dilluns, 27 de març del 2017

MATEO 13:33

“El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado”
Las parábolas son historias terrenales con significado espiritual. Son una manera sencilla de hacer comprender los misterios que Dios ha revelado para bien de los hombres. Me ha movido a comentar la parábola de la levaduras unas palabras de Martín Lutero: “Yo predicaré, enseñaré, escribiré, pero no forzaré a nadie, porque la fe necesita nacer libremente, sin coerción…Y mientras yo dormía, o bebía cerveza con mis amigos Phillip Malanchton y Nicholas von Amsdorf, la Palabra de Dios incomodaba fuertemente al papado…Yo nada hice, la Palabra lo hizo todo”.
La enseñanza que Jesús transmite al pronunciar la parábola de la levadura es necesario que se recupere en nuestros días. La salvación de las personas desde el inicio hasta el final es obra de Dios. La única intervención humana en la salvación es la de los creyentes que actúan como portavoces de Dios: “por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…enseñándoles que guarden todas las cosas que os he enseñado…” (Mateo 28: 19,20). Enseñar no es imponer, es compartir el conocimiento que se tenga en algún tema, en nuestro caso, compartir la salvación que Dios concede al hombre por la fe en Jesucristo. No se puede machacar al interlocutor con la letra de la Biblia, porque si a la letra de la Palabra le falta el Espíritu Santo que le da vida y poder, el mensaje transmitido es estéril. Si se machacona a las personas con la letra de la Palabra el resultado es todo lo contrario de lo que se pretende.
¿Qué hace una mujer que quiere obsequiar a los suyos con una exquisita tarta? Con todo esmero prepara la pasta con los ingredientes que la receta o la experiencia recomienda, sin olvidar la levadura correspondiente. Es poca la cantidad de levadura que se pone en la pasta, pero suficiente para que una vez horneada la tarta resulte agradable a la vista y sabrosa al paladar.
Los ingredientes que forman parte de la tarta evangelizadora es la Palabra de Dios, pero si le falta el Espíritu Santo, cuando se hornea la masa, el resultado es una tarta desagradable a la vista y al paladar. Cuando a la letra de la Biblia le acompaña la levadura que es el Espíritu Santo, el resultado es una tarta, una iglesia santa que glorifica a Dios en un mundo que le desprecia. Cuando se deja hornear la letra de la Biblia con la dosis de Espíritu Santo, y no se interfiere el trabajo de horneado con las presiones humanas, el resultado será una iglesia viva a la que cada día se le irán añadiendo los que tienen que ser salvos (Hechos 2:47).


MATEO 16: 16

“Simón Pedro dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente”
Jesús y sus discípulos se encuentran en la región de Cesarea de Felipo, zona salpicada de templos dedicados a la diversidad de dioses y diosas paganos. Una zona altamente paganizada. En un ambiente tan cargado de tinieblas espirituales Jesús pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres es el hijo del Hombre?” (v.13). Responden dando los nombres de algunos profetas. Si la pregunta nos la hiciesen hoy a nosotros diríamos: un comunista, un filántropo, un gurú. Jesús no se conforma con saber lo que los hombres dicen de Él. Pregunta directamente a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que yo soy” (v. 15). El impulsivo Pedro, responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente” (v.16).
Lo que dice Jesús de la respuesta de Pedro debe hacernos reflexionar:”Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te le reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (v.17). No debemos perder de vista que la fe es un regalo de Dios. La fe que declara que Jesús es el hijo de Dios viviente, no es de fabricación humana. Se puede decir esta declaración de manera intelectual: los cristianos dicen que Jesús es el Hijo de Dios. Ellos lo creen pro yo no. Le podemos también preguntar a un cristiano: ¿Quién crees que es Jesús? Nos podrá responder diciendo: “Los evangelios dicen que Jesús es el Hijo del Dios viviente” Pero Jesús no quiere saber lo que dicen las personas ni lo que dice el Evangelio de Él, desea saber lo que los cristianos creemos de Él. Si le respondemos con fe verdadera. “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente”, esta declaración no es de fabricación humana, sino que es revelación del Padre por el Espíritu Santo. Si creemos que es el Padre quien revela a los hombres que Jesús es el Hijo de dios viviente, esta declaración debería afectar nuestra manera de evangelizar.
A menudo empleamos presión para conseguir confesiones de que Jesús es el Hijo de Dios viviente. Si la confesión no es la consecuencia  de que el Espíritu Santo la ha revelado en el corazón del que la hace, cuando el nuevo creyente se le bautiza y entra a formar  parte de la membresía de la iglesia, se admite a un no creyente a pesar de que de labios diga que Jesús es el Hijo del Dios viviente. Este tipo de evangelización es muy peligrosa porque se da la entrada al mundo en la iglesia,  con lo cual el testimonio de la misma deja mucho que desear. Si el mundo entra en la iglesia Jesús se marcha de ella. La luz y las tinieblas no pueden ir juntas
Las palabras de Jesús a Pedro: ”Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te le reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”, deben ser motivo de mucha reflexión
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¿SOY SAMARITANO?

<b>El amor al prójimo es la salvaguarda de los derechos humanos</b>
La Europa de los derechos humanos tiene que preservar el <i>“delito de solidaridad”</i>, como lo llama el periodista <b>Rafael Poch</b> cuando redacta su escrito en que trata el tema de la ayuda humanitaria que se ha presentado en pintoresca localidad francesa de Breil-sur-Roya, en donde una vez más se pone de manifiesto que en “la Europa sin norte, la solidaridad laica hacia otro ser humano, la caridad cristiana hacia Jesucristo que es cada refugiado, ya es delito, dice <b>Poch</b> El mismo periodista se hace esta pregunta. “¿Para qué sirve poner una sonda en Marte si no somos capaces de ayudar a estas personas?”
<b>Cédric Herrou</b> en Francia, <b>Fredrik Önnevall</b> en Suecia y algunos más, se enfrentan a ser juzgados por el <i>“delito de solidaridad”</i>. Europa y América han enloquecido. La iglesia católica pide privilegios porque se considera depositaria de la fe cristiana. ¿Qué es un cristianismo sin Cristo? Uno más de los humanismos aunque se denomine cristiano. Un humanismo sin Cristo es incapaz de enderezar la caótica situación en que se encuentra Europa.
La justicia francesa condenando a <b>Herrou</b> y la sueca a <b> Önnevall</b>, han abandonado su razón de ser. “Porque no hay autoridad que no venga de Dios, y las autoridades existentes han sido establecidas por Dios” (Romanos 13: 1). ¿Qué actitud deberían tomar los ciudadanos ante estas “autoridades establecidas por Dios”? “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y tendrás alabanza de ella. Porque es servidor de Dios para tu bien” vv.3,4). Desgraciadamente las sentencias que se dictan por hacer el bien no están en la línea de alabar a quienes lo hacen. Todo lo contrario, promueven la indiferencia por miedo al castigo. Esta Europa injusta no es la que deseamos. No es la Europa democrática que deseamos sea.
¿Qué son estos inmigrantes que llegan a casa nuestra que carecen de los derechos que los animalistas exigen se den a los animales? Según Jesús son nuestro prójimo. Un doctor de la ley le preguntó a Jesús: “¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? El Maestro le respondió con dos preguntas: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? El doctor de la ley responde: “Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dice: “Bien has respondido, haz esto, y vivirás”
Amar a Dios sobre todas las cosas es muy fácil decirlo y también es muy sencillo aparentarlo. Los fariseos eran muy hábiles en fingir una espiritualidad inexistente. Es por ello que Jesús los llama hipócritas. Jesús los desenmascara cuando dice. “Cuando ayunéis no seáis austeros, como los hipócritas, porque ellos demudan sus rostros  para mostrar a los hombres que ayunan, de cierto os digo ya tienen su recompensa” (Mateo 6:16). Reciben las alabanzas de los hombres porque desconocen su hipocresía.
Jesús, a quien no se le da gato por liebre porque conoce bien la interioridad del corazón humano, le dice al doctor de la ley que había respondido bien: “Haz esto y vivirás”. Este sabihondo de la ley que conoce muy bien la letra pero que es un ignorante respecto a su sentido espiritual, pretende eludir su responsabilidad, diciendo: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús no le responde con una disertación filosófica que dé pie a un debate inacabable que termine en tablas, y la pregunta, “¿quién es mi prójimo?” quede sin respuesta. Jesús le responde narrando la parábola que se conoce como la del “Buen samaritano”, una historia terrenal con significado espiritual.
Brevemente: Un hombre que transita por un camino poco transitado lo asaltan unos ladrones dejándolo tendido en el suelo medio muerto. Es esto que llega al escenario del crimen un sacerdote, que pasa de largo sin detenerse. Poco después llega un levita que hace lo mismo. Finalmente se aproxima un samaritano que al ver al hombre tendido en el suelo malherido, se detiene para auxiliarlo. Narrada la historia Jesús le pregunta al doctor de la ley: “¿Quién pues, de estos tres te parece que fue el prójimo que cayó en manos de los ladrones?” El doctor de la ley no pudo eludir la respuesta y dijo: “El que usó misericordia con él”. Y Jesús le dijo: “Vé, y haz tú lo mismo” (Lucas 10: 25-37).
Es muy significativo que fuese un samaritano el que tuviese misericordia del hombre maltratado. Los judíos odiaban a los samaritanos por motivos raciales y religiosos. El contacto con un samaritano los convertía en impuros. Pues bien, una persona inmunda para los judíos, es la que mostró misericordia hacia el hombre necesitado de auxilio, Los religiosos que pasaron de largo eran judíos, que adoraban al Dios misericordioso, no dieron muestras de compasión. Ni las diferencias raciales, ni religiosas, ni de ninguna clase, debe ser motivo para mostrar misericordia al necesitado. Ante el inmigrante en apuros Jesús nos dice: “Vé, y tú has lo mismo”
La justicia corrompida que no tiene como modelo al Dios justo puede prohibir ayudar al inmigrante. Puede castigar a quienes lo hagan. El apóstol Pedro que fue azotado por el Sanedrín por hacer el bien, nos dice que si somos perseguidos por la justicia por hacer el bien: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).
Octavi Pereña i Cortina


dilluns, 20 de març del 2017

PROVERBIOS 30: 24,26

“Cuatro cosas son las más pequeñas de la tierra y las mismas son más sabias que los sabios…Los conejos pueblo nada esforzado, y ponen su casa en la piedra”
El sabio escritor de Proverbios se refiere a cuatro cosas muy pequeñas que hay en la tierra que son más sabias que los sabios: las hormigas, los conejos, las langostas y las arañas. De las cuatro nos quedaremos con los conejos porque: ponen su casa en la piedra”. Manifiestan estos roedores su sabiduría porque buscan refugio para hacer sus madrigueras en la piedra. ¿Qué enseñanza aportan los conejos a nuestra vida espiritual ya que el escritor sagrado no tiene interés alguno en que nos hagamos expertos en la crianza de conejos?
¿Qué nos enseñan los conejos para que lo podamos aplicar en nuestra vida cristiana?, que la roca es el lugar más adecuado para edificar nuestra casa. Para Jesús, ¿quién es el hombre prudente y sabio? Nos dice que lo es la persona que construye su casa sobre la roca. “Descendió lluvia y vinieron ríos, y soplaron vientos y golpearon contra aquella casa, y no cayó porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7: 24). ¿Pretende Jesús convertirnos en arquitectos especializados en construir edificios a prueba de terremotos e inundaciones? Sí, en arquitectos que sepan dónde edificar su casa espiritual. La persona sabia y prudente lo es la que construye su vida sobre Cristo, la Roca.
A partir del instante en que pecó Adán, él y su descendencia se convirtieron en insensatos que edifican sus vidas sobre la arena. En vez de vidas justas que es la imagen de Dios que deben reflejar, presentan la imagen de su padre el diablo, el padre de mentira que los lleva a la destrucción eterna. A partir de la Caída, el ser humano deja de amar la luz de Dios y se siente atraído por las tinieblas satánicas. El resultado de aquel acto desafortunado de Adán  del que todos procedemos, es el desastre. Todo es confusión que nos conduce a la miseria que nos afecta a todos. De Adán hemos heredado su necedad y nos comportamos como necios carentes de prudencia y sabiduría.
A pesar de nuestra rebeldía Dios sigue amándonos hasta el punto que entregó a su Hijo unigénito a morir por nosotros para liberarnos de nuestra necedad desafiante que persiste en hacer que construyamos nuestra casa espiritual sobre arena. ¿Permitiremos que el amor de Dios nos toque para convertirnos en personas sabias y prudentes que edificamos nuestras vidas sobre la Roca a prueba de inundaciones que es Cristo Jesús?


PROVERBIOS 30: 5,6

“Toda palabra de Dios es limpia, Él es escudo a los que en Él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso”
“¿Qué pasaría si tratásemos a la Biblia como lo hacemos con nuestro teléfono móvil, si la llevásemos siempre con nosotros, si hiciéramos marcha atrás a buscarla como hacemos cuando nos olvidamos del móvil? En efecto, si llevásemos siempre la Palabra de Dios en el corazón, ninguna tentación podría separarnos de Dios y ningún obstáculo podría impedir hacer el bien”. Cualquier creyente en Cristo suscribiría estas palabras. Se las haría suyas porque sabe que las Sagradas Escrituras son inspiradas por Dios para su bien. ¿Qué pensaría si esta citación que transcribo, su autor es el papa Francisco? No puedo afirmarlo con rotundidad. Preferiría equivocarme y creer que estas apalabras dicen lo que afirman. Pero no puedo hacerlo. Tengo mis dudas respecto a su sinceridad.
Todos los creyentes en  Cristo creemos que “toda palabra de Dios es limpia, Él es escudo a los que en Él esperan”. Los creyentes en Cristo que somos guiados por el Espíritu Santo damos por ciertas estas palabras porque Él las afirma en nuestro corazón y decimos: Las creemos.
“Toda la palabra de Dios es limpia, Él es escudo a los que en Él esperan”, es la primera parte del versículo y Él nos enseña que “es escudo a los que en él esperan”. ¿Cuántas veces no hemos dicho: gracias Señor, por la ayuda que de Él hemos recibido por haber salido victoriosos de una crisis? Ahora viene la prueba del algodón que descubre si la afirmación “toda la Escritura es inspirada por Dios” la creemos o no. La prueba que descubre la veracidad o mentira de nuestra fe de la inspiración divina de la Escritura es. “no añadirás a sus palabras”. La doctrina católica y el papa Francisco, añaden a las Escrituras, por lo que son “hallados mentirosos”.
¿Qué de nosotros los cristianos evangélicos que siempre vamos con la Biblia bajo el brazo? La leemos en los cultos y cantamos himnos que la ensalzan. Seamos sinceros: no nos engañemos ni pretendamos engañar a Dios. Somos hallados mentirosos porque muchas de las cosas en las que creemos no se encuentran en las Escrituras, y las defendemos a capa y espada que son palabra de Dios. Le hemos mentido a Dios de muchas maneras. Apocalipsis acaba diciendo algo que puede aplicarse perfectamente a toda la Biblia: “Si alguno añade a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro” (22: 18,19). ¿Qué dice la prueba del algodón respecto  a lo que decimos creer?
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JUBILACIÓN ILUSIONADA

<b>Es una bendición de Dios que las facultades físicas y mentales se conserven durante la vejez</b>
La periodista <b>Herme Cerezo</b> le preguntó a <b>Leopoldo Abadía</b>, que tiene 82 años: ¿Resulta fácil mantener la mente siempre joven? La respuesta que da el “viejo”. “Que un joven tenga ilusiones es muy fácil, que las tenga un viejo es algo más difícil.  Por esto estoy empeñado en que cuando la gente se jubile, la misma tarde de su jubilación se busque otro empleo, aunque ese empleo consista simplemente en acudir a un museo, ver el cuadro de un pintor y convertirse en la persona que más sabe de ese artista, por muy malo que sea. El peligro de la vejez es volverse inútil, morir de aburrimiento. Siempre hay que hacer algo, aunque sea pensar”. La falta de ilusión es el inicio del declive.
<b>Leopoldo Abadía</b> en un sentido hace diana cuando afirma que un jubilado debe mantenerse ilusionado. Se refiere a un sentido espiritual, mental. Es cierto, es muy importante la actividad mental porque ayuda a ralentizar el proceso del deterioramiento físico porque la ilusión impulsa a vivir, a no convertirse en un inútil,  a no morir de aburrimiento.
Una persona ilusionada es una persona inquieta, activa, que no se conforma con lo que tiene, busca superarse. No la encontrarás sentada en el “banco del si no fuese”. Si no fuese el reuma. Si no fuese el corazón. Si no fuese esa incapacidad. Si no fuese……La persona ilusionada abandona el “banco del si no fuese” que sea con los ojos puestos en la meta a alcanzar. Un “viejo” con ideales, con propósitos, no necesitará de talleres que enseñan a activar y entrenar la mente ni a moverse porque su ilusión le mantiene activa la actividad mental que ayuda a conservar la actividad física que evitan en general, la decrepitud prematura. No puede evitarse el proceso degenerativo mental y físico. Es ley de vida física. La ilusión conservada a lo largo del proceso de envejecimiento no puede robar la dignidad del “viejo” que a pesar de su vejez avanzada es un referente para las personas que le conocen personalmente y para aquellos que saben de él de oídas. Un “viejo” ilusionado puede despertar ilusión a un recién llegado en el mundo de los jubilados que creen que acabada su vida laboral ya no les queda nada que valga la pena hacer, si no es vegetar. Una chispa de un modelo de ilusión puede despertar en él la ilusión que promoverá la actividad mental y física a lo largo de su proceso de envejecimiento.
Surge una pregunta. El autor del libro de Eclesiastés, el rey Salomón, habla de sus obras realizadas y de la sabiduría adquirida a lo largo de su vida, llegando a la conclusión que todo ello “es vanidad y aflicción de espíritu”. Para llegar a esta conclusión, ¿ha valido la pena mantenerse a lo largo de toda su vida activado mentalmente y físicamente? No tiene porque ser así. Existe un camino mejor que trasciende la existencia temporal.
El apóstol Pablo escribiendo a los cristinos en Corinto, les dice: “Sabiendo que el que resucitó al señor Jesús, a nosotros también nos resucitará en Jesús” (2 Corintios 4:14).  A pesar de que eran cristianos los destinatarios de la carta, siempre les era bueno recordar los cimientos de la fe cristiana porque el diablo el enemigo de Dios y de su pueble se mantiene muy activo sembrando la semilla de la duda por medio de sus falsos pastores introducidos entre el pueblo de Dios. No sea que caigamos en el mismo error que cometieron Adán y Eva en su inocencia. El relato de Génesis se encuentra en la Biblia para nuestra instrucción en la verdad de Dios. Esta actividad perversa de Satanás por medio de sus siervos también la ejerce entre aquellos que no son pueblo de Dios porque si consigue mantener a los incrédulos en la creencia e que no hay nada más allá de la muerte física los tendrá bien cogidos en sus dominios infernales por toda la eternidad futura. Por ello es tan importante saber y recordar que la resurrección corporal está garantizada por el hecho de que Jesús fue resucitado de entre los muertos por Dios y que la tumba en donde se depositó su cuerpo no se vació porque su cuerpo fuese robado, según propagaron los enemigos de Jesús. “Por tanto” (los que esperan ser resucitados en el día final), “no desmayamos, antes aunque este nuestro hombre exterior” (el cuerpo) “se va desgastando, el interior” (el alma) “no obstante se renueva de día en día” (v.16). La renovación del hombre interior por la fuerza que le infunde el Espíritu de Cristo da fuerza al cuerpo que se va desgastando: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (v.17). La experiencia de la presencia del Espíritu de Cristo en el creyente hace: “No mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven, porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (v.18).
El Espíritu que habita en el interior del jubilado que tiene fe en Jesús le da la fuerza para trabajar en las cosas que no se ven que son eternas, lo cual da sentido a todo lo que hace porque ya no es un perseguir al viento que es vanidad y aflicción de espíritu, sino como dice la Biblia: “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Apocalipsis14:13). Es ilusionante ser un jubilado cristiano porque todo lo que hace le acompañará durante toda la eternidad. Su vida temporal no habrá sido un fracaso.
Octavi Pereña i Cortina


dilluns, 13 de març del 2017

JEREMIAS 22:17

Mas tus ojos y tu corazón no son sino para tu avaricia, y para derramar sangre inocente, y para oprimir y para agravio”
El Señor manda a Jeremías que vaya a ver al rey de Judá y que le transmita lo que le va a decir. Lo que el profeta tiene que comunicar no sólo va dirigido al monarca, también a todo el pueblo.
Un mandamiento que debe ser obedecido sin demora: “Haced juicio y justicia, librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis ni robéis al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar” (v.3). Este texto, ¿no escribe al dedillo a nuestra sociedad? El abandono de Dios tiene de inmediato unas consecuencias en la sociedad. La justicia que debe ser la característica del pueblo de Dios da paso a la injusticia que reproduce la maldad satánica. El refrán popular acierta cuando dice: “De tal palo tal astilla”, es decir los hijos se asemejan a los padres.
Israel es un retrato de nosotros: desobedeció a Dios, no escuchó su voz que le llegaba por medio de los profetas, ni por su Hijo. La justicia de Dios dejó de manifestarse en su pueblo. Jesús con mucho acierto dice a los judíos de su tiempo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8: 44). El retrato que pinta Jesús de los judíos de su tiempo, ¿no es una descripción exacta del nuestro? La imagen que describe Jesús de una sociedad sin Dios se pretende retocarla, embellecerla con bla, bla, bla, que no lleva a ninguna parte. Hoy se ha puesto de moda la palabra posverdad con la que se define  que la sociedad actual es mentirosa. Pero se rehúye decir claramente que lo es. Se pretende edulcorarla para que no sea tan dura y no descubra nuestro pecado. A pesar de ello la mentira brota por todas partes y no hay manera de erradicarla porque está enraizada en lo más profundo de nuestro corazón. Aquí, ni la sicología, ni la educación tienen nada que hacer. Jeremías es contundente al decir: “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podéis vosotros hacer el bien, estando habituados a hacer el mal?”  (13: 23).
Israel se ha caracterizado siempre por su desobediencia a Dios y a su Palabra. Jesús dice a continuación de referirse al diablo como “padre de mentira”: “y a mí, porque os he dicho la verdad, no me creéis” (Juan 8:45). Así sigue siendo. En tanto los gobernantes y el pueblo en general no crean en Jesús y mientras no presten  atención a su Palabra para obedecerla, los graves problemas que aquejan a nuestra sociedad, que son consecuencia de ser hijos del diablo y no de Dios, no desaparecerán jamás. Por la fe en Jesús Dios se convierte en nuestro Padre celestial y las obras de nuestro Padre celestial desearemos hacer. Con nuestra conversión a Cristo contribuimos a hacer el mundo un poco mejor.


SALMO 106: 33

“Porque hicieron rebelar su espíritu, y habló precipitadamente con sus labios”
Durante la travesía por el desierto, en dos ocasiones Dios por medio de Moisés hizo brotar agua de la peña. En ambos casos fue en respuesta a las murmuraciones del pueblo contra Moisés. En el primer caso Dios mandó a Moisés  que golpeara con su vara a la peña para que brotara agua abundante (Éxodo 17: 1-7). En la segunda ocasión ordenó a Moisés que hablara a la peña para que diese el agua que el pueblo necesitaba (Números 20.8). Lleno de ira Moisés dijo: “¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir agua de la peña? Entonces alzó Moisés su mano y golpeó a la peña con su vara dos veces” (Números 20. 10,11).
En este segundo caso Moisés desobedeció a Dios. Tenía que hablarle a la peña, no golpearla con su vara. Las murmuraciones infundadas del pueblo contra Moisés “hicieron rebelar su espíritu, y habló precipitadamente con sus labios”. El mal comportamiento del prójimo no es una excusa para dejarnos llevar por la ira. Quienes irritaron a Moisés por su incredulidad no entraron en la Tierra prometida, sus huesos quedaron esparcidos a lo largo del recorrido por el desierto. Quienes dejados llevar por la ira como lo hicieron Moisés y su hermano Aarón fueron responsables de su pecado y culpables ante Dios. El juez justo dictó sentencia: “Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis  esta congregación en la tierra que les he prometido” (números 20.12).Aarón no entró en la Tierra Prometida, siendo enterrado en la cumbre del monte Hor. Moisés, por la misericordia del Señor se le permitió ver la Tierra Prometida desde la cumbre del monte Nebo, en donde fue enterrado.
Dios aborrece el pecado hasta el extremo que para deshacerlo le costó la vida de su Hijo Jesús. Cierto es que la sangre de Jesús limpia todos nuestros pecados. El perdón inmerecido de Dios no justifica nuestro pecado. El que por gracia seamos salvos no significa que podamos pecar alegremente. Esta forma de pensar no la autoriza la Biblia. Nos enseña a vivir en santidad en semejanza del Dios santo. El apóstol Pablo denuncia nuestra alegría pecaminosa cuando escribe a los Romanos: “¿Qué pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? (Romanos 6: 1,2)
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LAS TORRES DE LA SAGRADA FAMILIA

<b>Que sea más alta  la torre dedicada a María que las de los evangelistas indica desobediencia a Dios</b>
La decisión de que la torre del templo de la Sagrada Familia de Barcelona dedicada a María sea más alta que las delos evangelistas la tomó el cardenal <b>Lluís Martínez Sistach</b> en el año 2012. En su libro recientemente publicado <i>Un cardenal se confiesa</i> <b> Martínez Sistach</b>, dice: “Como presidente de la fundación para la construcción del templo pedí a los arquitectos que fuese así y así será. Gaudí por su devoción a la Madre de Dios bajo las advocaciones de Misericordia, Montserrat y Mercè, sin duda lo contemplará desde el cielo con muy buenos ojos”. <b>Josep Playà Maset</b> titula <i>Decisión teológica para la torre</i> el escrito que trata de la Sagrada Familia y de las torres que deben construirse. Realmente, lo que se esconde detrás del deseo del cardenal de que la torre dedicada a María sea más alta que la de los evangelistas es una cuestión teológica de mucha importancia. “Cuestión de representividad, en este caso, a la virgen le tocaba ser más alta que los evangelistas”, escribe  <b>Josep Playà Maset</b>.
Al finalizar el llamado <i>Sermón de la Montaña</i>, Jesús dijo a sus oyentes: ”Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7:24). Dese cuenta el lector que Jesús dice: Cualquiera que oye y hace edifica sobre la roca. Escuchar va más allá del <i>Sermón de la Montaña</i>, alcanza a toda la Escritura porque toda ella es “inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfectamente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3: 16,17). Los oyentes en Jesús deben hacer caso a toda la doctrina bíblica si realmente desean construir sus vidas sobre la Roca que es Jesús. La Biblia enseña que a su contenido no se le puede quitar ni añadir nada. Si no se hace así, al fundamento doctrinal se le añade arena que lo debilita, entonces, sea en el ámbito individual o eclesial, se resiente y el edificio que se construye encima no puede resistir los embates de las doctrinas falsas. Simbólicamente, el hecho que la torre dedicada a María sea más alta que las de los evangelistas pone al descubierto que al fundamento de la Iglesia, cuerpo espiritual de Jesús, se le ha añadido arena que lo debilita.
La diferencia de altura entre las torres de los evangelistas y la de María hace resaltar un problema teológico que viene arrastrándose desde hace siglos: ¿Qué papel juega María en el plan de Dios para salvar a su pueblo? María era una adolescente temerosa de Dios a quien el ángel le comunicó que había sido escogida por Dios para ser madre del Salvador. Al presentarse a ella, el ángel le dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres…”. Y María dijo: ”He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1: 28,38). Después María visita a su parienta Elisabet que había concebido un hijo en su vejez.  Entre otras cosas la favorecida del Señor dijo: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva, pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso, santo es su Nombre…Hizo proezas con su brazo, esparció a los soberbios en el pensamiento de su corazón. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes” (Lucas 1: 46-55). María que confesó que el Señor “quita de los tronos a los poderosos y exalta a los humildes”, no le pudo pasar por la cabeza querer ocupar otro lugar que el que le ha asignado el Salvador en el plan de Dios para salvación de su pueblo. Si María pudiese mirar desde el cielo y ver la exaltación desmesurada que se hace de ella, no lo vería con muy buenos ojos. Todo lo contrario, lloraría al ver el desvío doctrinal en que han caído quienes la veneran hasta convertirla en la diosa del cielo.
Indiscutiblemente Jesús es la piedra del ángulo del cimiento sobre el que se edifica la Iglesia de Dios. Sobre este cimiento que es a prueba de inundaciones, Dios ha puesto piedras humanas que contribuyen a darle fuerza. Los creyentes en Cristo ”ya no somos extranjero ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo, Jesucristo mismo, de quien todo el edificio bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien vosotros sois juntamente edificados, para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2: 19-22). Los apóstoles y los profetas son las “piedras vivas” (1 Pedro 2: 5) que el Señor escogió como portavoces para anunciar su palabra de salvación. El hecho de que los apóstoles y profetas formen parte del fundamento sobre el que se levanta la Iglesia de Dios, que en el símil del cuerpo, Cristo es la Cabeza, implica que la Iglesia del Señor no puede edificarse prescindiendo de la Palabra de Dios. Este es el grave pecado que ha cometido la Iglesia católica, pues, abandonando la autoridad suprema de la Palabra de Dios ha debilitado el fundamento anteponiendo a la autoridad apostólica y profética a María, “piedra viva” que ocupa un lugar en el edificio espiritual que es la Iglesia de Dios, pero que no le corresponde  ocupar un lugar privilegiado en el fundamento. El hecho que por cuestión de representividad la torre dedicada a María sea más alta que las de los evangelistas, es una muestra de desobediencia a la autoridad de Jesucristo Señor de la Iglesia.
Octavi Pereña i Cortina


dilluns, 6 de març del 2017

SALMO 73: 16,17

“Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí, hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos”
Viendo el salmista su entorno y conociendo los pensamientos que brotaban en su corazón, escribe: “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies, por poco resbalaron mis pasos, porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de ellos” (vv. 2,39. A los impíos la vida les va viento en popa. Hoy Internet, televisión, las revistas del corazón, ponen al alcance de todos el “glamour” de las estrellas del espectáculo, El lujo en que viven quienes amasan fortunas a costa del sufrimiento de quienes les ayudan a conseguirlas. El salmista, fue tentado ante tanto esplendor. Fue una tentación fugaz que se disipó “entrando en el santuario de Dios”. Quizás el salmista acudió al templo y allí reflexionó y se dio cuenta de que la “prosperidad de los impíos “no es nada más que oropel, latón pulido que imita el oro. El salmista a pesar de las carencias materiales que tenía era infinitamente más rico que el magnate más poderoso de este mundo porque sus riquezas “no durarán para siempre”. En cambio, tener a Dios es poseer el tesoro que el ladrón más experto no le podrá robar, ni el ácido más corrosivo destruir. El salmista no poseía carruajes de gran lujo, Tal vez convivía con un asno que era su medio de transporte, pero era feliz porque el Señor era su bien más preciado.
Al meditar en el Señor, el salmista “comprendió el fin de ellos”. Las riquezas de los poderosos dejaron de deslumbrarle porque entendió que no las necesitaba para ser feliz. Para disfrutar de la vida en plenitud le bastaba con tener a Dios. La reflexión traspasó las nubes y le condujo a las mansiones celestiales en donde el Señor le estaba preparando un lugar para él y comprendió que los magnates, las estrellas del espectáculo, los impíos no tienen plaza reservada para ellos.
El salmista no se alegró al “comprender el fin de ellos”, no sería de buen cristiano hacerlo. Oraría por ellos para que el Señor les abriera los ojos para que a su vez comprendiesen el fin que les espera. En tanto el Señor no llame a las estrellas del espectáculo, a los magnates, a los impíos a dejar este mundo, tienen aún la posibilidad de abrir los ojos y por la fe en Jesús contemplarle preparar lugar para ellos. Mostremosles la misericordia que Dios ha puesto en nuestros corazones.


ÉXODO 10: 23

“Nadie vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días, pero todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones”
Debido a la obstinación el faraón las tinieblas invadieron toda la tierra de Egipto. La oscuridad era tan espesa que paralizó el país durante tres días. Todo Egipto a oscuras “pero todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones”. Un apagón de luz por un poco de tiempo nos es muy molesto, ¡Cuánto más debía serlo tres días de oscuridad total, sin un rayo de luz que iluminase sus hogares!
La obstinación del faraón de no querer oír la voz el Señor que le llegaba por medio de Moisés ocasionó que el castigo de Dios descendiera sobre Egipto. Si la oscuridad física es tan traumática, mucho más lo son las tinieblas espirituales. Las tinieblas espirituales implican que la luz de Dios llegue parcialmente a los hombres. Digo parcialmente porque todavía no ha ocurrido el eclipse total del Sol de Justicia que es Jesucristo. El Señor en su misericordia permite que de entre los espesos nubarrones que amenazan tormenta se filtren unos tenues rayos de luz celestial. Si unas espesas tinieblas espirituales mitigadas hoy por unos tenues rayos de la luz de Dios porque el Espíritu Santo impide que la maldad del hombre se exprese con toda su potencia, son tan terribles, ¡qué no será mañana cuando los hombres que hoy no han conocido a Dios “sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder!” (2 Tesalonicenses 1: 9).
La eterna condenación “excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”, será una eternidad sufriendo una oscuridad espantosa sin la más remota esperanza de que un rayo de luz divina, ni por equivocación, ilumine sus ojos. Una eternidad envueltos de espantosas tinieblas es la consecuencia de imitar los hombres al faraón que en su obstinación se negó a escuchar la voz de Dios.
Juan el Bautista, como satélite del Sol de Justicia “dio testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por él…y los suyos no le recibieron” (Juan 1: 7, 11). Juan nos da una explicación de por qué un cierto número de personas se pasarán la eternidad “excluidos de la presencia de Dios y de la gloria de su poder”: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz  no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (Juan 3: 19,20). La condenación eterna es consecuencia de una decisión viviendo en este mundo terrenal.




POSVERDAD

<b>La mentira emponzoña todas las relaciones sociales</b>
¿Quién enseña a los niños a mentir? ¿Quién le enseña a un niño de 3 ó 4 años  a mentir cuando su madre le reprende por haber hecho algo que le había prohibido y niega haberlo hecho? ¿Quién le ha enseñado a mentir? NADIE. La mentira es la reacción natural de su condición de pecador. ¿No se dice que los recién nacidos son inocentes, que son unos angelitos? La Biblia lo niega: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). La mentira no es una actitud que se aprende, sino una manera de ser que es fruto de la naturaleza pecadora del niño. Por esto la mentira brota en todas partes.
Debido a que todos los seres humanos somos portadores del virus de la mentira, se resienten las relaciones conyugales por las declaraciones de amor sin amor. Los tratos comerciales se rompen por el engaño. La publicidad engañosa hace perder clientes porque los compradores descubren que el producto comprado no tiene las cualidades presentadas. No es preciso decir que la mentira corrompe la política. Estados Unidos tiene muchos defectos, ¿qué nación no los tiene? , pero valora la sinceridad de sus presidentes y cargos electos. Han tenido presidentes que se han distinguido por los escándalos sexuales, pero no han tenido que dimitir porque se considera el sexo como algo privado, pero han tenido que dimitir cuando se les ha cogido en una mentira. Recientemente Michael Flynn, consejero de seguridad Nacional en el gobierno del polémico Donald Trump se ha visto obligado a dimitir por mentir. En España, debido quizás que con recitar un Padrenuestro y diez Avemarías los pecados son perdonados, se encuentra políticos que con tanta mentira en sus labios sus narices tendrían que haber crecido mucho más que la de Pinocho. Imperturbables, pero, permanecen sentados en las butacas del poder.
Recientemente se ha puesto de moda la palabra<i>posverdad</i>. <b>Antonio Puigverd</b> dice que el diccionario Oxford la escogió a finales de 2016 como la palabra del año, describiéndola “como aquel texto en que los prejuicios, los sentimientos y las opiniones tienen más peso que los hechos objetivables”. <b>Puigverd</b> citando a <b>Luis Racionero</b> dice: “La posverdad es hija de la visión moderna del mundo que proclama la existencia de múltiples y contradictorias verdades”. En el campo concreto de la política cada partido se cree poseedor de la verdad absoluta pretendiendo imponerla a cualquier precio, considerando legítimos todos los medios para conseguirlo. En este sentido <b>Miquel Roca Junyent</b> escribe: “La posverdad es el mejor caldo de cultivo para la mentira instrumentalizada al servicio del juego sucio y no s difícil creer que con el juego sucio ni la libertad, ni la convivencia ni el progreso pueden salir beneficiados”.
Posverdad es un eufemismo para evitar la palabra <i>mentira</i>. Todo lo que la Biblia dice sobre la mentira lo condensa en una breve sentencia: “No dirás falso testimonio contra tu prójimo” (Éxodo 20:16). Los mandamientos de la Ley de Dios no han sido proclamados con el propósito de enseñar que el ser humano puede ganar la salvación cumpliéndolos a rajatabla. No ha existido, ni existe, ni existirá ninguna persona que pueda cumplir el Decálogo al pie de la letra. Su propósito es hacer ver a las personas la total imposibilidad de cumplirlo y con ello llevar a las personas a Cristo para que éste con su sangre los lave todos y a la vez con el poder que otorga el Espíritu Santo  los aborrezcan y empiecen a desterrarlos de sus vidas y, en concreto la mentira que es el tema de nuestra reflexión.
Tanto el incrédulo como el cristiano redimido por Jesús, ambos son pecadores que transitan por los vericuetos de este mundo. Al llegar a las encrucijadas los cristianos verdaderos siguen los senderos de la obediencia a la Ley de Dios, por dos motivos: el uno porque tienen conciencia de que la mentira, por alguien considerada pecado venial, travesura infantil sin importancia, no deja de ser la infracción de uno de los mandamientos de la Ley Dios, de gran trascendencia: “Porque cualquiera que guarde toda la Ley, pero ofende en un punto, se hace culpable de todos“  (Santiago 2.10). A los ojos de Dios el mentiroso se asemeja al adúltero, al ladrón al homicida…La mentira no es una trasgresión que se pueda reparar recitando de carretilla un Padrenuestro. Para deshacer su perversidad fue imprescindible que Jesús muriese en la cruz para perdonar este pecado. El creyente verdadero ama la Ley porque ama al Legislador. Con la ayuda el Espíritu Santo el creyente mantiene una lucha encarnizada contra el pecado que le asedia. Como buen jardinero que es controla la presencia de la mentira en su corazón y ante cualquier brote que aparezca se apresura a extirparlo. La lucha contra la mentira es una serie de batallas que no finalizará hasta el día de la resurrección.
Los verdaderos cristianos a partir del día de su conversión a Jesús transitan por el camino estrecho que conduce a la Vida por el que pocos transitan. En el cruce, los incrédulos siguen por el opuesto que han tomado los cristianos, el de la manga ancha, en el que no hay ley. No hay pecado. Todo es lícito. Impera la degradación moral. La mentira con su enorme poder destructivo lo corrompe todo.
En el cruce del camino hay un indicador que señala dos destinos: VERDAD – MENTIRA. El caminante debe escoger el destino.
Octavi Pereña i Cortina