BELLEZA NATURAL
<b>Los escultores que desgracian
los cuerpos de las mujeres que confían
en ellos son culpables de los destrozos emocionales que les causan</b>
<b>Jordi Labanda</b> en una
de sus críticas gráficas presenta a una joven vestida de manera informal
que luce en su camiseta este mensaje:
“Las mujeres reales no son perfectas. Las mujeres perfectas no son reales”.
Este mensaje es muy apropiado en nuestros días en que abunda la manía de la
clonación física siguiendo el modelo de belleza que marcan las pasarelas y la
publicidad con sus retoques fotográficos que alteran la fisonomía de las/los
modelos.
El mensaje de <b>Labanda</b>
hace diana: “Las mujeres reales no son perfectas”. Hace años un carpintero de
un pueblo de la Franja me enseñaba el trabajo que estaba realizando en una casa
antigua que se estaba acondicionando. Al fijarme en los capiteles que coronaban
la parte superior del marco de una puerta, le dije: “Las tallas no son
iguales”. Por respuesta me dijo: “En artesanía no se encuentran dos piezas
iguales”. Esta respuesta la tengo gravada en mi mente y en más de una ocasión
la he utilizado. La opinión que me dio el carpintero aragonés se puede aplicar
perfectamente en el caso de la belleza de la mujer. Cada una de ellas es una
creación artesanal de Dios y no pueden encontrarse dos que sean iguales.
Incluso en el caso de los gemelos que pueden ser muy parecidos cuesta
distinguirlos, porque tienen detalles que los diferencian. En este sentido “las
mujeres reales no son perfectas”.
La segunda parte del mensaje que
transmite <b>Labanda</b>: “Las mujeres perfectas no son reales”, y
el deseo de alcanzar una perfección inexistente creada por los retoques
fotográficos las lleva a padecer trastornos síquicos, a la extralimitación en
el ejercicio físico y a trastornos de la alimentación por seguir dietas muy
estrictas.
Supongamos que una mujer consigue el
cuerpo ideal y que esté satisfecha con él. Si en ella no hay nada más, la
Biblia la describe así: “Como pendiente de oro en el hocico de un cerdo, es la
mujer hermosa apartada de razón” (Proverbios 11.22). Refiriéndose a
<b>Cher</b>, la actriz, el periodista <b>Josep
Sandoval</b> escribe: “La multidisciplinaria artista cumple hoy 65
aparentes primaveras a copia de unas veinte cirugías y un dispendio importante
en cremas, latas de bótox y siliconas de toda aplicación. La cara es impecable:
si no la mueve parece joven y fresca, el que debe ser terrible es verla de
cerca, gesticulando o forzando alguna mueca…Podría decirse que la fotografía de
<b>Cher</b es excelente, tal vez la radiografía detallaría
determinadas pérdidas y alguna de ellas, quizás la dentadura, contemplaríamos
aplicaciones de silicona y algunos otros añadidos que la han convertido en un
ejemplar digno de estudio y que se sitúa por méritos propios en el segundo
lugar detrás del difunto <b>Michael Jackson</b> en la lista de
personajes más aficionados a pasar por las manos de cirujanos plásticos”.
Otra <i>celebrety</i>,
<b>Heidi Montag</b> que también buscaba la perfección corporal, el
cuerpo ideal con el que podía estar contenta, <i>porque se lo
valía</i>, en el año 2009 se sometió a diez intervenciones de cirugía
plástica. Salió de los quirófanos desfigurada, cosa que le recuerda el gran
error cometido: No me gusta ser una <i>chica de plástico</i> o como
se lo quiera llamar. La cirugía ha arruinado mi carrera y mi vida personal y me
ha llevado mucho negativismo en mi mundo. Desearía subir en la máquina del
tiempo y dar marcha atrás. Además me pareceré para siempre a <b>Edward
Scissorhands</b> (personaje cinematográfico creado a parir de un robot
que por la muerte de su creador quedó inacabado y que en vez de manos tenía
unas tijeras).
El escultor de cuerpos <b>Frank
Ryan</b< murió. <b>Heidi Montag</b> anda por Costa Rica
buscando a un cirujano que le retoque los desperfectos: “no me hablo con mi
familia, y no me quedan amigos en Hollywood “. Reconoce: “Mi matrimonio se echó
a perder porque fue demasiada la presión sobre <b>Spencer</b>.
Nadie aguanta tanto tiempo con una mujer que parece ha sido atropellada por un
camión, y así fue por largos meses. Él no quería que me operase”. Quien busca
ser la mujer de cuerpo perfecto se convirtió en una <i>chica e
plástico</i> que no encaja en un mundo de “mujeres reales que no son
perfectas”.
<b>Riviere y Dexeus</b>
llegan a la conclusión que la única manera de alcanzar la belleza procede del
interior, de la capacidad de superar el miedo a la muerte, resistiendo el
despotismo de un cuidado crispado y exagerado de nuestra apariencia física,
darle una excesiva importancia al cuerpo es un error que siempre cobra peaje”.
Algunas mujeres, entre ellas la cantante
<b>Alicia Keys</b> quince veces ganadora del <i>Premio
Grammy</i>, dice: “Antes de empezar mi nuevo álbum, escribí una lista de
cosas que me hacen sentir mal. Una fue el lavado de cerebro a que se somete a
las mujeres haciéndonos creer que tenemos que ser delgadas, o sexy, o
atractivas, o perfectas. Una de las muchas cosas de las que estoy harta es el
juicio constante a que se somete a las mujeres. El estereotipamiento constante
por todos los medios de comunicación que nos hace pensar que siendo de talla
normal es anormal y, ¡Dios no quiera!, si eres de talla grande, o el mensaje
constante que para ser sexy debes desnudarte”
Si el Nuevo Testamento se hubiese escrito
en el siglo XXI es muy posible que tratase de manera explícita la obsesión por
el cuerpo y la cirugía plástica. Refiriéndose a las mujeres cristianas, las que
no lo son seguramente lo encontrarán carca, pero va a la raíz del problema de
la obsesión por el cuerpo perfecto, dice: “Considerando vuestra conducta casta
y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de
adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el
incorruptible de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante
de Dios”
(1 Pedro 3:2-4).
Octavi
Pereña i Cortina