SE RECOGE LO QUE SE SIEMBRA
<b>”¿Quién hará limpio a lo
inmundo? Nadie” (Job 14: 4)</b>
<b>Lucia y Rafael</b>, dos
ancianos de 87 años fueron apuñalados salvajemente por dos adolescentes de 14 y
16 años. Hechos como este ocurrido en el
barrio bilbaíno de Otxarkoaga pueden suceder y de hecho ocurren en otros
lugares. Este tipo de violencia hace que la gente se pregunte: “¿Cómo pueden
matar unas criaturas a unas personas indefensas que pueden ser sus abuelos?”
“¿Cómo pueden ir sueltos por la vida?” “¿Es justo que unos niños se escapen del
rigor del Código Penal legislado para adultos?” “Si son tan crueles y
primerizos para matar no deben serlo para pagar por lo que han hecho?” El
vecindario ve con miedo “el brote de violencia protagonizado por menores organizados
en bandas que han crecido bajo la piel del Bilbao más brillante y posiblemente
cohesionado de las últimas décadas”, escribe el periodista <b>Pedro
Gorospe</b>
Refiriéndose a la presencia de menores de
12 años en las bandas, la fiscalía de Vizkaia dice en su memoria: “La actividad
que hacen sus miembros es un factor fundamental para adquirir prestigio e
importancia constituyendo su ingreso en un centro de reforma un peldaño en el
ascenso en el grupo”. Los fiscales reconocen que las bandas urbanas de adolescentes
son una causa de la violencia infantil y adolescente que ha alcanzado cotas de
violencia cada vez más feroz y en edades cada vez más primerizas.
David, el sirvo fiel del rey Saúl de
Israel, perseguido por una jauría de soldados al mando e l mismo monarca porque
envidiaba a su brillante soldado aclamado por el pueblo y que Dios había
escogido para ser el próximo rey de Israel. Habiendo tenido David la
oportunidad de poderlo matar, le dice al rey ofuscado por el odio: “como dic el
proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá la impiedad, así que mi mano no
será contra ti” (1 Samuel 24. 13). ¿Por qué el rey Saúl quiere matar a su
súbdito leal e inocente acusándolo dl lito de sedición y el súbdito leal no
quiere matar a su señor? Sencillamente porque la conversión de David al Señor
había cambiado su manera de pensar lo cual le impedía alzar su mano contra el
rey, el ungido del Señor.
Hoy se niega la maldad humana. Si se
cometen fechoría debe a factores externos. En su necedad de no querer ver lo
que es, el hombre se atribuye el poder de transformar las propiedades naturales
del agua. Recitando unas palabras de manual
le confieren al agua propiedades milagrosas que tienen el poder de
limpiar el pecado original que adquiere
por el mero hecho de ser descendiente de Adán. En su necedad, viendo como las
personas bautizadas con el agua milagrosa siguen manifestando su condición
pecadora, como se pone de manifiesto en
el comportamiento incívico y violento de niños y adolescentes, piensan que
rociando con agua bendita el cuerpo del difunto se le abre de par en par la
puerta del cielo. Pues no, las purificaciones a las que el hombre se somete a
lo largo de su vida no sirven para hacerlo justo y apto para andar en justicia.
David, escogido para ser rey de Israel el Señor dijo de él: “He hallado a
David hijo de Isaí, varón conforme a mi
corazón, quien hará todo lo que yo quiero” (Hechos 13: 22). El profeta Natán le
hizo ver a David que el adulterio que había cometido con Betsabé y el posterior
asesinato de Urias su marido, fueron unos hechos que desagradaron a Dios.
Reprendido David, escribió: “He aquí que en maldad he sido formado, y en pecado
me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto
me has hecho comprender sabiduría” (Salmo 51: 5,6). La denuncia que el Dios de
Israel presenta a su pueblo es que jamás se ha cansado de enviar profetas con
el mensaje de arrepentimiento para que pueda bendecirlos, pero no hicieron
caso. En cambio, David cuando escuchó la acusación que Dios le hacía por medio
del profeta Natán, escuchó y se arrepintió. El salmo 51 que David escribió
después de arrepentirse de su adulterio y asesinato evidencia que su
arrepentimiento fue sincero desde lo más profundo de su corazón. No fue como
las disculpas que los políticos corruptos piden al pueblo cuando los atrapa la
justicia. En el caso de David, el monarca no se pone de pie encima de una
tarima ante el pueblo congregado pidiendo que lo perdonasen. No. Cerrada la
puerta de su habitación y en secreto le pide perdón a Dios a quien había
ofendido con su pecado.
Me he desviado a propósito del tema de
las bandas juveniles que hacen malvivir a los ciudadanos porque si no se
arrepienten ante Dios de sus pecados, si no claman a Dios: “Purifícame con
hisopo, y seré limpio, lávame y seré más blanco que la nieve” (v.7). El hisopo
es un símil de la sangre que Jesús derramó en el Gólgota que lava todos los
pecados de quienes creen en Él. Cuando el perdón de los pecados no es el hombre
quien lo otorga, sino Jesús, entonces los niños y adolescentes que se agrupan
en bandas urbanas para hacer fechorías, serán sensibles a este texto bíblico en
que Dios habla a los jóvenes en la figura de un padre y una madre que
aleccionan a su hijo: “Oye, hijo mío la instrucción de tu padre, y no
desprecies la dirección de tu madre…Hijo mío, los pecadores te quieren engañar,
no consientas. Si te dicen: Ven con nosotros, pongamos asechanzas para derramar
sangre, acechemos sin motivo al inocente…Echa tu suerte con nosotros, tengamos
todos una bolsa. Hijo mío, no andes en camino con ellos, aparta tus pies de sus
veredas…Porque en vano se tenderá una red antes los ojos de toda ave, porque
ellos a su propia sangre ponen acechanzas, y a sus almas tienden lazo. Tales
son las sendas de todo el que es dado a la codicia, la cual quita la vida de
sus poseedores”. (Proverbios 1:8-19).
Son pocos los padres que se preocupan de
enseñar a sus hijos los caminos del Señor. Les es una tarea demasiado dura.
Prefieren que sean los amigos, la televisión, las redes sociales que los
suplan. La enseñanza que reciben por estos medios es todo lo contrario de
aquello que guía a hacer bien y a respetar el prójimo. Ante la inhibición de
los padres en la educación de sus hijos no tienen derecho a traspasar a la
Administración la responsabilidad de las fechorías que cometen sus hijos mal
educaos. El dicho dice: “Se siembran vientos y se recogen tempestades”.
Octavi
Pereña i Cortina
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada