dilluns, 12 de febrer del 2018

2 TIMOTEO 3: 16,17

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseña, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”
Ante una declaración de tal envergadura como la que hace el texto que comentamos, ¿cómo es posible que miles de millones de personas no pueden creer lo que dice? No pueden entender que personas normales y corrientes como lo fueron los autores humanos de las Escrituras cristianas pudiesen escribir sin errores. No pueden entender que escritores separados por siglos de distancia, la melodía de cada uno de ellos no perturbara la de los otros. No todos los que se denominan cristianos creen en la infalibilidad de la Biblia. ¿Por qué ateos y cristianos coinciden en considerar la Biblia como un libro plagado de errores y que sus  historias no son nada más que buenos ejemplos para enseñar pero que no son aplicables en nuestros días?
En mi adolescencia y juventud no creía que la Biblia fuese la Palabra de Dios. ¿Qué es lo que me hizo cambiar de opinión? Al principio de mi contacto con los protestantes  no creía lo que el pastor  me decía. Lo consideraba un pesado y procuraba no encontrarme con él. Recuerdo que un día entando tumbado en la cama pronuncié mi primera oración. Previamente había recitado como un loro muchos padrenuestros y avemarías. Orar jamás. ¿Qué ocurrió? Encontrándome en una postura nada ortodoxa según la religión, me dirigí a Dios con una duda: “Señor si existes, la felicidad de la que me habla este hombre si es verdad, dámela porque yo no la tengo”. No vi ninguna luz. Ni sucedió nada espectacular. En mi interior se produjo un cambio. Dejé de dudar de la veracidad de la Biblia. Inicié mi andadura cristiana como un hijo de Dios. En aquel instante dejé atrás un pasado de incertidumbre para adentrarme en el amanecer de un nuevo día que hasta el presente ha durado 60 años. Se me abrieron los ojos para ver que la maravilla de la creación no es el fruto de la evolución iniciada por el fortuito encuentro de unos átomos. Se me destaparon los oídos para atender la voz de Dios que habla por medio de su Palabra revelada.
Por mi experiencia entiendo porque hay tantas personas que no creen en la verdad de la Biblia. Creo en la existencia de un sr espiritual que llamamos Satanás   a quien Jesús describe como padre de mentira y que cuando habla de lo suyo habla mentira. Era el diablo quien me mantenía atrapado en la telaraña de la mentira lo cual hacía que la verdad de Dios me fuese desagradable. En el momento en que Jesús respondió a mi oración llena de duda, hizo resplandecer la luz del Espíritu Santo. El mar de dudas en que estaba sumergido se convirtió en un lago de aguas tranquilas en donde en el horizonte resplandece el Sol de justicia que es Jesús que me guía a buen puerto: una eternidad de gozo inefable contemplando cara a cara el rostro glorioso de Jesús mi Salvador.




COLOSENCES 4: 12

“Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere”
La iglesia del Señor, no confundirla con la iglesia institución, está compuesta de muchos miembros, cada uno de ellos dotado por el Espíritu Santo con dones determinados para que conjuntamente sirvan para edificar a la iglesia de Cristo conforme al molo diseñado por el Arquitecto. Cada creyente en Cristo como piedra viva del edificio en construcción debe colocare en el lugar que le corresponda. De no ser sí el edificio no tendrá la belleza gloriosa que ha diseñado el arquitecto.
Así que tenemos que tener en consideración el lugar que nos corresponde estar como piedras vivas en la iglesia del Señor cuyo cimiento es el mismo Jesús.
Recomiendo la lector que lea detenidamente 1 Corintios 12 porque trata precisamente de la construcción de la iglesia de Dios, en este caso utilizando el símil de un cuerpo. El apóstol Pedro trata el mismo tema pero desde la perspectiva de construir una casa espiritual (1 Pedro 2: 1-8). Si tenemos en cuenta ambos textos nos daremos cuenta que en muchas ocasiones no nos ajustamos al modelo de iglesia que el Señor ha diseñado. En ella se dan demasiados individualismos que dificultan que cada piedra viva ocupe el lugar que le corresponde en la iglesia de Dios. En el símil del cuerpo el apóstol describe la sintonía existente entre los miembros del cuerpo, cuando alguno de ellos sufre el resto se aboca a ayudar al miembro doliente. Analizando lo que Pablo y Pedro dicen respecto a la iglesia debemos arrepentirnos por no comportarnos como piedras vivas en la casa espiritual, ni con la solidaridad que deberíamos manifestar con los otros miembros del Cuerpo de Cristo.
 El texto que comentamos nos presenta Epafras de quien deberíamos aprender la unidad que debe prevalecer en el templo del Señor y en el cuerpo de Cristo su iglesia. Nos lo presenta como siendo “uno de vosotros”, es decir, no está desvinculado de vosotros, no va a su aire sin preocuparse de vosotros. “Siervo de Cristo”, es  decir que Cristo es su Señor y que como siervo obedece humildemente las instrucciones que brotan de los labios de su Señor. Epafras “ruega encarecidamente por vosotros en sus oraciones”, es decir, ejerce de mediador entre los hermanos y Dios. ¿Ejercemos el ministerio de la intercesión? ¿Tenemos presente a los hermanos en nuestros corazones y los presentamos en el trono de la gracia de Dios para que el Señor los bendiga en sus necesidades? ¿Qué  propósito persigue Epafras con sus ruegos por los hermanos? “Para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere”, es decir, que la imagen de Cristo se vaya formando en ellos. Mucho tenemos que aprender de Epafras


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