dilluns, 25 de setembre del 2017

BAÑO DE MASAS

<b>El baño de masas católico nada tiene que ver con la unidad de los cristianos</b>
<i>Baño de masas en las calles de Bogotá</b> es el título del escrito de <b>S. Palomino i A. Marcos</b>, publicado en El País (8/10/2017), en donde se enfatiza el fervor popular ante la visita papal. El “baño de masas” desde la perspectiva cristiana bíblica no significa ortodoxia doctrinal. La Biblia que es muy restrictiva por el hecho de que es muy estrecho el camino que conduce a la vida eterna. La ortodoxia católica, en cambio, no es tan restrictiva como aparenta ser. Admite muchas creencias, eso sí, siempre que se mantengan sumergidas en el pozo del alma, preservando las estructuras visibles de la Iglesia. Una evidencia de la manga ancha de la Iglesia católica se manifiesta de manera evidente en los entierros en donde se aprecia la pobreza doctrinal de los sacerdotes que celebran los sepelios. ¿Cómo es posible que personas que se manifiestan no creyentes se las considera candidatos a la vida eterna por el mero hecho de haber sido bautizados y de ser enterrados cristianamente, vida que únicamente se encuentra en Jesús el Salvador? Si esta deficiencia doctrinal se hace evidente en cada entierro, ¿qué valor le hemos de dar al “baño de masas” con el que se recibe al pontífice? ¿Deben verdaderamente considerarse cristianas las multitudes que con mucha antelación se posicionan para ver de cerca al papa?
“Estando (Jesús) en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su Nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues Él sabía lo que había en el hombre (Juan 2: 23-25). A Jesús no se le puede dar gato por liebre. Siendo Dios sabe lo que se esconde en el corazón del hombre. Este poder no se encuentra en el hombre, pero, por la gracia de Dios, puede recibir una cierta dosis de discernimiento que se recibe previa conversión a Cristo y que se perfecciona creciendo en el  conocimiento de Jesucristo Entendimiento que mejora al crecer en el conocimiento de la Biblia acompañado de la plegaria inspirada por el Espíritu Santo. Este crecimiento espiritual hace que el creyente posea el “corazón de Dios”, lo cual le proporciona un descernimiento que, aun siendo limitado, en cierta medida le permite ver lo que se amaga en los corazones de las multitudes que  ondeando banderas vaticanas reciben al papa como si fuera un dios. La verdad es que en el “baño de masas” no se encuentra la fe que salva. Mucho ruido, pero ausencia del fruto del Espíritu Santo. Es una lástima que estas multitudes que son como ovejas que no tienen pastor, no tengan pastores que guiados por el Espíritu Santo les enseñen a andar por el camino estrecho que conduce a la vida eterna.
¿Qué ocurriría si a estas multitudes extraviadas se les enseñase la Verdad de Dios? Jesús nos da la respuesta. En el contexto de comer la carne de Jesús y de beber su sangre, Jesús dice a la multitud: “Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida…Como el Padre viviente me ha enviado, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo, no como vuestros padres comieron el maná, y murieron, el que come este pan vivirá eternamente (Juan 6:55-58). Jesús no enseña a sus discípulos a ser caníbales. Les habla en lenguaje metafórico. Quien por la fe come el cuerpo de Jesús  y bebe su sangre significa que cree en Aquel que dio su carne y su sangre en la cruz del Gólgota, el tal “vivirá eternamente”. “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden”                    (1 Corintios 1:18). No debe extrañarnos, pues, que debido al mensaje de la cruz que anunciaba Jesús “muchos de sus discípulos se volvieran atrás, y ya no anduviesen con Él” (Juan 6:66). Solamente unos pocos permanecieron con él porque entendieron que solamente en Él había palabras de vida eterna.
¿Qué ocurriría si al “baño de masas” que recibe al papa se le anuncia el mensaje de “la palabra de la cruz” y que según Jesús deben abandonar su estilo de vida carnal a pesar de que se le haya revestido con un barniz de religiosidad? El papamóvil recorrería las calles desiertas de las ciudades que visita. Los “baños de masas” serían cosas del pasado.
Jesús nos alerta de que el cristianismo no es una religión de masas: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella, porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7: 13,14). El mensaje de Cristo es para todos, no es excluyente, a la vez, pero, es muy restrictivo” (Mateo 4:17). ¿Cuántos son los que se arrepienten? Muy pocos.
Octavi Pereña i Cortina




PROVERBIOS 16:20

“El entendido en la palabra hallará el bien, y el que confía en el Señor es bienaventurado”
Entendimiento y confianza son las palabras clave del texto que comentamos. Ambas tienen que ver con la bienaventuranza de los hombres. Sin entendimiento y confianza no existe felicidad.
Tener entendimiento es mucho más profundo que tener conocimiento. Personas eminentes tienen conocimiento de la Palabra pero no la entienden. Entendimiento significa que se profundiza en el conocimiento espiritual de la Escritura. El entendido en la Palabra es alguien que es guiado por el Espíritu Santo, el verdadero autor de la Biblia porque inspiró a los autores humanos a escribir lo que escribieron. Entiende correctamente el texto en el que medita. El entendimiento no está al alcance de todo el mundo. Únicamente lo adquieren quienes hayan creído en Jesús como Señor y Salvador, es decir, todo el pueblo de Dios sin excepción, pues todo el pueblo de Dios es templo del Espíritu Santo.  Comprendido esto, podemos estar bien seguros de que todos los creyentes en Cristo, si siguen las instrucciones que muy concretamente dan los Salmos de meditar continuamente en la Palabra de Dios, pueden llegar a ser entendidos en ella. El resultado es de que todos sin excepción pueden encontrar el bien que es un alma serena, tranquila, confiada, esperanzada en las promesas de Dios a su pueblo de darle conocimiento, sabiduría e inteligencia espiritual. ¡Cuánta necesidad existe de que se produzca entre el pueblo de Dios el crecimiento del conocimiento de la Palabra que aporta bendición!
Isaías 29:13 explica lo que significa confiar en el Señor: “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. Conocimiento de Dios lo tienen muchas personas. El Sanedrín que condenó a muerte a Jesús tenía conocimiento de Dios. Los inquisidores que mandaron a la hoguera a muchos fieles cristianos, tenían conocimiento de Dios. La jerarquía católica que colaboró con el gobierno de Franco y que cometió muchos abusos, tenía conocimiento de Dios. Los obispos y sacerdotes vinculados con la pederastia tienen conocimiento de Dios. ¿Qué significa conocer a Dios? He aquí lo que nos dice el profeta Jeremías: “Mas alabase en esto el que se tenga que alabar: en entenderme y conocerme que yo soy el Señor, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra, que estas cosas quiero, dice el Señor” (9:24). Los frutos determinan si uno es o no entendido en la palabra y que confía en Él.



EFESIOS 2: 17,18

“Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca, porque por medio de Él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”
El nacimiento de Jesús es el evento más importante que se ha producido en la historia de la humanidad. Los hombres reconocen la importancia de este acontecimiento hasta el punto que han separado la historia en dos bloques: Antes y después de Cristo.
Antes de Cristo los profetas anunciaron la venida del Mesías que traería paz eterna para el pueblo de Dios. Con la venida de Cristo es Jesús el Hijo de Dios encarnado quien anuncia “las buenas noticias de paz”, no con simples palabra, sino con el derramamiento de su propia sangre y posterior resurrección. Si Jesús no murió y resucitó realmente, los cristianos somos los más desgraciados de todos los hombres porque nos sometemos a disciplina que no conduce a nada. Si Jesús no resucitó estamos condenados por toda la eternidad a permanecer ocultos bajo la losa del sepulcro. Pero, “Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron es hecho”                        (1 Corintios 15:20).
Con la resurrección de Jesús y con ella la de los hombres, unos para vida eterna, otros para muerte eterna, el mensaje de paz del que son heraldos los cristianos tiene sentido y es efectivo. Con los atentados en Barcelona y Cambrils en agosto de 2017, en Catalunya, debido a su proximidad, se habló de paz hasta la saciedad. Flores y muestras de solidaridad con los muertos y fallecidos llenaron los lugares de los sucesos. Pero la Escritura nos dice: No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos” (Isaías 57.21).
El milagro de la resurrección de Jesús tiene el efecto de romper la enemistad entre judíos y gentiles trayendo la paz entre los que estaban lejos y los que estaban cerca. No una paz como el mundo da, porque ambos, judíos y gentiles “tenemos entrada por el mismo Espíritu al Padre”. La paz que da el Espíritu es irrompible. Una vez el Espíritu la ha sellado en los corazones de los enemistados, es eterna. Cierto es que es un proceso evolutivo que se va perfeccionando con del tiempo. Alcanzará la máxima perfección el día en que Cristo venga en su gloria  a buscar a su pueblo resucitado. En aquel día en que no habrá muerte ni pecado y el diablo ya no podrá tentar, alcanzará su máximo esplendor. Haber esperado la paz durante el peregrinaje por este mundo no habrá sido en vano.



dilluns, 18 de setembre del 2017

ARTE SACRO

<b>El arte sacro sirve para neutralizar la gravedad de la idolatría</b>
El conflicto que se ha iniciado en de Benavent, pueblo leridano, con motivo de colocar una estatua de un supuesto san Juan en la fachada de la iglesia, ha creado discusiones y destapado intereses que nada tienen que ver con la fe cristiana. <b>Ferran Accensi</b>, concejal del ayuntamiento asegura que en el primer pleno municipal se propondrá hacer <i>souvenirs</i> y objetos de recuerdo con la figura del santo para promocionar y dar a conocer Benavent: “Queremos aprovechar que ahora se habla del pueblo para colocarlo en el mapa”. <b>Salvador Giménez Valls, obispo de Lleida,</b>, respondiendo a la pregunta de un feligrés, dijo: “Cada uno tiene su responsabilidad, y yo no puedo eludir la mía, pero tampoco puedo enfrentarme a usted. <i>Para mí es más importante estar unidos en la caridad de Cristo”</i>. Destaco esta frase porque considero que es clave en el conflicto.
La “caridad cristiana” desvinculada de la Verdad de la Palabra de Dios es un tópico que se utiliza para zanjar problemas. Puede ser que momentáneamente se suavicen, pero no se solucionan. Más pronto o más tarde vuelven a aparecer. Otro problema que existe desde hace años y que no se habría presentado si la Iglesia católica se hubiese mantenido fiel a las enseñanzas bíblicas, es el de las obras de Aragón que se conservan en el Museo de Lleida. Si la Iglesia católica  a lo largo de los siglos se hubiese mantenido fiel a las enseñanzas de la Biblia, en concreto a lo referente a la idolatría, cuestión claramente plasmada  en los Diez Mandamientos. Cito la versión Nacar-Colunga, católica. “No te harás esculturas ni imagen alguna, de lo que hay en lo alto de los cielos, ni lo que hay abajo sobre la tierra. No te postrarás ante ellas y no las servirás, porque yo soy Yavé“ (Éxodo 20: 4,5). De Dios solamente hay uno que no comparte su gloria con ninguno de los dioses que se fabrican los hombres.
A pesar de las obras poderosas que el Señor hizo con Israel desde su liberación de la esclavitud egipcia, su inclinación fue la idolatría. Los israelitas ante la tardanza de Moisés de descender de la montaña, el pueblo le pidió a Aarón: “Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros” (Éxodo 32:1). Aarón, futuro sumo sacerdote, le pide al pueblo objetos de oro “y él los tomó de sus manos, y les dio forma con buril, e hizo de ellos un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” (v.4). Al bajar Moisés de la montaña y contemplar el desastre cometido, le dijo a su hermano. “¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan <i> gran pecado?”</i> (v.21). El espíritu idólatra esta tan arraigado en el corazón del hombre que Aarón excusándolo, le dijo a su hermano: “Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartarlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro” (v.24). ¡Cómo si fuese tan sencillo hacer una escultura!
Una muestra de textos bíblicos que denuncian la idolatría:
“No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis miedo, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad, porque el leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. Con plata y oro lo adornaron, con clavos y martillo lo sujetan para que no se mueva. Derechos están como palmera, y no hablan, son llevados porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque no pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder” (Jeremías 10: 2-5).
“Ciertamente, oh Señor, los reyes de Asiria destruyeron todas las tierras y sus comarcas, y entregaron a sus dioses al fuego, porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, madera y piedra, por eso los destruyeron” (Isaías 37: 18,19).
“Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en ídolos, y dicen a las imágenes de fundición: vosotros sois nuestros dioses” (Isaías 48:17).
“Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, ni a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar, y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos” (Apocalipsis 9: 20,21).
La idolatría no es algo inocuo: “Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo. Que has traído sobre él tan <i>gran pecado</i>”? (Éxodo 32: 21).
Estos textos no son nada más que una muestra de los muchos que denuncia la idolatría que es un pecado contra la gloria y el honor de Dios. La idolatría no solamente tiene consecuencias temporales negativas, también afecta a la eternidad: “No erréis…ni los idólatras…no heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6: 9,10). Pero el idólatra no tiene por qué ser desheredado del reino del reino de Dios. El apóstol Pablo sigue escribiendo: “Y eso eráis algunos, más ya habéis sido lavados, y habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el Nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (v.11).
Octavi Pereña i Cortina


1 SAMUEL 24: 17

“Y David dijo al Señor cuando vio que el ángel destruía al pueblo: Yo pequé, yo hice la maldad. ¿Qué hicieron estas ovejas?
¿Qué pecado tan grave cometió David que tuvo la consecuencia de provocar un grave perjuicio a Israel. Durante la travesía por el desierto Dios ordenó a Moisés censar al pueblo con finalidad organizativa. En el caso de David el censo nació en el corazón orgulloso del rey.
“Volvió a encenderse la ira del Señor contra Israel e incitó a David contra ellos a que dijese: Vé, haz un censo de Israel y de Judá” (v. 1). El rey ordenó a Joab a que recorriese el país para hacer el censo. El general del ejército de Israel no vio con buenos ojos la orden el rey, y le dijo: “Añada el Señor tu Dios al pueblo cien veces tanto como son, y que lo vea mi señor el rey, mas, ¿por qué se complace en esto mi señor el rey?” (v.3). “Pero la palabra del rey prevaleció” (v.4), sobre el sensato consejo de Joab.
Después de haberse efectuado el censo “le pesó en su corazón, y dijo David al Señor: Yo he pecado gravemente por haber hecho esto, mas ahora, oh Señor, te ruego que quites el pecado de tu siervo, porque yo he hecho muy neciamente” (v.10). La consecuencia del pecado de David fue que Dios envió una peste que produjo setenta mil muertos (v.15). Cuando David vio “que el ángel destruía el pueblo, dijo: Yo pequé, yo he hecho la maldad, ¿qué hicieron estas ovejas?”
En la era de Arauna jebuseo “edificó allí David un altar al Señor, y sacrificó holocaustos y ofrendas de paz, y el Señor oyó las súplicas de la tierra, y cesó la plaga en Israel” (v.25).
El pecado del rey tuvo un efecto pernicioso sobre el pueblo. Pero el texto da a entender que hubo una interrelación entre el rey y el pueblo. “Volvió a encenderse la ira de Dios contra Israel  e incitó a David a hacer el censo de Israel y Judá” (v. 1). Monarca y pueblo culpables. Pero se encontró en el rey una peculiaridad: fue sensible a su pecado y pidió perdón por él. Se da un cierto paralelismo entre este episodio de la vida de David y la sociedad actual. Gobernantes y naciones pecadores pero no hay hombres de Dios que gobiernen las naciones. No hay intercesores entre los pueblos y Dios que reconozcan el pecado que existe en ellos. Sin reconocimiento de pecado es imposible pedir perdón y sin la solicitud de perdón no hay bendición de Dios y sin a bendición de Dios es imposible salir del atolladero en que nos ha metido nuestro pecado. ¡Cuán necesario es que desde los púlpitos de las iglesias se predique, de manera persistente, el mensaje de arrepentimiento que lleve a los oyentes a buscar el perdón de Dios que se hace efectivo por la fe en el Señor Jesucristo! De ahí podrán salir gobernantes que sepan imitar a David en se petición de perdón por su pecado.



LUCAS, 17: 5

“Y dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe”
“Imposible que no vengan tropiezos” (v.1), dijo Jesús a sus discípulos. Ello debe enseñarnos cómo debemos comportarnos en el día a día con los que los causan. Ya que es inevitable que se presenten tropiezos a diario, el Señor aconseja a sus discípulos: “Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano peca contra ti, repréndele, y si se arrepiente, perdónale. Y si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti, diciendo: Me arrepiento, perdónalo” (vv.3,4). No creo que las palabras de Jesús deban interpretarse literalmente. La presencia del número siete en el texto indica perfección. A menudo oímos decir: “lo que me ha hecho no se lo puedo perdonar. La persona carnal guarda la ofensa en su corazón. Con el recuerdo la mantiene fresca en su mente. El resultado es una vida en continua tensión que acaba con enfermar. El Señor nos está diciendo a quienes hemos creído en Él y recibido el Espíritu Santo y que poseemos el corazón de Dios, que hemos de perdonar siempre y que no debemos guardar el más leve indicio de falta de perdón. El Señor no dice a los incrédulos que perdonen setenta veces siete, lo dice a quienes dicen que han creído en Él.
El Padrenuestro nos enseña a hacerlo: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12). El Padre es el modelo de perdón perfecto. La ofensa que hemos cometido contra Él es de una gravedad infinita. Es una deuda tan grande que nadie puede pagarla. Pues bien, el Padre que nos ama “de tal manera” ha dado a su Hijo único para pagar nuestra deuda. En la parábola de los dos deudores el rey perdona a su siervo una deuda de diez mil talentos, que es incapaz de pagar. El deudor perdonado, a su vez tiene un consiervo que le debía cien denarios. Unas monedas. Que no podía pagar, por lo que lo mandó a la cárcel. El deudor perdonado es incapaz de perdonar a su consiervo. Informado el rey al siervo ingrato lo entregó a los verdugos hasta que le pagase todo lo que le debía.  He aquí las palabras que Jesús nos dice: “Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas” (Mateo 18: 23-35).
Volviendo al  tropiezo de alguien que peca contra nosotros siete veces al día, que continuamente nos está ofendiendo, debemos tener la paciencia de soportar su impertinencia sin guardarle rencor. Tal vez, este tropiezo no se presente con demasiada frecuencia, pero es posible. Si nos encontrásemos en esta situación debemos perdonar de la misma manera con que el Padre nos ha perdonado a nosotros una deuda impagable. Si nos cuesta hacerlo hagámosle a Jesús la petición que los discípulos le hicieron: “Auméntanos la fe”. Si tuviésemos fe como un grano de mostaza le podríamos decir al sicómoro: “Desarráigate, y plántate en el mar, y os obedecería” (Lucas 17: 5,6)



dimarts, 12 de setembre del 2017

BANQUETE DE BODAS

<b>¿Participarán todos los cristianos en el banquete de bodas que el Esposo prepara para sus invitados?</b>
Los atentados en Barcelona y Cambrils, que eran imprevisibles, han provocado un fuerte impacto emocional en la sociedad catalana, por su proximidad. Cada día se produce un ataque terrorista en un lugar u otro del mundo. Como son lejanos, no nos afectan. Son noticias que no nos tocan de cerca que apenas merecen nuestra atención. Pero los de Barcelona y Cambrils  nos han dado de lleno. En el momento de redactar el borrador de este escrito hace justamente una semana que ocurrieron y los medios no cesan de hablar de ellos. Mi intención no es volver a escribir lo que ya redacté en <i>El origen del terrorismo</i>, (diariosigloxxi.com, 5/09/2017). Lo que pretendo es sacar conclusiones espirituales que nos permitan vivir más plácidamente el tiempo que el Señor disponga hemos de estar aquí en la tierra.
En el tiempo de Jesús se produjeron dos incidentes inesperados acompañados de derramamiento de sangre que quedaron registrados en el capítulo 13 del evangelio de Lucas: “En aquel mismo tiempo estaban allí algunos que le contaron acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos” (v. 1). El asesinato se cometió durante la celebración de un acto religioso. Asesinatos de esta índole se siguen cometiendo en nuestros días cuando los terroristas atentan contra mezquitas, sinagogas, iglesias, cuando se concentran personas que desconocen que las celebraciones vayan a acabar con baños de sangre. El otro hecho reseñado dice: “O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató” (v.4). En ambos casos Jesús comenta: “¿Pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén?” (v.4). Los fallecidos y los testigos no se diferenciaban en nada, todos eran igual de culpables, todos tenían que morir. Los testigos, por las palabras de Jesús, se  desprende de que se alegraban de su muerte. Jesús añade este comentario: “Os digo: No, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (v.5). Dios advirtió a Adán: “Y mandó el Señor Dios al hombre diciendo: de todo árbol del huerto podéis comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comeréis, porque el día que de él comas. Ciertamente morirás” (Génesis 2. 16,17). Adán desobedeció y el virus de la muerte  se inoculó en él y, por ser el padre de toda la humanidad, de él ha pasado a su descendencia. A menudo, la muerte se la espera, porque  los achaques de la vejez anuncian su proximidad. Los atentados en Barcelona y Cambrils y las muertes que reseña Lucas  nos alertan de la muerte totalmente inesperada. Ignoramos el momento en que el Señor nos va a llamar  a su presencia para pasar cuentas con nosotros. Esto significa que no podemos descuidar nuestra salvación.
Jesús nos instruye con la parábola de las diez vírgenes: “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas salieron a recibir al esposo” (Mateo 25:1). Las diez vírgenes aparentemente eran todas iguales. Todas cogieron sus lámparas y salieron a recibir al esposo para acompañarle. Las apariencias engañan: “Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas” (v. 2). Su comportamiento también era distinto. Las prudentes junto con las lámparas “tomaron aceite en sus vasijas”. Las insensatas tomaron sus lámparas pero “no tomaron consigo aceite” (vv. 3,4). El relato prosigue: “Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron” (v.5). Jesús sigue relatando: “Y a medianoche se oyó un clamor. ¡Aquí viene el esposo, salid a recibirle!” (v.6). Al oír el aviso de que el esposo se acercaba, las vírgenes se despertaron y cogieron las lámparas para acompañar al esposo. He aquí el drama: Las vírgenes insensatas al darse cuenta de que no tenían aceite pidieron a las prudentes que les diesen del suyo. Éstas, haciendo honor a su calificativo, les dijeron: “Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas” (v.9). Mientras las insensatas iban a comprar aceite llegó el esposo: “Y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta” (v.10). Cuando llegaron las insensatas llamaron a la puerta diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!” (v.11). Por toda respuesta recibieron un lacónico: “De cierto os digo, que no os conozco” (v.12). Finalizada la parábola Jesús inserta un añadido: “Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (v.13).
Una parábola es un relato terrenal con significado espiritual. ¿Qué sentido espiritual tiene la parábola de las diez vírgenes para los cristianos? A pesar de que eran judías perfectamente se las puede considerar cristianas. Todas ellas esperaban la venida gloriosa del Señor. Las prudentes, además de ser religiosas estaban ungidas con el Espíritu Santo. El aceite es un símbolo de ello. Demostraban su genuina espiritualidad el hecho de que junto con las lámparas estaban bien provistas de aceite. Guiadas por el Espíritu Santo podían decir: “Jesús es el Señor” (1 Corintios 12:3). Las cinco insensatas eran religiosas, pero les faltaba el aceite. No estaban ungidas con el Espíritu Santo. Cumplían los preceptos religiosos por obligación. A estas vírgenes la iglesia las consideraba hermanas en Cristo. Se las alababa por su religiosidad. A la hora de la verdad, Jesús que conoce los corazones, no le pueden dar gato por liebre. Las prudentes, cuando el Señor regrese en su gloria se sentarán en el banquete de bodas del Cordero para permanecer eternamente con Él. La necias desearán entrar pero como no vestían el vestido de lino  blanco, símbolo de que sus pecados habían sido lavados por la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, en respuesta a su deseo de entrar en el banquete nupcial oirán estas palabras: “De cierto os digo que no os conozco”. ¡Toda una vida practicando la religión cristiana para un final tan trágico!

Octavi Pereña i Cortina

SANTIAGO 4: 7

“Someteos, pues a Dios, resistid al diablo, y huirá de vosotros”
La llaman la “huella del diablo”. Es la forma de un pie gravado en la roca de una colina cercana en una iglesia en Ipswich Massachusetts. Según una leyenda la  huella se produjo un día del año 1740 cuando el evangelista Whitefield predicó de manera tan poderosa que el diablo se lanzó desde el campanario de la iglesia y cayó sobre la roca en su huida fuera de la ciudad.
A pesar de que es una leyenda, nos recuerda el texto que encabeza este comentario. En el momento en que Adán por instigación de Eva puso en duda la autoridad de Dios que prohibía comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (Génesis 2:17), dejó de someterse a la autoridad de Dios. Por ello fue incapaz de resistir al diablo.
Vayamos a la tentación de Jesús y veamos cómo resistió al diablo. En los versículos 4, 7, 10 de Mateo 4, descubrimos que lo consiguió presentando al tentador la autoridad de las Escrituras. Jesús es el modelo de hombre perfecto que debemos imitar. Nos da el ejemplo de utilizar la Biblia como escudo que impide que los dardos de fuego que le lanza el Maligno, le perjudiquen. Superadas las tres tentaciones, el texto sigue diciendo. “El diablo entonces le dejó” (v. 11). Lucas 4:13  nos aporta una información más amplia de lo que hizo el diablo después de su derrota: “Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de Él por un tiempo”. El diablo jamás tira la toalla después de un fracaso. Cuando tiene que huir con el rabo entre las piernas, no se da por vencido. Espera otra oportunidad esperando cogernos desprevenidos. Esto significa que jamás debemos bajar la guardia. En todo momento tenemos que ir “vestidos con toda la armadura de Dios, para que podamos estar firmes, contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11). Como soldados cristianos tenemos que tener siempre a punto nuestro equipo para que no presente ningún punto débil por el que nuestro Enemigo no pueda introducir a través de él  sus dardos de fuego mortales.
Durante la reconstrucción de las murallas de Jerusalén, ante el temor de un ataque de los enemigos de los judíos, los constructores dormían vestidos y con las armas al alcance de las manos, El ejemplo que nos dan debemos aplicarlo en nuestra lucha espiritual contra el diablo, el enemigo de nuestras almas
En nuestra lucha contra el diablo estaremos siempre listos para el combate si seguimos el consejo que nos da el apóstol Pablo: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18). No debemos olvidar que la lucha contra el diablo no es una cuestión individual, sino algo que afecta a “todos los santos”. En nuestra súplica no podemos olvidar interceder ante el trono de la gracia por los hermanos que junto con nosotros luchan contra el diablo.



SALMO 139:1

“Oh Señor, tú me has examinado y conocido”
El universo es sorprendentemente magnífico. La luna gira alrededor de la Tierra a una velocidad aproximada de 4.259.600 kilómetros hora. La Tierra gira alrededor del sol a la velocidad 172.232.000 kilómetros hora. El sol es uno de los 200 billones de estrellas y trillones de planetas en nuestra galaxia y que ésta no es más que una de los otros 100 trillones que se mueven por el espacio. Estas dimensiones nos aturden.
En comparación con este inmenso cosmos, nuestra Tierra no es más grande que un guijarro y nuestras vidas no son más grandes que un grano de arena.  Según la Biblia el Creador del inmenso cosmos cuida a cada una de estas microscópicas personas, al detalle. El salmista reconoce el conocimiento que el Señor tiene de él estando en el vientre de su madre (Salmo 139: 13-16). Pero lo que es todavía más asombroso es que en Cristo Dios nos ame  antes de que nosotros le amemos a Él.
Según el salmo 139 Dios conoce todos los detalles de nuestras vidas. Sus ojos escrutadores lo  ven todo de nosotros. Para Él las tinieblas son luz y la noche día. Dios no se cansa y por lo tanto no duerme. Tiene los ojos como telescopios que desde los cielos contempla los mínimos detalles de nuestras vidas.
Nos puede costar creerlo. Este minúsculo guijarro que somos los humanos tenemos grandes problemas que cada día van haciéndose más graves: Hambrunas, guerras, divorcios drogas, enfermedades…Cuando el rey David escribió el Salmo 139 estaba pasando por penosas situaciones (vv. 19,20), pero no se siente abandonado por Dios. Sabía en quien había creído y que podía confiar en el Dios cuyos ojos le vieron cuando era un diminuto embrión en el vientre de su madre. Este Dios todopoderoso no se avergüenza  de reconocernos en Cristo como hijos suyos y que como Padre amoroso cuida de nosotros y nos corrige y nos amonesta y si es necesario nos azota porque desea que crezcamos en santidad. Cuando nos azota no se extralimita  como lo hacen con demasiada frecuencia los padres con sus hijos, provocándoles ira. Lo hace a la perfección “en disciplina y amonestación el Señor” (Efesios 6:24).
¡Qué gran Dios es este que desde los cielos se inclina para observar a sus hijos para prestarles la ayuda que precisan en cada ocasión! ¡Qué reconfortante es que hayas “conocido y examinado”!



dilluns, 4 de setembre del 2017

EL ORIGEN DEL TERRORISMO

<b>El terrorismo islámico es una lacra social que no se sabe cómo eliminarlo. ¿Tiene solución?</b>
<b>Màrius Carol</b>, en su escrito <i>La banalidad del mal</i> (La Vanguardia, 20/08/2017), escribe: ”Cuando se habla de los atentados terroristas, nuestra civilización que es hija de la Ilustración, del pensamiento racional y del saber científico, intenta buscar la razón del otro, piensa qué hemos hecho mal, siente mala conciencia porque cree que las cosas se habrían podido haber hecho mejor. Es sano, inteligente e incluso justo indagar en qué hemos fallado. Pero seguramente resulta ingenuo y excesivamente racional auto culparnos”.
<b>Màrius Carol</b> menciona: “Ilustración, pensamiento racional, saber científico, en el intento de buscar la razón del otro. Pienso que el director de La Vanguardia se equivoca cuando intenta descubrir “la razón del otro” desde la racionalidad. “En más de una ocasión” dice <b>Màrius Carol</b>, “hemos oído alabanzas diversas al modelo catalán de integración. Y no debe dudarse que sea bueno y que facilita la convivencia. Pero esto no es un salvoconducto para una sociedad sin terrorismo…Los jóvenes de origen marroquí de la célula gihadista que han atentado esta semana en Catalunya tienen el origen en Ripoll y  parecían la prueba del nueve de esta capacidad integradora. Como lo demuestran las notas en el instituto Abat Oliva o su participación en el equipo de futbol sala de la peña barcelonista. Pero la influencia de un imán salafista pudo ser fatal. Se teme que él los pudo haber radicalizado y haber infundido el rencor para matar a sangre fría. De la banalidad del mal a la simiente del diablo.”
En el texto <b>Màrius Carol</b>, se refiere al diablo. ¿Se cree en este personaje maligno que con  el instrumento de un imán puede inculcar en jóvenes bien educados “el rencor para matar a sangre fría”? Afirmo que no.  En una sociedad que “es hija de la Ilustración, del pensamiento racional y del saber científico” no hay espacio para aquello que no se pueda medir y analizar con la razón. Todo aquello que tiene que ver con el espíritu,  es decir, todo aquello en que participa el Espíritu Santo de Dios se considera fanatismo y, el mejor de los casos, fabulismo. Aquí radica el gran fracaso de la sociedad que es hija de la Ilustración, del pensamiento racional y del saber científico. Al haber desterrado a Dios de su pensamiento se encuentra desarmada para enfrentarse eficazmente a los problemas que son de origen espiritual. El problema del terrorismo no se origina por la falta de reflexión ni por la ausencia de pensamiento crítico como dice <b>Màrius Carol</b>, citando <b>Hannah Arendt</b> al referirse a la banalidad del mal.  Cada vez que se repite un ataque terrorista, los politólogos, los filósofos, los sicólogos, los religiosos, los educadores, dicen la suya al respecto, pero, si no se tiene presente a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, las reflexiones se hacen sobre un fundamento de arena que no llega a buen fin debido a su inestabilidad.
El mal no es un concepto filosófico que se discuta en los platós televisivos o en los debates de sabios. Es un hecho real: la sustitución de la paternidad de Dios por la del diablo. En el momento en que Adán desobedeció a Dios se produjo esta transferencia que, debido a su calidad de padre de toda la humanidad, el hecho ha afectado a toda su descendencia. Ahora bien, si se cree  que la Biblia es un libro de relatos fabulosos que sirven para distraer, entonces no tiene sentido prestarle atención. En este caso el mal en general y el terrorismo en concreto, no tienen solución. Estamos dando tumbos para ir a ninguna parte. Muchas especulaciones paro nada en concreto.
La Biblia afirma que el diablo es un ser espiritual malvado, por tanto, invisible, que se materializa apoderándose de un cuerpo. La primera materialización satánica fue en una serpiente y así pudo inducir a Adán a desobedecer a Dios. Esta desobediencia tiene una gran trascendencia porque es la transferencia  de hijo de Dios a hijo del diablo. Esta transferencia inicial tiene efectos devastadores: Toda la descendencia de Adán tiene como padre al diablo. Esto explica la existencia del mal en general y el terrorismo en concreto a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Jesús descalifica el concepto banal que se tiene del diablo cuando se le representa como un bufón que hace desternillar de risa, representado como un ser rojizo con cuernos, cola y un tridente en las manos que hace bufonadas en los pastorcillos navideños y en los pasacalles festivos. No. Este no es el concepto que Jesús tiene del diablo, enemigo público número uno del ser humano. Lo describe así: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira”                  (Juan 8.44). ¿No acreditan las obras de los hombres quién es nuestro padre? En tanto no se produzca un cambio de paternidad es imposible resolver definitivamente el problema del mal en general y del terrorismo en concreto. En el aspecto colectivo este cambio de paternidad no se producirá porque en el aspecto global  Dios es un concepto fabuloso, pero sí puede darse en el aspecto individual. Cada persona que se reconozca pecadora y cree que Jesús es su Señor y Salvador se produce la transferencia de hijo del diablo en hijo de Dios. Las buenas obras que ahora hace sirven para pacificar el entorno en que se mueve.
Octavi Pereña i Cortina


SALMO 143:8

“Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado, hazme saber el camino por donde ando porque a ti he elevado mi alma”
¿Cómo empezamos el día? Algunos tienen el despertador conectado a la radio o al televisor. A la hora establecida el instrumento se pone en marcha. Este es un ejemplo de cómo muchas personas comienzan el día. Si no es de manera automática, si manual, numerosas personas empiezan el día  informándose de lo que sucede en nuestro país y en todo el mundo. Existe un afán de información. No queremos aislarnos del mundo pues somos ciudadanos del mundo. Pero despertándonos e iniciar el día escuchando noticias y música, no es la mejor manera de empezar el día.
El salmista, si viviera en nuestros días no tendría conectado el despertador con la radio o el televisor, si ello fuera posible lo tendría conectado con el trono de la gracia de Dios en donde Jesús sentado a la diestra del Padre intercede por nosotros. Dios no es un emisor de noticias convencional, emite sí la buena noticia de que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que cree en Jesús sus pecados son perdonados y reciba la vida eterna. Este mensaje tan maravilloso, Dios por medio del Espíritu Santo se encarga de difundir por toda la tierra. La pregunta es: ¿Quieren los receptores escuchar el mensaje que Dios transmite o prefieren cambiar de canal y prestar atención a las noticias sobre el reciente ataque terrorista o sobre el huracán que ha sacudido Houston?
Si el salmista viviese en nuestro tiempo sería muy selectivo a la hora de escoger canales informativos. Tiene muy claro sus preferencias. Justo en el momento de abrir los ojos, su pensamiento sería: “Hazme oír por la mañana tu misericordia”. Antes de empezar la jornada y enfrentarse con las dificultadas que se encontrará, necesita una vez más oír el mensaje de misericordia de Dios que le dará fuerzas para enfrentarse a la problemática diaria. “Hazme oír…porque en ti he confiado” La experiencia le ha enseñado que puede confiar en la misericordia de Dios. ¿Qué me deparará el día que ha amanecido? Lo desconoce. En el día a día se presentan muchos imprevistos. Podemos decir que haremos esto o aquello, pero a la hora de la verdad no se puede realizar. El Señor conoce el futuro inmediato con certeza, por esto, el salmista  en su oración primeriza le dice al Señor misericordioso: “Hazme saber el camino por done ande, porque a ti he elevado mi alma”. El salmista reconoce que es un ciego que necesita que el Buen Pastor, con voz apacible le guie ayudándole a sortear los escollos que se le presenten a lo largo de la jornada. Que las primeras palabras que broten de nuestros labios al despertar sean: “Hazme oír por la mañana tu misericordia”



PROVERBIOS 24.12

 Si dices: Ciertamente no lo supimos, ¿acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma Él lo conocerá, y dará a los hombres según sus obras”

Los últimos casos de corrupción que se han dado en España en los que están involucrados altos cargos del PP, como si fuese un disco rayado todos van diciendo que no sabían nada del asunto. Pero los hombres estamos todos cortados por el mismo patrón. Todos reaccionamos de la misma manera ante el pecado: No sé nada.
El texto que comentamos tiene un aplicación directa a los altos cargos del PP, aplicación que se hace extensiva a los políticos de otros grupos y, a quienes son simplemente ciudadanos de a pie. “Ciertamente no lo supimos”. Quienes hacen esta declaración pretenden esconder el delito cometido, sea cual sea la intensidad de la corruptela cometida y que aflora en los tribunales. Se pueden negar los hechos delictivos  y con la ayuda de buenos abogados ser declarados inocentes. Se hacen muchas declaraciones de inocencia que dejan en entredicho la imparcialidad de la justicia. No debe extrañarnos, pues, que los ciudadanos dudan de que la justicia sea justa.
Los ciudadanos están quemados al considerar que la justicia no es tal cosa y que los corruptos a gran escala, por una razón u otra las sentencias sean ínfimas y el dinero desaparecido no aparezca. El salmista se hace esta pregunta: “¿Quién podrá entender sus propios errores?” (Salmo 19:12). Dada la condición pecadora del ser humano que de manera inconsciente uno no sepa que haya pecado. Es por ello que a continuación escriba: “Líbrame de los que me son ocultos”. El texto de Proverbios que comentamos no se refiere a los “errores ocultos”, sino a los evidentes que se han cometido conscientemente pero que se niega su existencia. Si la existencia del delincuente de cuello blanco o de mono azul finalizase en  la tumba y después nada, infinidad de delitos quedarían impunes. La segunda parte del texto de Proverbios que comentamos dice: “¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma Él lo conocerá, y dará a los hombres según sus obras”. La justicia de Dios es justa. No acepta el cohecho. Da a cada uno según sus obras. A nuestro entender puede parecernos que la justicia de Dios tarde en llegar. Como todos somos pecadores y tenemos muchas cosas que esconder, si en el momento de cometer el delito Dios nos quitara la vida, no tendríamos la oportunidad de arrepentirnos. En su misericordia Dios nos concede un tiempo de gracia para que tengamos a oportunidad de arrepentirnos, abandonar el pecado y por la fe en Jesús ser perdonados y recibir el don de la vida eterna. Lector, como pecador que eres, ¿aprovechas el tiempo que Dios te concede para que puedas  arrepentirte, recibir el perdón de tus pecados y la vida eterna?