dilluns, 10 de febrer del 2014


RENOVARSE O DESCALABRO


<b>La educación académica por si sola no es suficiente para frenar el tsunami de corrupción que amenazan destruir a nuestra civilización</b>

<b>José Antonio Merina</b> en su escrito <i>Sis Sigma</i> “funcionar al máximo nivel de rendimiento”, trata la dramática situación política en la que estamos inmersos, que ni las urnas que deberían transmitir transparencia, no consiguen curar la enfermedad que convierte a un buen número de políticos en ineptos y corruptos.

El señor <b>Marina</b> elogia la inteligencia humana que ha conseguido que de manera sistemática la aviación haya conseguido funcionar al máximo nivel de rendimiento. Refiriéndose a la política, el escritor dice: “Cuando la inteligencia humana se obstina en hacer bien las cosas, las hace. Por esto me escandaliza que no ha conseguido establecer criterios de calidad, ni formar a sus protagonistas, ni elaborar maneras de prevenir riesgos. No somos conscientes de la gravedad de este asunto”.

Dejemos a la aviación en que la “formación de los pilotos es durísima y continua, los protocolos de revisión de los aparejos minuciosos, rígidamente reglados”. A Medicina, por ejemplo, además de los 6 años de carrera se le debe añadir el Mir y los años de prácticas que en total suman un mínimo de 11 años. La pregunta que muchos nos hacemos es: Si para conseguir plaza en la Administración pública se exige a los candidatos un mínimo de formación, ¿por qué a los políticos no se les requiere un certificado que garantice su idoneidad para desempeñar bien la labor pública? Si a un médico que comete un error se le exigen responsabilidades, ¿por qué al político no se le impone la misma obligación  según el compromiso adquirido? Parece ser que la clase política forma parte de otra galaxia que elimina el dicho de que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley. De hecho, pero, hay ciudadanos de primera y otros de clases inferiores. Esto no es transparencia democrática. Es un agravio que debe repararse inmediatamente.

¿Necesitan los políticos formación permanente para poder estar a la altura de sus responsabilidades? Evidentemente sí. He buscado en Google el tema: “Cursos de formación de políticos”Aparece un montón. Todos ellos tienen que ver con el perfeccionamiento técnico, pero no hay rastro de algún curso que tenga que ver con el perfeccionamiento de los políticos como personas. Se estimula la formación permanente para estar al día y no quedarse desfasados ante la meteórica innovación en todas las materias. En cambio, no se menciona para nada la necesidad de renovación interior permanente que en definitiva es la clave para saber poner los conocimientos técnicos adquiridos y puestos al día a disposición de los ciudadanos a los que dicen servir. El buen gobernante no depende tanto de las leyes como de las cualidades morales y éticas.

De <b>Leon Tolstoi</b> es esta declaración: “Es más fácil hacer leyes que gobernar”. Según los expertos en España hay miles de leyes que se mueren de asco guardadas en la oscuridad de los archivadores. Las pocas que se utilizan, la Constitución es una de ellas, se las usa como arma arrojadiza que produce esclerosis política porque no se utilizan para bien del pueblo sino en provecho de quienes las esgrimen. El resultado es que las leyes que deberían ser útiles hacen hedor como las aguas encharcadas que no se renuevan. La buena calidad moral del gobernante impide que las leyes se conviertan en sogas que asfixien e impidan la renovación de pensamiento que debe caracterizar al buen político.

Dios habla y se dirige, en este caso a los políticos, con el símil de un padre que aconseja a su hijo: “Oíd hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza, no desamparéis mi ley. Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia, no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca, no la dejes, y ella te guardará, ámala y te conservará. Sabiduría, ante todo adquiere sabiduría, y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia” (Proverbios 4:1-7). La sabiduría que el padre recomienda que su hijo debe obtener  (en nuestro caso al político) es conocer a Dios. Este es un proceso que no tiene fecha de caducidad porque es un alzarse hacia el Infinito utilizando la Biblia, la herramienta que el Señor ha puesto a nuestra disposición para poder adquirir la ternura de corazón que le permiten empatizar con el ciudadano, lo cual impide que las leyes que deben servir para el bien del ciudadano se conviertan en chupadoras de la renovación mental si se consiente que se transformen en hornos que endurecen el pensamiento, convirtiendo la política de algo útil en algo desprestigiado que arruina el país. Si los políticos no renuevan diariamente su pensamiento buscando la sabiduría divina no pueden convertirse en hombres en todo el amplio sentido que tiene la palabra hombre.

Europa llama a somatén para luchar contra la corrupción que amenaza a su futuro. No sabe como hacerlo. Saltan a la palestra muchos partidos pequeños que compiten con los grandes y que reducen sus límites. Tampoco resuelven el problema de la corrupción que nace del hecho que tanto gobernantes como gobernados no han aprendido a buscar con seriedad a Dios que se da a conocer en la Biblia, libro muy conocido en la sociedad occidental pero que nos es muy poco familiar. Este error es lo que impide luchar contra la corrupción que se esconde en el interior de cada persona esperando la oportunidad de poderse manifestar con mayor intensidad.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

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