dilluns, 26 de juny del 2017

BELLEZA NATURAL

<b>Los escultores que desgracian los cuerpos de las  mujeres que confían en ellos son culpables de los destrozos emocionales que les causan</b>
<b>Jordi Labanda</b> en una de sus críticas gráficas presenta a una joven vestida de manera informal que  luce en su camiseta este mensaje: “Las mujeres reales no son perfectas. Las mujeres perfectas no son reales”. Este mensaje es muy apropiado en nuestros días en que abunda la manía de la clonación física siguiendo el modelo de belleza que marcan las pasarelas y la publicidad con sus retoques fotográficos que alteran la fisonomía de las/los modelos.
El mensaje de <b>Labanda</b> hace diana: “Las mujeres reales no son perfectas”. Hace años un carpintero de un pueblo de la Franja me enseñaba el trabajo que estaba realizando en una casa antigua que se estaba acondicionando. Al fijarme en los capiteles que coronaban la parte superior del marco de una puerta, le dije: “Las tallas no son iguales”. Por respuesta me dijo: “En artesanía no se encuentran dos piezas iguales”. Esta respuesta la tengo gravada en mi mente y en más de una ocasión la he utilizado. La opinión que me dio el carpintero aragonés se puede aplicar perfectamente en el caso de la belleza de la mujer. Cada una de ellas es una creación artesanal de Dios y no pueden encontrarse dos que sean iguales. Incluso en el caso de los gemelos que pueden ser muy parecidos cuesta distinguirlos, porque tienen detalles que los diferencian. En este sentido “las mujeres reales no son perfectas”.
La segunda parte del mensaje que transmite <b>Labanda</b>: “Las mujeres perfectas no son reales”, y el deseo de alcanzar una perfección inexistente creada por los retoques fotográficos las lleva a padecer trastornos síquicos, a la extralimitación en el ejercicio físico y a trastornos de la alimentación por seguir dietas muy estrictas.
Supongamos que una mujer consigue el cuerpo ideal y que esté satisfecha con él. Si en ella no hay nada más, la Biblia la describe así: “Como pendiente de oro en el hocico de un cerdo, es la mujer hermosa apartada de razón” (Proverbios 11.22). Refiriéndose a <b>Cher</b>, la actriz, el periodista <b>Josep Sandoval</b> escribe: “La multidisciplinaria artista cumple hoy 65 aparentes primaveras a copia de unas veinte cirugías y un dispendio importante en cremas, latas de bótox y siliconas de toda aplicación. La cara es impecable: si no la mueve parece joven y fresca, el que debe ser terrible es verla de cerca, gesticulando o forzando alguna mueca…Podría decirse que la fotografía de <b>Cher</b es excelente, tal vez la radiografía detallaría determinadas pérdidas y alguna de ellas, quizás la dentadura, contemplaríamos aplicaciones de silicona y algunos otros añadidos que la han convertido en un ejemplar digno de estudio y que se sitúa por méritos propios en el segundo lugar detrás del difunto <b>Michael Jackson</b> en la lista de personajes más aficionados a pasar por las manos de cirujanos plásticos”.
Otra <i>celebrety</i>, <b>Heidi Montag</b> que también buscaba la perfección corporal, el cuerpo ideal con el que podía estar contenta, <i>porque se lo valía</i>, en el año 2009 se sometió a diez intervenciones de cirugía plástica. Salió de los quirófanos desfigurada, cosa que le recuerda el gran error cometido: No me gusta ser una <i>chica de plástico</i> o como se lo quiera llamar. La cirugía ha arruinado mi carrera y mi vida personal y me ha llevado mucho negativismo en mi mundo. Desearía subir en la máquina del tiempo y dar marcha atrás. Además me pareceré para siempre a <b>Edward Scissorhands</b> (personaje cinematográfico creado a parir de un robot que por la muerte de su creador quedó inacabado y que en vez de manos tenía unas tijeras).
El escultor de cuerpos <b>Frank Ryan</b< murió. <b>Heidi Montag</b> anda por Costa Rica buscando a un cirujano que le retoque los desperfectos: “no me hablo con mi familia, y no me quedan amigos en Hollywood “. Reconoce: “Mi matrimonio se echó a perder porque fue demasiada la presión sobre <b>Spencer</b>. Nadie aguanta tanto tiempo con una mujer que parece ha sido atropellada por un camión, y así fue por largos meses. Él no quería que me operase”. Quien busca ser la mujer de cuerpo perfecto se convirtió en una <i>chica e plástico</i> que no encaja en un mundo de “mujeres reales que no son perfectas”.
<b>Riviere y Dexeus</b> llegan a la conclusión que la única manera de alcanzar la belleza procede del interior, de la capacidad de superar el miedo a la muerte, resistiendo el despotismo de un cuidado crispado y exagerado de nuestra apariencia física, darle una excesiva importancia al cuerpo es un error que siempre cobra peaje”.
Algunas mujeres, entre ellas la cantante <b>Alicia Keys</b> quince veces ganadora del <i>Premio Grammy</i>, dice: “Antes de empezar mi nuevo álbum, escribí una lista de cosas que me hacen sentir mal. Una fue el lavado de cerebro a que se somete a las mujeres haciéndonos creer que tenemos que ser delgadas, o sexy, o atractivas, o perfectas. Una de las muchas cosas de las que estoy harta es el juicio constante a que se somete a las mujeres. El estereotipamiento constante por todos los medios de comunicación que nos hace pensar que siendo de talla normal es anormal y, ¡Dios no quiera!, si eres de talla grande, o el mensaje constante que para ser sexy debes desnudarte”
Si el Nuevo Testamento se hubiese escrito en el siglo XXI es muy posible que tratase de manera explícita la obsesión por el cuerpo y la cirugía plástica. Refiriéndose a las mujeres cristianas, las que no lo son seguramente lo encontrarán carca, pero va a la raíz del problema de la obsesión por el cuerpo perfecto, dice: “Considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”                                 (1 Pedro 3:2-4).
Octavi Pereña i Cortina


dilluns, 19 de juny del 2017

SALMO 130: 1,2

“De lo profundo, oh Señor, a ti clamo. Señor, oye mi voz, estén atentos tus oídos a la voz de mi suplica”
El salmo 130 es un poema muy corto, sólo tiene 8 versículos. Hay un dicho catalán que dice: “En el frasco pequeño está la buena confitura”.  El salmo 130 contiene mucha buena confitura de sana doctrina espiritual.
La plegaria del salmista brota de lo profundo de su corazón. Hambriento de Dios, dice: “Señor, oye mi voz, estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica”. ¿Cuál es el secreto del fervor con el que el salmista suplica a Dios? “Jah, si miras a mis pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado” (vv.3, 4). El reconocimiento de pecado es esencial para poder mantener una buena relación con Dios. Adán y Eva pretendían tapar su pecado con unos delantales cosidos con hojas de higuera, pero se escondieron de la presencia de Dios entre los árboles del jardín. Sentían vergüenza de que Dios contemplara su desnudez. El salmista no esconde su pecado a Dios, confiesa su condición de pecador, fue concebido en pecado, toda su naturaleza está pervertida. “Pero en ti hay perdón para que sea reverenciado”. El perdón que el salmista recibe de Dios por la fe en el Mesías le hace buscar a Dios con más insistencia. Este anhelo lo describe con estas palabras: “Mi alma espera en el Señor más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana” (v.6). El salmista utiliza un símil militar. El miedo que siente el centinela que le toca hacer guardia nocturna. Cualquier ruido le despierta miedo pensando que el enemigo se aproxima. Su alma está en vilo. Anhela desesperadamente la llegada del amanecer que con la luz que le acompaña despeje su miedo. La angustia de la noche se convierte en el sosiego que acompaña la luz. El miedo ha desaparecido, siendo reemplazado por la tranquilidad. El miedo del centinela debe convertirse en la confianza del hijo de Dios: “Esperé yo en el Señor, esperó mi alma, en su palabra he esperado”. El salmista nos viene a decir que nuestra relación con Dios no debe ser algo monótono, de rutina. Buscarle como si fuese un imperativo legal, forzado. Si no lo buscas por las buenas lo harás por las malas. El garrote de Dios te dará en las costillas. No. El anhelo del salmista es algo parecido “como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Salmo 49:1). El bramido el ciervo clamando por las aguas durante una larga sequía nace de lo profundo de su ser. Cuerpo, alma y espíritu, todo el ser del salmista tiene sed de Dios.
Lector amado: Espera en el Señor “porque en el Señor hay misericordia, y abundante redención en Él, y Él redimirá a Israel (a ti) de todos sus pecados” (vv. 7,8).
Que la misericordia del Señor te haga sentir la sed profunda del ciervo que te haga bramar por Jesús, en el deserto de este mundo, que es el agua viva que tu alma necesita con urgencia beber.


PROVERBIOS 13. 10

“Ciertamente la soberbia concebirá contienda, pero son sabios los que se dejan aconsejar”
Una palabra actual que engloba: Soberbia, orgullo, presunción…, es narcicismo. Si el rey Saúl viviese hoy formaría equipo con las  estrellas del espectáculo, del deporte, de la política. El narcicismo está más extendido de lo que creemos: abraza a todas las clases sociales.
Saúl, en un principio no había desarrollado el virus del narcicismo. Llegado el momento en que el profeta Samuel tenía que presentarle públicamente como el primer rey de Israel, “le buscaron pero no fue hallado”. El pueblo se preguntaba si aún no había venido. El Señor les dice: “He aquí que él está escondido entre el bagaje” (1 Samuel 10:27). No se atrevía a manifestarse en público.
Empezó a descubrirse el narcicismo latente en Saúl a partir del momento en que David entra en el escenario público. Debido a la victoria sobre Goliat y las victorias que obtenía en la lucha contra los filisteos, David “era acepto a los ojos de todo el pueblo, y a los ojos de los siervos de Saúl”. El vaso derramó el narcicismo latente cuando al regreso victorioso de Saúl de sus campañas bélicas, era recibido con cánticos de alegría y con instrumentos de música. Las mujeres que le recibían con cánticos clamorosos, decían: “Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles”. Las aclamaciones de las mujeres no agradaron a Saúl: “Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: a David le dieron diez miles, y a mí miles, no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David”. Directamente y por medio de intermediarios Saúl intentó en diversas ocasiones deshacerse de David.
La historia de Saúl tal como nos la cuenta la Biblia es un ejemplo de la veracidad de lo que enseña el texto que comentamos. El narcicismo de Saúl tuvo funestas consecuencias políticas: perdió a uno de sus mejores soldados por medio del cual obtenía brillantes victorias y, su reinado acabó muriendo en combate en una humillante derrota. “Ciertamente la soberbia concebirá contienda”.
El narcicismo también se encuentra agazapado en las iglesias en espera de la oportunidad para manifestarse. El narcicismo cristiano no se descubre en tanto no aparezcan críticos al comportamiento pastoral. En el momento en que el Señor, con la Biblia en la mano, levanta críticos a la política eclesiástica, el narcicismo aparece con virulencia. El narcicismo interfiere en el crecimiento espiritual de los creyentes porque los saúles que hay en las iglesias no pueden soportar la presencia de davides que les quiten brillo. Debido a ello las iglesias languidecen porque a la savia nueva que aporta Jesús, el Señor de la iglesia, no se le da la bienvenida que se merece y se la rechaza porque según dicen los saúles atentan contra la autoridad eclesiástica


INFANCIA ENFERMA

<b>Las enfermedades mentales infantiles, ¿necesitan  tratamiento espiritual?</b>
Unos datos que alertan del drama que se aproxima: “La cifra de menores visitados en los centros de salud mental infantil ha crecido un 28% en los últimos cinco años en Catalunya. Los centros de desarrollo infantil y atención precoz atendieron en el año pasado (2015) el doble de niños de 0 a 6 años que hace diez años. El 7,1% de los menores de 15 años visitaban el sicólogo en 2014 ante el 4,1% que lo hicieron el 2010”
(<b>Mayte Rius</b>). El informe sobre la salud mental infantil y adolescente en Catalunya elaborado por la Fundación Pere Tarrés y la Federación Salud Mental Catalunya de la que provienen los datos aportados por <b>Mayte Rius</b>también dice: “De hecho, la pobreza figura como uno de los factores que aumentan el riesgo de padecer trastornos  mentales, igual que las rupturas y los conflictos familiares”. El entorno parece ser que es uno de los factores que contribuye al incremento de trastornos mentales en una infancia cada vez más joven. El entorno es el que es y no se ve la posibilidad de cambiarlo a corto plazo. Debemos aprender a convivir con él porque la falta de recursos públicos para atender la salud mental infantil hace imposible que todos los afectados puedan recibir la atención que necesitan. El informe señala la crisis que genera pobreza como un factor que genera trastornos mentales en niños cada vez más pequeños. Este factor no está en las manos de los padres afectados cambiarlo. Pero se resaltan otros: ·Las rupturas y los conflictos familiares”. Estos problemas que contribuyen a generar trastornos mentales en los hijos, su curación no depende de la salud pública y por lo tanto no se puede justificar su presencia a la falta de recursos públicos destinados a atender la salud mental de los menores.
La actriz <b>Melanie Griffith</b> envía un mensaje a los padres cuando dice: “A los diez años bebía como si fuese un refresco. Me estaba medicando para huir de mi dolor y de mis inseguridades”. No especifica quien o que le provocaba el dolor y las inseguridades. Creo que es lícito extraer las causas de lo que pasa en las familias en general. Los niños no respiran en sus hogares un ambiente saludable. Las relaciones de los padres son conflictivas a matar que de rebote afectan a los hijos. La prole contempla como los padres ahogan sus penas en el alcohol y las drogas. Cuando la situación ha llegado al límite: la separación o el divorcio es inevitable. Esto provoca dolor e inseguridad en los hijos que se refleja en los trastornos mentales que se medican. Este círculo vicioso debe romperse en los padres que son una de las causas del aumento de los trastornos mentales infantiles que son motivo de preocupación de la salud pública. ¿Qué es lo que hace que se produzcan altercados que son causa de graves problemas domésticos? Es evidente que muchos padres desconocen a Dios, por lo tanto, es lógico que no se le tenga en cuenta a la hora de solucionarlos. No tienen a su alcance unos hombros fuertes en que descargar los problemas que los afligen. Erróneamente los esconden en el alcohol, drogas, antidepresivos, ansiolíticos, viajes, la diversidad de ocio que la sociedad pone al servicio de los sufrientes para hacer desaparecer las penas. No lo consiguen. Todo lo contrario. Con del paso del tiempo las cargas se hacen más pesadas y asfixiantes. La <i>desesperación tranquila</i> como alguien ha bautizado la situación, es la  característica de muchos hogares. Con receta o sin ella, en el intento de hacer desaparecer el infierno en que viven se utilizan las pastillas que algunos expertos en salud mental consideran que son pegotes que no solucionan el problema de la salud mental infantil.
Se me ha dicho que termino los escritos haciendo referencia a Jesús. Si debo proponer la solución a un problema de carácter espiritual necesariamente debo terminarlos de esta manera. La misma clase médica afirma que las pastillas no son la solución a los trastornos mentales infantiles. El Real Colegio Australiano y de Nueva Zelanda de psiquiatría, avisa: “Es alarmante que cualquier antidepresivo se administre a los niños”. Por su parte el <b>Dr. Joe Tucci</b>, asegura: “No veo un buen motivo para que a un niño de seis o menos, se le trate con antidepresivos. Creo que esto crece porque se usa la medicación para tratar los síntomas pero no la causa”.
Un toque de atención a los padres. Alguien ha dicho: “Enojado, niños infelices se enojan, adultos infelices, El tratamiento de la salud mental cuesta billones de dólares en nuestra sociedad, no solamente en el aspecto sanitario, sino también en el aspecto de servicios educativos, de justicia y prisiones. ¿De dónde crees que vienen estos problemas? La mayoría comienzan en la infancia”.
Jesús debe estar presente en los hogares, no como personaje histórico que yace sobre la mesa del forense para ser estudiado, sino como el Cristo viviente que es el Camino que conduce al Padre celestial. Cuando Jesús se convierte en el Salvador de alguien  sus pecados han sido borrados y la relación con Dios se ha restablecido, entonces la plegaria que el Espíritu Santo pone en su corazón, el padre atribulado por la dolencia mental de su hijo, es el instrumento que sirve para descargar sobre la espalda de Jesús la pesada carga del trastorno mental de su hijo. Si Jesús se hace presente en un hogar porque los padres creen en Él puede ser el inicio de la curación mental de los hijos porque allí en donde todo se solucionaba a la tremenda se ha implantado la paz de Cristo que excede a la comprensión humana y, esta paz divina es el bálsamo que tranquiliza la inestabilidad infantil.
Felipe le dijo a Natanael: “Hemos encontrado a Jesús de Nazaret”. Natanael le dice: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” Felipe le responde: “Ven y lo verás”                 (Juan 1. 45,46). Si el lector está harto de gastar dinero en médicos que no le resuelven el problema de la salud mental de sus hijos, no le hagas caso de lo que se dice de Jesús para denigrarlo. Acude a Él sin dilación y descubrirás quien es realmente.
Octavi Pereña i Cortina



dilluns, 12 de juny del 2017

REGENERACIÓN POLÍTICA

<b>El pecado impide que la mentira desaparezca de los hombres e impide la regeneración política</b>
Los políticos han perdido la confianza del electorado porque la mentira es su filosofía política. Creen que sus  engaños no serán descubiertos. Se han olvidado del dicho: “Es más fácil coger a un mentiroso que a un cojo”. Más pronto o más tarde el embustero cae en la red que el mismo ha tejido. También se dice que el mentiroso debe tener mucha memoria para no contradecirse de las aseveraciones dichas anteriormente. Las hemerotecas son un buen recordatorio de: “esto no lo he dicho nunca”. Ni así, los mentirosos patológicos al no querer reconocer su pecado  caen atrapados en una cadena de embustes que los hunde más y más en el lodazal que han creado. Los políticos embusteros se apoyan en el masoquismo del electorado que prefiere “loco conocido que sabio por conocer”, lo cual, a pesar de sus corruptelas les proporciona votos suficientes para mantenerse  cómodamente asentados en los sillones del poder. Los electores que a sabiendas votan a políticos corruptos, ¿es que les gusta que los flagelen o porque ven en ellos a unos aliados que en el momento oportuno mirarán hacia otro lado?
¿Por qué existe tanta mentira? Con la Biblia abierta en la mano y con el ánimo de que la luz que de ella brota ilumine el corazón dará a entender la razón por la que la mentira está tan extensamente arraigada en la sociedad. Entre otras cosas leemos en las Escrituras cristianas: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo…y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44).
Un buen gobierno jamás depende de si sus miembros tienen estudios superiores, o si pueden exhibir diplomas de masters realizados o doctorados con lo que poder deslumbrar a la ciudadanía, sino de la calidad moral y ética de sus componentes. La maquinaria del gobierno siempre está supeditada a la voluntad de aquellos que la hacen funcionar. Según la calidad moral y ética de los maquinistas, así será el funcionamiento de las estructuras del Estado. “Lo que es más grave”, dice el filósofo <b>Emilio Lledó</b>, “no es la ignorancia en el ámbito personal. Mi ignorancia no tiene trascendencia. Lo que es más grave es que un ignorante con la mente reformada y poder político. Es terrible que esta persona pueda decidir sobre lo que nos afecta a todos. …Este país necesita políticos decentes”. <b>Emilio Lledó</b> no está solo cuando dice que España necesita políticos decentes. En las tertulias de café con las fichas del domino en la mano o barajando las cartas, más pronto o más tarde siempre aparece el tema de la corrupción política. Ciudadanos ignorantes del entramado político, afirman disgustados que el país necesita políticos decentes, que no sean corruptos. Las encuestas que se hacen en directo durante las tertulias televisivas, los telespectadores vía Twitter o Facebook, también reconocen la necesidad de gobernantes decentes que no sean corruptos.
Antes hemos afirmado que un buen número de políticos se caracterizan por ser mentirosos y que sabemos que la causa e esta peculiaridad tan nefasta para el bienestar social se debe a que tienen el diablo como padre espiritual, no sólo ellos, todas las personas, incluso quienes tienen el título de “honorable”, si no se han convertido a Cristo, tienen como padre espiritual al diablo. Solamente los convertidos a Cristo, y por este hecho son convertidos en hijos de Dios y participan de su naturaleza, en el ámbito personal rompen la cadena diabólica de la mentira en sus relaciones sociales, podrían extender más ampliamente este comportamiento en el caso de que ejerciesen cargos públicos.
La mayoría de los lectores han oído hablar de los “Diez Mandamientos”. Uno de los mandamientos de la Ley de Dios dice: ”No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20: 16). Este mandamiento abreviado lo conocemos como: “No mentirás”. El que la Biblia contenga esta prohibición  indica que dicho pecado no es algo residual, sin importancia. No es un pecado que denominamos “venial”, que no ocurre nada si lo cometemos. Tiene el propósito de hacer resaltar este pecado para que nadie pueda alegar ignorancia.
Como descendientes de Adán somos mentirosos. Nuestra condición espiritual afectada por el pecado hace inevitable la propensión a mentir. ¿Cuál es el propósito del mandamiento “no mentirás”? No para que pretendamos despojarnos de ella mediante flagelaciones, ayunos extremos, peregrinaciones a santuarios…Con todo ello no conseguiremos deshacernos de la mentira que nos acompaña allí donde vayamos. Lo que obtendremos con estos métodos es la frustración al descubrir que no podemos deshacernos de esta manera perversa de comportarnos.
¿Para qué sirve pues el mandamiento? Nos enseña la imposibilidad de guardar la Ley de Dios. Una “mentira piadosa” expresión que nos es tan familiar en nuestro quehacer diario no impide que transgredamos el mandamiento “no mentirás”, sin paliativos. “Cualquiera que guarde toda la Ley, pero ofende en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10). Algo aparentemente tan inofensivo como una “mentira piadosa” significa incumplir el mandamiento: “no mentirás”, lo cual significa incumplir toda la Ley de Dios. Esta ofensa a Dios hace imposible que el hombre por su medios pueda repararla. La Ley de Dios tienen el propósito de “llevarnos a Cristo  a fin de que seamos justificados por la fe” (Gálatas 3: 24). Ser justificado por la fe significa que quien cree en Jesús como Señor y Salvador, la sangre que derramó en la cruz limpia todos los pecados y el Espíritu Santo toma el control de su vida, liberándolo de la esclavitud del pecado, en este caso de la mentira. Creer en Jesús no significa que el creyente se convierta en una persona perfecta. La perfección la obtendrá el día de la resurrección. Mientras no llegue este día, rechaza vehementemente la mentira y con la fuerza del Espíritu Santo deja de ser un mentiroso compulsivo.
La regeneración política no depende de controles anticorrupción, sino de la fe en Jesús que transforma las personas que aman el pecado y se deleitan en él, en otras que lo aborrecen, aspirando a la santidad que es obra del Espíritu Santo.

Octavi Pereña i Cortina

JOB 1:22

“En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”
En un espacio de tiempo, tal  vez todo sucedió en el mismo día, murieron a filo de espada los siervos de Job que estaban labrando. Fuego de Dios cayó del cielo que consumió a pastores y ovejas. Los caldeos  robaron sus camellos y mataron a los pastores que los cuidaban. Un gran viento sopló contra la casa en la que se encontraban los hijos de Job banqueteando, murieron todos ellos. Job no lo sabía, nosotros sí, porque en aquel momento Job desconocía toda la historia. Ignoraba que todas las desgracias acontecidas en tan poco tiempo sucedieron porque Dios permitió a Satanás que las hiciera. En este momento de profundo dolor, “en todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”.
Algún comentarista atribuye a Moisés la autoría del libro de Job y que lo escribió con el propósito de alentar a los israelitas en la dura servidumbre en Egipto. Sea cierto o no que Moisés escribió el libro de Job, lo que sí es verdad es que es un libro muy adecuado para confortar al pueblo e Dios en el infortunio. En la actualidad el mundo está inmerso en una vorágine de despropósitos que hace que sean muchísimas las personas que se preguntan: “Si Dios existe, ¿Por qué permite todas las barbaridades que acontecen? Los cristianos que tenemos la Biblia como palabra de Dios y que es objeto de nuestra meditación diaria, sabemos que muchos de los desastres que acontecen son juicios de Dios para castigar a quienes le han abandonado y viven en pecado. No debemos olvidar nunca que Dios es justo y que da a cada uno según se merecen sus obras, a pesar que desde nuestro punto de vista, que desconocemos los detalles, nos pueda parecer excesivo.
La otra razón por la que ocurre lo que sucede, no debe olvidarse nunca, es que el diablo, el dios de este siglo, padre de mentira y homicida desde el principio, es semejante a un perro encadenado que tiene libertad de movimiento hasta donde se lo permite la longitud de la cadena. El diablo puede hacer daño, sí, pero no todo el que su maldad le impulsaría a hacer si Dios no hubiese limitado la longitud de la cadena.
Durante todo el tiempo, que será hasta la venida de Jesús en su gloria, en el que el dios de este mundo gozará de libertad vigilada, el mal seguirá haciendo de las suyas. Los designios de Dios seguiremos ignorándolos. Lo que sí sabemos es que a pesar de desconocerla, la voluntad de Dios se cumple inexorablemente y, como decimos en el Padrenuestro: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”                           (Mateo 6:9).
Teniendo un conocimiento más completo de lo que sucede y del origen de los males que padecemos, y que Dios no ha perdido el control de su creación, que todo conduce a que los propósitos de Dios se cumplan, debemos hacer nuestras las palabras: “En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”

 

JOB 9: 20

“Si yo me declarase justo, me condenaría mi boca, si dijese que soy perfecto, esto me haría inicuo”
Las palabras de Job que comentamos manifiestan un profundo conocimiento de su condición. Es muy difícil, es como buscar una aguja en un pajar, encontrar una persona que sin recelo alguno se declare pecador. La razón se debe a que el diablo, que es padre de mentira, que es el dios de este siglo y padre espiritual de una infinidad de personas, hace que estas mientan sobre sí mismas. Las sutilezas satánicas hacen que los hombres no reconozcan lo que realmente son. Cuando las personas se miran por la mañana en el espejo y comparan su rostro con la extrema fealdad de su padre el diablo, se consideran poco hermosas y se esfuerzan en semejarse más a la imagen de belleza espiritual que el diablo les inculca.
El diablo es un ser espiritual y como tal es invisible, que posee a personas a las que encumbra en la sociedad, las celebritis, sus hijos se fijan en ellas, deseando imitar su forma de vida. Su manera de vestir, tatuajes, drogas, sexo, divorcios, amor al dinero,…En general, las personas son como como ovejas que se las lleva al matadero. No en vano el diablo es homicida desde el principio. En tanto el hombre como individuo y como sociedad siga imitando el modelo de conducta diabólica, los problemas que nos hunden en las profundidades del abismo, no desaparecerán.
Job al mirarse en el espejo al asearse por la mañana se compara con otro modelo. Contempla la imagen de Jesús, imagen del Dios invisible, el Dios tres veces santo, justo, amoroso, inmaculado. Ante tal contraste no puede por menos que decir: “Si yo me declarase justo, me condenaría mi boca, si dijese que soy perfecto, esto me haría inicuo”. Job, el hombre declarado justo por la fe en el Mesías que tenía que venir, al mirarse en el espejo contempla la fealdad de su alma. Reconoce el pecado que hay en él lo cual le lleva a intensificar sus súplicas implorando el perdón de Dios y que la sangre de Jesús vertida en la cruz del Gólgota le limpie todos sus pecados, incluidos aquellos de los que no tiene conciencia. Este entrar a diario en el baño para mirarse en el espejo y comparándose en Jesús el modelo de Hombre perfecto le hace ver las muchas manchas y arrugas que afean su alma. Suplica el perdón del Señor y cada vez que una súplica brota de sus labios una arruga pierde profundidad y una mancha intensidad. Cada día al mirase en el espejo y comparándose con Jesús comprueba que su imagen va asemejándose un poco más al Modelo. Hoy no. Mañana sí, comprobará que todas sus arrugas y manchas habrán desaparecido. Reproducirá la imagen gloriosa de Jesús.


dilluns, 5 de juny del 2017

¡GUERRA!

<b>La guerra por ser absurda se ha convertido en lo más normal</b>
El periodista <b>Josep Corbella</b> le pegunta a <b>Carme Jordi</b> astrofísica de la Universidad de Barcelona: ¿Qué piensa que es cierto a pesar de que no pueda demostrarlo? Respuesta: “Que Dios no existe”. Vuelve a inquirirla: Una pregunta por la cual no tenga respuesta: “¿Por qué la humanidad no ha sido capaz de abolir las guerras? Ambas respuestas forman parte de las dos caras de una moneda. Sin Dios la violencia sea del género que sea es inevitable.
Por el tema que tratamos sería muy conveniente tener presente las palabras de Santiago para hacer desaparecer la ignorancia de <b>Carme Jordi</b> respecto a por qué el hombre es incapaz de abolir las guerras. A la de ella debemos añadir la del japonés <b>Yosiko Kajimoto</b>, superviviente de la bomba atómica lanzada sobre Hisosima en el año 1945, que a la pregunta. ¿Qué ha entendido del ser humano?, responde: “Indudablemente las personas son buenas, lo he podido comprobar en los viajes por todo el mundo, pero en conjunto, la humanidad siempre ha estado en guerra. Es un misterio que no consigo entender”.
Vayamos, pues, a ver que nos dice Santiago: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis, matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”  (Santiago 4. 1-3).
Todas las guerras tienen un alto grado de estupidez humana. La Guerra en singular se multiplica de forma exponencial si al sustantivo se le añade el adjetivo nacional o confesional. Luchas por una cosa intangible, por una idea, por una creencia, es algo irracional, cosa que suele convertir los conflictos en más sangrientos que las guerras que persiguen objetivos concretos. Las cosas materiales son negociables. Las intangibles como la fe o la patria, no.
El periodista e impresor leridano  <b>Pau Guimet</b>, refiriéndose a la guerra Civil española, entre otras cosa escribe: “Si la guerra es la destrucción, el asesinato en masa, el espolio, la violación, el éxodo, el hambre, la desolación, la miseria, el aplastamiento moral, la neurastenia loca, no entiendo que exista persona de juicio normal que se entregue al conformismo que, ante la catástrofe de nuestro país sugiere esta frase idiota que reza: <i<Es la guerra</i>. Ante la catástrofe nacional que representó la sublevación franquista,  que no se ha recuperado del todo, nos sale el ministro Gallardón con esta linda proclama belicista que hace temblar: “España es una nación que vale la pena vivir y querer, y por la que vale la pena luchar”. El ministro  no ha entendido con la experiencia de la Guerra Civil las desgracias que comporta querer resolver los problemas políticos con una guerra fratricida. Una frase muy breve que por su brevedad es doble buena, es la que dijo el general <b>William Tucumsch Sherman</b>, partidario de <i>tierra quemada</i>: “La guerra es el infierno”.
El filósofo británico <b>C. S. Lewis</b> que participó como saldado en la Primera Guerra Mundial, al estallar la Segunda describe  los sufrimientos de los soldados. “Todo lo que nos produce miedo, de cualquier tipo de adversidad se concentra en la vida del soldado en activo, de servicio. Pareciéndose a la enfermedad le amenaza el dolor y la muerte. Asemejándose a la pobreza le amenaza un pésimo albergue, frio, calor, sed y hambre. Pareciéndose a la esclavitud le amenaza el trabajo duro, humillación, injusticia  y gobierno autoritario. Asemejándose al exilio,                                                                                                                    lo separa de todo lo que más ama”.
No. Poner fin a las guerras no está al alcance del hombre conseguirlo. Lo estamos viendo de manera muy visible en lo que está sucediendo en nuestro tiempo por todo el mundo. La codicia de los gobiernos impide ponerles fin. En nombre de la paz se incrementan los presupuestos militares. Las empresas armamentistas se lucran fabricando instrumentos de muerte y las distribuyen en zonas en conflicto a pesar de los embargos internacionales. ¡La codicia no conoce límites!
El profeta Isaías, buen conocedor de la naturaleza humana, escribe: “Sus pies corren al mal, se apresuran a derramar sangre inocente, sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos. No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas, cualquiera que por ellas caminase, no conocerá paz” (Isaías 59: 7,8).
Cuando los discípulos de Jesús le preguntaron por las señales del fin del tiempo, les dijo: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras, mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca, pero aun no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes y hambres, y terremotos en distintos lugares, y todo esto será principio de dolores” (Mateo 24: 6-8). ¿No son estas palabras un vivo retrato de nuestro tiempo?
El profeta Isaías da una visión del futuro que contrasta con el presente. La nueva tierra que surgirá con la venida gloriosa de Jesús al venir a buscar a su pueblo para que habite en ella por toda la eternidad es muy codiciable: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará, el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león con el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién nacido extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar” (Isaías, 11: 6-8). En aquel día el paraíso que se perdió en Adán será plenamente recuperado  para no volverse a perder.
Octavi Pereña i Cortina




LUCAS 24. 45

“Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras”
Jesús ya había resucitado. La tumba estaba vacía. Las mujeres habían dado testimonio de la resurrección del Maestro. Las dudas persistían. “Dos de ellos”, regresaban a Emaús comentando los eventos del día. Jesús se pone a su lado y les dice: “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciese estas cosas, y que entrara en su gloria?” (vv. 25,26). Al llegar a destino e invitado Jesús a cenar, en el momento en que  Jesús bendijo la mesa “les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron” (v.31)
Poco después, los dos ciegos a los que Jesús abrió los ojos, estando comentando con los discípulos lo que les había sucedido en Emaús, Jesús se presentó en la sala en que se encontraban reunidos los discípulos y “les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras”.
Dan fe de la sepultura y resurrección de Jesús al tercer día conforme a las Escrituras una nube de testigos. Pablo lo relata así: “Y se apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo, después a todos los apóstoles, y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” (1 Corintios 15: 5-8).
¿Te acuerdas del dubitativo Tomás que no creía el testimonio de los otros discípulos? Al encontrarse cara a cara con Jesús, éste le dice: “Porque me has visto, Tomás, creíste, bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29). Hoy nos encontramos en una situación parecida a la de Tomás de no ver a Jesús físicamente, y con él decimos a quienes nos hablan de la resurrección de Jesús: “Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” (v. 25). Cuando leemos en los evangelios los relatos de la muerte y resurrección de Jesús, no los creemos. Decimos que son cuentos de hadas hasta que el Espíritu Santo “nos abra el entendimiento para que comprendamos las Escrituras”.
La salvación es obra de Dios. Como cristianos no hemos recibido el encargo de perdonar pecados, ni de dar vida a  los muertos. Pero antes de ascender Jesús al cielo, dijo a los suyos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…” (Mateo 27: 18-20). Cumplamos el mandato de predicar el Evangelio “y el Señor añadirá cada día a la iglesia los que tienen que ser salvos” (Hechos 2:47).


JOB 1:5

“Y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme el número de todos ellos (hijos). Porque decía  Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días”
Noticias publicadas recientemente: “Absuelto un padre de maltratar a su hija durante una discusión en que le quitó el móvil”. “Imputados en un año diecinueve adolescentes de Lleida por maltratar a sus padres”. Las noticias a menudo tienen a los adolescentes como protagonistas. La cosa viene de años.  Proverbios trata ampliamente el problema juvenil. Los primeros versículos del salmo 78 son un recordatorio que se hace a Israel de la responsabilidad que tienen los padres de educar a sus hijos en los caminos del Señor para que sean personas de bien en la adolescencia y después cuando sean adultos y adquieran responsabilidades en la sociedad. Fuera de la educación basada en la Biblia no existe una educación idónea para cambiar la naturaleza pecadora de los niños y convertirlos en personas que deban ser constantemente vigiladas. El resultado de la educación laica que hoy se imparte en familia y en las escuelas es bien notorio. Los ejemplos citados solamente son una muestra de lo que sucede a diario. Job vivió años antes de que la Ley de Dios se escribiese, la transmisión se hacía  vía oral, de padres a hijos. Job es un ejemplo a seguir.
Los padres, generalmente son los últimos en darse cuenta del comportamiento incorrecto de sus hijos. En más de una ocasión se da el caso de que cuando al hijo se le ha castigado en la escuela  por su comportamiento incívico, los padres salen en defensa del hijo acusando al maestro sancionador de ver con mal  ojo a su hijo, llegando incluso a la violencia, no solamente verbal, a veces incluso física. Loa padres sobreprotejadores  de los hijos no suelen ser buenos educadores.

¿Qué nos enseña el texto que comentamos sobre la educación de los hijos? Job, como hombre de Dios que fue, era consciente de la condición pecadora del hombre, incluyendo a sus hijos. De ahí que madrugando “ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos”. Comenzaba la jornada interesándose por cada uno de sus hijos porque: “habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones”. La intercesión de Job por sus hijos no era casual. Sin caer en las vanas repeticiones farisaicas, era rutinaria. Era una costumbre diaria: “De esta manera hacía todos los días”. Por lo que sabemos, Satanás era enemigo de su familia. La mejor manera de proteger a sus hijos de las artimañas satánicas era proteger a sus hijos con toda la armadura de Dios. Ello requiere un trabajo persistente: “Y se levantaba de mañana  y ofrecía holocaustos conforme el número de todos ellos”