dimarts, 27 de desembre del 2016

JOB 16:21

“Que haya un defensor para el hombre ante Dios, como un hombre defiende a su amigo”
Los hombres somos espiritualmente débiles. Tenemos conciencia de ello e intentamos recuperar la debilidad del alma yendo al gimnasio y la práctica de deportes, cuanto más duros y más riesgo, mejor. Cuanto más sudor desprendamos, tanto mejor. Nuestro cuerpo se vigoriza y estamos en condiciones de alcanzar metas que creíamos inalcanzables.
La fuerza física no es el remedio para la debilidad del alma. La musculatura no es el antídoto para la flaqueza espiritual. Los atletas, los de musculatura de hierro, están sujetos a las mismas pasiones que el resto de las personas que revelan una personalidad decadente.
El Señor, el Creador de los cielos y de la tierra, el Todopoderoso “no desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán  y no se fatigarán” (Isaías 40: 28-31).
En nuestro tiempo, principalmente en Occidente, a pesar de la miseria que se da por doquiera, se lanzan toneladas de alimentos, no sólo la clase pudiente, también entre los que se benefician de las campañas de recogida de alimentos. Esta sociedad pudiente se caracteriza a por ser una sociedad afectada por la fatiga crónica. Somos una sociedad compuesta de personas permanentemente cansadas que deben vigorizarse con las bebidas de moda que dicen levantan el ánimo decaído. Nosotros, los cristianos verdaderos, no necesitamos los reconstituyentes de invención humana, a la vez que vacían nuestros bolsillos, no cumplen lo que prometen. Siguiendo el consejo del profeta Isaías nos fortalecemos en el Señor. Jesús que es el Jehová de quien habla el profeta, nos hace esta invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados (afectados por la fatiga crónica), y yo os haré descansar” (Mateo 11.28).
Las palabras de Job que encabezan este escrito están vinculadas con unos amigos que le aconsejaban hacer las paces con Dios, pues consideraban que su aflicción era el resultado de su pecado. Nuestros amigos no siempre son lo que aparentan ser. Ante Dios tenemos un Defensor que en el cumplimiento del tiempo se encarnó en la persona de Jesús, que es el Hombre fuerte que en la adversidad está nuestro lado, fortaleciéndonos para que no desfallezcamos bajo la carga del pecado que nos debilita.


JUAN 13:30

“Cuando él (judas) hubo tomado el bocado luego salió y era ya de noche”
Se aproxima el momento álgido del ministerio de Jesús: su muerte con la que pagaba nuestra cuenta pendiente con Dios. El precio de nuestra salvación es tan elevado que no lo podríamos pagar ni con todo el oro del mundo. Solamente la preciosa sangre de Jesús puede hacerlo.
Se acerca la Pascua y el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo tenía que morir tal como estaba establecido desde antes de la fundación del mundo. Unos hombres, eran quienes tenían que ofrecer el sacrificio: “Los principales sacerdotes y los escribas buscaban como matarle, porque temían al pueblo” (Lucas 22:2).
Cuando Jesús tenía dos años la Biblia registra el primer intento de Satanás de matarle por medio del rey Herodes, para evitar su muerte de cruz. A lo largo de su ministerio público el Maligno lo intentó inútilmente en diversas ocasiones. Ahora, en el momento determinado por Dios el sacrificio es inminente. A Judas, uno de los instrumentos satánicos para quitar la vida al Hijo del hombre, se le presenta la oportunidad para que tan macabro asesinato de produzca: “Y entró Satanás en Judas” (Lucas 22:3). Completada la preparación por la posesión satánica de Judas, el traidor “habló con los principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia, de cómo se le entregaría” (v.4). “Y era de noche” cuando abandonó la sala para cometer la Gran Traición de entregar a Jesús. Sabiendo que fuimos rescatados de nuestra vana manera de vivir “con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de nosotros” (1 Pedro 1: 19,20), no quita de Judas la responsabilidad de haber entregado a Jesús por 30 monedas de plata: “A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de Él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a este hombre no haber nacido” (Marcos 1421).
“Y era de noche” cuando Judas abandonó la sala es un símil de la oscuridad espiritual que ennegrece las almas de quienes Satanás es su padre. Esta oscuridad no desaparece con la educación. Personas muy cultas son auténticos mafiosos. La oscuridad del alma por la presencia de Satanás en ella y que lleva a efectuar grandes perversidades debe reemplazarse por la luz de Cristo cuando se introduce en ella por la fe en el Nombre del Señor. Cuando esto ocurre, la luz de Cristo que resplandecen el alma, la oscuridad de la noche desaparece,  dando comienzo a un andar en novedad de vida. Las cosa viejas pasaron y han sido hechas nuevas.
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PARAISO RECUPERADO

<b>¿Es posible deshacer el entuerto cometido por Adán?</b>
Una ojeada superficial a nuestro entorno nos daremos cuenta de la suciedad que producen los desperdicios que engendra la sociedad que se considera civilizada: la erosión que desertiza el territorio, la desaparición de muchas especies animales que perjudica el equilibrio medioambiental, la destrucción de ciudades por las bombas que siembran el terror entre la población, la muerte de niños de hambre y de enfermedades que actualmente se pueden curar. Podemos alargar la lista de las cosas que afean a la Tierra. Ecologistas y científicos nos avisan de que es urgente hacer algo para evitar la destrucción del planeta que nos da cobijo. La respuesta al llamado  son buenas palabras para acallar las conciencias y poco más. Disponemos de los medios económicos y tecnológicos para hacer que la Tierra siga siendo un espacio acogedor para toda la población, ¿qué ocurre?
Vayamos al principio del relato de la creación según la Biblia. Cuando la Tierra estaba en condiciones de recibir al hombre Dios lo creó y, “tomó, pues, el Señor Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrase y lo cultivase” (Génesis 2:15). El creador lo había hecho todo muy bien, pero el mantenimiento y cuidado del huerto lo puso en manos de Adán y Eva. Todo era perfecto y el cuidado y mantenimiento del jardín no hacía sudar. Sin esperarlo sucede algo que trastorna el equilibrio idílico en el que vivían nuestros primeros padres. La permanencia del jardín idílico dependía de la obediencia de Adán y Eva a la prohibición que el Creador les había mandado. No lo hicieron y comieron “del árbol del conocimiento del bien y del mal” (2:17). Comieron y el idilio se evaporó. Adán y Eva instantáneamente murieron espiritualmente. Un abismo profundo e infranqueable se abrió que impidió la relación del hombre con su Creador. Más tarde murieron físicamente. El entorno idílico en que vivían también se vio afectado. De los labios del Creador salió la sentencia condenatoria que se merecía su rebelión. “Y al hombre dijo: por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol que te mandé diciendo: No comerás de él, maldita será la Tierra por tu causa, con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado, pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:17-19). Puede no gustarnos la sentencia dictada por el Creador, esta es la realidad. La tomamos o la dejamos. Depende de nuestra elección. Si no nos gusta, darnos cabezazos contra un muro no cambiará la realidad. Todo lo contrario agrava nuestra situación porque le añade el ácido que corroe nuestras entrañas. La Tierra se ha convertido en una residencia hostil. Los animales que antes eran dóciles y convivían pacíficamente con nuestros primeros padres, se hicieron enemigos. Espinos, cardos y sudor indican la hostilidad medioambiental. Además se añade la negligencia por parte del hombre de cuidar el jardín que ha sido puesto bajo su cuidado. La suciedad invade las ciudades y el medio natural, a la que deben añadirse los restos de los artefactos que el hombre deja en el espacio  cuando dejan de ser útiles. A todo ello deben añadirse las consecuencias del pecado en las relaciones humanas. Cuando Dios le preguntó a Caín dónde estaba su hermano Abel a quien había matado, respondió: “No lo sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Génesis 4:9). El egoísmo ha sustituido el amor de Dios y las consecuencias nefastas de ello las tocamos diariamente. Toda la creación se ha visto afecta por la desobediencia de Adán. El pecado de Adán es el culpable de que sea imposible hacer de la Tierra una habitación segura en la que impere la justicia.
El desencanto es total. ¿Existe la posibilidad de darle la vuelta a la situación ¿ El apóstol Pablo refiriéndose al desasosiego medioambiental y social que tanto nos preocupa, escribe: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” Romanos 8:18). El apóstol comparte con nosotros la buena noticia que la crisis actual no es eterna, que tiene fecha de caducidad, aun cuando no nos haya sido revelada. El apóstol personifica la creación que ha sido maldecida por Dios debido al pecado de Adán, haciéndole decir: “Porque el anhelo ardiente de la creación es aguardar la manifestación de los hijos de Dios…Porque la creación misma será librada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios…”(vv. 19-24).
Los discípulos le preguntaron a Jesús cuando finalizarían las tribulaciones del tiempo presente. La respuesta que recibieron fue que sólo Dios conoce el día en que sucederá. Sabiendo con certeza que se producirá a su debido tiempo la venida gloriosa del Hijo de Dios que pondrá fin definitivamente a la situación agobiante actual, despierta en los corazones de los creyentes “la esperanza que no vemos, con paciencia la aguardamos” (v.25).
La Biblia empieza con el paraíso perdido y finaliza con el paraíso recuperado en donde: “no habrá más maldición, y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su Nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 22.3-5).
“Estas cosas son fieles y verdaderas” (v. 6) le dijo el Señor a Juan , el redactor de Apocalipsis, revelación del Señor Jesucristo.
Octavi Pereña i Cortina


dilluns, 12 de desembre del 2016

SOCIEDAD ENFERMA

<b>La violencia del hombre contra la mujer trata de humillarla para convertirla en objeto de placer personal</b>
Una frase concisa de <b>Miguel Llorente</b>, médico forense: “La sociedad está enferma”.  Son muchas las manifestaciones de la sociedad enferma. Hoy, la dolencia que queremos examinar y recetar la medicación que puede curarla  es <i>la violencia contra la mujer</i>. Pienso que para hacer un análisis concienzudo de la dolencia debemos ir al principio, a la creación del hombre. Cuando Génesis describe la creación del hombre, dice. “No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18).  “Entonces el Señor Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que el Señor Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre” (vv.21,22) .
Hasta el presente Adán solamente se había relacionado con animales debido a que las condiciones idílicas del momento no se espantaban ante la presencia del hombre. Por lo que nos dice después el texto a Adán no le bastaba la compañía de los animales para sentirse completo. Necesitaba alguien que fuese compañía idónea. Dios lo sabía y no iba a dejar la creación del hombre a medio hacer. Cuando Adán despertó del sueño inducido, abrió los ojos y vio a la mujer, exclamó gozoso: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne” (v.23). Es muy interesante descubrir que Eva no es una creación independiente de Adán. Este hecho pone al descubierto que Eva no es una evolución a partir de alguna especie de primate, sino que Dios la forma a partir del mismo Adán.  Por esto, en el matrimonio el hombre y la mujer “son una sola carne”. No son antagonistas que se rechazan. Han sido creados el uno para el otro, para ayudarse mutuamente.
 Este  matrimonio perfecto parece ser que fue de muy corta duración. Pues con la intervención de la serpiente Adán pecó y desapareció la buena convivencia existente. A partir del momento en que entró el pecado en el hombre se presentó la lucha de género. Adán y Eva empezaron a discutir y “la mujer como vaso más frágil” (1 Pedro 3:7) siempre lleva la peor parte. Siempre tiene las de perder. Como dice <b>Montse Gatell</b>, presidenta del Instituto Catalán de la Mujer: “La violencia machista es un fenómeno universal en el que el principal factor de riesgo es el hecho de ser mujer, sin distinciones por clases sociales, étnicas, culturales ni de edad”. “En Cataluña un 24,3% de adolescentes declara que el chico con el que salen o con quien desearían salir las han intentado controlar, decidiendo por ellas hasta el detalle más pequeño. Hasta un 23,5% dicen que su pareja ha intentado aislarlas de sus amistades, en tanto que un 18,1% afirman que las han insultado y ridiculizado”, asegura  <b>Montse Gatell</b>
Relatos de esclavas sexuales describen que su pesadilla empezó cuando conocieron a un chico que era distinto de los otros por el buen trato que les daba. Cuando se dieron cuenta ya era demasiado tarde, ya se  encontraban atrapadas en una red de prostitución, ya que el <i> buen chico</i> resultó ser un proxeneta.
<i>Linda</b> dice saber porque aguantó tanto. Creía que cambiarían las cosas, que podría cambiarlo. Pensaba que no podría vivir sin él. Es como la rana en el agua que hierve. Si pones el animal en agua fría y la calientas poco a poco, cuando el agua hierve ya es demasiado tarde. “Poco a poco me aisló de mis amigos y familia. Es algo parecido a estar en una secta”. Creo que es la película <i>Tormenta en el lago</i> que describe magistralmente la mutación del novio dulce y cariñoso que una vez casado se quita la careta y muestra su personalidad machista basándose en que su esposa es propiedad suya por el matrimonio y que tiene el derecho de hacer con ella lo que le plazca.
La Universidad de Aberyawyth retirará de sus dependencias las biblias porque más de la mitad de sus alumnos consideraron que su presencia era “inaceptable y molesta” El hecho de que muchos  de sus alumnos consideraran la Biblia un libro “inaceptable y molesto”, ¿se debe a que denuncia su comportamiento? “Sólo ahora” dice <b>Martha C. Nnausbauan</b>, “comenzamos a descubrir que ha existido un grave y silenciado problema de agresiones sexuales en los campus universitarios a lo largo y ancho del país. La salida  a la luz de numerosos casos ha revelado que el problema viene de lejos y que no se denunció por tal de preservar la reputación de los centros”.
Nos peguntamos, ¿cómo puede ponerse fin a la violencia contra la mujer? Las encuestas, las investigaciones policiales y judiciales, las noticias radiadas o televisivas manifiestan la existencia de una plaga que se extiende pero que no se sabe como extirparla.  El salmista se plantea una pregunta a la que contesta él mismo: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra” (Salmo 119:9). El pecado de maltratar a la mujer <i>el vaso mas frágil</i> nace en el corazón del hombre que es donde se forman los pensamientos que se convierten en actos violentos contra la mujer. La decisión que tomaron la mayoría de los alumnos de la  Universidad de Aberyawyth de hacer retirar la Biblia de sus dependencias indica que no se quiere que la Palabra de Dios  sea el detergente que limpie sus corazones y los induzca a tratar a las “jovencitas como hermanas, con toda pureza” (1 Timoteo 5:2).

Octavi Pereña i Cortina

LUCAS 1:47

“Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”
¿De dónde se  ha sacado la Iglesia católica que María fue concebida sin pecado? Si todos los descendientes de Adán y María fue uno de ellos, no pudo ser concebida sin pecado. La Biblia afirma categóricamente: “Como está escrito. No hay justo ni aun uno” (Romanos 3:10). En el texto que comentamos María afirma tajantemente: “mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”
El 8 de diciembre la Iglesia católica celebra, según ella dice, la concepción inmaculada de María. El 15 del mismo mes la cristiandad conmemora el nacimiento de Jesús, Nombre que significa: “salvará a su pueblo de sus pecados”. ¿No son incompatibles ambas celebraciones? Pueblo de Dios no lo son todos quienes se llaman cristianos. Esta población está limitada a los que son escogidos desde antes de la fundación del mundo y que en un momento de su historia, por la predicación del Evangelio y por la fe que es regalo de Dios, creen que Jesús es su Salvador, su único Salvador porque “en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4.12). Coincidiendo con el salmista: “aborrezco a los que esperan en vanidades falsas, pero yo en el Señor he esperado” (Salmo 31:6).
Salvador Giménez, Obispo de Lleida. En su escrito “La fiesta de la Inmaculada”, entre otras cosas dice: “además de contemplar y admirar las excelencias de María, sus hijos hemos de dar un paso más en la vida cristiana. El anhelo de imitarla debería ser una constante en los cristianos”. Ante el enaltecimiento que el obispo de Lleida hace de María me siento obligado a hacerle una pregunta: ¿Qué hace usted de los Diez Mandamientos? ¿Y qué del preámbulo que dice: “Yo soy el Señor tu Dios…No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen…No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso…” (Éxodo 20: 2-6)?
En su escrito el obispo dice: “El deseo de imitarla debería ser una constante en los cristianos”. Pienso que el obispo se equivoca de modelo a imitar. A pesar que diga que “a lo largo de la historia muchos escritores, narradores, ensayistas o poetas han cantado admirablemente esta calidad de la Madre de Dios”, lo cierto es que es un modelo defectuoso a imitar. Los defectos del modelo se sobreponen a los del imitador, por lo cual, imitando a María no se alcanza “pureza, limpieza de corazón, que olvidamos la duplicidad de nuestros sentimientos, que tengamos claridad y transparencia en todos nuestros actos”, según el obispo.
El apóstol Pablo nos indica a quien debemos imitar: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11: 1). Pablo nos insta a imitarle en su imitación a Cristo: Jesús es el modelo perfecto. Teniéndolo como único modelo nos acercaremos a la perfección que el Padre requiere de sus hijos.


APOCALIPSIS 3:20

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo
¿Qué tipo de puerta es la que el Señor llama? Es una puerta cerrada a cal y canto, protegida con planchas de hierro y cerrojos que la cierran herméticamente. Es una puerta que impide la entrada de cualquier influencia externa. Pero esta puerta no se puede resistir a la voluntad del Señor que la hace añicos y entra para iluminar en las tinieblas satánicas que mantienen el alma en el error y la obliga a mantenerla cerrada., Pero Jesús que es más fuerte que Satanás que esclaviza al hombre la da un puntapié y la puerta se hace añicos. El Señor se introduce en el interior del alma y la resistencia del pecador se derrite como la cera cuando se le acerca una fuente de calor.
Saulo de Tarso se recluía detrás de una puerta que protegía su alma de toda influencia externa que no fuese la que él quería escuchar. Al oír la voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?, no puede resistirse al llamado y, dice: “¿Quién eres Señor?…Él temblando y temeroso dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:1-6). La dulce voz del Señor cambió la dureza del corazón de Saulo en un corazón de carne sensible a la voz del Señor.
C. S. Lewis, conocido filósofo ateo británico describe como era su puerta que quería impedir que Dios pudiera ejercer influencia en su alma. “En mi vocabulario no existía una palabra que expresase el odio más profundo que el vocablo intromisión. Pero el cristianismo estaba situado en el centro de lo que a mí me parecía un intruso trascendental. No existía en las profundidades de la propia alma que no pueda rodear con un muro de alambre espino protegido con el aviso. “prohibida la entrada”, Y era lo que yo quería, un espacio aun cuando fuese pequeño, del que pudiese decir a los otros seres: “Esto es un asunto mío y sólo mío”
Si Saulo de Tarso fue derribado del caballo por la voz del Señor Jesús. Si   C. S. Lewis, eminente filósofo que había racionalizado el ateísmo tuvo que claudicar ante la brillante luz de Jesús que disipó sus razonamientos erróneos, ¿No va a poder contigo, estimado lector?

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dilluns, 5 de desembre del 2016

JUAN 1. 9-11

“Aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre, venía a este mundo, pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le conocieron”
Un breve comentario titulado: Espíritu navideño dice: Está demostrado que la instalación de luces festivas es un buen estímulo para las ventas en un momento del año vital para la buena marcha de los negocios”. El espíritu navideño actual gira entorno a la luz artificial que sirve que las monedas tintineen en los cajones de los comerciantes. El folleto de un supermercado lleva en primera página este lema: Crea tu Navidad, que como es de suponer gira en torno al consumo.
“Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). El Señor que es la luz del mundo que disipa las tinieblas espirituales que oscurecen los corazones, no es bien recibida por quienes necesitan que la luz divina penetre en lo más profundo de sus corazones para hacer desaparecer las tinieblas satánicas que contribuyen a cometer toda clase de acciones violentas. El pasado 25 de noviembre se celebró el día contra la violencia contra la mujer. Todo han sido actos contra dicha violencia. Los políticos y los grupos feministas se manifestaron en contra dicho tipo de violencia, que además de daños físicos y sicológicos contribuye a que muchas mujeres pierdan la vida en manos de sus agresores. Pero nadie va al corazón del problema para resolverlo.
Se celebra la Navidad con todo esplendor. En los países en que se lo pueden permitir se lanza la casa por la ventana. Las mesas se llenan hasta rebosar de todo tipo de exquisitos alimentos que satisfacen la sensualidad de los comensales. Los belenes adornan muchos hogares. Las asociaciones de pesebristas organizan concursos de belenes. Los árboles engalanados resplandecen con sus luces chispeantes. Muy pocos como los humildes pastores que al anuncio de los ángeles  o los sabios de Oriente que al contemplar la estrella anunciadora del nacimiento del Rey de los judíos se aceraron a Belén para adorar a la Luz del mundo, porque aman más a las tinieblas que la luz porque sus obras son malas (juan 3.19).
Pueden engalanarse las calles. Se pueden cantar villancicos. Pero quienes celebran la Navidad de manera tan superficial siguen permaneciendo en tinieblas. La violencia contra la mujer y oros abusos seguirán dándose porque las obras de los hombres son malas porque prefieren las tinieblas que  la luz de Dios.


PROVERBIOS 19: 15

“La pereza hace caer en profundo sueño, y el alma negligente padecerá hambre”
La pereza es mal universal. Con más o menos intensidad todos la tenemos enraizada en nuestras almas. Por la mañana damos media vuelta en la cama y nos aletargamos. Nos cuesta saltar de la cama. Justificamos nuestra modorra diciendo que estamos cansados. Que no hemos dormido bien. El plato del día es la fatiga crónica. Las farmacéuticas ven en ello un buen negocio. Se ha disparado la publicidad de productos anti fatiga. Las marcas de café promocionan sus productos diciendo que un café a primera hora hace que el mundo sea tuyo. Un café soluble incluye zinc en su composición porque este mineral fomenta la vitalidad. Con tantos añadidos en los alimentos la sociedad actual debería estar formada por héroes y heroínas que dejarían en ridículo a Sansón. Nada de esto es verdad. Los combinados de vitaminas y minerales que deberían levantarnos el ánimo no consiguen hacer desaparecer la debilidad, porque el desaliento, el desánimo, el decaimiento, salvo excepciones, no es de origen biológico sino espiritual.
La pereza nos hace remolones. Para quitarle toda connotación espiritual se la bautiza como fatiga crónica, considerada enfermedad física con que se releva de cualquier responsabilidad ética. No puedo hacer nada. Estoy enfermo. Los compuestos vitamínicos-minerales no me hacen nada. Estoy hecho trizas. Visita médica. Receta de productos vigorizantes. Nada de nada. Fumar un porro no me vendría mal. Todo sigue igual. La pereza, la modorra, persisten, haciéndonos “caer en un profundo sueño. Y por nuestra negligencia “perecemos de hambre”
¿Se puede recuperar el vigor perdido que no se debe a causas físicas sino el alma? Sí se puede. Dios es la medicina de la dolencia espiritual. Veamos lo que nos dice el profeta Isaías al respecto: “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es el Señor, del cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan en el señor tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán” (Isaías 40: 28-31).
Con el poder de Dios no existe fatiga crónica que se resista

 





MISERICORDIA DIVINA

<b>Según los fariseos un hombre que se atribuía el poder de perdonar pecados era un blasfemo</b>
Hace un año el papa Francisco concedió a los sacerdotes poder perdonar durante el Año de la Misericordia el pecado de aborto. Finalizado el Año vuelve a hablar y prorroga a perpetuidad poder perdonar este pecado que hasta ahora había estado en manos de una autoridad superior a la del sacerdote. La pregunta que debemos hacernos es: ¿De dónde ha salido que la clerecía puede perdonar pecados? Únicamente existen dos textos en donde poder acogerse para poder defender esta posición. Uno son las palabras que Jesús dijo a sus discípulos en el mismo día de su resurrección: “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los remitierais, les son remitidos” (Juan 20:23). Ante un auditorio más amplio Jesús dijo. “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo” (Mateo 18.18). Los apóstoles jamás pretendieron poseer el poder de perdonar los pecados de la manera que enseña la Iglesia católica. El poder de perdonar pecados que poseían era indirecto, siendo la consecuencia de la predicación del Evangelio. Los que creían en Jesús recibían el perdón de sus pecados. La misericordia divina se manifestaba en aquellos que creían en Jesús que “salva a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1: 21).
Los apóstoles y sus discípulos y por extensión a los discípulos de los apóstoles a lo largo de la historia fueron y son vehículos de la misericordia de Dios mediante la Predicación del Evangelio. “Así que la fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17).
A Felipe, uno de los escogidos para ayudar a los apóstoles un ángel le dijo que fuese al camino que va de Jerusalén a Gaza. Se pone en camino y se encuentra con un hombre que sentado en su carro iba leyendo al profeta Isaías, sin entender lo que leía. Felipe se acerca al lector  y éste le pide que le explique el significado del texto que está leyendo. Felipe le dice que el escrito incomprendido se refería a la muerte de Jesús para expiar los pecados de los hombres. El eunuco etíope “creyó que Jesucristo es El Hijo de Dios”. Al separarse, el recién convertido “siguió gozoso su camino” (Hechos 8: 26-39).
El evangelio de Mateo finaliza con estas palabras de Jesús: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28: 18-20). ¡Qué oportunidad perdida para decirles a sus discípulos que también recibían el poder de perdonar pecados!
David clama: “respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia”                          (Salmo 4:1). El salmista no cree que sea alguien sin pecado. En el salmo 51 el mismo poeta describe claramente  el sentido que tiene que el Señor sea la justicia del pecador: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia, conforme a la multitud de tus piedades, borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mi” (Salmo 51: 1-3).
Con lo que la Biblia nos dice de David no se le puede considerar un hombre bueno. Nos explica que fue un adúltero y que mandó asesinar al esposo de su amante. Habiendo sido perdonado por la fe en el Mesías que tenía que venir, expone: “purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve” (v.7). El lenguaje de David es simbólico y se refiere a la sangre de los corderos sacrificados sobre el altar. La sangre de los animales inmolados representaba la sangre de Jesús, el Cordero de Dios que borra el pecado del mundo. Lo que la sangre de los corderos sacrificados día tras día no conseguía porque era simbólica, la sangre de Jesús vertida en un solo sacrificio, lo obtenía. “La sangre de Jesucristo su Hijo (de Dios) nos limpia de todo pecado” (1 Juan: 7). “Justificados, pues,  por la fe, tenemos paz para con Dios  por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Por la fe en Jesús Dios declara justo al pecador porque Jesús en la cruz carga con el pecado del pecador  y con ello paga la deuda que el pecador tiene con Él. Hemos sido comprados para Dios al precio de la sangre de su Hijo. Por esto Dios puede hacer que David, y con él todos los pecadores arrepentidos se puedan  ver “más blancos que la nieve”. El pecador se hace suya la misericordia de Dios invocando el Nombre de Jesús que salva a los pecadores. No hace falta la participación eclesiástica  humana porque si interviene, en lugar de encontrar la misericordia de Dios prevalece la confusión espiritual. No puede continuar su camino lleno de gozo. Le falta la certeza de haberse reconciliado con Dios”
Octavi Pereña i Cortina