dilluns, 27 de gener del 2014


JUAN 9:34


“Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿Y nos enseñarás a nosotros? Y le expulsaron

A un hombre ciego de nacimiento Jesús le abre los ojos y ve. El milagro asombró a los vecinos porque no es nada frecuente que una persona nacida ciega a la que Jesús untó sus ojos con lodo hecho saliva y un lavado con agua del estanque de Siloé, recuperase la vista. El milagro se propagó  llegando la noticia hasta los oídos de los fariseos, que tomaron cartas en el asunto porque el milagro se había realizado transgrediendo el reposo sabático, según su parecer. 

Investigan los fariseos. Preguntan al ciego y no se creen lo que les dice. Interrogan a sus padres que confirman que el ciego de nacimiento que ha recuperado la vista es su hijo. Por miedo a las autoridades religiosas que “habían acordado que si alguien confiesa que Jesús es el Mesías, fuese expulsado de la sinagoga” (v.22). Los padres dicen a los religiosos que si querían saber más de lo que había sucedido que se lo preguntaran a su hijo que ya era mayorcito.

Los fariseos con espíritu inquisitorial, que no por verdadero deseo de saber lo que había ocurrido, vuelven a hablar con quien había sido ciego. Ante la insistencia, el ex ciego dice a los interrogadores: “¿Queréis también vosotros haceros su discípulos?”  (v.27). ¡Qué impertinencia había dicho aquel ignorante! ¿Cómo se podía atrever aquel que no sabía de letras proponerles semejante despropósito a ellos que eran discípulos de Moisés, hacerse seguidores de un pecador que no respetaba el descanso sabático? Heridos en su amor propio le dicen: “Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron” (v.34).

Para los fariseos Moisés que era el líder indiscutible en materia de fe pasaron por alto un detalle de máxima importancia en cuestión de fe: “Y el Señor me dijo:…Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú, y pondré mis palabras en su boca, y Él os hablará todo lo que yo le mande. Mas cualquiera que no oiga mis palabras que Él hable en mi Nombre, yo le pediré cuenta” (Deuteronomio 18: 17-19). Moisés presenta a los israelitas al Mesías que les daría el reposo eterno. El salmo 2 anticipa el rechazo que Israel haría a este Profeta  anunciado por Moisés: “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra el Señor y contra su Ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas” (v.1) Cuando Jesús dijo: “Para juicio he venido yo a este mundo, para que los que no ven vean, y los que ven sean cegados” (Juan 9:39), los fariseos se dieron por aludidos y le dijeron: “¿Acaso nosotros somos también ciegos? (v.40), estaban manifestando su deseo de no ver para no sujetarse al yugo del Mesías, de romper las ligaduras que los mantendrían unidos a El. Se cumplió la profecía cuando le acusaron de blasfemo y lo entregaron a Pilatos para que le crucificase.


SALMO 94:4


“¿Hasta cuándo charlarán, hablarán con arrogancia, y se vanagloriarán todos los que hacen maldad?

El salmista pinta un cuadro muy realista de los necios. ¿Quiénes son los necios? En la Biblia los necios no son personas de pocas luces intelectuales, lo son quienes no tienen a Dios en sus vidas: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (salmo 14:1) Quienes niegan a Dios, pero que tienen su Nombre a flor de labios se dan a conocer muy fácilmente. La charlatanería es la marca de su necedad.

El salmista se pregunta: “Hasta cuándo charlarán, hablarán con arrogancia, y se vanagloriarán todos los que hacen maldad?” A los necios, a los que no tienen a Dios en su corazón  además de la charlatanería, la arrogancia, la vanagloria, se les distingue por su maldad. Quebrantan al pueblo de Dios. Corea del Norte y Nigeria se caracterizan por quebrantar y afligir a la heredad del Señor. Pero son los mismos malvados, los necios de la Biblia los que matan a la viuda, y al extranjero y quitan la vida a los huérfanos. De tal comportamiento perverso nos tienen informados los medios de comunicación acompañados de horripilantes imágenes. Los necios se comportan de manera tan perversa porque en su corazón dicen: “No verá el Señor, ni entenderá el Dios de Jacob”. Afirman con rotundidad que hacen las fechorías que hacen porque como Dios no existe pueden impunemente cometerlas. Como para ellos no existe más allá y su existencia se acaba en el sepulcro disfrutan dando rienda suelta a la perversidad que se amaga en sus corazones.

El salmista, pero, quita el sueño a los necios cuando dice: “Entended necios del pueblo, y vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis sabios?  El principio de la sabiduría nos dice la Biblia es el temor de Dios. La característica de los temerosos de Dios es ayudar a la viuda y al huérfano, amar a los enemigos y hacer el bien a todos los hombres según sus posibilidades. Aún cuando sea posible que no lo tengan presente cuando hacen el bien, lo hacen al mismo Jesús.

Necios, ¿cuándo seréis sabios? El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá?  El salmista termina su poema diciendo: “Y Él (Dios) hará volver sobre ellos su iniquidad, y los destruirá en su propia maldad, los destruirá el Señor nuestro Dios”

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