dilluns, 26 de gener del 2015


JEREMÍAS 29:12,13


“Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y os oiré, y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo corazón”

Jeremías se dirige a los deportados en Babilonia diciéndoles que cuando se cumplan los setenta años de abandono del culto en Jerusalén, el Señor “los visitará y despertará sobre vosotros su buena palabra” (v.10). Esta es la esperanza que Jeremías infunde en los deportados  en el Nombre del Señor: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz y no de mal para daros el fin que esperáis” (v.11). Las bendiciones que recibimos del Señor siempre se inician en Él. Si el Señor  mantiene sus manos en los bolsillos no puede esparcir dádivas. Por ello, quienes creemos en Él y en su promesa de bendición debemos clamar insistentemente para que derrame abundantes bendiciones en su Iglesia que languidece por falta del poder divino. Se nos invita a  pedir insistentemente , a no dejar de golpear con fuerza a la puerta del salón del trono en donde Jesús sentado a la diestra del Padre intercede por nosotros. Sin la intercesión de Jesús por el pueblo de Dios no sentiríamos necesidad de clamar a Él. Si en su gracia el Señor despierta en nosotros el deseo de que Dios derrame en nosotros abundantes bendiciones no dejemos para mañana empezar a suplicar con insistencia.

Cuando seamos conscientes de que los pensamientos de Dios con respecto a nosotros son de paz y no de mal: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí ,y yo os oiré, y me buscareis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo corazón”. ¿Lo buscamos y oramos en Nombre de Jesús que debe ser el centro de nuestras plegarias? ¿Son nuestras oraciones persistentes como la viuda que no dejaba de importunar al juez injusto para que le hiciese justicia? Si nuestras oraciones son rutinarias y frías porque el corazón no siente lo que dicen los labios  ha llegado el momento de la reflexión y de pedirle al Señor que abra nuestros corazones para que podamos percibir el pecado no confesado y acariciado. No olvidemos que el pecado que se guarda en el corazón  es el estorbo que le impide a Dios oír nuestras oraciones. Dejemos de creer que por el mero hecho de asistir a la iglesia los domingos y de repetir mecánicamente unas palabras de agradecimiento antes de las comidas, ya hemos cumplido. Si no se produce un auténtico arrepentimiento y confesión de nuestros pecados al Señor Jesús, nuestra vida religiosa no tiene valor. El Señor sigue esperando que le busquemos con todas nuestras fuerzas . Quiera el Señor que nuestra reacción ante la Palabra de Dios sea la del rey Josías quien, al ser hallado el rollo de la Ley que se había perdido y leído su contenido “rasgó sus vestidos” (2 Reyes 22:11) en arrepentimiento

 

 

 

 

1 REYES 22: 7


“Y dijo Josafat: ¿Hay aún aquí algún profeta del Señor, y que podamos consultar por medio de él?”

La luz y las tinieblas no pueden ir juntas. La relación entre Josafat y Acab rey de Israel pone de manifiesto dicha incompatibilidad. También descubre la necesidad de que los hijos de Dios no quieran unir la luz con las tinieblas. A menudo los cristianos olvidamos dicha enseñanza y nos proponemos hermanar lo que no se puede hermanar en nombre de la buena convivencia. Josafat fue un hombre de Dios pero cometió el error de “contraer parentesco con Acab” ( Crónicas 18:1). Acab era un hombre impío. El consejo de Dios “no os unáis en yugo desigual con los incrédulos, porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia??¿Y que comunión la luz con las tinieblas?” /2 Crónicas 6:14). Los vínculos familiares Josafat con Acab le hicieron tomar al rey de Judá decisiones erróneas.

Acab estaba en guerra contra los sirios y aprovechando que Josafat se encontraba  de visita en Israel, aprovecha la oportunidad para involucrarlo en la guerra: “¿Quieres venir conmigo a pelear contra Ramot de Galaad? Josafat, quizás dejándose llevar por el vínculo familiar que le unía a Acab dijo algo que jamás debería haber dicho: “Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos” (1 Reyes 22:4)Josafat siendo luz se identifica plenamente con las tinieblas que representa Acab. Una mala decisión que acabo mal.

Josafat como hombre de Dios le pide a Acab poder consultar al Señor por medio de uno de sus profetas. Acab convoca a los sacerdotes de Baal y le dicen que puede ir tranquilamente a la guerra porque saldrá victorioso. Josafat quiere consultar a un profeta del Señor. Acab le dice que está Micaias “pero yo lo aborrezco porque nunca me profetiza bien, sino solamente el mal” (v.8). Micaias profetizó el desastre. Así y todo hicieron la guerra que resulto ser un descalabro que acabó con la muerte de Acab.

“Mas los consejos de los impíos, engaño” (Proverbios12:5). Estar unido en yugo desigual con los impíos a veces obliga a hacer cosas que no gustan y de las que después uno tiene que arrepentirse. Pero lo hecho, hecho está y el resultado es irreversible. Dadas las circunstancias es inevitable convivir con los incrédulos pero está en manos del creyente evitar vínculos que le aten a los impíos. Es este sentido nos toca vigilar mucho porque el roce íntimo puede impulsarnos a buscar el consejo de los malvados lo cual no es provechoso. Josafat es un ejemplo de ello.

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EL MAL: UN MISTERIO


<b>¿Es el mal una cuestión de genes o del espíritu del hombre?</b>

Josep Maria Espinàs en su escrito <i>No entiendo la creación del mal</i> plantea el problema que está en boca de muchos: ¿Por qué ha permitido Dios la existencia del mal? De ser sinceros debemos reconocer que es en misterio que descifrarlo de momento está fuera de la comprensión humana. A pesar de ello la Biblia nos proporciona algunos detalles que aportan luz a este enigma. Si Dios lo hizo bien, ¿cómo es que existe el mal?, nos preguntamos.

En su columna Espinàs escribe: “Diversos analistas han estudiado el mal – opuesto al bien – desde muchos puntos de vista. Me merecen mucho respeto. Pero hay algo que no entiendo. Si Dios creó el mundo también creó la posibilidad del mal. ¿Por qué no creó solo el bien? No podía obligarle nadie, era el máximo y único poder, el diseñador absoluto de la creación. Perdonen la ignorancia: si creó al hombre, ¿Por qué no decidió crear solo hombres buenos?”

De momento, la mente de Dios es insondable para el hombre. El abismo que separa al hombre de Dios lo expresa el profeta Isaías cuando escribe: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Señor. Como son más altos los cielos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (5:8,9). Llegado el momento de examinar el espinoso tema del origen del mal deberíamos de enmudecer como lo expone el apóstol Pablo: “Oh hombre, ¿quién eres tú que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” (Romanos 9:20,21). Investigar el tema del origen del mal tiene sus dificultades, pero si nos adentramos en él con el espíritu que nos indican los textos de Isaías y Romanos podremos sacar conclusiones que nos serán beneficiosas.

Finalizada la creación “Dios vio que todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno”. ¿Cómo fue posible que el mal se introdujese allí que no se sabía que era? Se encuentran dos textos que nos ayudarán a vislumbrar algo de la profundidad del misterio: “Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste……Tú, querubín grande……Perfecto era en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezequiel 28:12-15). “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitas a las naciones. Tú decías en tu corazón; subiré al cielo, en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte, sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el infierno,  los lados del abismo” (Isaías 14:12-15). ¿Cómo fue posible al revuelta angélica? ¿Qué ocurrió para que  en una creación en la que todo era muy bueno que unos ángeles santos creados para poder decidir se encontrase iniquidad en ellos? No debemos especular. Recordemos lo del vaso y el alfarero. Debemos aceptar lo que pasó sin darnos cabezazos que nos perjudican. Hacerlo no cambia la realidad. Los textos citados nos informan que Lucero, príncipe de los ángeles se convirtió en Satanás, príncipe de los demonios que aparece al inicio de la historia humana en el Edén terrenal poseyendo a una serpiente.

Jesús nos hace esta descripción de la naturaleza del diablo: “El ha sido homicida des del principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44). Lucero, el querubín perfecto en sus caminos se convierte en un ángel monstruoso. Pero no se conforma en serlo él y los ángeles que le siguieron en su rebelión, desea también que los hombres le acompañen en su rebeldía en el abismo infernal. Para conseguirlo se posesiona de la serpiente y haciendo uso de su paternidad mentirosa, como si nunca hubiese roto un plato, se dirige a Eva cuestionándole la autoridad que  Dios tenía sobre ella por ser su Creador y de la bondad de la prohibición de comer del “árbol del conocimiento del bien y del mal”. El orgullo de Lucifer de querer ser como Dios lo arrojó a las profundidades del abismo. Visto el resultado desastroso de su desobediencia, no le bastó con su sufrimiento eterno, quiere que los hombres creados a imagen y semejanza de Dios le acompañen en su miseria. El orgullo que le condujo a su desgracia eterna es el argumento que utiliza para seducir a Eva y por medio de ella a Adán para desobedecer al Creador: ”Podéis comer  del árbol que  hay en medio del jardín: No moriréis, sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:4,5).

Desobedecieron. Sus ojos fueron abiertos y conocieron por propia experiencia lo que es el mal. Dios creó al hombre con el don del libre albedrío y, lo utilizó mal. Este es el origen del mal que tan a menudo se culpa a Dios de ser su autor. Ante el misterio parcialmente revelado, la desobediencia de Adán y Eva no cogió por sorpresa a Dios ya que para sacarnos de la ciénaga en que caeríamos por nuestra mala cabeza, “fuimos rescatados  de nuestra vana manera de vivir…con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de nosotros” (1 Pedro 1:18-20). Conociendo el origen del mal estamos en condiciones de aplicar el remedio que Dios ha establecido para desterrarlo. Lo triste del caso es que se rechaza a Cristo que es la medicina recetada por Dios. Así que seguimos disertando sobre el mal y éste sigue haciendo de las suyas y nos destruye. El caos en que estamos sumidos evidencia el rechazo de la medicina divina.

Octavi Pereña i Cortina

dilluns, 12 de gener del 2015


OCCIDENTE TRASTORNADO


<b>Muchos enemigos están minando los cimientos cristianos de nuestra civilización y desconocemos como enfrentarnos a ellos. ¿Se puede hacer algo para impedir que el barco naufrague?</b>

Que los políticos con mucha solemnidad pidan a los Reyes Magos que les ayuden para salir de los tiempos que atravesamos, en los que muchas familias se lo pasan muy mal y que pidan: “Oportunidades para salir de la crisis. Que el año 2015 sea un año solidario y lleno de esperanza para los niños y niñas que son el alma de la ciudad” como lo ha hecho el alcalde de Barcelona Xavier Trias, es una tomadura de pelo que se intenta hacer a los ciudadanos. Una petición como la que ha hecho el alcalde de Barcelona manifiesta que los políticos rehuyen su responsabilidad por su comportamiento insolidario que nos ha llevado a la grave crisis  que sacude Occidente. Crisis que lleva a malvivir a millones de ciudadanos. La minoría millonaria ha aumentado. A la mayoría de los ciudadanos, los que tienen un sueldo se les ha disminuido o perdido. La mayoría de ricos incrementan sus ingresos.

Todo el mundo sabe que la crisis que nos arruina la ha causado la falta de ética y de moral de las elites políticas y económicas que se caracterizan por la mezquindad con que manipulan el dinero público que se resume en una sola palabra: CORRUPCIÓN. Mientras el gobierno habla de transparencia, la ministra de sanidad Ana Matute que se ha visto obligada a dimitir por incompetencia, se la nombra vicepresidenta de la Comisión al Desarrollo del Congreso de Diputados, cargo que le acompaña un extra adicional de 1000 euros mensuales. El partido recompensa a quienes le son fieles. ¿Es justicia social este sobresueldo cuando las pensiones y el salario mínimo aumentan unos míseros tres euros mensuales?

El hombre es corrupto por naturaleza. Una ley de transparencia no elimina la condición corrupta del ser humano. Puede mitigar su aparición en el ámbito económico, pero, el mal sigue escondido en el fondo del corazón, esperando la oportunidad para expresar su virulencia. Debido la condición humana la corrupción se extiende por doquier.

El rey Salomón, finalizada la dedicación al Señor del templo en Jerusalén, Dios se le aparece de noche, diciéndole: “Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio” (2 Crónicas 7:12). El hecho de que Dios hubiese escogido el templo en Jerusalén como el lugar en el que se le debía dar culto no significa que la aceptación por parte de Dios del templo recién inaugurado fuese la garantía que la prosperidad de Israel estuviese asegurada. Al reconocimiento divino le acompaña un aviso:”Si yo cierro los cielos para que no haya lluvia, y si mando a la langosta que consuma la tierra, o si envío pestilencia a mi pueblo” (v.13), Dios anticipa las miserias que afligirían a su pueblo si no anda en rectitud y justicia. El templo de Salomón que era un símbolo de la presencia de Dios entre su pueblo no garantizaba la prosperidad ni de que Dios estaría presente entre su pueblo. De ello debían tener memoria histórica. Durante el período de los Jueces, antes de que se instaurase la monarquía en Israel “cada uno hacía lo que bien le parecía”  (Jueces 21:25). La apostasía que se había infiltrado en la clase sacerdotal se había apoderado de la población. Israel estaba en guerra con los filisteos. La suerte no acompañaba a los israelitas. Con el propósito de cambiar el signo de la guerra y les fuese favorable, Israel llevó el arca del pacto, símbolo de la presencia de Dios entre el pueblo al campo de batalla. La superstición no funcionó. Israel fue derrotado y el dominio filisteo sobre él se consolidó.

Cuando Dios cerró los cielos y no llovió. Cuando envió la langosta que destruyó las cosechas. Cuando envió la peste que provocó mortalidad en el ganado y el pueblo se encontró en apuros, Dios pone unas condiciones para recuperar la prosperidad perdida. No acepta la hipocresía sacerdotal. No basta con alabarlo de labios si el corazón está lejos de Él. Se necesita algo más profundo que un ritual vacío de contenido. Para que las bendiciones de Dios desciendan sobre la tierra se necesita una genuina conversión a Él. No existe ninguna duda de lo que Dios espera de nosotros para podernos bendecir: “Si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi Nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los celos, y perdonaré su pecado, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14). La plegaria del fariseo que subió al templo: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano” (Lucas 18:11), no llegó a los oídos de Dios. En cambio, la del publicano que estando lejos se golpeaba el pecho diciendo: “Oh Dios, se propicio a mi, un pecador” (v.14), es la que Dios escucha. Es lo que el Señor le dijo a Salomón después de dedicarle el templo. Si no se da un verdadero arrepentimiento  y un orar de corazón Dios no escucha ni libera a su pueblo de sus enemigos. Me viene como el anillo al dedo de que en el momento que redacto el borrador de este escrito se haya producido en París el atentado gihadista contra la sede del semanario <i>Charlie Hebdo</i>. Este hecho pone de manifiesto que el extremismo islámico puede golpear poniendo en evidencia a los servicios secretos y a las fuerzas de seguridad. No bastan las manifestaciones en defensa de la libertad presididas por jefes de gobierno. A medida  que transcurre el tiempo este extremismo se consolida y el llamado Occidente no sabe cómo reaccionar para hacerle frente. Yo me atrevería a decir que lo que hace que no se vea en el horizonte un final feliz se debe a que la base cristiana sobre la que se ha edificado Occidente es que le da la espalda al Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por este motivo Dios no nos escucha y no sana a nuestra tierra. Dios no nos libera de los enemigos que nos destruyen.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

 

 

SALMO 36:1,2


La iniquidad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos. Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos para no encontrar la propia iniquidad para odiarla”

“La iniquidad del impío”describe la inmensidad de maldad que alberga su corazón. Esta clase de iniquidad no debe confundirnos y hacernos creer que los impíos son personas marginadas, de aspecto descuidado, que despiertan prevención sólo verlos. Los grandes impíos no lo son únicamente los residentes en los suburbios marginales de las ciudades. Los grandes impíos lo son las personas que dicen en su corazón: “No hay temor de Dios delante de sus ojos”. Las tales personas a pesar que puedan parecer ser muy religiosas “no tienen temor de Dios delante de sus ojos”. Los escándalos de pederastia que afloran en la Iglesia católica confirma lo dicho, de que la impiedad , la falta de temor de Dios se encuentra entre las lujosas paredes del Vaticano, en los sencillos edificios de seminarios y en las casas de acogida de niños necesitados de recibir amor.

Los grandes impíos visten lujosamente para intentar tapar su miseria, presumiendo de que su indignidad no será hallada o aborrecida. ¿Durante cuántos años la indignidad de los  grandes impíos no se ha mantenido encubierta hasta que al final aflora públicamente?: Pujol, Bárcenas, infanta Cristina…En otros casos consiguen esconderla ante la opinión pública, pero, ¿lograrán evitar que la impiedad no sea vista por los ojos del Señor?

El salmo al que pertenece el texto que comentamos finaliza con estas palabras: “Allí cayeron los que hacen iniquidad, fueron derribados y no podrán levantarse” (v.132). La justicia de Dios no le permite considerar inocente al culpable. Los impíos con sus obras injustas que cometen tendrán que dar cuenta de sus hechos ante el Juez justo. Llegado el momento no tendrán escapatoria. Los bufetes de prestigiosos abogados no podrán apoyarse en triquiñuelas legales para dilatar los juicios  a la espera de que las causas abiertas a sus clientes prescriban. Los impíos se presentarán desnudos ante el Juez  justo poniendo al descubierto todas las fechorías cometidas, incluso las que no han descubierto los ojos del hombre. Entonces los impíos , sean de la clase social que sea, oirán la sentencia que dictará el Juez: “Echadlos al lago de fuego que quema y no consume” para pasar la eternidad  sin que un tenue vestigio de la presencia de Dios mitigue el intenso dolor que sufrirán, a no ser que, antes del fallecimiento se hubiesen arrepentido de sus iniquidades y pedido a Jesús que su sangre vertida en la cruz del Gólgota los limpie de todos sus pecados.

 

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IASÍAS 42:8


“Yo soy el Señor, este es mi Nombre, y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas”

“Estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva  a la vida, y pocos son los que la encuentran”. (Mateo 7:14). La tendencia natural del hombre caído en pecado es la de alejarse de Dios. Esta inclinación persiste incluso en los verdaderos hombres y mujeres de Dios que por la fe en Jesús se han convertido en hijos e hijas de Dios. Debido a dicha inclinación  no debe extrañarnos que la Biblia en infinidad de ocasiones nos recuerde que fuera del Padre de nuestro Señor Jesucristo no hay otro dios.

Las palabras de Jesús nos avisan que el camino que lleva a Dios es poco transitado. En cambio la puerta que da acceso al sendero que conduce a la condenación eterna es muy ancha y el camino muy transitado. Tengámoslas siempre presentes porque ellas son la protección necesaria para evitar confundirnos de puerta  al saber distinguir que la ancha a pesar de que la atraviesan muchas personas no es la que nos conviene. Debemos recordar que la mayoría no siempre tiene razón.

Cuando el Señor dice que no dará su gloria a otro ni su alabanza a esculturas nos remite a Éxodo 20:1-5 en donde se nos recuerda: “Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios”.

La enseñanza de la Biblia es: Dios es único, es el Creador  y el Soberano absoluto. La preeminencia de Dios sobre todas las cosas ya se puso en duda antes de que el pecado mental se hiciese realidad en el Edén al comer el fruto prohibido. Si cuando el pecado no había entrado en el hombre le fue tan fácil a la serpiente  engatusar a Adán y Eva a que desobedeciesen la prohibición de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, es decir, desposeyesen a Dios de su autoridad suprema, ¿cómo no le será todavía más fácil hacerlo con nosotros ahora que Satanás ya domina a los hombres desde su corazón, que se ha convertido en morada suya?

El apóstol Pedro nos avisa del peligro: “Sed sobrios, y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). De las misma manera que la serpiente fácilmente consiguió que Adán y Eva dejasen de amar  a Dios sobre todas las cosas, con todas sus fuerzas y con toda su mente, sabiéndolo, debemos velar, debemos esforzarnos para no permitir que Satanás se apodere de nuestras mentes y corazones y vuelva a engañarnos para que destronemos a Dios y demos la gloria a Satanás. Hacerlo tiene sus nefastas consecuencias temporales y eternas. Por ello debemos revestirnos del poder de Dios para poder resistir a nuestro Enemigo y hacer que huya de nosotros. Recuerda que el Señor da fuerza al débil y cansado.

 

dilluns, 5 de gener del 2015


2 CRÓNICAS 7:14


“Si se humilla mi pueblo sobre el cual mi nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se arrepienten de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”

Finaliza el año y comienza el nuevo con las 12 campanadas y la ingesta de las 12 uvas, esplendorosos espectáculos televisados, mutuas felicitaciones y deseos de que el nuevo año llene a todos de felicidad y prosperidad. Pero la felicidad y la prosperidad mutuamente deseadas duran tan poco como la luminosidad de los fuegos artificiales que nos deslumbran por su espectacularidad y belleza.

Justo al inicio del nuevo año debemos afrontar la realidad: Las hipotecas siguen exigiendo su pago, la corrupción a todos los niveles sigue haciendo estragos, los políticos continúan incumpliendo sus promesas, la enfermedad y la muerte prosiguen sembrando  dolor y sufrimiento, las infidelidades conyugales, y los divorcios continúan su marcha ascendente sembrando desdicha en las familias…

El año que ya es historia no ha sido bueno que digamos. El nuevo, con sus 365 hojas en blanco no tiene perspectivas de que lo que vamos a escribir en ellas sea halagüeño. Los buenos deseos en la noche del 31 de diciembre al 1 de enero son esperanzas infundadas. El motivo de la frustración de los propósitos humanos debe buscarse en textos bíblicos como el que encabeza este escrito. Los deseos de felicidad y prosperidad para el año nuevo no se materializan porque no se tiene  en cuenta  a Dios que guía el destino de los hombres.

El texto que comentamos nos dice algo que no aparece en el jolgorio de la celebración del año nuevo. Se refiere a la humillación, la oración, buscar el rostro de Dios, de conversión de nuestros malos caminos. Si hacemos esto, no olvidemos que Dios cumple siempre sus promesas, oirá desde los cielos nuestras súplicas, perdonará nuestros pecados y sanará nuestra tierra. Así de claro habla Dios: los males que nos perturban y que pretendemos borrarlos del mapa con la reiterada y especulativa recuperación económica no se conseguirá. La verdadera recuperación económica no se consigue con el pecado como guía. La recuperación económica que será para todos, no sólo para una minoría, es el resultado por parte de todos del rostro del Señor, de abandonar nuestros pecados. Entonces y sólo entonces Dios oirá nuestro clamor, perdonará nuestros pecados y sanará nuestra tierra, es decir, aportará prosperidad a nuestro país porque cada ciudadano en particular  ajustará su vida a la voluntad de Dios. Si no se tiene en cuenta la voluntad del Señor, la paz, la felicidad, la prosperidad que deseamos para el año que comienza volverán a convertirse es esperanzas y deseos frustrados.


PROVERBIOS 27:19


Como en el agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al del hombre”

Un león se aproxima a un lago empujado por la sed. Al acercarse a la orilla se sobresaltó al ver su rostro reflejado en el agua. Se dijo: Tendré que tener mucho cuidado con este león tan fiero. Seguro que es el dueño del lago. Las aguas tranquilas reflejaban el rostro de un fiero león y al contemplar la agresividad de la imagen el león huyó despavorido. El relato del león es una ficción que refleja la condición humana.  Cuando nos miramos en la imagen del Hombre perfecto que es Jesús, como el león del cuento huimos despavoridos al contemplar la imagen horripilante que refleja de nuestra condición moral. Al hombre natural que la Biblia lo llama carnal puede llegar a cometer las más viles fechorías que uno se pueda imaginar.

La Ley de Dios es el instrumento que el Señor pone a nuestro alcance es el espejo que sirve para que cuando nos miramos en ella veamos lo perversos que somos. La Ley de Dios desmitifica la imagen que nos hemos hecho de nosotros mismos de que somos moralmente perfectos. Pero la Ley de Dios no solamente sirva para que percibamos nuestra fealdad moral. Sirve también para que podamos encontrar el jabón que limpiará nuestro corazón la corrupción moral existente en él. La corrupción moral del hombre no se limpia con jabones de marca blanca: Filosofía, Ética, Religión. Todas ellas son estropajos inútiles para limpiar el corazón inmundo por el pecado que afea el rostro., ya que el rostro es el reflejo del alma.

La Ley de Dios sirve para que el hombre se dé cuenta de lo miserable que es. Una vez expuesta la miseria humana, el conocimiento adquirido sirve para que el pecador encuentre a Cristo, la sangre del cual, vertida en la cruz del Gólgota es el jabón capaz de limpiar el pecado: “De manera que la Ley ha sido nuestro guía que nos conduce a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3:24). Justificados por la fe significa que Dios por la fe en Cristo considera justa a la persona que cree en Él. Esta consideración se hace realidad porque la sangre de Jesucristo limpia todos los pecados de la persona que cree en Él. El pecador que ha sido justificado por la fe sigue mirándose en la Ley de Dios porque continúa considerándose pecador. Lo asombroso del caso es que a medida que sigue  mirándose en el espejo que es la Ley, ve desaparecer de su rostro las manchas y arrugas que lo afean, asemejándolo más al rostro de Cristo. Este proceso que se conoce como santificación perdurará hasta el final del tiempo cuando comparecerá ante el trono de Dios “sin mancha ni arruga ni cosa semejante”  (Efesios 5:28) . Mirarse en el espejo que es la Ley de Dios es muy útil.

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BELLEZA ARTIFICIAL


<b>Espejo, ¿verdad que soy la más hermosa de las mujeres? El espejo que no pudo soportar tanta fealdad se rompió en mil pedazos</b>

Un 6% de las jóvenes leridanas de entre 15 a 29 años, unas 2000, sufren trastornos de la conducta alimenticia como anorexia o bulimia. <b>Cristina Carretero</b> presidenta de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia asegura: “Hemos detectado un aumento de personas con alteraciones alimenticias que se saltan las comidas y solamente ingieren agua, se provocan vómitos o ingieren laxantes. La anorexia y la bulimia se han convertido en la tercera enfermedad crónica entre adolescentes femeninas. En Catalunya se calcula que hay 26.000 chicas que sufren estos trastornos.

Las autoridades sanitarias están preocupadas por el incremento que experimentan los trastornos alimenticios asociados a otros síntomas negativos como la depresión, la ansiedad o los trastornos de la personalidad. Para llamar la atención de los jóvenes y concienciarlos del peligro que comporta no ingerir alimentos el Departamento de bienestar Social de la Generalitat de Catalunya ha lanzado una campaña para luchar contra la anorexia y la bulímia con el lema <i>¿Una botella de agua es todo tu almuerzo? Cuando no comes nada dejas de SER TU</i>. Con el propósito de atraer la atención de los jóvenes se repartirán botellas de agua vacías en los centros escolares.

La sicoanalista <b>Araceli Fuentes</b> da una pistas que nos ayuda a descubrir por qué algunos adolescentes caen en la anorexia: “Se dan personas que creen que se les ama por la imagen que transmiten y por ello se esfuerzan a dar una determinada imagen. Muchas de estas personas no se gustan y quieren parecer diferentes de cómo se ven a si mismas”.

La modelo australiana <b>Rolyn Lawley</b> en unas declaraciones que hace expone algunos motivos por los que algunas adolescentes se convierten en anoréxicas. En su testimonio utiliza en diversas ocasiones la expresión inglesa <i>thigh gap</i> que no tiene traducción al castellano, que significa que los muslos de una mujer no se tocan, dejan un espacio, cuando está de pie y juntos los pies. Alcanzar este modelo de belleza antinatural solamente puede conseguirse saltándose comidas, ingiriendo únicamente agua , provocándose vómitos o tomando laxantes, dice <b>Cristina Carretero</b>. He aquí el relato que hace la modelo: “La verdad es que lo que menos me importa  es la necesidad de un supuesto <i>thigh gap</i>. Solamente es otro instrumento de manipulación que otras personas intentan utilizar para que no me guste mi cuerpo. ¿Por qué debería ayunar y debilitar el tamaño natural de mi cuerpo? No estoy diciendo que las mujeres que lo tengan natural sean poco atractivas. ¿Debería cambiar toda mi estructura sólo para conseguir algo tan trivial? Quiero que mis muslos sean más gruesos y más fuertes. Me gusta correr y nadar. Supongo que sólo queremos cosas distintas, pero las mujeres ya soportamos suficiente presión sin añadir la carga de conseguir <i>thigh gap</i>. La última cosa que deseo para mi futura hija es que pase hambre porque crea que <i>thigh gap</i> fuese necesario para que se la considerase atractiva”.

<b>Ángeles Caso</b>hace un interesante comentario sobre la manera de aparentar ser lo que no se es: “Hace tan solo unas semanas, contemplando a los actores y actrices que aparecen en el libramiento de los  Oscar, comprendí que la cosa es realmente grave. Encontrar una cara –y un cuerpo – natural en medio de la alfombra roja es ya un sorprendente aliento de aire fresco. La mayoría de estos hombres y mujeres – especialmente en ellas – están estirados, postizos, hinchados y apedazados. Apenas se encuentra pómulos sin no se que relleno que impacta, labios que no estén ridículamente hinchados, frentes que no luzcan la plancha del botox o párpados que no se hayan cortado dejando una extraña mirada de espanto. Por no hablar de cuerpos <i>esculpidos</i>. De vez en cuando, en medio de tanta exhibición de artificialidad  anima que aparezca alguna mujer que no intente patéticamente disimular su edad, algún hombre tal como lo ha dejado la vida. Quizás que no sean tan perfectos como los zombis que desfilan a su lado, pero a mi me parecen más hermosos”.

La belleza greco-romana artificialmente conseguida , además de corta duración porque a menudo se debe pasar por la ITV quirúrgica, no es gratificante. La persona que ha pasado por el calvario del ayuno, bebiendo únicamente agua, o la que se tumbado en el quirófano para conseguir una figura  artificial diseñada por la moda y la pornografía, cuando se mira en el espejo, ¿se da cuenta del latón que contempla? No engaña a los otros. Tampoco se engaña a si misma, a pesar que nos quiera hacer creer que no se da cuenta. El hecho que tenga necesidad de frecuentar la ITV quirúrgica, ¿no es un reconocimiento del espantajo en que se ha convertido?

La belleza que es de buen ver, aunque sea natural, es de corta duración. Las arrugas que acompañan a los años pueden reflejar la belleza de la salud espiritual de quien ha nutrido su alma de buena comida 

Octavi Pereña i Cortina