DOS DESTINOS
Las riquezas mal empleadas dan
satisfacción temporal. A la larga, desgracia
La Biblia que es la
Palabra de Dios dirigida al hombre no envejece ni se convierte en un pergamino
apreciado por los historiadores. Posee la capacidad de mantenerse lozana en el
devenir de los siglos. Los escenarios cambian. Los decorados se adaptan a los nuevos
tiempos. Se transforman las modas en el vestir. El hombre sigue siendo el mismo
a pesar de las transformaciones producidas en su entorno. Dios no ha muerto. Su
palabra tampoco y sigue siendo una fuente de agua refresca que satisface la sed
espiritual del alma del hombre del siglo XXI.
Los fariseos que formaban parte de la clerecía
del tiempo de Jesús, que amaban el dinero, se burlaban de lo que decía el
Maestro. Jesús les dice: "Vosotros sois los que os justificáis a vosotros
mismos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, porque lo
que los hombres tienen por sublime delante de Dios es abominación" (Lucas
16:15). Este texto es una serial de precaución que nos alerta que se debe tener
en cuenta lo que sigue, que nos encontramos ante un mensaje que es muy
importante para el lector.
Un día, Jesús
dirigiéndose a sus discípulos les dice: "De cierto os digo, que es más
fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino
de Dios" (Mateo 19:23,24). Jesús nos avisa para que no miremos al dinero
con excesiva alegría, pensando en las muchas cosas que se pueden adquirir con
él y la satisfacción que nos producen las posesiones. El dinero como objeto
material es neutro. No es ni bueno ni malo. La calidad moral del dinero se la
concedemos según como lo usamos.
Las parábolas son
relatos terrenales con un significado espiritual. Por lo tanto ilustran de
manera entendedora las cuestiones que el Señor quiere enseriar a sus oyentes.
Como los fariseos, entre otros, amaban el dinero Jesús narra la parábola de
Lázaro y el hombre rico. Brevemente describe a los personajes principales:
"Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía
cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que
estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas y ansiaba saciarse de las
migajas que caían de la mesa del rico, y aún los perros venían y le lamian las
llagas" (Lucas 16:19-21)
La parábola nos muestra dos clases sociales
claramente diferenciadas: la opulenta que goza de todos los placeres de la vida
y la marginada que no sabía en donde caer muerta, que tiene como única compartía
la de los perros que le lamen sus heridas.
El hombre rico
banqueteaba espléndidamente, el pobre deseaba saciarse con las migajas que caían
de la mesa del rico. Según las estadísticas, a pesar de la crisis, ha aumentado
el número de los millonarios y debido a la misma crisis ha incrementado el
número de los pobres que ansían saciarse con las migajas que caen de las mesas
de los ricos.. Por un lado aumenta el número de quienes banquetean
espléndidamente y por el otro el de quienes dependen de la ayuda asistencial
privada. Al ver el contraste social nos indignamos de la injusticia existente.
Dos clases sociales que se ignoran: la opulenta y la misteriosa. Pero el relato
no finaliza aquí. Jesús prosigue la narración de la parábola: "Aconteció
que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham, y murió
también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó los ojos estando en
tormentos..." (vv.22,23).
Hay un tiempo para
morir que siempre llega. Los dos hombres dejan de respirar y la actividad
cerebral finaliza. Lázaro, según el texto, simplemente murió y lo más probable
que fuese arrojado en una fosa comuna sin la presencia de ningún familiar ni
amigo que llorasen su partida. El rico, dice el relato, fue sepultado y es de
imaginar el cortejo fúnebre siguiendo al féretro y una coral de plañideras
lamentado la muerte del hombre "bueno", tal corno se acostumbra a
considerar a todos los difuntos aunque en vida su carácter moral dejase mucho
que desear. En las exequias ambos hombres siguen estando separados el uno del
otro. La parábola se está acercando a su clímax. Nos dice que la existencia de
ambos hombres no finaliza con la muerte física. En el más allá Lázaro y el
hombre rico abren los ojos. Lázaro se ve transportado por ángeles hacia el seno
de Abraham, expresión hebraica que significa el cielo. El rico de manera trágica
se ve en el Hades, el lugar de los muertos con el significado de Infierno. Para
entender una parábola no es necesario detenerse en los detalles, sino en el significado
del conjunto. La enseñanza de la parábola es que después del deceso los seres humanos
se pueden encontrar gozando de la gloria eterna o sufriendo condena infernal,
que también es eterna. El destino en el que se encuentran se debe a la
consecuencia de lo que habían hecho estando aquí en la tierra. Los ricos no
hacen una buena inversión cuando acaparan riquezas a menudo haciendo desgraciadas
a las personas que las habían ganado para ellos. Se recoge lo que se siembra.
Octavi Pereña i
Cortina
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