JOSUÉ 2:11
“Oyendo esto, ha desmayado
nuestro corazón, ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque el Señor
vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra”
Este texto nos aporta luz que
puede poner ante nuestros ojos la causa por la que las iglesias de nuestros
días causan tan poco impacto en la sociedad. Las religiones son motivo de
estudios sociales que dicen que los evangélicos constituimos un pequeño
porcentaje en la sociedad. Si los cristianos evangélicos sólo contamos en las
estadísticas, somos de poca utilidad social. Somos un número mezclado con los
otros números que constituyen el
entramado religioso de nuestro país.
Josué, además de ser un
hombre de Dios fue un hombre que utilizó los talentos que había recibido del
Señor . Como caudillo de Israel tenía que dirigir la conquista de Canaán. Tenía
que ser previsor y conocer al enemigo. Tiene que entrar en tierra desconocida y
fue muy prudente a la hora de enviar a dos espías para conocer Jericó. Llegan a
la ciudad y entran en casa de una ramera llamada Rahab. Hasta el presente
ningún israelita había visitado la ciudad porque todavía estaban acampados en
la otra orilla del Jordán. Los espías se
encuentran con una agradable sorpresa. Rahab les dijo: “Sé que el Señor os
ha dado esta tierra, porque el temor de vosotros ha caído entre nosotros, y
todos los moradores del país se han desmayado por causa de vosotros. Porque
hemos oído que el Señor hizo…” (Josué 2: 9,10). La pregunta que me hago es:
A los evangélicos se nos conoce porque somos un porcentaje en las estadísticas
o por lo que el Señor hace en nosotros y causa temor entre los ciudadanos.
Cuando el Señor hace proezas entre su pueblo los hechos no pasan desapercibidos
lo cual hace que se despierte la fe en personas que caminaban en la oscuridad.
La prostituta Rahab es un ejemplo de ello. Ante los portentos realizados por el
Señor los ciudadanos de Jericó desmayaron, pero la mujer de mala vida creyó en
el Dios que hace maravillas: “Os ruego, pues, ahora, que me juréis por el
Señor, que como ha hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con
la casa de mi padre” (v.12). Rahab
hace la declaración de ponerse bajo la protección de las alas del Señor. Su fe
fue recompensada: “Mas Josué salvó la vidas de Rahab la ramera, y a la casa
de su padre, y a todo lo que ella tenía, y habitó ella entre los israelitas
hasta hoy” (6:25)
Los designios del Señor son
misteriosos, pero no ocurre nada que no tenga un propósito que se encuentra
escondido en la mente de Dios. ¿Quién podía vaticinar que una prostituta
cananea que vivía en una ciudad que tenía que ser destruida y sus habitantes
muertos, es más, que se le permitiese
vivir entre el pueblo del Señor? Algo más extraño, que el israelita Salmón se casase con la cananea Rahab. De
este matrimonio nació Booz que se casó con la moabita Rut, bisabuela del rey
David y antepasada de Jesús. ¿Quién se podía imaginar lo que sucedería si el
Señor en vez de permitir que seamos un frío porcentaje en las estadísticas obra
maravillas entre nosotros que permiten que un a persona que vive en
tinieblas encuentre a Jesús que es la
luz del mundo?
JUECES 16: 20
“Pero él (Sansón) no sabía que el Señor ya se había apartado de él”
¿Perdió Sansón la salvación
cuando el texto nos dice que el Señor se había apartado de él? En la galería en
donde se exponen los retratos de los héroes de la fe también se encuentra
colgado el de Sansón (Hebreos 11:32). No, Sansón no perdió la fe: “Juzgó
Israel 20 años” (Jueces 16:31). Durante todos estos años de liderazgo luchó
contra los filisteos, los enemigos de Israel. Lo que ocurre es cometió errores
que tuvieron sus consecuencias. Puso los ojos en una mujer filistea para
casarse con ella, no se celebró el matrimonio, con lo cual pecó en su corazón
pues tal matrimonio estaba prohibido a los israelitas, ¿cuanto más para un
nazareo, una persona consagrada al servicio al Señor? Sansón fue un hombre de
sexo compulsivo que no podía controlar sus impulsos sexuales, apagándolos con
rameras.
El nacimiento de Sansón fue milagroso. Su madre recibió la
visita del Ángel del Señor que le dijo: “He aquí tú eres estéril…pero
concebirás y darás a luz un hijo…y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el
niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel
de mano de los filisteos” (Jueces
13:3-5).
Dormido Sansón sobre las
rodillas de Dalila, un hombre “le rapó las siete guedejas de su cabeza” (16:19).
El resultado fue que “su fuerza se había apartado de él”. El pecado lo
había convertido en un miserable: encadenado y moliendo en la cárcel. ¡Ah!,
quienes han conocido realmente al Señor, Dios no los abandona a su suerte. “Y
el cabello de su cabeza comenzó a crecer, después que fue rapado” (v.22). El crecimiento del cabello indica la
recuperación espiritual de Sansón. Ponía de manifiesto la lucha interior que se
fraguaba en lo profundo de su alma. Nos podemos imaginar los lamentos que se
producían debido a su infidelidad y la solicitud de perdón amparándose en la
misericordia del Dios a quien había ofendido con su comportamiento indeseable.
Parece ser que Sansón no
dejó nada escrito y lo hubiese hecho tal vez nos habría dejado su versión del
salmo 51 escrito por el rey David después de que el profeta Natán le reprochara
su pecado cometido con Betsabé: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu
misericordia, conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones…”
La misericordia de Dios no
da lugar al pecado: “¿Qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para
que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado,
¿cómo viviremos aúnen él?” (Romanos
6:1,2)
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