. Es responsabilidad del centinela que si se acercarse el enemigo “tocar la trompeta y avisar al pueblo” (v.3). Si alguien que habiendo oído el sonido de la trompeta anunciando un peligro inminente  no hace caso del aviso “y viniendo la espada lo hiriere, su sangre será sobre su cabeza” (v.4). El centinela no es responsable de la muerte de la persona que habiendo oído  el sonido de la trompeta piensa que no es para tanto, que puede revolcarse un poco más en la cama o seguir con sus quehaceres.
Mi interés es destacar la responsabilidad del centinela: “Pero si el centinela ve venir la espada y no toca la trompeta, y el pueblo no se apercibe, y viniendo la espada hiere de él a alguno, este fue tomado por causa de su pecado, pero demandaré su sangre de la mano del centinela” (v.6). Como el texto indica, la responsabilidad del centinela es muy grande. El profeta Ezequiel, como centinela que es, se dirige a su Dios, de ser destruido por Nabucodonosor, rey de Babilonia y del templo. La catástrofe culminaría  con la toma y destrucción de Jerusalén y del templo que era el símbolo de la presencia de Dios entre su pueblo. La causa de tan terrible desastre se debió a que los dirigentes religiosos no se comportaron como centinelas diligentes en anunciar que la destrucción inminente se debía a su apostasía.
El Señor dirigiéndose al profeta Ezequiel le da el encargo que, procediendo de Dios era de obligado cumplimiento: “A ti, pues, hijo del hombre, te he puesto como centinela de la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo diga al impío: de cierto morirás, si tú no hablas para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá, por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano. Y si tú avisas al impío para que se aparte de él y él no se aparta de su camino, el morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida (vv. 7-9).
La Biblia por ser Palabra de  Dios es atemporal. Sirve para instruir en los caminos del Señor a todas las generaciones. Desgraciadamente muchos que han pertenecido a generaciones pasadas perecieron eternamente porque los centinelas que Dios disponía para que anunciaran el peligro de muerte eterna no cumplieron con su deber. Son elocuentes las advertencias que los profetas de Dios hicieron a los “falsos profetas” que siguieron durmiendo en sus puestos de guardia sin anunciar el peligro que se cernía sobre la población.
El pasado es pasado y no puede deshacerse lo que los centinelas hicieron mal, pero, ¿qué debe decirse de los centinelas que el Señor de la Iglesia  ha puesto hoy para que alerten del peligro de muerte eterna que se cierne sobre las personas si no se arrepienten y se vuelvan a Él? ¿Cumplen con su deber si no hacen sonar las trompetas avisando que el diablo, el enemigo de sus almas está al acecho para arrastrarlas hacia las cavernas infernales?
            El centinela, cuanto más encumbrado sea el puesto de vigilancia que se le ha otorgado, mayor es su responsabilidad si no hace sonar la trompeta y las personas mueren en sus delitos y pecados. La trompeta no debe dar un sonido incierto dejando a los oyentes en la incertidumbre de qué deben hacer. Debe anunciar con toda claridad el Nombre JESÚS ya que “en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 12).
Muchos centinelas de nuestros días predican “a otro Jesús que el que hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (2 Corintios 11:4). El apóstol Pablo como buen centinela que era alerta a los cristianos que junto con el Evangelio que predicaba se estaba difundiendo otro que no era el apostólico que edifica la Iglesia de Cristo sobre la piedra angular que es el Señor Jesucristo.
Los que están muertos en sus delitos y pecados desconocen el verdadero Evangelio y que los centinelas que el Señor de la Iglesia no ha colocado en los puestos de vigilancia engañan a las almas que perecen diciéndoles que el agua bautismal limpia el pecado original y supuestamente entran a formar parte de la Iglesia de Cristo, que la confesión auricular perdona los pecados cometidos después del bautismo, que la “buenas obras” merecen la aprobación de Dios, que el entierro cristiano es una puerta al cielo, y otras muchas más doctrinas que no son el Evangelio. Que no alertan del peligro de muerte eterna que se cierne sobre ellas es evidente. ¡Centinelas que no cumplís con el encargo de avisar del peligro inminente de muerte eterna, el señor de la Iglesia demandará de vosotros la sangre de los que perecen por no haber sido alertados del peligro en que se encuentran! ¿Seguiréis durmiendo?
Octavi Pereña i Cortina


dilluns, 13 de maig del 2019


SALMO 52: 7

“He aquí al hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la maldad de sus riquezas, y se mantuvo en su maldad”
El salmo 52 lo escribe David teniendo en cuenta a “Doeg edomita que dio cuenta a Saúl diciéndole: David ha venido a casa de Ahimelec”. David rodeado de su séquito manifestó el odio que sentía hacia David y porque su hijo Jonatán estuviese al lado del prófugo.  Doeg dio cuenta al rey Saúl en  este consejo que David había estado hablando con el sacerdote Ahimelec. El resultado de esta denuncia fue el asesinato de “ochenta y cuatro varones  que vestían efod de lino” (1 Samuel 22: 18) y toda la población de Nob. A la vista de este trasfondo histórico podemos comprender la dureza de las palabras que David escribe en este salmo que comentamos.
El contexto de este salmo es perfectamente transportable a la situación política de nuestros días. “Por qué te jactas de maldad, oh poderoso?” (v.1). “Agravios maquina tu lengua, como navaja afilada hace engaño, amaste el mal más que el bien, la mentira más que la verdad. Has amado toda suerte de palabras perniciosas, engañosa lengua” (vv. 2-4).
Las duras palabras que escribe David refiriéndose a Doeg, ¿no pueden aplicarse a muchos políticos que en los mítines sus  lenguas vomitan amenazas y mentiras más que la verdad? En la campaña electoral que condujo a la votación del 28 de abril de 2019, los oídos de las personas se hartaron de oír proclamas incendiarias contra los adversarios políticos. Parece ser que las difamaciones que se pronuncian durante los períodos electorales no tienen consecuencias penales para quienes las dicen.
Pero Dios es justo y da a cada uno lo que sus obras se merecen. Muchos políticos creen que porque son poderosos son intocables porque se encuentran bajo la protección del Estado y el apoyo del poder judicial. Si Dios no existiese podrían cantar victoria con todos los apoyos humanos que tienen. Dios no ha muerto. No es una invención de los hombres como algunos dicen porque creen que así no tendrán que dar cuentas al Ser supremo. Dios es el eterno y todopoderoso Señor de la creación y del hombre. Es paciente a la hora de ajustar cuentas. Cuando lo hace, la sentencia es inapelable. Para el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que se mantuvo en la maldad de sus riquezas, y se mantuvo en su maldad”, he aquí lo que David dice que Dios va a hacer con él: “Por tanto, Dios te destruirá para siempre, te asolará, y te arrancará de tu morada, y te destruirá de la tierra de los vivientes” (v.5).

SALMO 116: 3,4

“Me rodearon ligaduras de muerte, me encontraron las angustias del sepulcro, angustia y olor había yo hallado. Entonces invoqué el Nombre del señor diciendo: Oh Señor, libra ahora mi alma”
La muerte está presente de modo permanente en nuestro mundo. Se lucha contra ella con medios ineficaces. A pesar de los esfuerzos sigue bien viva.  Son indiscutibles los progresos que se hacen en el campo de la medicina, especialmente en Occidente. Los avances consiguen alargar el promedio de vida, pero no vencer a la muerte. Siempre sale victoriosa. No lo olvidemos.
Por cierto, creando un nuevo problema: ¿Cómo poder seguir pagando las pensiones? Podemos estar tranquilos: la muerte no será vencida por medios humanos. Dada la condición humana, ¿qué sucedería si el hombre consiguiese vencer a la muerte? Dejemos de especular. Nos guste o no tenemos que enfrentarnos a ella. Lo razonable y sensato sería aceptar su existencia. Declaraciones como: “La muerte es muy injusta”. Oponiéndonos a ella dando cabezazos contra la pared, además de no eliminarla, nuestra actitud empeora nuestra salud mental lo cual representa una sobre carga muy difícil de llevar.
Ante la enfermedad, que es el preludio de la muerte, el salmista describe perfectamente los sentimientos que nacen en el alma y que los medicamentos más novedosos y “eficaces” son incapaces de borrar: “Me rodearon ligaduras de muerte, me encontraron las angustias del sepulcro, angustia y dolor había yo hallado”. Desconozco qué clase de lector lee este comentario. Si es ateo, aun cuando pueda ser un ferviente religioso, ante la enfermedad irreversible que mantiene a uno postrado en el lecho, sin esperanza de recuperar la salud, se encuentra totalmente desprotegido, abandonado, aun cuando tenga a sus familiares a su alrededor, sin tener a su lado a alguien que en tan delicada situación pueda consolarle y darle esperanza cierta para el después que llegue la muerte inevitable.
El salmista se enfrenta al momento al que inevitablemente todos  tendremos que enfrentarnos no buscando consuelo en quienes están alrededor, sino que como hombre de fe su mirada está puesta en las alturas y dirigiéndose a Dios dice. “Oh señor, libra ahora mi alma”. El incrédulo, aun cuando pueda ser un ferviente religioso como lo demuestran las imágenes de vírgenes, santos y cristos que tiene a su lado, si no ha tenido  en cuenta al Señor en su camino, cuando llega el momento de abandonar este mundo para enfrentarse a la eternidad que le espera, no tiene a quien encomendarse. Cogiéndose a un hierro al rojo vivo,  confiará en las promesas, sin garantía de certeza, en la confesión auricular, la extremaunción, las oraciones por los difuntos. En todo ello no encuentra el consuelo y esperanza que necesita. El salmista exclama: “Oh Señor, libra ahora mi alma”. En ti que moriste por mí en el Gólgota derramando tu sangre preciosa para limpiarme todos mis pecados, tengo la certeza que le diste al malhechor que  colgaba a tú lado en la cruz: “hoy estarás conmigo en el paraíso.


CÓMO VE DIOS LA TIERRA?

< b>”Con el temor del Señor el hombre se aparta del mal”</b>
<b>Pilar Rahola</b> comienza su escrito <i>El odio</i> con estas palabras: “En una visita al museo del holocausto de Washington, mi hijo Noé que entonces tenía trece años, empezó a hacer preguntas sobre lo que estaba viendo, y cada respuesta mía se remataba con un “¿por qué?” suyo, al que le seguía otro y otro, en una retahíla que no tenía final. Parecía como si no hubiese ninguna explicación de su madre que sirviese para entender aquello. Y así era, no había respuesta posible, porque todo ello eran fragmentos inútiles de la gran respuesta que no podría existir nunca. ¿Podemos  explicar cómo nace el mal, qué ingredientes de odio lo alimentan, cómo se construye su relato, cómo atrapa a sus acólitos, de qué manera mata…pero al final de la interrogación no podemos explicar su esencia más profunda. Millones de muertos en cámaras de gas, niños, ancianos, familias enteras…quién responde al “¿por qué?”  final de mi hijo?” Más adelante la periodista se hace esta pregunta: “¿Cómo se llega a esta oscuridad del alma?” El “¿por qué?” del hijo de <b>Pilar Rahola</b> que la madre no sabe dar respuesta, es el mismo ¿por qué? Que nos hacemos nosotros que también ignoramos “¿cómo se llega a esta oscuridad del alma”?
¿Es insoluble el problema del mal? ¿Tenemos que quedarnos sin respuesta satisfactoria? Lo que nos impide resolver nuestra duda es el prejuicio. Con razón nos sentimos desencantados de las religiones. De esta cuestión ya la trata  Jesús cuando denuncia a los religiosos de su tiempo. El hecho de que muchos religiosos sean unos farsantes no significa que no exista la Verdad que ellos han distorsionado. Durante la farsa de juicio a la que Jesús  fue sometido, Pilato, el gobernador romano, le preguntó: “¿Qué es la verdad?” (Juan 18:38). Desgraciadamente se marchó sin esperar respuesta. Si el lector no es impaciente recibirá respuesta. La Verdad no lo es la Iglesia católica que presume de ser la verdadera. La Verdad no lo es ninguna de las muchas iglesias cristianas existentes en el mundo. La Verdad en mayúscula es Jesús (Juan 14:6). Pues bien, este Jesús, por medio del Espíritu Santo y mediante la instrumentalidad de unos hombres escogidos, ha escrito el libro que se conoce como la Biblia. Si arrojamos a la cuneta los prejuicios  y lo abrimos encontraremos la respuesta al origen del mal que no puede encontrarse en ningún otro lugar. Descubriremos que el mal aparece antes de la creación del hombre con la rebelión contra Dios de Lucifer y de los ángeles que le siguieron. A estos rebeldes se les conoce con el nombre de Satanás y demonios que aparecen al inicio de la historia en el momento en que Satanás poseyendo a una serpiente tienta a Adán por medio de Eva  a rebelarse también contra Dios. La desobediencia de nuestro primer padre de quien descendemos, es la causa de que toda su descendencia nazca enemistada con Dios y el origen de la maldad en todos los seres humanos..
La primera manifestación del efecto Lucifer que menciona <b>Walter Oppenheimer</b> es el asesinato de Abel por su hermano Caín. Cuando se llega a la novena generación, la de Noé, así relata la Biblia lo que Dios contempla desde el cielo: “Y vio el Señor que la maldad  de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5). “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra” (vv.11, 12). Y Dios que vio que de entre toda la humanidad  solamente había ocho personas justas, Noé y sus tres hijos y sus esposas. Dios le dijo a Noé: “He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos y he aquí yo los destruiré con la tierra” (v.13). La sentencia fue el Diluvio Universal.
Cuando abrimos el periódico por la mañana, ¿qué leemos? Refriéndose  a las malas noticia que describen los medios de comunicación, Walter Oppenheimer, escribe: “¿Qué nos impulsa a cometer todos estos actos de violencia, tan diferentes entre sí pero con denominador común: Una persona aparentemente normal que se siente fuerte y ataca sin aparente motivo a otra que le parece más débil? Quizás sea consecuencia de lo que el filósofo norteamericano definió como el <i> efecto Lucifer</i>, la capacidad que tiene  el ser humano de comportarse de forma irracional, de pasar del bien al mal”. El <i> efecto Lucifer</i> es la consecuencia  de haber abandonado a Dios y de no tenerlo en cuenta en nuestro andar por este mundo. Desconocer el <i> efecto Lucifer</i> es la causa de que <b>Pilar Rahola</b> no supiese dar respuesta a los insistentes “¿por qué?” que le hacía su hijo y que nosotros tampoco lo sepamos”.
Octavi Pereña i Cortina


dilluns, 6 de maig del 2019


¿QUIÉN PERDONA LOS PECADOS?

<b >Para alcanzar una autentica paz de conciencia se tiene que tener la seguridad de que los pecados han sido perdonados</b>
“El Concilio de Trento se pronunció  contra los reformadores declarando que Cristo comunicó a los apóstoles y a sus legítimos sucesores la potestad de perdonar y retener los pecados con el propósito de que se reconciliasen nuevamente con Dios los fieles que cayeron en pecado después del bautismo. Este poder de perdonar pecados no abraza solamente el de predicar el Evangelio del perdón de los pecados, como era la interpretación que daban los reformadores, sino además la potestad de perdonar realmente los pecados” (Dz904.913).
El escándalo de la pederastia que  destapan los medios de comunicación que tienen fundamento ha obligado al papa Francisco a tomar medidas drásticas que en un principio solamente se aplicarán en el Vaticano. Al lado de los artículos de prensa se han añadido los viñetistas  en sus críticas a la Iglesia católica.
Accidentalmente cayó en mis manos un ejemplar del diario ARA en donde en la Contra aparece una viñeta de Farreres. El escenario es un monasterio, ¿una alusión al de Montserrat afectado también por la pederastia eclesiástica? En un segundo plano tres monjes escondidos detrás de una columna observan atentamente. En primer plano, quien debe ser el prior conversa con un matrimonio. El hombre muestra la foto de quien debe ser un obispo con un niño. El prior les dice: “La persona que ustedes acusan de estas cosas terribles murió hace tiempo en la paz del Señor”. El hombre responde: “Es lo que tiene de bueno esta religión: te arrepientes de todo en el último momento y quedas perdonado”. La mujer añade: “Después te pueden hacer santo”.
La Iglesia católica se equivocó cuando decidió rechazar el poder de perdonar los pecados únicamente  con la predicación del Evangelio que era la interpretación de los reformados añadiendo a ello la potestad de perdonar realmente los pecados. Empezando con Lutero que lo único que perseguía era la reforma de la Iglesia para llevarla a la sencillez evangélica. No lo consiguió Lutero como tampoco todos los intentos previos.  Hasta el día de hoy no ha empezado a reformarse. El concilio de Trento que definió el dogma católico cerró la puerta a la posibilidad de una auténtica reforma.
La Contrarreforma católica consistió en un maquillaje para mantener intacta la fuente de la corrupción denunciada por los reformadores debido a su  auto divinización al auto concederse el poder de perdonar realmente los pecados  que es una facultad exclusiva de Dios por la fe en el Nombre de su Hijo Jesús.
La decisión católica de seguir conservando el poder de perdonar realmente los pecados lo que consiguió fue empequeñecer a Dios y agigantar al hombre. Eso consiguió que en vez de edificar a los fieles sobre “el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien vosotros sois juntamente edificados  para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2: 20-22).
La Iglesia católica al dejar de edificarse sobre el cimiento de la Palabra de Dios representada en las enseñanzas proféticas y apostólicas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, lo hace sobre la arena. A pesar que la Iglesia católica alardea de ser una de las tres religiones monoteístas, de hecho es politeísta, pues con la multitud de santos y vírgenes que adoran, a Dios el Padre y su Hijo Jesucristo se han convertido en objetos  de mera decoración. Como dice Jesús una casa construida sobre un cimiento tan inestable como lo es el politeísmo no puede resistir los embates satánicos. La prueba de ello es la corrupción que aflora.
La Iglesia católica debería retornar a la enseñanza de los reformadores que no es otra cosa que enseñar  la Biblia que es la Palabra de Dios: Los pecadores son perdonados exclusivamente por la fe en el Nombre de Jesús. Si no lo hace, Dios seguirá siendo un Dios pequeño y el hombre  se hace grande al intentar usurpar el lugar que le corresponde a Él.
Enalteciendo el poder de Dios de perdonar el pecado, el salmista escribe: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia, conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más i más de mi maldad y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre presente delante de mí. Contra ti, contra ti sólo he pecado, y he hecho la malo delante de tus ojos. Para que sea reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre… Purifícame con hisopo y seré limpio, lávame y seré más blanco que la nieve” (Salmo51: 1-5,7).
Una iglesia que enseñe a sus feligreses a confesar sus pecados a Jesús para que se los perdone y camine en novedad de vida con el poder del Espíritu Santo, jamás será escarnecida  con viñetas del estilo mencionado en este escrito.
Octavi Pereña i Cortina



JEREMÍAS 36.2

Toma un rollo de libro, y escribe en él todas las cosas que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las naciones”
“Vino esta palabra del Señor a Jeremías diciendo” (v.1). ¿Qué le dice el señor al profeta? Que escriba todas las cosas que le ha dicho contra Israel y contra Judá y contra todas las naciones. ¿Es que el Señor se complace en hacer mal a las personas? ¿Es que el Señor está siempre airado contra los pecadores? De ninguna de las maneras. En el v.3 el Señor por la pluma del profeta expone el propósito que persigue de expresar su ira  contra Israel, Judá y todas las naciones. ¿Con qué finalidad? “Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se arrepientan cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado” (v.8).
La Biblia nos presenta a Dios en términos antropomórficos, es decir, como si fuera un ser humano con sentimientos. El ser humano es creación de Dios, hecho a imagen y semejanza suya, es decir santo. El pecado hiere la niña del ojo de Dios. Le duele. Sí, Dios sufre viendo que el pecado del hombre lo lleva a su eterna condenación. Con corazón dolorido nos hace llegar por medio de Jeremías lo que piensa hacer con nosotros. En el versículo 8 antes mencionado nos dice el Señor que gracias a la amenaza de castigo los receptores del mensaje se arrepentirán cada uno de su maldad y les perdonará su pecado. ¿Consigue el propósito la amenaza? Baruc, el escriba al servicio de Jeremías escribió en un pergamino las palabras que el profeta le dictaba  y las leyó al pueblo. Los funcionarios del rey se llevaron el pergamino y se lo leyeron. ¿Cómo reaccionó el monarca al oír el mensaje de Dios? El texto nos lo dice: “Cuando  Jehudá había oído tres o cuatro planas, lo rasgó el rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero había” (v.23). Sigue diciendo el texto: “Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas palabras” (v. 24). Al finalizar el período de gracia que el Señor les concede, se cumplió la sentencia. ¿Qué haremos nosotros con las palabras que Dios nos ha hablado? ¿Las echaremos simbólicamente en el fuego del brasero en señal de que no queremos saber nada de lo que Dios nos dice? Si es esta nuestra reacción, que no queremos saber nada de Dios, en su momento tendremos que oír de sus labios, aun cuando no nos va a gustar: “Echadlos al fuego eterno que quema y no consume.


ISAÍAS 55:7

“Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, del cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”
¿Por qué muchas personas no pueden llegar a entender que Dios existe y que no está ausente en medio de los graves problemas de toda índole que amenazan con destruirnos? ¿Por qué son tantas las personas que dicen que si Dios existe, por qué permite todas las crueldades que se cometen diariamente? ¿Por qué permite situaciones de dolor extremo? ¿Por qué consiente situaciones y más situaciones que nos hacen desgraciados? Ante todo tenemos que aceptar, si no lo hacemos, peor para nosotros, que todos los males que nos agobian son la consecuencia de que en Adán desobedecimos el mandato de Dios de no comer el fruto del árbol prohibido. Dios avisó de las consecuencias de la infracción. Desobedecimos y recogemos lo que hemos sembrado. Si sembramos vientos cosechamos tempestades. No tenemos derecho a quejarnos. En vez de reconocer nuestra transgresión airados alzamos los puños contra el cielo y vociferamos rencor contra Dios por lo que permite suceda.
El profeta como instrumento de la misericordia de Dios, una vez más invita al hombre al arrepentimiento: “Deje el impío su camino”, es decir, su comportamiento externo, el fruto de un corazón perverso. El profeta  como instrumento de Dios transmite el sentir de quien le ha enviado y no se queda en la periferia. Va a la raíz del problema del mal cuando escribe: “Y el hombre inicuo sus pensamientos”. ¿De dónde salen los pensamientos que se convierten en las crueldades que los medios de comunicación dan a conocer? Jesús dice que del corazón. ¿Qué dice la Biblia al respecto? “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4: 28). El autor del proverbio nos invita a que examinemos nuestro corazón. Hay maneras y maneras de hacer el examen. Si lo hacemos comparándonos con lo que hacen los otros lo exculparemos de pecado y no dudaremos en declararlo inocente. Si la comparación se hace con la Palabra de Dios, el resultado de la investigación será: CULPABLE. No habrá motivo de autocomplacencia, sino la imperiosa necesidad de arrepentimiento. Será entonces cuando la persona estará en condiciones de “volverse al Señor, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro que es amplio en perdonar”. Resultado: pecado perdonado y el goce de la paz de Dios que supera la comprensión humana.