dilluns, 31 de desembre del 2018


¡AGUA VIVA!

<b>Sin agua la tierra se convierte en un desierto. Sin Jesús que es el agua viva el alma perece abrasada de sed</b>
“Vivimos bajo el yugo de la aceleración, es el hado de nuestro tiempo y nadie se escapa. Mucha parte de nuestra insatisfacción  no es hija de una infancia desdichada, sino de un correr hacia ningún lugar”(<b>Luciano Concheiro</b>, historiador, sociólogo, filósofo).
Este correr hacia ningún lugar nos conduce hacia el materialismo que momentáneamente nos hace ver un espejismo de ilusión. El agua salada que es el materialismo hace sentir más sed a quien la bebe, es más, la incrementa despiadamente. De la misma manera que el agua salada que bebe el náufrago le produce una sed abrasadora que acaba matándolo con mucho dolor, la sed que provoca el materialismo mata al sediento rodeado de bienes y posesiones.
La actitud del materialista es parecida a la de aquel esqueleto que en la mazmorra del castillo de la madrastra de Blancanieves, alguien fallece detrás de la reja con el brazo extendido en el intento de alcanzar una jarra de agua fuera del alcance de su mano. Los materialistas son cadáveres vivientes que perecen buscando donde no se debe el agua viva que satisfará  los anhelos del alma.
El espíritu del materialismo lo describe muy bien <b>Tim Cook</b>, consejero delegado d’Apple, cuando dice: “Con el iPhone7 te damos cosas sin las cuales no puedes vivir y que hoy no sabes que las necesitas”. “No importa lo que se tenga”, alguien ha dicho, “nunca se tiene suficiente. Es un fenómeno que alguien denomina la ley de la <i>muñeca Barbie</b>. Los accesorios que se consideran opcionales se hacen imprescindibles creando necesidades que antes no se habían tenido”
<b>Josep Fita</b> bautiza la pasión por las novedades con la palabra <i>neofilia</i> y dice: “No se trata de una enfermedad. Mas bien es una tendencia desmesurada, casi obsesiva, para tener siempre lo más nuevo del mercado”. Alguien, en tono irónico ha dicho que se ha puesto de moda la compra de trasteros para ir a vivir porque los pisos, especialmente por Navidad contienen tantas cosas que no se cabe. Este pensamiento puede hacernos sonreír. De hecho, anuncia el funeral de la felicidad.
<b>Joani Yoder</b> explica su experiencia: ”Entonces, un día, el Espíritu de Dios abrió mis ojos con una perturbadora revelación: El materialismo no consiste necesariamente en tener cosas, también en desear. ¡Fui culpable de materialismo! Dios me hizo ver mi descontento por esto: ¡Un ídolo en mi corazón! Aquel día me arrepentí de aquel sutil pecado. Dios volvió a entronizarse en mi corazón como su trono correcto. No hace falta decirte que le siguió un gozo intenso, no basado en cosas, sino en Él”
El agua salda que da a beber el materialismo impulsa a buscar agua potable sea como sea y esté en donde esté. Esta búsqueda desesperada hace que las personas se lancen en los brazos de las llamadas nuevas religiones, que son las de siempre con nombres nuevos. Huyen de las llamas y se lanzan en las brasas. La situación empeora porque el materialismo sea cual sea la forma que adopte, siempre degrada.
El sexo está incluido en el paquete de las obsesiones materialistas de hoy. A quienes lo practican de manera pecaminosa les crea una sed insaciable, dejándoles la boca reseca y agrietada como si fuese tierra yerma.
Era mediodía. Jesús fatigado por la caminata se sienta al lado de un pozo. Está solo. Sus discípulos han ido al pueblo a comprar víveres. En esto una samaritana se acerca al pozo a sacar agua. Jesús le pide que le dé de beber. Esto sirve para iniciar una conversación que va del agua del pozo al agua espiritual. Jesús le habla del agua viva. La mujer le pegunta. “¿Dónde tienes esta agua viva?” Refiriéndose Jesús al agua del pozo que puede sr un símbolo del materialismo sexual, le dice: “Cualquiera que beba de esta agua volverá a tener sed, mas el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4: 13,14). La mujer que es muy práctica ve en el agua que le ofrece Jesús la manera de evitar el agobio, evitar tener que ir al pozo y cargar a cuestas el cántaro lleno de agua. Le dice. “Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla” (v.15). A la mujer se le despierta el deseo el agua viva, el líquido elemento que sacia definitivamente la sed. Pero no entiende que Jesús no se refiere al agua del pozo, sino a Él mismo que es el agua que sacia definitivamente la sed del alma. Existe una causa que provoca la sed espiritual. En el caso de la samaritana el ídolo del materialismo sexual. Sed que no puede saciarse con el agua del pozo.
Jesús le dice a la mujer: “Ve, llama a tu marido, y ven acá”. La mujer le responde: “No tengo marido”. Jesús la responde: “Bien has dicho: No tengo marido, porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido, en esto has dicho verdad” (vv.16-18).
El materialismo como muy bien ha dicho <b>Joani Yoder</b> “no consiste necesariamente en tener cosas, también es desear”. En el momento en que el Espíritu de Dios le hizo ver que la causa de su desencanto era “un ídolo en mi corazón”, un gozo intenso invadió su corazón. La sed de su alma desapareció. El ídolo de la samaritana era el sexo. Descubrirlo le hizo exclamar: “Señor, me parece que eres profeta” (v. 15). Para poder beber el agua viva que ofrece Jesús que dentro de la persona se convierte “en una fuente de agua que salta para vida eterna” se debe confesar el ídolo que se esconde dentro del corazón, que es el causante de que el grifo del que mana el agua viva permanezca cerrado
Octavi Pereña i Cortina



dilluns, 24 de desembre del 2018


HECHOS 7: 9

“Y los patriarcas movidos por envidia, vendieron a José para Egipto, pero Dios estaba con él”
José puede servirnos de modelo de adolescente a quien imitar: Obediente a su padre hasta el punto que le costó perder su libertad al ser vendido por sus hermanos a unos mercaderes que iban a Egipto. ¡Cuánto tienen que aprender los adolescentes actuales en obedecer a sus padres! En otro aspecto en que José es un modelo para los adolescentes es el sexual. Quienes conocemos algo de la Biblia sabemos de ello porque el texto sagrado nos describe su reacción ante la propuesta de la mujer de Potifar, su señor, de dormir con ella: “No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto eres su mujer, ¿cómo, pues, haría yo este grane mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis 39: 9).
Por la envidia de sus hermanos José se convierte en esclavo de Potifar. Estaba muy bien considerado pero no dejaba de ser un esclavo perdido de libertad. La mujer de Potifar lo tienta. Si hubiese accedido a su capricho libidinoso habría obtenido su favor y su situación habría mejorado mucho. Pero José sabe que Dios existe y que no es un invento de los sacerdotes para subyugar al pueblo. A pesar de que aparentemente le había olvidado y abandonado a su suerte, su fe en Él permanece viva, ¿cómo podría cometer el pecado de fornicación contra Dios?, se dice. Es muy posible que se hiciese la pegunta de si valía la pena o no pecar para vivir mejor. Pienso que en el caso de José bien se merece aplicar la decisión de Moisés de rehusar ser llamado hijo de la hija de Faraón, “escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” (Haberos 11: 25). Por la obediencia a Dios  y el hacer caso Potifar a la mentira de su mujer, José fue enviado a la cárcel, pero, “Dios estaba con él”. En las circunstancias más desfavorables Dios está con su pueblo. Es muy confortante saber los que sufren, que en la adversidad el Señor es su consuelo tan profundo que el consuelo humano no es nada comparado con el de Él. La presencia de Dios llega a lo más profundo del alma, calmando la tempestad que ruge en ella. La paz del Señor está fuera de la comprensión humana y, aun no siendo lógica, allí está presente.  Es la promesa de Jesús: “La paz os dejo, mi paz os doy, yo no la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14. 27).
Si por algún motivo sufre el lector, no se turbe tu corazón. Si has creído en Jesús como tu único y suficiente Salvador, el Señor está contigo. Su paz te será dada abundantemente en medio de la tribulación.


LUCAS 16:31

“Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantase de los muertos”
La parábola del rico y Lázaro no puede interpretarse en el sentido de que el rico se condenó por ser rico y lázaro se salvó por su pobreza. Son muchos los pobres que no son “pobres en espíritu”. Además la Biblia nos cita a diversas personas que eran muy ricas y que eran salvas. Abraham, el padre de la fe es uno de ellos.
Quisiera centrarme en el hombre rico de la parábola, la persona a la que el amor al dinero la condujo a la muerte eterna. El rico, hoy “se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez” (v.19). La riqueza de este hombre contrasta con la pobreza de Lázaro “que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse con las migajas que caían de la mesa del rico, y aun los perros venían, y lamian las llagas” (vv. 20,21). Como sucede a todo mortal ambos hombres murieron. El pobre “fue llevado por los ángeles al seno de Abraham” (v. 22). Nos podemos imaginar que el entierro de Lázaro fue de lo más sencillo, pero, ¡qué honra que su alma fuese transportada en la presencia de Dios por los ángeles! Del rico el texto simplemente dice “y fue sepultado” (v.22). Honores humanos los que quiera el lector imaginar. El viaje a la condenación eterna solo, sin que nadie le acompañase y que le impartiese un poco de gozo. Muchas lloronas le acompañaron en el sepelio. Los ilustres de la ciudad dieron lustre a la comitiva. Mucho esplendor pero el rico emprendió en solitario el  camino a la condenación eterna. No tardó ni un segundo en abrir “sus ojos estando en tormentos”   (v. 23). ¡De qué le sirvieron sus riquezas si con ellas no pudo comprar la salvación de su alma! ¡Que aprendan la lección quienes confían en el perdón eclesial y que sus donativos van a comprar su salvación!
La parábola del rico y Lázaro es un aviso para los ricos de hoy que todavía tienen tiempo de rectificar. Hoy se dan muchos ricos  como el rico de la parábola. Amasan fortunas. En las puertas de sus casas muchos Lázaros están echados comiendo las migajas que caen de sus deslumbrantes banquetes. A cada uno de ellos Dios les dice: “Necio”, resonará en sus oídos en el momento en que van a iniciar el viaje a la condenación eterna. “Esta noche  vienen a pedirte tu alma, y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” (Lucas 12: 20,21). El  Abraham de la parábola le dice al rico que le suplicaba “que mojase la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama”    (v. 24): “Hijo acuérdate que recibiste bienes en tu vida, y Lázaro también males, pero ahora éste está consolado aquí, y tú atormentado” (v.25). La Biblia es la Verdad de Dios, que al lector no le caiga en saco roto la enseñanza de la salvación y condenación eterna. Es un tema muy importante como para dejar para mañana meditar en él. Hoy es el día de la salvación, mañana tal vez no habrá lugar para creer.


dilluns, 17 de desembre del 2018


MISA O CULTO

<b>Los periodistas al informar sobre noticies cristianes deberían saber la diferencia existente entre misa católica y culto evangélico</b>
<b>Pilar Rahola</b> en su escrito <i>una historia</i> (La Vanguardia 28/11/2018), relata la historia de una familia armenia que lleva nueve años residiendo en Holanda a la que el gobierno le niega conceder asilo político. La familia <b>Tamrezyan</b> ha encontrado protección en la iglesia evangélica Bethel. Su pastor <b>Theo Hettema</b> tuvo la idea que compartió con la congregación en el primer culto que celebró: “Ninguna iglesia no tendría que escoger entre el respeto a la ley y el respeto a la dignidad humana”. Según la periodista “la policía holandesa no puede entrar en un lugar de culto mientras se celebran los oficios”.
Para no infringir la ley y con el propósito de proteger a la familia <b>Tamrezyan</b>, el 26 de octubre de 2018 más de 300 pastores convinieron en hacer turnos con la finalidad de celebrar cultos ininterrumpidos y así impedir que la policía entre en la capilla de la iglesia Bethel. <b>Rahola</b> finaliza su escrito con estas palabras: Goethe decía que los pecados escriben la historia, pero que la bondad es silenciosa. Afortunadamente esta vez ha hecho ruido”. Pidamos al señor que la bondad haga ruido más a menudo y así neutralizar el escándalo de la maldad. Ante el drama humano que representa la migración y la ineficacia europea de darle solución es reconfortante conocer historias de cómo la población se las ingenia para proteger a emigrantes del peligro de ser deportados.
Cito el relato que <b>Pilar Rahola</b> hace de la familia <b>Tamrezyan</b> porque la conocida periodista confunde culto evangélico  por  misa católica. Cada vez que menciona el oficio evangélico que los evangélicos denominan <i>culto</i> lo sustituye por <i>misa</i>. Hace unos años que el “Defensor del Lector” de La Vanguardia trató este tema debido a la denuncia de un pastor protestante. Pienso que los periodistas que desconocen las peculiaridades evangélicas pueden cometer el error de confundir “culto” por “misa”. Pienso que es muy difícil de digerir que esa confusión la tenga una periodista tan curtida como lo es <b>Pilar Rahola</b> que además ha investigado el cristianismo. Si en el escrito que menciono su autora hubiese utilizado una sola vez la palabra “misa” por “culto” al referirse a los cultos evangélicos uno podría pensar que ha sido un lapsus. Que lo haga cinco veces es un error inconcebible en una periodista de la categoría de <b>Pilar Rahola</b>. Me acojo al error garrafal cometido por la prestigiosa periodista para intentar hacer un boceto de la diferencia que existe entre misa católica y culto evangélico.
El Concilio de Trento  declara que la misa es la Santa Cena instituida por Jesús, la repetición del sacrificio de Jesús en la cruz, un verdadero sacrificio propiciatorio por los vivos y los muertos. Es decir, la misa, por un poder auto otorgado por la clerecía católica, el cura cuando celebra la misa, en la consagración del pan y del vino convierte los dos elementos  en el verdadero cuerpo y sangre que Jesús ofreció en la cruz para salvación del pueblo de Dios, que es lo que significa el Nombre Jesús (Mateo 1: 21). En la misa el protagonista es el sacerdote. Solamente varones ordenados pueden celebrarla.
La centralidad del culto evangélico es la predicación. En  las iglesias evangélicas no hay altar en que celebrar sacrificios aun cuando sean incruentos. El pastor cuando sube al púlpito no lo hace como si fuese un súper hombre dotado de poderes especiales, sino como pecador salvado por la sangre de Jesús que se limita a exponer el Evangelio sin poner ni quitar nada de su contenido, según la capacidad que le concede el Espíritu Santo. La centralidad del culto evangélico no recae en la supuesta repetición del sacrificio incruento de Jesús, sino en el anuncio de que Jesús murió y resucito para salvación de los pecadores. Cuando la iglesia local se reúne para celebrar la Santa Cena, el pastor que la preside lo hace como delegado de la iglesia que lo ha escogido para serlo, recordándoles que “cada vez que comáis este pan y bebáis de esta copa anunciáis la muerte del Señor hasta que vuelva” (1 Corintios 11: 26). La celebración de la Santa Cena se hace con las dos especies: pan y vino, a disposición de todos los presentes con derecho a participar. La Santa Cena evangélica tiene dos objetivos, que los participantes por fe miren al Calvario y al mismo tiempo lo hagan al futuro viendo al Jesús glorioso venir a buscarlos.
¿De qué sirve a los feligreses católicos participar maquinalmente del supuesto sacrificio incruento de Jesús en que creen, si no tienen la esperanza que en el día de la resurrección Jesús los vendrá a buscar para pasar toda la eternidad en el lugar que ahora está preparando para su pueblo en el Reino de Dios eterno?
Octavi Pereña i Cortina



dilluns, 10 de desembre del 2018


LEVÍTICO 10: 10

“Para poder discernir ente lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio”
El contexto tiene que ver con el fuego extraño que Nadab y Abiú, hijos de Aarón habían ofrecido sin estar autorizados a presentarlo. Puede ser que su pecado fuese motivado por el deseo de usurpar las funciones de sumo sacerdote que se mencionan en Éxodo 30: 7, 8). Los cargos eclesiásticos lo son por elección divina y que el Señor otorga los dones necesarios para que los electos puedan ejercerlos. Es función de las iglesias escoger a los hombres que Dios ha escogido con la dirección del Espíritu Santo.
El texto nos dice alguna cosa más respecto a que los pastores y maestros en las iglesias sean personas que sepan “discernir  entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio”: “Y el Señor habló a Aarón diciendo: Tú y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis, estatuto perpetuo será para vuestras generaciones” (vv 8,9). Cuando el Señor tuvo que advertir  a Aarón y a sus hijo que se abstuviesen de beber vino y sidra algún motivo tendría que tener al verse obligado a hacer semejante prohibición. Este aviso precede al versículo que encabeza este comentario, que dice: “para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio”. A la vista de que el mundo se ha infiltrado en las iglesias  y que haya pastores que no sepan discernir entre lo santo y lo profano es importante que los pastores, los maestros de escuela dominical y todos aquellos que tengan responsabilidades en sus respectivas iglesias prescindan del vino y de la sidra y de cualquier otro pecado que les impida saber discernir entre lo santo y lo profano, entre lo inmundo y lo limpio.
En las iglesias no falta el pecado de Acán, aquel hombre que “tomó del anatema” (Josué 7: 1), que permaneció oculto a los ojos dl pueblo, pero no a los de Dios. Debido a este pecado Israel sufrió una vergonzosa derrota. Dios guió a Josué a desenmascarar al culpable y a hacerlo morir por haber quebrantado el pacto. “Sed santos porque yo soy santo”. ¿Cómo podrá andar la iglesia santamente si quienes deben ser santos no lo son? Aun cuando la congregación lo desconozca, las enseñanzas que imparten estos impostores carecen del poder de Dios para despertar en los feligreses el deseo de andar santamente.
Quiera el Señor despertar en los cristianos el anhelo de santidad y el ansia ferviente de orar intercediendo a favor de sus pastores y maestros para que sean verdaderos hombres y mujeres de Dios, capacitados para “discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio.


PROVERBIOS 21: 2

“Todo camino del hombre es recto en su opinión, pero el Señor pesa los corazones”
El profeta Jeremías hace esta pregunta: “Engañoso es el corazón mas que todas las cosas, y perverso, ¿quién lo conocerá?”  (17: 9). ¿Por qué dice el profeta que el corazón del hombre es más engañoso que todas las cosas? La explicación es bien sencilla: El corazón del hombre natural, es decir no regenerado, no convertido a Jesús, está guiado por Satanás que es el padre de la mentira y engaña a sus dominados haciéndoles creer lo que no son. Cada día vemos en la televisión o leemos en los periódicos noticias escalofriantes que ponen al descubierto la perversidad humana. Los políticos para esconder sus fracasos lanzan mensajes cargados de odio contra minorías étnicas, nacionales, responsabilizándolas de los problemas que no saben resolver  por vías pacíficas. La justicia se vende a los poderes fácticos. A pesar de ello se afirma que el hombre es bueno. ¿A qué se debe esa afirmación? Sencillamente porque el diablo les hace creer que son buenas personas. Haciendo una aplicación de la parábola de la mota en el ojo ajeno y la biga en el propio, podemos afirmar que vemos la maldad en los demás e ignoramos la perversidad propia.
Podemos creer que somos buenas personas, pero, ¿qué piensa Dios de nosotros? Según el proverbio que comentamos “el Señor pesa los corazones”. ¿Qué medida emplea el Señor para pesar la calidad moral de nuestros corazones? SU PALABRA y, ¿cómo puede el hombre adquirir un conocimiento correcto Dios. Cuando por fe depositamos los ojos en Dios y contemplamos su gloriosa santidad solamente podemos reaccionar de la manera que lo hizo el profeta Isaías al contemplar la gloria del eterno: “¡Ay me mí! Que soy muerto, porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos” (6:1).
A partir del momento que por fe en Jesús que murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación, adquirimos una opinión correcta de nuestro corazón. A Isaías, uno de los serafines que vio en la visión tomó con unas tenazas un carbón encendido del altar y lo aplicó a sus labios, diciéndole: “He aquí que esto tocó tus labios y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado” (6:7). Nosotros cuando contemplamos la gloria de Dios revelada en su Palabra solamente podremos exclamar: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte”? (Romanos 7:24). Isaías simbólicamente fue purificado con el carbón encendido que tocó sus labios, nosotros lo somos efectivamente por “la sangre de Jesucristo (el Hijo de Dios que) nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1: 7).




POLITICOS SIN ÉTICA

<b>Ética sin virtud es un cero a la izquierda</b>
¿Es posible la buena política sin ética? Rotundamente no. La buena política está cimentada en los valores. Si estos no existen, la política se hunde como lo pone de relieve la situación actual.
<b>Jesús Parra Montero</b>, catedrático de filosofía hace esta reflexión: “Cuando uno ve a los líderes de los partidos, pavonearse rodeados de sus “cortesanos”, esos que añoran las migajas del poder que el líder reparte, me viene a la memoria ese   refrán de que <i>los árboles no dejan ver el bosque</i>, el bosque es la realidad y los árboles aquellos cortesanos que, sin objetividad y crítica alguna,  adulan y ocultan la verdad de los errores que comete. Se identifica como <i>síndrome de La Moncloa o del poder</i>. Lo más inteligente para un político de ética democrática es identificar los árboles que no le permiten ver el bosque (la realidad) y despedirlos: a él le iría mejor y a los ciudadanos, también”. <b>Jesús Parra</b> hace resaltar la importancia que tienen los consejeros para el gobernante. “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo, mas en la multitud de consejeros hay seguridad” (Proverbios 11: 14). “Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo, mas en la multitud de consejeros se afirman” (Proverbios 15:22).
Roboam, hijo de Salomón, cuando se sentó en el trono de Israel pidió consejo a los consejeros que había tenido su padre. No atendió al buen consejo que le dieron y que habría servido para la prosperidad del reino. Fue a buscarlo en sus compañeros de farra que le aconsejaron mal con el resultado que 10 de las 12 tribus se marcharon creándose el nuevo reino de Israel. Los consejeros son muy importantes, pero es esencial que los gobernantes tengan la sensibilidad de hacerse suyos los buenos consejos que hacen prosperar a la nación y rechazar los que llevan a su ruina. Los gobernantes son responsables de las decisiones que toman, sean acertadas o equivocadas. Han de ser sensibles a la buena ética. Aristóteles con muy buen criterio escribió: “No se enseña ética para saber lo que es la virtud, sino para ser virtuosos”. Existe una distancia abismal entre saber lo que es la virtud y ser virtuoso. Son muchos quienes se deleitan leyendo los sabios consejos que dan los filósofos clásicos y modernos: ¿Dónde está la virtud?
Alguien ha escrito: “Vivimos en una época de disciplina, cultura y civilización, pero no en una época de moralidad. El estado actual de las cosas, se puede decir que aumenta la felicidad de las personas, pero también su infelicidad. ¿Cómo puede ser feliz la gente, si no está educad para alcanzar una moral elevada? Su sabiduría no aumenta”.
La moral elevada, la virtud de los clásicos, no se consigue por medio de la razón sino por la fe en el Dios único y verdadero  y en su Hijo Jesús, que no es de fabricación humana sino regalo de Dios. Toni Batllori en una viñeta en donde un periodista micrófono en mano pregunta a un candidato a la presidencia: “¿Todo se vale, Sr. Candidato?” el candidato anónimo responde: “Por ejemplo: la verdad, la coherencia y la honestidad no valen. Solamente vale lo que sirve para ganar votos”. Esa es la política con la que muchos políticos pretenden gobernar. Como España carece de buenos líderes. la política se encuentra en el estado lastimoso n que se halla. Nuestros políticos carecen de buena ética, ¿dónde encontrarla para hacer grande a la Nación?
El cimiento de la ética se encuentra en Dios que a lo largo de los siglos se ha dado a conocer por medio de  los profetas y en el cumplimiento del tiempo en la persona de Jesús que una vez resucitado y antes de ascender a los cielos dejó a sus seguidores el encargo de ir a “todos los pueblos enseñándoles a guardar  todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28: 19,20). El hecho de que la banalización de la política esté tan generalizada es síntoma de que nos encontramos en la época pos cristiana. En eso es responsable la Iglesia en su diversidad confesional que en vez de predicar el Evangelio anuncia otro evangelio que nada tiene que ver con el auténtico. El Evangelio es las buenas noticias de salvación para todos aquellos que,  conscientes o no, son como ovejas que no tienen pastor andando por este mundo convertido en desierto inhóspito, asediados por bestias feroces que lentamente van acabando con nosotros. Si el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo no es íntegramente anunciado no debe extrañarnos que debido a esa adulteración la virtud desaparezca de la ciudadanía y que la política sea un escándalo. En líneas generales la Iglesia “rehúye anunciar todo el consejo de Dios” (Hechos 20: 27). Por falta de conocimiento de “todo el consejo de Dios” el incivismo creciente y   la pésima política tan generalizada de nuestro tiempo sea la consecuencia.
En estos tiempos de tanta violencia ciudadana y confusión política la Iglesia debería hacerse suya la exhortación del apóstol Pablo: “Porque todo aquel que invoque el Nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo pues invocarán  a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10: 13-15). Una Iglesia temerosa de Dios alejada de connivencias políticas es lo que la política necesita para su regeneración.
Octavi Pereña i Cortina


dimarts, 4 de desembre del 2018


CIUDADES INTELIGENTES

<b>El paraíso perdido no lo recuperarán las ciudades inteligentes</b>
Encima de las mesas de los despachos de los departamentos técnicos de los ayuntamientos de las grandes ciudades se amontonan proyectos para construir <i>Smart Cities</i>, Ciudades Inteligentes que confiando en las nuevas tecnologías dicen que humanizarán las ciudades. Barcelona, durante el mes de noviembre de 2018 ha acogido una nueva edición de la Cimera internacional de Metrópolis Inteligentes. Unos eslóganes que han trascendido durante la Cimera: “Soluciones <i>Smart</i> para más ciudades más habitables. “Una necesidad dl siglo XXI: crear comunidad. “Las grandes ciudades apuestan incorporar soluciones tecnológicas que facilitan el día a día y fomenten las participación y el intercambio entre los ciudadanos”. ¿Se alcanzarán estos objetivos?
Para diseñar ciudades inteligentes se necesita situar sensores en diversos lugares de las ciudades. La información que recogen se envía a un centro de control des de donde se da respuesta coordinada que da soluciones inteligentes según las necesidades del momento.
Desde el punto de vista social una buena aplicación de las nuevas tecnologías podrá hacer que las ciudades sean más cómodas. La diversidad de electrodomésticos ha hecho más confortables los hogares. ¿Han conseguido que las familias sean más felices? ¡Cuánta violencia no se fragua  en los hogares? Relaciones conyugales pésimas. Abismo generacional. Los hijos padeciendo acoso incluso estando en la cama gracias a las nuevas tecnologías. Y otros muchos inconvenientes familiares que hacen que los electrodomésticos no incorporen la felicidad en los hogares. La comodidad que indiscutiblemente proporcionan los electrodomésticos no impide que el malestar más o menos grave exista entre los miembros de las familias.
La paulatina incorporación de las nuevas tecnologías en las ciudades hará posible que el desplazamiento sea más ágil. ¿Las hará más habitables? La mayoría de las personas que tienen perros no enseñan a sus mascotas  a ser <i>educadas</i>. Los tirones de bolsos seguirán dándose con el riesgo de producirse daños personales. Loa robos en domicilios no se acabarán. El incivismo público permanecerá. Si nos limitamos al incivismo en la circulación siempre habrá conductores que no respetarán la preferencia peatonal en los lugares señalados. ¿Qué tenemos que decir de las bicicletas y los patinetes eléctricos que invaden las aceras y que en ocasiones atentan contra la integridad física de los peatones?
Bienvenido sea el progreso tecnológico que hace la vida más cómoda. Priorizando el bienestar físico nos hemos olvidado que el ser humano se ha convertido en un depredador de su propia especie. Se ha transformado en un ser insaciable que le hace despreocupado de conservar la salud del planeta Tierra. Para satisfacer a su ego se ha convertido en caudillo del despilfarro. Antes debe humanizarse el ser humano si es que de verdad se quiere que los hogares y las ciudades se conviertan en lugares que sean más habitables. Los técnicos que trabajan en hacer más inteligentes las ciudades midiendo los niveles de comodidad, ¿se han peguntado porqué el hombre se comporta de la manera como lo hace restringiendo la buena convivencia? Debería darse respuesta a esta pregunta.
Aunque  el hecho sucedió hace seis o siete mil años, las consecuencias perduran hoy. Adán representando toda la humanidad pecó y el resultado fue que Dios maldijo la tierra en estos términos: “Y al hombre le dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol que te mandé diciendo: No comerás de él, maldita será la tierra por tu causa, con dolor comerás todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado, pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3: 17-19). Este breve texto describe todo lo que nos ocurre y lo que seguirá pasando hasta que no se restauren “el cielo nuevo  y la tierra nueva” Apocalipsis 21:1), que sucederá en la venida gloriosa de Jesús al fin del tiempo, el día de la resurrección. Mientras no llegue este día la lucha por la existencia será difícil. Por más que se afane el hombre, los espinos y los cardos seguirán creciendo ufanos sin necesidad de cultivarlos y el sudor del rostro persistirá en hacer enojosa toda actividad humana. El Roto en una de sus viñetas muestra a un hombre inclinado al suelo con una azada en la mano cultivando el campo. A la ilustración le acompaña este texto: “Herbicidas, insecticidas, pesticidas, nitratos, plásticos, transgénicos…Trabajo en un campo de minas”. El Roto describe las consecuencias de la maldición sin aportar solución. A corto plazo tampoco la ofrece el Evangelio. Pero el Evangelio muestra esperanza a quienes creen en Jesús al prometerles vida eterna y un lugar en la ciudad celestial en donde vivirán eternamente y en donde “no habrá más maldición” (Apocalipsis 22.3).Cuando la promesa se haya cumplido “un cielo nuevo y una tierra nueva” será el escenario en donde se “enjugará toda lágrima de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor ni dolor” (v.4). El derecho de residencia en la Nueva Jerusalén es exclusivo de quienes viviendo hoy en una tierra maldecida creen que Jesús es el Salvador anunciado al inicio de la Historia” (Génesis 3: 15).
Octavi Pereña i Cortina

dilluns, 3 de desembre del 2018


SALMO 118:6

“El Señor está conmigo, no temeré lo que me pueda hacer el hombre”
El salmo 118 comienza con esta declaración: “Alabad al Señor porque Él es bueno, porque para siempre es su misericordia”. El salmista mantiene una relación íntima con el Señor. No forma parte del grupo de cristianos denominados “domingueros” que en el día del Señor participan en los cultos por costumbre y que creen que por su asistencia ausente en los cultos ya han cumplido con el precepto dominical. Este grupo de cristianos es el que de labios honran al Señor pero sus corazones están lejos de Él. El salmista no comparte con ellos su religiosidad.
El salmista es una persona normal que como todas las personas normales atraviesa también días malos. ¿Cómo reacciona ante tales situaciones? “Los creyentes no practicantes” reaccionan ante los días malos con quejas, lamentaciones, rebeldía y en consecuencia con síntomas de estrés que tienen que combatir con pastillas. El salmista responde con confianza en el Señor en el día malo porque es su Ayudador. Afirma: “El Señor está conmigo entre los que me ayudan. Por tanto yo miraré triunfante a los que me aborrecen” (v. 7). Los que le aborrecen porque aborrecen al Señor reaccionan de maneras que acreditan la ausencia que en ellos hay de fe en el Señor. El salmista ante la adversidad reacciona con calma, manifestando la paz de Dios que sobrepasa la comprensión humana. Sin estridencias denuncia a sus enemigos la victoria alcanzad con la ayuda del Señor.
“Mejor es confiar en el Señor que confiar en el hombre. Mejor es confiar en el Señor que confiar en príncipes” (vv.8,9). En nuestro andar por este mundo se levantan dificultades mil. Existen dos maneras de enfrentarse a ellas. La una es confiar en el hombre y en los poderes de este mundo. El resultado es el fracaso porque aun cuando pueda tener la apariencia de ser un Sansón lo cierto que es un ser débil necesitado de ayuda. La ayuda que el hombre pueda prestar es nula. La otra es confiar en el Todopoderoso, el Creador de todo lo existente que “da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán, y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán” (Isaías 40:29-31). En palabras de Jesús: “Venid  a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11: 28). El cansancio que debe preocuparnos no es el físico que desaparece con una noche de dormir reparados. Lo que sí debe ser motivo de nuestra preocupación es la fatiga crónica que tiene que ver con el alma cargada de pecado. La sangre de Jesús borra todo vestigio de pecado y con el salmista puede cantar una alabanza al Salvador: Alaba al Señor porque es bueno contigo.


PROVERBIOS 17: 3

“El crisol para la plata y el horno para el oro, pero el Señor prueba los corazones”
Cuando Adán pecó Dios maldijo a la tierra por su culpa. Aun cuando es cierto que proveyó para que se pudiera recuperar el paraíso perdido en el día final cuando Jesús en su gloria venga para instaurar el Reino de Dios eterno en donde no habrá dolor ni muerte y nada injusto tendrá cabida en él, lo cierto es que la tierra sigue maldecida y  continua produciendo cardos y espinos y que debe cuidarse con el sudor de la frente. El Roto en una de sus viñetas presenta a un hombre encorvado con una azada en la mano trabajando la finca. La imagen va acompañada de este texto: “Herbecidas, insecticidas, pesticidas, nitratos, plásticos, transgénicos…¡Trabajando un campo de minas!” El Roto describe la maldición que pesa sobre la tierra a pesar de que es muy posible que ignore su origen. La maldición va mucho más allá de lo ecológico. Toca de lleno al hombre que por su transgresión introdujo la muerte. Ésta afecta incluso a los hombres de Dios como indica el capítulo 5 de Génesis. A la muerte le acompaña el dolor, el sufrimiento. De momento todo ello es inevitable.
El texto nos dice que el Señor prueba los corazones. Él ya sabe lo que hay en ellos. Antes de que se formen los pensamientos ya sabe lo que vamos a pensar. Aun cuando por la fe en Jesús nos convertimos en hijos de Dios y como tales somos santos, somos santos pecadores y el pecado que hay en nosotros en un momento u otro nos juega una mala pasada. Como hijos de Dios somos oro en bruto. El precioso mineral va acompañado de escoria, minerales sin valor que deben separarse del oro para que brille fulguroso. ¿Cómo se purifica el oro? Se pone en el crisol y se enciende fuego. El calor derrite el mineral y en su estado líquido es cuando se puede iniciar el proceso de separar la escoria que le resta valor.
En el campo espiritual sucede algo parecido. Los cristianos somos oro en bruto. Cargamos con la escoria del pecado que nos envilece. El sufrimiento es el fuego que permite separar todo aquello que afea nuestra santidad. El señor conoce el grado de sufrimiento que somos capaces de soportar sin llegar al punto de blasfemar su Nombre. Administra el sufrimiento adecuándolo a la capacidad de nuestra resistencia. Es así como la imagen de Jesús se va formando en nosotros y cada vez nos vamos asemejando más a Él. Así será en tanto estemos en este mundo en las condiciones actuales. En el día de la resurrección el crisol y el fuego no se necesitarán. Nos presentaremos ante Él sin ninguna mancha y sin ninguna arruga. Seremos perfectos como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Resplandeceremos con la gloria a la que nos ha llamado Jesús nuestro Redentor.