dilluns, 10 de desembre del 2018


LEVÍTICO 10: 10

“Para poder discernir ente lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio”
El contexto tiene que ver con el fuego extraño que Nadab y Abiú, hijos de Aarón habían ofrecido sin estar autorizados a presentarlo. Puede ser que su pecado fuese motivado por el deseo de usurpar las funciones de sumo sacerdote que se mencionan en Éxodo 30: 7, 8). Los cargos eclesiásticos lo son por elección divina y que el Señor otorga los dones necesarios para que los electos puedan ejercerlos. Es función de las iglesias escoger a los hombres que Dios ha escogido con la dirección del Espíritu Santo.
El texto nos dice alguna cosa más respecto a que los pastores y maestros en las iglesias sean personas que sepan “discernir  entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio”: “Y el Señor habló a Aarón diciendo: Tú y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis, estatuto perpetuo será para vuestras generaciones” (vv 8,9). Cuando el Señor tuvo que advertir  a Aarón y a sus hijo que se abstuviesen de beber vino y sidra algún motivo tendría que tener al verse obligado a hacer semejante prohibición. Este aviso precede al versículo que encabeza este comentario, que dice: “para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio”. A la vista de que el mundo se ha infiltrado en las iglesias  y que haya pastores que no sepan discernir entre lo santo y lo profano es importante que los pastores, los maestros de escuela dominical y todos aquellos que tengan responsabilidades en sus respectivas iglesias prescindan del vino y de la sidra y de cualquier otro pecado que les impida saber discernir entre lo santo y lo profano, entre lo inmundo y lo limpio.
En las iglesias no falta el pecado de Acán, aquel hombre que “tomó del anatema” (Josué 7: 1), que permaneció oculto a los ojos dl pueblo, pero no a los de Dios. Debido a este pecado Israel sufrió una vergonzosa derrota. Dios guió a Josué a desenmascarar al culpable y a hacerlo morir por haber quebrantado el pacto. “Sed santos porque yo soy santo”. ¿Cómo podrá andar la iglesia santamente si quienes deben ser santos no lo son? Aun cuando la congregación lo desconozca, las enseñanzas que imparten estos impostores carecen del poder de Dios para despertar en los feligreses el deseo de andar santamente.
Quiera el Señor despertar en los cristianos el anhelo de santidad y el ansia ferviente de orar intercediendo a favor de sus pastores y maestros para que sean verdaderos hombres y mujeres de Dios, capacitados para “discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio.


PROVERBIOS 21: 2

“Todo camino del hombre es recto en su opinión, pero el Señor pesa los corazones”
El profeta Jeremías hace esta pregunta: “Engañoso es el corazón mas que todas las cosas, y perverso, ¿quién lo conocerá?”  (17: 9). ¿Por qué dice el profeta que el corazón del hombre es más engañoso que todas las cosas? La explicación es bien sencilla: El corazón del hombre natural, es decir no regenerado, no convertido a Jesús, está guiado por Satanás que es el padre de la mentira y engaña a sus dominados haciéndoles creer lo que no son. Cada día vemos en la televisión o leemos en los periódicos noticias escalofriantes que ponen al descubierto la perversidad humana. Los políticos para esconder sus fracasos lanzan mensajes cargados de odio contra minorías étnicas, nacionales, responsabilizándolas de los problemas que no saben resolver  por vías pacíficas. La justicia se vende a los poderes fácticos. A pesar de ello se afirma que el hombre es bueno. ¿A qué se debe esa afirmación? Sencillamente porque el diablo les hace creer que son buenas personas. Haciendo una aplicación de la parábola de la mota en el ojo ajeno y la biga en el propio, podemos afirmar que vemos la maldad en los demás e ignoramos la perversidad propia.
Podemos creer que somos buenas personas, pero, ¿qué piensa Dios de nosotros? Según el proverbio que comentamos “el Señor pesa los corazones”. ¿Qué medida emplea el Señor para pesar la calidad moral de nuestros corazones? SU PALABRA y, ¿cómo puede el hombre adquirir un conocimiento correcto Dios. Cuando por fe depositamos los ojos en Dios y contemplamos su gloriosa santidad solamente podemos reaccionar de la manera que lo hizo el profeta Isaías al contemplar la gloria del eterno: “¡Ay me mí! Que soy muerto, porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos” (6:1).
A partir del momento que por fe en Jesús que murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación, adquirimos una opinión correcta de nuestro corazón. A Isaías, uno de los serafines que vio en la visión tomó con unas tenazas un carbón encendido del altar y lo aplicó a sus labios, diciéndole: “He aquí que esto tocó tus labios y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado” (6:7). Nosotros cuando contemplamos la gloria de Dios revelada en su Palabra solamente podremos exclamar: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte”? (Romanos 7:24). Isaías simbólicamente fue purificado con el carbón encendido que tocó sus labios, nosotros lo somos efectivamente por “la sangre de Jesucristo (el Hijo de Dios que) nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1: 7).



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