RENOVARSE O DESCALABRO
<b>La
educación académica por si sola no es suficiente para frenar el tsunami de
corrupción que amenazan destruir a nuestra civilización</b>
<b>José
Antonio Merina</b> en su escrito <i>Sis Sigma</i> “funcionar
al máximo nivel de rendimiento”, trata la dramática situación política en la
que estamos inmersos, que ni las urnas que deberían transmitir transparencia,
no consiguen curar la enfermedad que convierte a un buen número de políticos en
ineptos y corruptos.
El
señor <b>Marina</b> elogia la inteligencia humana que ha conseguido
que de manera sistemática la aviación haya conseguido funcionar al máximo nivel
de rendimiento. Refiriéndose a la política, el escritor dice: “Cuando la
inteligencia humana se obstina en hacer bien las cosas, las hace. Por esto me
escandaliza que no ha conseguido establecer criterios de calidad, ni formar a
sus protagonistas, ni elaborar maneras de prevenir riesgos. No somos
conscientes de la gravedad de este asunto”.
Dejemos
a la aviación en que la “formación de los pilotos es durísima y continua, los
protocolos de revisión de los aparejos minuciosos, rígidamente reglados”. A
Medicina, por ejemplo, además de los 6 años de carrera se le debe añadir el Mir
y los años de prácticas que en total suman un mínimo de 11 años. La pregunta
que muchos nos hacemos es: Si para conseguir plaza en la Administración pública
se exige a los candidatos un mínimo de formación, ¿por qué a los políticos no
se les requiere un certificado que garantice su idoneidad para desempeñar bien
la labor pública? Si a un médico que comete un error se le exigen
responsabilidades, ¿por qué al político no se le impone la misma
obligación según el compromiso
adquirido? Parece ser que la clase política forma parte de otra galaxia que
elimina el dicho de que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley. De
hecho, pero, hay ciudadanos de primera y otros de clases inferiores. Esto no es
transparencia democrática. Es un agravio que debe repararse inmediatamente.
¿Necesitan
los políticos formación permanente para poder estar a la altura de sus
responsabilidades? Evidentemente sí. He buscado en Google el tema: “Cursos de
formación de políticos”Aparece un montón. Todos ellos tienen que ver con el
perfeccionamiento técnico, pero no hay rastro de algún curso que tenga que ver
con el perfeccionamiento de los políticos como personas. Se estimula la
formación permanente para estar al día y no quedarse desfasados ante la
meteórica innovación en todas las materias. En cambio, no se menciona para nada
la necesidad de renovación interior permanente que en definitiva es la clave
para saber poner los conocimientos técnicos adquiridos y puestos al día a
disposición de los ciudadanos a los que dicen servir. El buen gobernante no
depende tanto de las leyes como de las cualidades morales y éticas.
De
<b>Leon Tolstoi</b> es esta declaración: “Es más fácil hacer leyes
que gobernar”. Según los expertos en España hay miles de leyes que se mueren de
asco guardadas en la oscuridad de los archivadores. Las pocas que se utilizan,
la Constitución es una de ellas, se las usa como arma arrojadiza que produce
esclerosis política porque no se utilizan para bien del pueblo sino en provecho
de quienes las esgrimen. El resultado es que las leyes que deberían ser útiles
hacen hedor como las aguas encharcadas que no se renuevan. La buena calidad
moral del gobernante impide que las leyes se conviertan en sogas que asfixien e
impidan la renovación de pensamiento que debe caracterizar al buen político.
Dios
habla y se dirige, en este caso a los políticos, con el símil de un padre que
aconseja a su hijo: “Oíd hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para
que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza, no desamparéis mi ley.
Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y
él me enseñaba y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis
mandamientos y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia, no te
olvides ni te apartes de las razones de mi boca, no la dejes, y ella te
guardará, ámala y te conservará. Sabiduría, ante todo adquiere sabiduría, y
sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia” (Proverbios 4:1-7). La
sabiduría que el padre recomienda que su hijo debe obtener (en nuestro caso al político) es conocer a
Dios. Este es un proceso que no tiene fecha de caducidad porque es un alzarse
hacia el Infinito utilizando la Biblia, la herramienta que el Señor ha puesto a
nuestra disposición para poder adquirir la ternura de corazón que le permiten
empatizar con el ciudadano, lo cual impide que las leyes que deben servir para
el bien del ciudadano se conviertan en chupadoras de la renovación mental si se
consiente que se transformen en hornos que endurecen el pensamiento,
convirtiendo la política de algo útil en algo desprestigiado que arruina el
país. Si los políticos no renuevan diariamente su pensamiento buscando la
sabiduría divina no pueden convertirse en hombres en todo el amplio sentido que
tiene la palabra hombre.
Europa
llama a somatén para luchar contra la corrupción que amenaza a su futuro. No
sabe como hacerlo. Saltan a la palestra muchos partidos pequeños que compiten
con los grandes y que reducen sus límites. Tampoco resuelven el problema de la
corrupción que nace del hecho que tanto gobernantes como gobernados no han
aprendido a buscar con seriedad a Dios que se da a conocer en la Biblia, libro
muy conocido en la sociedad occidental pero que nos es muy poco familiar. Este
error es lo que impide luchar contra la corrupción que se esconde en el
interior de cada persona esperando la oportunidad de poderse manifestar con
mayor intensidad.
Octavi Pereña i Cortina
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