dilluns, 27 de juny del 2016

SELFIES

<b>La tecnología de la comunicación se desarrolla rápidamente pero las personas que deben utilizarla no están en condiciones de hacerlo debidamente</b>
Estamos inmersos en la cultura de la imagen. Antes de aparecer la fotografía la reproducción de la imagen se hacía de manera artesanal, siendo  pocos quienes podían tener un óleo que inmortalizaba  a la persona que se podía permitir el lujo de tenerlo. Hoy, con la fotografía digital  y la colaboración de las nuevas tecnologías, la imagen se ha socializado y puesta al alcance de una gran mayoría de personas a un pecio asequible para todas las economías. Este abaratamiento, la facilidad de reproducción y de difusión de la imagen crea un grave problema. La tecnología digital aprovechándose de la necedad humana ha creado un monstruo que amenaza con tragarnos. La tecnología digital que puede ser un buen medio de comunicación si se hace un buen uso, se ha convertido en una fuente de desórdenes mentales.
Ahora se ha puesto de moda el <i>selfie</i>, el autorretrato que uno se hace con el móvil de las partes más diversas del cuerpo y que se envía al amigo/a. Aquí se termina la privacidad. La foto se reenvía a círculos más amplios y si esta foto expone intimidades corporales su difusión provoca trastornos mentales que pueden llegar hasta la inducción al suicidio. La inconsciencia conciente  suele terminar mal. Algunos tipos de fotos no deberían haberse hecho nunca y menos enviarlas a personas por más  íntimas que sean porque la amistad en general se rompe en santiamén. Entonces, el receptor de las imágenes que comprometen las divulga y una vez colgadas en la red es casi imposible detener su difusión. Estas imágenes pueden ser motivo de <i>bullying</i> y de problemas a la hora de buscar trabajo.
¿Por qué se hacen <i>selfies<7i> y se envían? Sencillamente porque todos llevamos una cierta dosis de narciso. La complacencia excesiva en las cualidades propias u obras. Estas supuestas virtudes no pueden quedarse arrinconadas en la buhardilla, se deben publicar, se les debe dar difusión. Entonces llegan los aduladores que te dicen: ¡Qué bien has quedado! El ego se hincha y, poco a poco los <i>selfies</i> se hacen más atrevidos y los estragos se hacen irreparables. Personas expertas en el tema que tratamos no se cansan de repetir que debe tenerse mucho cuidado de no enviar fotos  íntimas que pueden deslumbrar a los receptores por los encantos que reproducen del remitente.
Los <i>selfies</i> comparten escenario con la moda, la industria de la cosmética y de la cirugía plástica que se encargan de estimular al narciso que todos tenemos escondido en las profundidades del alma. El retrato que puede hacerse del narciso es el de una persona que se cree muy hermosa externamente pero que en realidad, internamente es tan fea como los cacharros que se tienen arrinconados en la buhardilla. El narciso es una persona obsesionada consigo mismo, que sueña grandezas, que posee muy poca empatía porque en su interior sólo hay espacio para su ego que por cierto crece como la espuma.  Bajo la capa de una autoestima muy exagerada, el narciso guarda sentimientos de inseguridad y de insuficiencia que impulsan el salto hacia el resbaladizo mundo del éxito y de la fama, siendo los <i>selfies</i un instrumento idóneo para realizarlo.
Los <i>selfies</i> revelan la personalidad narcisista de quien lo envía. Esta revelación pone a los niños y adolescentes en manos de los desaprensivos que detrás de la máscara de la amistad y con el falso propósito de ayudarlos, los incitan apoyándose en el reconocimiento que buscan a que les manden fotos sexy hasta llegar al desnudo total. Es entonces cuando los malhechores se quitan la careta poniendo al descubierto suverdadera personalidad perversa. Con el material gráfico que revela las intimidades corporales de los jóvenes incautos se quieren aprovechar de ellos con las amenazas de colgar en la red el material gráfico de que disponen si se niegan a seguir el juego. Perseguir la fama se ha convertido en una pesadilla.
Ser narciso es un mal compañero de viaje ya que produce muchos quebrantos y el rechazo de las personas de su entorno. Ya en la época apostólica la iglesia tenía conflictos internos debido al uso indebido de los dones que el Señor le otorgaba para su correcto funcionamiento. Se daban frecuentes escaramuzas para sobresalir de los otros. Eran muchos quienes querían ser los números 1 en la iglesia. El apóstol Pablo  en la carta que escribe a los cristianos de Roma les dice: “Digo pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Romano 12:3)
El narcisismo es la consecuencia de querer neutralizar la inseguridad íntima con la falsa imagen de la autoestima. Dado que la autoestima no aporta seguridad interior se intensifican los esfuerzos para conseguirla, con lo cual, la enfermedad se agrava hasta la aparición de los casos sonados que nos muestran los medios de comunicación. Cristiano Ronaldo es uno de ellos.
El narciso que todos llevamos dentro se debe al pecado que provoca que tengamos “un más alto concepto de nosotros mismos que el que debemos tener”. Volvamos a los niños y adolescentes y el peligro que representan los <i>selfies</i>. Una correcta educación en la fe cristiana es la medicina que curará a niños y adolescentes del narciso que llevan dentro dada su condición de pecadores. La fe en Cristo, no en la Iglesia, ni en sus doctrinas, es el secreto debido a que el espíritu humilde de Jesús se desarrolla en su interior  y los libera de la imperiosa necesidad de querer destacar por encima de los otros. Pretender ser el número 1 ya no es una necesidad. Poseyendo a Jesús les sobra el protagonismo.
Octavi Pereña i Cortina


SALMO 102: 19,20

“Porque Él mira abajo desde la altura de su santuario, desde los cielos, el Señor miró sobre la Tierra: para escuchar el gemido del preso, para liberar a los sentenciados a muerte”
Cuando Jesús venga en su gloria y se siente en su trono para impartir justicia, los justos serán colocados a su derecha y los malvados a su izquierda, según lo que le hayan hecho o no. ¿Qué es lo que hicieron los justos para merecer la salvación? “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25: 35,36).
Atendiendo a los necesitados, Jesús considera que son obras que se le hacen a Él (v.40). Los situados a su izquierda irán a la condenación eterna porque viendo las  mismas necesidades que atendieron los justos, pasaron de largo como lo hicieron el sacerdote y el levita en la parábola del Buen Samaritano. Esto pone el dedo en la llaga en el tema de los inmigrantes que huyendo de la guerra se acercan a Europa en busca de ayuda y se les trata peor que a los animales. ¡Cuántas personas (gobiernos) que teniendo a mano poder para ayudarlos los dejan abandonados a su suerte! Cuando estos gobiernos (personas) en el día del juicio pretendan justificarse ante Jesús diciéndole: ¿Cuándo te vimos necesitado? Les responderá diciendo: cuando no lo hicisteis a estos inmigrantes no lo hicisteis a mí.
La Iglesia en un folleto a todo color presume de las obras de caridad que hace, con ello pretende que los contribuyentes pongan la cruz en la casilla de la Iglesia en la Declaración de Renta y el importe correspondiente del IRPF vaya a las arcas eclesiales. ¿Cumple la Iglesia el requisito para que un benefactor se siente a la derecha de Jesús y goce de la vida eterna?  Dejo a la consideración del lector la respuesta a esta pregunta.
Pienso que el sentido que el salmista da a que el Señor escucha el gemido del preso más bien es espiritual. Me remito al capítulo 55 del profeta Isaías y a las bienaventuranzas en el capítulo 5 de Mateo, sin duda alguna tienen un sentido espiritual. Ello no implica como lo enseña la parábola del Buen Samaritano que deben atenderse las necesidades materiales del prójimo según las posibilidades de cada uno. ¿Cómo podremos decir que amamos a Dios si no amamos a nuestro prójimo que sufre? No debemos hacer como hace la Iglesia que la mano izquierda sí sabe lo que hace la derecha. Pero la necesidad más acuciante que tiene el ser humano es espiritual y los cristianos, cada uno en el lugar en que le haya puesto el Señor debe contribuir a sembrar la Palabra de vida en quienes tienen hambre y sed de Dios.


JUAN 8:10,11

“Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno Señor. Entonces Jesús le dijo: ni yo te condeno, vete, y no peques más”
Los escribas y fariseos traen a Jesús a una mujer sorprendida en adulterio. Una pregunta que nace es: ¿Estaban estos hombres escondidos en el lugar de los hechos, como los filisteos lo hicieron con Sansón, para así poderla acusar? ¿Por qué no llevan a ambos adúlteros a Jesús y no solamente a la mujer? El texto no nos dice nada al respecto por lo que dejo a consideración del lector la respuesta.
Lo que sí evidencia el texto es que los escribas y fariseos usan la Ley a su antojo. La Ley de Moisés condena ambos adúlteros a morir: “Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera, indefectiblemente serán muertos” (Levítico 20:10). La Palabra de Dios es para ser utilizada en su totalidad porque toda ella es inspirada por Dios. No se le puede quitar  ni añadir nada. Los escribas y fariseos del texto no tuvieron en cuenta lo que dice la Palabra de Dios sobre el adulterio y por lo tanto no pudieron ser justos en el trato con ambos adúlteros. Se decantaron a favor del hombre para condenar a la mujer. Ante Dios no existe distinción entre el hombre y la mujer.  Ante Él todos somos iguales. No hay privilegios para nadie. Si alguien quita algo del Libro de Dios, “el Señor quitará su parte del libro de Dios” (Apocalipsis 22:19). Ello es un aviso para que no utilicemos la Biblia a nuestra conveniencia. Si el texto nos acusa, no debemos borrarlo del Libro ni maquillarlo. La ley es taxativa: ambos adúlteros deben morir.
Los escribas y los fariseos que llevaron a la adúltera ante Jesús lo hicieron con el propósito de “poder acusarle”, pero se olvidaron que la Ley es el guía que lleva a los pecadores a Cristo  (Gálatas 3:24). Los acusadores pretendían dos cosas: la condena de la mujer y tener de que acusar a Jesús en caso de que perdonara a la adúltera. Perdieron la batalla pues las palabras de Jesús. “el que de vosotros esté sin pecado sea el primero en echar la piedra contra ella” los acusadores  tuvieron que abandonar el lugar del juicio avergonzados.
Volvamos a la adúltera. Los acusadores olvidaron el propósito de la Ley y fueron el medio para que la mujer se encontrase con Jesús que perdona a los pecadores. El perdón de Dios siempre va acompañado de un cambio de vida sin el cual da pie a que se dude de que se haya recibido el perdón. Jesús, dirigiéndose a la mujer le dice: “Mujer, de los  que te han traído ante mí  para que te juzgase, Ninguno te condenó?”. La mujer le dijo: “Ninguno Señor”. La respuesta que Jesús le dio a la adúltera el Espíritu Santo debe grabarla en nuestro corazón para que se viva en santidad: “ni yo te condeno, vete, y no peques más”
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dilluns, 20 de juny del 2016

ISAÍAS 55:2

“¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con abundancia”
El ser humano por haber abandonado a Dios que es la luz del mundo se ha convertido  en tinieblas porque quien dirige su vida es el diablo, el príncipe de las tinieblas. Si un ciego anda por territorio  desconocido tropieza con los obstáculos que se interponen en su camino si no va guiado por un lazarillo o un perro adiestrado para este menester. “Un ciego”, dice Jesús, “que guía a otro ciego ambos caen el hoyo” (Mateo 15:14).
Por el hecho de que por nacimiento natural somos hijos el diablo estamos envueltos de tinieblas espirituales que nos impiden tomar decisiones correctas. Es la denuncia que el profeta Isaías hace a su pueblo: “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Cuando el profeta se refiere al pan pienso que no se refiere al pan que sirve  de alimento para el cuerpo y al trabajo al esfuerzo que es necesario para ganarse el sustento con el sudor de la frente. Pienso que se refiere a los esfuerzos que el pueblo hacía para saciar su alma prescindiendo de Jesús que es el Pan de Vida.
Observemos a nuestro alrededor y percibiremos el frenesí de las personas para encontrar paz en sus corazones. Los estadios se llenan de personas que apoyan histéricos a sus equipos. Los espléndidos cruceros por idílicos paraísos atraen a muchos turistas que persiguen la felicidad que la publicidad promete van a encontrar. Las personas gastan el dinero en lo que no es pan y el esfuerzo empleado en conseguirlo no sacia. La frustración es el resultado de tanto dispendio de dinero y  esfuerzo.
A quienes se sienten cargados y fatigados por el fracaso, Dios les dice: “Oídme atentamente, y comed el bien, y se deleitará vuestra alma con abundancia”. A continuación dice: “Inclinad vuestro oído, y venid a mi, oíd y vivirá vuestra alma”. Siendo ciudadanos del reino de Satanás no encontraréis lo que vuestra alma necesita. El diablo es un experto en mentir y utiliza el engaño para seguir manteniendo a los in infelices atrapados en su red.
Proverbios se caracteriza por la confrontación entre la insensatez y la sabiduría. Ambas utilizan los areópagos, las plazas públicas para atraer a las personas hacia la insensatez que conduce a la muerte eterna o a la sabiduría que es el camino de la vida eterna. Los seguidores de la insensatez se encuentran ante un dilema: La insensatez ha controlado sus vidas hasta el presente y saben por experiencia el desazón que han encontrado siguiéndola. Ahora saben que el camino de la sabiduría es vida eterna. Se encuentra ante un dilema: ¿Qué camino seguir? Para seguir el camino de la sabiduría deben abandonar el de la necedad. Pedid y se os dará”, dice el Señor. Pedid al Señor que os abra los ojos para que podáis ver en Él el pan de vida que deleitará vuestra vida con abundancia

 

JEREMIAS 4:3

“Porque así dice el Señor a todo varón de Judá y de Jerusalén: Arad campo para vosotros, y no sembréis entre espinos
“Y una parte de la semilla cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron”. Es el mismo Jesús que interpreta este texto: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra y se hace infructuosa” (Mateo 13: 7,22). Son muchas las personas que se dejan seducir por las riquezas y el afán de este siglo con lo que arruinan sus vidas porque la Palabra de Dios no puede entrar en sus corazones para proporcionarles vida abundante.
La parábola del sembrador da la impresión de que la semilla cae accidentalmente entre espinos, pero el texto que comentamos nos avisa de que debemos tomar la iniciativa para que la palabra   no caiga entre espinos: “Arad campo para vosotros, y no sembréis entre espinos”. El hombre debe trabajar denodadamente en limpiar su corazón para que no hayan espinos y se convierta en un terreno fértil  en el que pueda crecer la semilla de la Palabra de Dios y pueda dar fruto abundante.
La salvación indiscutiblemente es obra de Dios. El hombre no puede salvarse a sí mismo porque no puede pagar el alto precio que cuesta la salvación. El Padre al dar a su Hijo recibe el pago que el hombre no puede pagar por su salvación. Pero Dios aporta luz para que el hombre sepa lo que debe hacer para su salvación. “Si te volvieres, oh Israel, dice el Señor, vuélvete a mi” (v.1). Al dejar de dar la espalda a Dios y volverse hacia Él el hombre empieza a arar su corazón para arrancar los espinos que ahogarán la Palabra sembrada: las abominaciones, la injusticia.
“Circuncidaos al señor y quitad el prepucio de vuestro corazón” (v.4), dice el Señor. La circuncisión no es una operación quirúrgica que uno se hace a sí mismo, alguien debe hacérsela. En el caso de la circuncisión del corazón es Dios quien la hace pero no la practica a menos de que el hombre previamente se vuelva al Señor y are el campo de su corazón para limpiarlo de los espinos que impedirían que la Palabra crezca exuberante y dé fruto abundante. Al oír la Palabra la persona que es llamada a ser salva siente la necesidad de desbrozar su corazón, lo ara con esfuerzo y perseverancia para que sea terreno fértil apropiado para recibir en él la semilla de vida que siembra el Sembrador. Para ser ciudadano del reino de los cielos se necesita fortaleza para perseverar hasta el final.  El trabajo de arar el campo no se hace una sola vez y a dormir. No. Además de la maldad que hay en nuestro corazón por el hecho de ser descendencia de Adán, el Enemigo se preocupa de sembrar constantemente cizaña en nuestro corazón para ahogar la Buena Semilla que el Sembrador siembra en nuestros corazones. El trabajo de arar no tiene  vacaciones. Los valiente son quienes se hacen suyo el reino de los cielos.


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dilluns, 6 de juny del 2016

¿CÓMO SE SOSTIENEN LAS ESTRELLAS?

<b>Dios sostiene el universo con el poder de su palabra</b>
Al astrofísico <b>Kike Herrero</b> del Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya, <b>Joseph Corbella</b> lo interroga: - ¿Una pregunta para la cual no tenga respuesta? La réplica que recibe: “¿Cómo se sostienen las estrellas en el cielo? Me lo preguntó una niña de cinco años. A ver como le respondes con rigor y sencillez”. Esta pregunta que hace una niña es la misma que nos hacemos los adultos pero que quizás no nos atrevemos a hacerla en público para que no nos tilden de ignorantes. “Sólo con que tengamos ojos para ver y orejas para escuchar descubriremos que toda la naturaleza nos habla de la elocuencias de Dios” (<b>Van Der Puy</b>).
Con el estilo poético propio de la literatura hebrea el salmista expresa su fe en Dios creador en un lenguaje que tanto adultos como niños pueden entender a no ser que los prejuicios cubran los ojos para no ver y taponen los oídos para no oír como toda la creación alaba al Creador. El salmista se expresa así: “Alabad al Señor desde los cielos, alabadle en las alturas. Alabadle vosotros todos sus ejércitos, alabadle sol y luna, alabadle vosotras todas, lucientes estrellas. Alabadle cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos. Alaben el Nombre del Señor, porque Él mandó y fueron creados. Los hizo eternamente y para siempre, les puso ley que no será quebrantada” (Salmo 148: 1-6).
En un momento determinado los discípulos le preguntaron a Jesús: “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:1-3). Con los años la simplicidad infantil se complica. Si a un niño de cinco años se le dice que las estrellas se sostienen por el poder de la palabra de Dios que las creó, lo creerá. Mas adelante hará preguntas más complejas. Si sus oídos no han perdido la capacidad de oír y los ojos no han perdido posibilidad de ver, seguirá encontrando respuestas satisfactorias a sus interrogantes.
El origen del universo con todo lo que contiene es un misterio que no se puede resolver si no es por la fe en Dios creador. Las teorías científicas que quieren desvelarlo no satisfacen y dicha insatisfacción abre las puertas a nuevas teorías que tampoco complacen. Seamos, pues, modestos y admitamos que el origen del universo es un misterio que la filosofía científica no puede desvelar. El hecho de que el Consejo de Europa invite a sus 47 miembros a “oponerse con fuerza a la enseñanza del creacionismo como disciplina científica” no da respuesta a las preguntas  que se hace el ser humano: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cómo se sostienen las estrellas en el firmamento?
Los partidarios del Big Bang que con dogmatismo afirman que un hecho azaroso formó el embrión del universo y que la evolución ha hecho el resto, se les podría hacer la pregunta que   Dios le hizo a Job: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la Tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿Quién extendía sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus basas? ¿O quién puso su piedra angular?…” (Job 38: 4-12).
Proverbios que es otro de los libros poéticos que contiene la Biblia personifica la sabiduría de Dios en lenguaje poético entendedor: “El Señor me poseía al principio de su camino: Antes de sus obras, desde entonces fui ungida, desde el principio,  antes de que existiese la Tierra, cuando todavía no había abismo, fui alumbrada…cuando todavía Él no había hecho la Tierra ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Yo era allí cuando Él formó los cielos…Entonces yo era a su lado ordenándolo todo, y era cada día sus delicias, deleitándome siempre en su presencia, gozándome en el mundo habitado de su Tierra, y mis delicias estaban con los hijos de Adán”                                         (Proverbios 8: 22-31).
Sin abandonar su carácter poético Proverbios presenta a la Sabiduría que es Cristo que es “digno de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11): “En las alturas junto al camino, en las encrucijadas de las veredas se para, en el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, a la entrada de las puertas  da voces: Oh hombres a vosotros clamo…Oíd, porque hablaré cosas excelentes, y abriré mis labios para cosas rectas. Porque mi boca hablará verdad…Todas ellas son rectas al que entiende, y razonables a los que han hallado sabiduría…”(Proverbios 8: 1-17).
La sabiduría es anunciada a todos los hombres desde plazas y calles de las ciudades, En las encrucijadas de los caminos: “El que tiene oídos para oír, oiga”, dice Jesús.
Octavi Pereña i Cortina




ECLESIASTÉS 5:12

“Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco, pero al rico no le deja dormir la abundancia”
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). El Señor no está diciendo que a los millones de personas que pasan hambre en el mundo afectado por el pecado les pertenece el reino de los cielos. Dice: “pobres en espíritu”, que lo pueden ser aquellos que son pobres de solemnidad, que no saben donde caerse muertos. “Pobres en espíritu” también pueden serlo personas ricas que nadan en la abundancia pero que en sus corazones sienten que son “pobres en espíritu” y buscan con insistencia a Jesús que les es el Pan de Vida y el Agua viva que satisfacen plenamente las necesidades de sus almas.
El texto que comentamos nos expone un contraste entre la clase trabajadora y la opulenta.
“Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco”. Esta frase debe matizarse. Hoy nos encontramos con muchos trabajadores que tienen dificultades para llegar a fin de mes y que no tienen un dulce sueño. Diversos son los anuncios que venden productos  para dormir. Esto quiere decir que existe un mercado en el que hay potencialmente muchos consumidores de dichos productos. Las estadísticas confirman el incremento exponencial de ansiolíticos en la sociedad occidental. “En paz me acosté, y asimismo dormiré, porque sólo tú Señor me haces vivir confiado” (Salmo 4:8).
“Pero al rico no le deja dormir la abundancia”. Los desahucios, el desempleo, el empleo precario, los sueldos de hambre, no dejan dormir al trabajador. La incertidumbre de su futuro le quita el sueño, pero la abundancia del rico tampoco deja dormir a aquellos que lo tienen todo. Los ricos se permiten todo tipo de lujos. Están de banqueteo continuo. Se parecen al hombre rico de la parábola del rico y de Lázaro el mendigo “que se visten de púrpura y de lino fino, y hacen cada día banquete con esplendidez” (Lucas 16:19).  Las revistas del corazón se encargan con todo lujo de detalles de asombrar a los trabajadores, despertándoles el deseo de poseer la abundancia de bienes que describen las imágenes. Las comilonas abundantes y todo lo que pueden conseguir con el dinero no ganado honradamente, no les permite conciliar el sueño. Desconocen lo que es un sueño dulce. ¡Cuántos de los que venden felicidad en las revistas del corazón no se los encuentra muertos en la bañera debido a una sobredosis de barbitúricos, de drogas, hospitalizados  en centros de rehabilitación debido alcohol, las drogas, el sexo! “No hay paz para el impío”. Sólo el Señor permite dormir dulcemente tanto al trabajador en su penuria como al rico en su abundancia, porque solamente Él les da la paz que el mundo no les puede proporcionar.

SALMO 68:19

“Bendito el señor, cada día nos colma de beneficios, el Dios de nuestra salvación”
Familiares nos resultan las palabras de Jesús “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30). ¿Quiénes son los trabajados y cargados a los que Jesús quiere darles descanso? ¿Estaba tal vez pensando en los adictos al trabajo de nuestros días? ¿En aquellas personas que se levantan cansadas por la mañana y que durante todo el día se lo pasan quejándose de su cansancio? Indirectamente sí porque la adicción al trabajo y el cansancio perpetuo se debe a un problema espiritual no resuelto. Las denuncias que presento son la consecuencia de no estar en paz con Dios. Dicho de otra manera de no tener resuelto el problema de su pecado y de que se sigue estando enemistado con Dios. “No hay paz para los impíos”, dice el Señor.
El profeta Isaías con siglos de antelación anuncia la muerte de Jesús en la cruz del Gólgota, a la vez que desvela el significado de los sufrimientos que el Señor padeció en la cruz. Desde la desobediencia de Adán hasta nuestros días el ser humano ha intentado poner fin a la muerte, sin conseguirlo. La medicina ha hecho progresos espectaculares, pero no vence a la muerte. Las dolencias avisan de que la muerte está agazapada en la esquina, esperando el día establecido por Dios para dar el zarpazo. La paga del pecado es muerte y como todos hemos pecado todos sin excepción moriremos.
Volvamos a Isaías:“Ciertamente llevó Él (Jesús) nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores, y nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, y el castigo den nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53: 4,5). En tanto no se reconozca que la falta de paz en nuestras vidas se debe a que Jesús no ha llevado nuestras enfermedades, de que no hemos descargado sobre Él nuestro pecado. Por ello no puede otorgarnos la paz que tanto necesitamos. No olvidemos que la vida del impío es como un mar tempestuoso, tempestad del alma que solamente Jesús puede calmar porque su sangre vertida en el Gólgota tiene el poder de limpiar todos nuestros pecados. Cuando por la fe en Jesús el Espíritu Santo aplica en nuestro corazón la sangre de Jesús el creyente goza de la paz de Dios que se escapa a la comprensión humana.
“Bendito el señor, cada día nos colma de beneficios, el Dios de nuestra salvación”