LA MENTIRA TIENE RECOMPENSA
Una viñeta de <b>El Roto</b>
muestra una señal de desprendimiento de piedras que se coloca en las carreteras
para alertar a los conductores. En el interior del triángulo una boca vomitando
piedras. El texto: “Peligro, Proclamas”. Las piedras que vomita la boca bien se
podrían sustituir por serpientes y ranas
que es como se suelen representar las palabrotas que a menudo salen por
nuestras bicas. <b>El Roto</b>, en la ilustración, nos avisa del peligro
de las proclamas de los políticos acompañadas de mucha gesticulación teatral
para darles énfasis. Esta charlatanería destructiva no sirve para el bien de
las personas que la escuchan. Vociferan amor a la Patria, pero lo que consiguen
es hacer todavía más profundo el abismo que los separa de la ciudadanía. Esta
charlatanería destructiva, Santiago nos dice dónde se origina: “Y la lengua es
un fuego puesto entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama
la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (Santiago
3: 6). Jesús describe al autor de las proclamas incendiarias que pronuncian los
salvadores de la Patria para destruir a quienes según ellos pretenden
desmantelarla: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de
vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha
permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira de
suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8: 44).
En tanto Satanás a quien Jesús llama
“príncipe de este mundo”, tiene los días
contados porque no se le permitirá hacer eternamente sus fechorías. (Juan 12:
31). Mientras no llegue el final de su mandato seguirá inflamando las lenguas
de los hombres y en particular las de los políticos como vemos que lo hace hoy.
El libro de Proverbios trata extensamente
las maneras como el diablo inflama las lenguas de las personas. Si se le hace
una ojeada podrá saberse cómo lo hace y cuando lo sepamos tendremos una noción
de la procedencia del lenguaje grosero que daña a nuestros oídos.
La lengua, este miembro musculoso que
tenemos colocado en el interior de nuestra boca, entre otras cosas sirve para
articular palabras. El corazón espiritual, centro de mando, envía al cerebro lo
que tiene que decir y el énfasis que tiene que poner a las palabras. El cerebro
retransmite el mensaje a la lengua y a los lugares adecuados para que las
palabras vayan acompañadas de la gesticulación apropiada. Ya que el centro de
mando del lenguaje verbal y gestual es el corazón espiritual, tenemos que saber
lo que Jesús dice al respecto: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón
saca lo bueno, y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo,
porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6: 45). Por
nacimiento natural todas las personas nacemos siendo malas, predispuestas a
hacer lo malo con más o menos gravedad. Jesús sigue diciendo: “O haced el árbol
bueno, y su fruto bueno; o haced el árbol malo, y su fruto malo, porque por el
fruto se conoce el árbol” (Mateo 12: 33). En tanto el árbol no se haga bueno es
de esperar que su fruto sea malo con sus respectivos matices.
Un ejemplo de lengua movida por un
corazón malo: “Una lengua falsa atormenta al que ha lastimado, y una lengua
lisonjera hace resbalar” (Proverbios 26:28). La mentira jamás busca el bien de
la persona que adula. Nos encontramos en
la edad de la posverdad. La mentira está tan extendida que cuando se dice la
verdad no se la cree. La fábula del pastorcillo y el lobo es una buena ilustración de lo que decimos. El pastorcillo una y otra
vez gritaba pidiendo ayuda porque un lobo atacaba a las ovejas. Cuando llegaba
gente para ayudarlo, el pastorcillo se reía de ellos porque los había engañado.
Al final vuelve a pedir ayuda a gritos, pero nadie le hace caso. En esta ocasión sí que vino el lobo e
hizo estragos en el rebaño. Moraleja: la mentira es un bumerang que se gira
contra los que la usan.
“Estas seis cosas el Señor las odia:…la
lengua mentirosa…el testigo falso que habla mentiras…” (Proverbios 6:16-19).
A los cristianos de Éfeso el apóstol
Pablo los escribe para decirles: “Por lo cual desechando la mentira, hablad
verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros”
(Efesios 4: 25). Lo que el apóstol pide a los cristianos es un comportamiento
que acredite que verdaderamente lo son. Son muchos quienes dicen que son
cristianos, los políticos entre estos muchos. Éstos no hace falta decir que
utilizan la mentira como arma para desprestigiar y destruir a sus oponentes. Al
final de Apocalipsis Jesús dice al apóstol Juan que escriba: “Yo soy el Alfa y
la Omega, el Principio y el Fin, el Primero y el Último. Bienaventurados los
que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por
las puertas de la ciudad. Mas estará fuera…todo aquel que ama y hace mentira”
(22 14,15). Será una decepción de eterna duración para aquellos que
considerándose cristianos y seguros de
tener acceso a las mansiones celestiales no se les abrirá la puerta que da
acceso a las mansiones celestiales porque en el Reino de Dios no tiene entrada
nada que sea impuro. Ser mentiroso tiene un coste.
Octavi
Pereña i Cortina