JUAN 2: 24
“Mas
Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos”
¿Creer en los milagros significa que se
posee una fe auténtica en Jesús? Según la Escritura, no. Jesús cuando relata la
parábola del rico y de Lázaro (Lucas 16: 19-31), lo desmiente cuando pone en
boca de Abraham en respuesta de la
petición que le hace el rico de que envié a la casa de su padre a lázaro para
que testifique a sus hermanos de lo que existe realmente más allá de la muerte:
cielo e infierno. Como respuesta se le dice: “A Moisés y a los profetas tienen,
óiganlos”. El rico que no se conforma con esta respuesta le dice: “No, padre
Abraham, pero si alguno fuere a ellos de
entre los muertos, se arrepentirán”. Entonces Abraham le responde con unas
palabras que deben ser retenidas en el corazón: “Si no oyen a Moisés y a los
profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos”.
La Iglesia católica hace mucho énfasis en
los milagros. Se organizan peregrinaciones a los santuarios marianos para
fortalecer la fe los pelegrinos y
conseguir la curación de los enfermos. Los milagros que se dice se producen en
dichos santuarios ¿sirven para despertar la fe en Jesús en quienes dicen que
suceden? Si es que alguna fe despiertan no es en Jesús sino en la virgen que
lleva el nombre del santuario visitado. Jesús es un actor secundario cuyo
Nombre apenas merece ser nombrado.
El texto que comentamos dice “Muchos
creyeron en su Nombre, viendo las señales que hacía (v. 23). Los milagros que
hizo Jesús fueron auténticas señales que le acreditaban como el Mesías que
esperaban. “Muchos creyeron en su Nombre”. Si el texto no añadiese nada más
podríamos entender la respuesta dada a Jesús
como auténticas conversiones. El texto no nos deja en la duda: “Pero
Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad
de que nadie le diese testimonio del hombre, pues, Él sabía lo que sabía en el
hombre” (vv.24, 25).
Hoy, Jesús está interesado principalmente
en la salud del alma. Como Médico vertió su sangre en la cruz porque ella
limpia todos los pecados de quienes creen en Él. Por la misericordia de Dios y
por la intercesión que los creyentes hagamos por los enfermos, algunos puedan
curar. Pronto o más tarde fallecerán de la enfermedad que se los llevará de
este mundo. En el día de la resurrección los cuerpos que hoy arrastramos con
todos sus achaques se levantarán cuerpos incorruptibles e inmortales. Es a esta
salud eterna en la que tenemos que poner todo nuestro interés.
2 SAMUEL 11:27
“Mas
esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos del Señor”
¿Puede pecar el verdadero cristiano? Sí.
¿Debe pecar?, no. Es del apóstol Pablo esta admonición: “¿Qué, pues, diremos?
¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera.
Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aun en él?” (Romanos 6:
1,2).
El rey David fue un verdadero hijo de
Dios. Era justo porque por la fe en el Mesías que tenía que venir. Dios lo
declaró justo. Pero como todos los justos a la vez que justos siguen siendo
pecadores. Un matiz: Antes de la conversión a Jesús amantes del pecado. Después de la conversión, aborrecedores de
él. Como dice Jesús “del corazón salen los malos pensamientos…los adulterios,
las fornicaciones (Mateo 15:19). Dado que del corazón salen los malos
pensamientos, el mandamiento del Señor es: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu
corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4: 23). Adán no guardó el
jardín en donde le puso Dios y pecó. David no guardó su corazón y pecó.
Vigilemos pues.
David tuvo varias esposas y concubinas.
No hizo caso del mandamiento de Dios.
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y
serán una sola carne” (Génesis 2:24). En un principio la monogamia. Con del
pecado la poligamia. Sobre toda cosa guardada guardemos nuestro corazón de
donde brotan los adulterios y fornicaciones.
Vayamos al adulterio de David. El proceso
se inició antes de que viese a Betsabé bañándose. Empezó a fabricarse cuando
“al caer la tarde que se levantó David de su lecho, y se paseaba sobre el
terrado de la casa del rey” (2 Samuel 11:2). No es lógico que alguien se
levante de la cama al atardecer. Ello implica irresponsabilidad. David no se
comportaba como un buen pastor de Israel. La ociosidad es una mala compañera de
viaje pues da pie a muchas anomalías. Se levanta al atardecer de la cama y en
vez de preocuparse por los problemas del reino, algunos tendrían que ser de
urgente resolución, decide pasearse por el terrado fisgando. Encontrándose en
esta tarea sus ojos se posan en “una mujer que se estaba bañando, la cual era
muy hermosa” ¿Qué dice Jesús al respecto? “Pues yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para
codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). David comenzó a
cometer adulterio en el momento en que deseó a la mujer que contemplaban sus
ojos, lo culminó en el momento en que cohabitó con ella. “Lo que había hecho fue desagradable a los ojos
del Señor.
El profeta Natán que fue el encargado de
abrir el corazón de David para que fuese consciente del pecado cometido, le
dice a pesar de haberse arrepentido: “Por lo
cual no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me
menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para para que fuese tu mujer”
(2 Samuel 12:10). Dios perdona el pecado pero su comisión siempre tiene unas
consecuencias temporales según su gravedad.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada