JOSUÉ 1: 8
“Nunca
se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme lo que en él está escrito, porque entonces harás
prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. La versión catalana de la Biblia publicada por
Trinitarian Bibles Society traduce “y todo te saldrá bien” por “entonces serás
sensato”. La falta de sensatez que se manifiesta en mucho comportamiento
individual y corporativo se debe a que las personas se niegan a seguir el
consejo que el Señor le da a Josué de ser
“muy valiente, para cuidar de hacer conforme a la ley que mi siervo Moisés te
mandó, no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas
prosperado en todas las cosas que emprendas” (v.7).la sensatez, la cordura, la
sabiduría, es consecuencia de ser obediente a la Ley de Dios.
De ser fiel a las instrucciones que manan
de la Biblia, el libro que ha sido escrito por hombres que han sido inspirados
por el Espíritu Santo a redactar el pensamiento de Dios cuyo cumplimiento
produce la sensatez, la cordura, la sabiduría para hacer las cosas que Señor le
encarga a Josué a ser “muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la
Ley que mi siervo Moisés te mandó”. Josué fue fiel a este encargo. Cuando le
llegó la hora de dejar este mundo emplaza al pueblo a que escoja a quien deben servir, si al Señor o a los
dioses de los pueblos que tienen a su alrededor, y afirma: “Yo y mi casa
serviremos al Señor” (24: 15). Al inicio del libro de Jueces está escrito un texto
que enseña claramente porque el pueblo de Israel fue de mal a peor: “Y toda
aquella generación fue reunida da sus padres. Y se levantó después de ellos
otra generación que no conoció al Señor, ni la obra que él había hecho por
Israel” 2:10)
La nuestra es una generación que no
conoce al Señor. Occidente se considera cristiano, pero los hechos niegan que
lo sea. De labios honran al Señor pero sus corazones están muy lejos de Él.
Occidente manifiesta que es pagano sirve a otros dioses que no son Él. Como el
hijo Abraham, por la misericordia de Dios
recibió la sensatez y decidió
volver a la casa del padre. Así debe suceder a nuestra generación. No
podemos seguir guardando cerdos y perecer de hambre porque no se nos da ni las
algarrobas con que se alimentan los animales. Debemos seguir el ejemplo del
hijo pródigo y regresar a la casa del padre de la que nunca deberíamos haber
salido. De hacerlo recuperaremos la sensatez para hacer todo lo que está
escrito en la Ley de Dios.
DEUTERONOMIO 32: 1
“Escuchad
cielos, y hablaré y oiga la tierra los dichos de mi boca”
Se acerca el día en que Moisés partirá
para estar en presencia de su Dios. Da las últimas instrucciones. Ordena a
los levitas que cojan el libro de la Ley y lo pongan “al lado del arca del
pacto del Señor nuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti” (Deuteronomio
31: 21). Sabe Moisés que después de su partida el pueblo se alejará aún más del
Señor. Entonces Moisés pronuncia el cantico que comienza con las palabras que
encabezan este comentario: “Escuchad cielos, y hablaré, y oiga la tierra los
dichos de mi boca. A pesar de la maldad del pueblo, la misericordia de Dios lo
invita a que le escuche y se arrepienta.
“Goteará como la lluvia mi enseñanza,
destilará como el rocío mi razonamiento, ·Señor proclamaré” (vv. 2,3.). Moisés
compara la fertilidad de la tierra que se debe al rocío y la llovizna que cae
del cielo con la llovizna y los razonamientos que Dios da a los hombres.
Lo triste del caso es que las enseñanzas
y los razonamientos divinos hoy caen en corazones rotos que no retienen la lluvia y el rocío que el Señor envía para
nuestro bien.
A pesar de la escasa atención que se le
dio a sus palabras siguió proclamando el Nombre
del Señor y engrandeciéndolo (v.3), de la abundancia del corazón habla
la boca. El corazón de Moisés está lleno
del amor de Dios y quiere compartirlo con el pueblo antes de partir. Amor a
Dios sobre todas las cosas es la primera parte del Gran Mandamiento. Moisés lo
refleja en su cántico cuando dice: “Engrandeced a nuestro Dios, Él es la Roca
cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud, Dios de verdad, y
sin ninguna iniquidad en Él, es justo y recto (vv. 3,4).
Después de la pincelada que hace Moisés
de la grandeza y justicia del Dios que había sacado Israel de la esclavitud de
Egipto y guiado hasta la frontera de la Tierra Prometida, tiene algo que decir
a Israel y por extensión a nosotros: “La corrupción no es suya, de sus hijos la
mancha, generación torcida y perversa, ¿así pagáis al Señor, pueblo loco e
ignorante? ¿No es Él tu Padre que te creó, Él te hizo y te estableció?” (vv.
5,6).
“Acuérdate de los tiempos antiguos”
(v.7), no seamos como los atenienses que siendo amigos de novedades
filosóficas-religiosas estaban inmersos en una idolatría degradante. No
abandonemos los eternos designios de Dios que como la Roa son inmutables. No
nos dejemos atraer por las novedades que siembran confusión y desasosiego.
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