dilluns, 12 d’agost del 2013


COLOSENSES 2:23


“Todas las cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y duro trato del cuerpo, pero no tienen validez alguna contra los apetitos de la carne”

Escribiendo el apóstol Pablo a los cristianos de Corinto expone el símil del atleta que corre en el estadio para ganar una corona de laurel corruptible se abstiene de todo lo que puede ser un estorbo para ganar un efímero galardón (1 Corintios 9:24-27). Aparentemente existe una contradicción con lo que dice a los colosenses. A los corintios les dice: “A todos me  he hecho de todo, para que de todos modos salve algunos. Y esto hago por causa del Evangelio, para hacerme copartícipe de él” (vv. 22,23). Pablo pone su cuerpo en servidumbre para la gloria de Dios y el bien de los hombres. No puede permitir que las tentaciones de la carne hagan que se frustre su ministerio y sea objeto de blasfemia el Nombre de Jesús.

Por lo que hace a los cristianos de Colosas “el duro trato del cuerpo” tiene otro sentido. Para mí el texto clave para entender lo que Pablo dice a los colosenses es: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”  (v.8). Los conceptos filosóficos y religiosos del mundo ya no son para nosotros y no deben esclavizarnos. El mundo encuentra muy atractiva la práctica del yoga y de la meditación oriental. A veces pide que nosotros también practiquemos estas técnicas que dicen son tan buenas para la salud emocional y la unión con el absoluto impersonal quienes las practican. Para nosotros estos ejercicios respiratorios  deben considerarse “tradiciones de los hombres y huecas sutilezas”

Quienes hemos resucitado en Cristo debemos ”poner la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (3:1-3).

La libertad que el cristiano tiene en Cristo no justifica la esclavitud del pecado: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (v.5). No para conseguir el favor de Dios que se obtiene por la fe en el Nombre de Jesús, sino porque hemos resucitado en Cristo que debemos hacer morir lo terrenal que hay en nosotros. Haciéndolo así no cubriremos de ignominia el precioso Nombre de Jesús.


PROVERBIOS 5:21


“Porque los caminos del hombre están ante los ojos del Señor, y Él considera todas sus veredas”

El humo por más escondido que esté más pronto o más tarde sale a la superficie, a la vista de todos. El hombre en su necedad piensa que puede mantener en secreto sus impiedades porque Dios no las  trata en el acto. Enorme error porque más pronto o más tarde son descubiertas, recibiendo el trato que se merecen.

Últimamente van saliendo a la luz pública casos de corrupción que se han mantenido en secreto durante años. Casos de infidelidades conyugales se destapan, con los consiguientes problemas de pareja. Lo que parecía tan bien guardado se hace del dominio público. Dios castiga la impiedades humanas. Al permitir aflorar lo escondido la vergüenza hace sonrojar el rostro. Este primer paso de publicidad debería servir para que los pecadores se arrepintiesen de sus pecados y pidiesen  perdón a Dios. En su insensatez creen que el descubrimiento que se ha hecho de sus delitos es fruto del azar  o que no se ha sido lo suficiente inteligente para impedir que el secreto se hiciese público. Más no es el azar ni la falta de inteligencia lo que actúa, es el Señor que“considera todas sus veredas”

El pecador debería agradecer a Dios que su pecado se descubriese porque le brinda la oportunidad de ser tratado adecuadamente. El descubrimiento de la fechoría debería ser el principio de la regeneración espiritual ya que abre la puerta al arrepentimiento ante Dios y del perdón de los pecados por la fe en el Nombre de Jesús.

Un momento de bochorno y a la espera de que el paso del tiempo lo borre todo. Ya no quedan recuerdos de las fechorías. Pero Dios sigue considerando todas las veredas del hombre porque sus caminos están ante los ojos del Señor. Pero llegará un día en que el juicio de Dios será definitivo cuando sean abiertos los libros en que están registrados todas las obras y Dios pase cuenta de los delitos cometidos. Cuando los pecadores sean lanzados en el lago de fuego eterno  y se produzca  el lloro y el crujir de dientes se lamentarán indefinidamente. La causa: no haber aprovechado la oportunidad de arrepentirse y volverse a Dios  cuando su fechoría fue descubierta y puesta a la vista de todos. Cuando se cierra la puerta, que sucede en el momento del fallecimiento, ya no hay posibilidad de perdón y abandonar la condenación eterna.

 

 

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