JOB 1:22
“En todo esto no pecó
Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”
En un espacio de tiempo, tal vez todo sucedió en el mismo día, murieron a
filo de espada los siervos de Job que estaban labrando. Fuego de Dios cayó del
cielo que consumió a pastores y ovejas. Los caldeos robaron sus camellos y mataron a los pastores
que los cuidaban. Un gran viento sopló contra la casa en la que se encontraban
los hijos de Job banqueteando, murieron todos ellos. Job no lo sabía, nosotros
sí, porque en aquel momento Job desconocía toda la historia. Ignoraba que todas
las desgracias acontecidas en tan poco tiempo sucedieron porque Dios permitió a
Satanás que las hiciera. En este momento de profundo dolor, “en todo esto no
pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”.
Algún comentarista atribuye a Moisés
la autoría del libro de Job y que lo escribió con el propósito de alentar a los
israelitas en la dura servidumbre en Egipto. Sea cierto o no que Moisés
escribió el libro de Job, lo que sí es verdad es que es un libro muy adecuado
para confortar al pueblo e Dios en el infortunio. En la actualidad el mundo
está inmerso en una vorágine de despropósitos que hace que sean muchísimas las
personas que se preguntan: “Si Dios existe, ¿Por qué permite todas las
barbaridades que acontecen? Los cristianos que tenemos la Biblia como palabra
de Dios y que es objeto de nuestra meditación diaria, sabemos que muchos de los
desastres que acontecen son juicios de Dios para castigar a quienes le han
abandonado y viven en pecado. No debemos olvidar nunca que Dios es justo y que
da a cada uno según se merecen sus obras, a pesar que desde nuestro punto de
vista, que desconocemos los detalles, nos pueda parecer excesivo.
La otra razón por la que ocurre
lo que sucede, no debe olvidarse nunca, es que el diablo, el dios de este siglo,
padre de mentira y homicida desde el principio, es semejante a un perro
encadenado que tiene libertad de movimiento hasta donde se lo permite la
longitud de la cadena. El diablo puede hacer daño, sí, pero no todo el que su
maldad le impulsaría a hacer si Dios no hubiese limitado la longitud de la
cadena.
Durante todo el tiempo, que será
hasta la venida de Jesús en su gloria, en el que el dios de este mundo gozará
de libertad vigilada, el mal seguirá haciendo de las suyas. Los designios de
Dios seguiremos ignorándolos. Lo que sí sabemos es que a pesar de desconocerla,
la voluntad de Dios se cumple inexorablemente y, como decimos en el
Padrenuestro: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la
tierra” (Mateo
6:9).
Teniendo un conocimiento más
completo de lo que sucede y del origen de los males que padecemos, y que Dios
no ha perdido el control de su creación, que todo conduce a que los propósitos
de Dios se cumplan, debemos hacer nuestras las palabras: ““En todo esto
no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”
JOB 9: 20
“Si yo me declarase
justo, me condenaría mi boca, si dijese que soy perfecto, esto me haría inicuo”
Las palabras de Job que
comentamos manifiestan un profundo conocimiento de su condición. Es muy
difícil, es como buscar una aguja en un pajar, encontrar una persona que sin
recelo alguno se declare pecador. La razón se debe a que el diablo, que es
padre de mentira, que es el dios de este siglo y padre espiritual de una
infinidad de personas, hace que estas mientan sobre sí mismas. Las sutilezas
satánicas hacen que los hombres no reconozcan lo que realmente son. Cuando las
personas se miran por la mañana en el espejo y comparan su rostro con la
extrema fealdad de su padre el diablo, se consideran poco hermosas y se
esfuerzan en semejarse más a la imagen de belleza espiritual que el diablo les
inculca.
El diablo es un ser espiritual y
como tal es invisible, que posee a personas a las que encumbra en la sociedad,
las celebritis, sus hijos se fijan en
ellas, deseando imitar su forma de vida. Su manera de vestir, tatuajes, drogas,
sexo, divorcios, amor al dinero,…En general, las personas son como como ovejas
que se las lleva al matadero. No en vano el diablo es homicida desde el
principio. En tanto el hombre como individuo y como sociedad siga imitando el
modelo de conducta diabólica, los problemas que nos hunden en las profundidades
del abismo, no desaparecerán.
Job al mirarse en el espejo al
asearse por la mañana se compara con otro modelo. Contempla la imagen de Jesús,
imagen del Dios invisible, el Dios tres veces santo, justo, amoroso,
inmaculado. Ante tal contraste no puede por menos que decir: “Si yo me
declarase justo, me condenaría mi boca, si dijese que soy perfecto, esto me
haría inicuo”. Job, el hombre
declarado justo por la fe en el Mesías que tenía que venir, al mirarse en el
espejo contempla la fealdad de su alma. Reconoce el pecado que hay en él lo
cual le lleva a intensificar sus súplicas implorando el perdón de Dios y que la
sangre de Jesús vertida en la cruz del Gólgota le limpie todos sus pecados,
incluidos aquellos de los que no tiene conciencia. Este entrar a diario en el
baño para mirarse en el espejo y comparándose en Jesús el modelo de Hombre
perfecto le hace ver las muchas manchas y arrugas que afean su alma. Suplica el
perdón del Señor y cada vez que una súplica brota de sus labios una arruga
pierde profundidad y una mancha intensidad. Cada día al mirase en el espejo y
comparándose con Jesús comprueba que su imagen va asemejándose un poco más al
Modelo. Hoy no. Mañana sí, comprobará que todas sus arrugas y manchas habrán
desaparecido. Reproducirá la imagen gloriosa de Jesús.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada