1 CORINTIOS 15: 26
“y
el postrer enemigo que será destruido es la muerte”
Quico Jubilata, protagonista en las
viñetas de JL Martín, se despide de su amigo Carlos recientemente fallecido. En
el funeral, triste por la pérdida del amigo piensa en él: “pobre Carlos, era su
aniversario y se atiborró como si no hubiese mañana…Efectivamente. Debido al
exceso cometido…” Ante el féretro de su amigo, Quico piensa: “NO HUBO MAÑANA”.
¿De qué sirve afanarse en amontonar
riquezas, calentarse los sesos para curar enfermedades, estudiar filosofía y
religiones para hallar sentido a la muerte, si a la hora de la verdad resulta
que NO HAY MAÑANA? ¿Qué utilidad tienen los entierros religiosos si los amigos
y familiares que se despiden del difunto
escuchan las palabras “aunque ande en
valle de sombra de muerte no temeré mal alguno, SI NO HAY MAÑANA? ¿Qué consuelo
producen las enseñanzas bíblicas de la resurrección de los muertos si Jesús no
resucitó? NO HAY MAÑANA para el creyente
que cree en el mito Jesús. Ciertas son las palabras del apóstol Pablo: “Si en
esta vida solamente esperamos en Cristo (que es un mito y que lo que dice sobre
la resurrección es un engaño), somos los más dignos de compasión de todos los
hombres” (1 Corintios 15: 19). Si es cierto que Jesús no resucitó de entre los
muertos hagámonos nuestras las palabras del apóstol Pablo: “Si los muertos no
resucitan” (porque Jesús no resucitó) “comamos y bebamos, porque mañana
moriremos” (v. 32). Sigamos el ejemplo del amigo de Quico que dejó este mundo
con la barriga bien repleta de delicias.
El apóstol Pablo no fue un testigo
presencial de la resurrección de Jesús como lo fueron los otros apóstoles y el
grupo de creyentes que constituyeron el origen de la iglesia cristiana, se le
apareció el Señor y conversó con él cuando lleno de odio hacia los cristianos
se dirigía a Damasco en busca de los herejes para llevarlos prisioneros a
Jerusalén. Debido a este contacto personal con Jesús resucitado pudo escribir:
“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron
es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también la
resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en
Cristo todos serán vivificados” (vv. 20-22).
¿Es el lector como Quico y su amigo
Carlos que NO HAY MAÑANA para ellos? ¿Te dices que vivir es un asco? No digas:
“Desearía morirme”. Atiende las palabras de Jesús. No hagas lo mismo que
haces cunado las oyes en un funeral que te entran por un oído y salen por el
otro. Permite que se graven en tu corazón porque son el salva conducto que te
abre la puerta que da acceso al Reino de Dios: “Yo soy la resurrección y la
vida, el que cree en mí aunque esté muerto vivirá” (Juan 11: 25).
JOSUÉ 1: 17
“”De
la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti,
solamente que el Señor tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés”
El pueblo de Israel está a punto de
entrar en la Tierra Prometida. Moisés ha ordenado a Josué como su sucesor.
Moisés como buen pastor condujo a Israel desde Egipto hasta la orilla del
Jordán. Pero no pudo cruzarlo. La misión le fue encomendada por Dios a Josué.
Antes de cruzar el Jordán Josué hablo a los rubenitas, gaditas y a la media
tribu de Manasés, que tenían su posesión
a este lado del Jordán, que cumpliesen su palabra de cruzar el río con el resto
del pueblo para ayudar en la conquista de la Tierra Prometida. Juraron
fidelidad a Josué de la misma manera que lo fueron con Moisés. En la promesa de ser fieles a
Josué hay unas palabras que se merecen destacar: “De la manera que obedecimos a
Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti, solamente que el Señor tu
Dios esté contigo, como estuvo con
Moisés”. Estas palabras no han sido escritas y preservadas en la Biblia por
casualidad. Si en verdad creemos que “toda la Escritura ha sido inspirada por
Dios”, es el Señor quien las ha escrito por medio de Josué y las ha mantenido
en la Escrituras a lo largo de los siglos para instrucción del pueblo de Dios.
En el libro de Hechos se describe con
minuciosidad la elección de pastores que la iglesia apostólica hacía, velando que los escogidos fuesen
verdaderos siervos de Dios. El apóstol Pablo anuncia que cuando los apóstoles
hayan dejado este mundo para irse a la presencia de Dios, hombres impíos que
saldrán de las mismas iglesias dañaran
el rebaño de Dios. A lo largo de los siglos en las iglesias han surgido muchos
Diótrofes que “les gusta tener el primer lugar entre ellos, no no os recibe.
Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con
palabras malignas contra nosotros, y no
contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a quienes quieren
recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia” (3 Juan: 10).
Las palabras de fidelidad que las dos
tribus y media dijeron a Josué a cambio de que el Señor estuviese con él
deberíamos tenerlas presente en nuestros días pues es responsabilidad del
pueblo de Dios de ser fieles a los pastores que en verdad lo son y a rechazar a
los Diótrefes que creen que las iglesias son de su propiedad y que pueden
manejarlas a su antojo. Es muy grande la responsabilidad que tiene las iglesias
de elegir como pastores a verdaderos siervos de Dios
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