MACHISMO DESMEDIDO
<b>El machismo que humilla a las mujeres, las arremete
e incluso las mata, no es una expresión de virilidad sino de personalidad
enfermiza que necesita la violencia para autoafirmarse</b>
<b>Miguel Lorente</b>, experto en violencia de
género, forense y profesor de la Facultad de Medicina de la universidad de
Granada es muy incisivo acerca de la violencia de genero: “La sociedad está
enferma”.
El diario Segre de Lleida publica un reportaje que describe
la convocatoria que se hizo en Tàrrega en protesta contra la violencia machista
debido al asesinato de la joven Alba Martí de 14 años por su compañero de 18.
Parece ser que la relación entre Alba y Míchel comenzó con mal pie. La pareja
se fue a vivir con la madre de ella. El abuelo de Alba explica: “Al cabo de un
año Míchel se fue de la casa y, finalmente Alba rompió la relación. De esto
hace un par de semanas pero él no lo aceptó”. El reportaje sigue diciendo: “El
lunes, al salir de clase (Alba) se fue a
casa, en donde se encontraba sola. Fue entonces cuando Míchel fue a la vivienda produciéndose una discusión
que acabó con la vida de Alba Martí”.
Según el abuelo de Alba, Míchel no aceptó que su
nieta rompiese con él. Situaciones como ésta en que una mujer rompe la relación
de convivencia con un hombre a menudo es el origen de agresiones que pueden
conducir a la muerte de la mujer y a la
convocatoria de manifestaciones anti violencia machista que no conducen a
ninguna parte porque persiste el goteo de mujeres que mueren violentamente a
manos de sus exparejas. El <b>Dr. Miguel Lorente</b> afirma: “No es
un discurso nuevo, es el discurso de hace siglos, propio de hombres que ven a
sus mujeres como un objeto sexual, que han de hacer lo que ellos digan para
satisfacerlos porque sus deseos prevalecen por encima de los de ellas. Son los
machistas elevados a la enésima potencia, la cara más dura y cruel de una
ideología mantenida en el tiempo”.
El periodista <b>Juan Cal</b> comentando la
muerte de la joven Alba, dice: “Quien la practica lo hace movido por atavismos
culturales que se remontan al tiempo en que las mujeres pertenecían a sus
hombres y eran ellos quienes lo decían todo sobre ellas…” Según
<b>Cal</b> la violencia de género es una cuestión cultural. Esta
teoría no se sostiene porque la violencia machista se manifiesta en todas las
clases sociales: las iletradas y las ilustradas.
El <b>Dr. Lorente</b> expone: “Muchas personas
mirarán de atribuirles un problema mental para explicar los delitos cometidos y
buscarán en el pasado de aquellos diablos en un intento desesperado de
entender”. Ante los casos de violencia machista que terminan con la muerte de
la mujer, los vecinos se muestran sorprendidos de haber convivido durante
tantos años junto a un monstruo. Son
incapaces de entender como un hombre tan afable, educado y de comportamiento
normal haya podido hacer algo tan repugnante.
El siquiatra <b>Pere Planas Casas</b> cree haber
encontrado la causa de la violencia machista al escribir: “El maltratador como
sujeto tiene unas condiciones generales de base, es inseguro, busca su
afirmación, poder, seguridad, satisfacción. Resumiendo, es afirmación de su ego
de la única manera que puede conseguirlo. Es el déspota. No puede dialogar, no
tiene capacidad ni argumentos para convencer. El maltratador es esclavo de sus
limitaciones. Su brutalidad física o síquica es el reflejo de su ignorancia.
Ante sus frustración es cuando aparecen las manifestaciones más primarias y por
este mecanismo recurre a la fuerza. El maltratador psíquico se mueve por las
mismas coordenadas: se sustituye la violencia física por el dominio
psicológico, creando el sentimiento de inutilidad , impotencia e incapacidad en
la otra persona”. En definitiva, lo que engendra la violencia machista es un
trastorno de personalidad. La pregunta que nace es: ¿Qué crea el trastorno de
personalidad? Según la Biblia, abandonar a Dios abre la puerta a la idolatría
que es la adoración de dioses que no son Dios. La idolatría no consiste
únicamente en adorar imágenes, también lo
es poner en primer lugar al ego al cual se le debe satisfacer sea como
sea. El resultado del <i>egocentrismo</i>, entre otras cosas es
convertirse en personas “necias, desleales, sin afecto natural, implacables,
sin misericordia” (Romanos 1:31). El abandono de Dios puede llevar a la pandemia que se
conoce como <i>violencia
machista</i>.
Octavi Pereña i Cortina
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