diumenge, 13 de juliol del 2025

 

CORRUPCIÓN ARRAIGADA

¡Qué difícil es eliminar las malas hierbas!

En uno de los apuntes al natural, JL. Martin muestra al orador pontificando desde la estrada. “¡No todos los políticos son corruptos!” Desde platea, el representante del público le dice: “De acuerdo. La pregunta es: ¿Por qué los corruptos siempre llegan a la cúpula de los partidos?” Interesante pregunta, ¿verdad?

En “Las dos caras de la humanidad”, Albert Montagut escribe: “La información científica obtenida en Chile y las consecuencias del conflicto de Oriente Medio nos dan una idea de lo que somos capaces de desarrollar, pero a la vez desnuda al ser humano y nos muestra las dos caras y que alguna cosa no funciona en nuestra civilización. Después de miles de años de desarrollo,el gen de la maldad sigue latente en el ADN de la humanidad. Incluso hoy mismo, cuando la inteligencia artificial nos muestra que la creación del conocimiento todavía tiene un recorrido larguísimo, somos incapaces de controlar el instinto de la maldad”.

Mariano Guindal, en su escrito: “Medio siglo de corrupción política”, aporta unos datos que cabreará a muchos: La corrupción política tiene un coste de 2000€ por contribuyente. Algunos juicios por corrupción siguen pendientes de resolver 20 ó 30 años después. Guindal finaliza su escrito con esta perla: “Están interrelacionados y no es fácil distinguir si el origen es en la política o en la economía. Lo que queda claro es que es urgente regenerar la vida política y económica, recuperando ética y valores, y superar la crisis de las instituciones restaurando la independencia y el papel de contrapoder del poder político”. Lo que tiene claro Guindal es: “que es urgente regenerar la vida política y económica, recuperando ética y valores”. Guindal parte de una premisa errónea: Considera que el ser humano es bueno por naturaleza y que con solo enseñarle ética y valores cambiará su tendencia a la corrupción. ¿Qué nos dice el salmista? “No te impacientes a causa de los malvados, no tengas envidia de los que traman iniquidad, porque como hierba verde se secarán”(Salmo 37: 1, 2).

Los medios de comunicación difunden las corruptelas de los políticos porque saben que ello vende. Muchos lectores son masoquistas y se deleitan informándose de corrupciones del prójimo. Se gozan de los deslices ajenos porque razonan mal. Hablando entre dientes se dicen: “Yo no soy como estos malnacidos que nos roban. Soy una buena persona que busca la dirección de la ética y de los valores.

Amanece. Jesús está sentado para enseñar al auditorio. Se le acercan unos escribas y fariseos, por cierto, bellísimas personas en sus propios ojos, para presentarle “una mujer sorprendida en adulterio” (Juan 8: 3). ¿Qué pretendían estos defensores de la moral pública? Que condenara aquella mujer  a ser lapidada según la Ley de Moisés. “Y como insistían en preguntarle, se enderezó y les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojarle la piedra  contra ella”  (v. 7). ¿Cuál fue el resultado de esta respuesta? “Ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno” (v. 9). ¿Qué lección se puede sacar del juicio a una mujer sorprendida en adulterio? Que los moralistas, que según ellos son estrictos cumplidores de la Ley de Dios, Jesús, sin acusarlos abiertamente, les hace ver que ellos también son pecadores lo que no les permite que se conviertan en justicieros. En el tema de la corrupción que tratamos si Jesús dice a los políticos que vociferan anticorrupción: “El que de vosotros esté limpio de corrupción sea el primero en arrojar la piedra”. Los justicieros acusados por su conciencia se retirarán del escenario cabizbajos. ¿Dónde irán a quejarse?

El rey David cometió adulterio con la esposa de un militar que se encontraba en el campo de batalla. No hubo testigos del adulterio. Dios que observa todo lo que sucede en la tierra contempló la infidelidad real. Intervino en el asunto porque no le gustó lo que vio. Envía al profeta Natán para que amoneste al adúltero (2 Samuel 12: 1-14). El resultado de la visita del profeta fue que David escribió el Salmo 51. El rey expone sus sentimientos y describe su condición de pecador: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos” (v. 4).

No podemos cerrar este escrito sin volver a encontrarnos con aquellos escribas y fariseos que se retiraron del escenario con el rabo entre las piernas y con la conciencia que los acusaba. ¿Qué ocurriría si Jesús dijese a Aznar, Rajoy, Feijóo, Ayuso: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra”? Si Jesús es quien lo dice, siendo el Único que puede entrar en la conciencia, si no fuesen unos insensatos creyendo que son rectos en sus propios ojos y si escuchasen a Jesús, serían sabios y no abandonarían el escenario avergonzados, sino como sabios y como tales se pondrían un candado en los labios para mantener la boca cerrada. Ya no volvería a escucharse la cancioncilla: “¡Pedro Sánchez, dimite!” El silencio aportaría serenidad en la política que mucha falta le hace.

Octavi Pereña Cortina

 

NEHEMÍAS 8: 7, 8

“Y los levitas…hacían entender la Ley, y el pueblo estaba atento en su lugar. Y leían en el Libro de La Ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura”

El texto que sirve de base de este comentario tendría que despertarnos de la somnolencia que nos embota los sentidos cuando nos relacionamos con Dios. Mucha de la predicación que se considera cristiana porque  sale de los labios de un pastor evangélico o de  un sacerdote católico, en el fondo se trata de un humanismo cristiano que es tan perjudicial como el laico. Esta predicación humanista puede brotar de unos labios expertos en oratoria que pueden impulsarnos a asentar con la cabeza las barbaridades que proclaman.

Los levitas que “leían en el Libro de la Ley de Dios claramente, y ponían el sentido de modo que entendiesen la lectura”.  Toca los corazones de los oyentes hasta tal punto que se veían obligados a decirles: “Dios santo es el Señor nuestro Dios, no os entristezcáis, ni lloréis, porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabra d la Ley” (v. 9). Finalizado el acto, los asistentes regresaron a sus casas “a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado” (v. 12).

La predicación cristiana es una predicación de esperanza basada en una esperanza real. La predicación cristiana no está pensada para ser pronunciada ante un auditorio de personas que se consideran justas. Por un lado se dirige a un público que consiste de personas redimidas por la sangre de Jesús y que no han perdido su condición de pecadores. Por el otro, a unas personas que todavía no han nacido como hijos de Dios.

La predicación evangélica es mixta. Se dirige tanto a creyentes como incrédulos. Ambos tipos de personas se encuentran entre la concurrencia. Ambos necesitan su porción alimenticia. El ABC del Evangelio para los que buscan, leche para los recién nacidos y vianda sólida para los adultos. Todos abandonan la asamblea gozosos porque han sido bendecidos por el Señor.


 

JOB 12: 13-25

Un texto que transcribo sin comentario alguno que da respuesta a muchos de los interrogantes que nos hacemos:

“Con Dios está la sabiduría y el poder, suyo es el consejo y la inteligencia/Si Él derriba no hay quien edifique, encerrará al hombre, y no hay quien le abra/Si detiene las aguas, todo se seca, si las envía destruyen la tierra/Con Él está el poder y la sabiduría, suyo es el que yerra, y el que hace errar/Él hace andar despojados de consejo a los consejeros, y entontece a los jueces/Él rompe las cadenas de los tiranos, y les ata una soga a sus lomos/Él lleva despojados a los príncipes, y trastorna a los poderosos/Priva del habla a los que dicen verdad y quita a los ancianos el consejo/Él derrama menosprecio sobre los príncipes, y desata el cinto de los fuertes/Él descubre las profundidades de las tinieblas, y saca a la luz la sombra de la muerte/Él multiplica las naciones, y Él las destruye, esparce a las naciones, y las vuelve a reunir/Él quita el entendimiento a los jefes de los pueblos de la tierra, y los hace vagar como por un yermo sin camino/Van a tientas, como en tinieblas sin luz, y los hace errar como borrachos”

Este texto nos muestra la soberanía absoluta de Dios. Nada ocurre sin su consentimiento. Algo tan insignificante como aplastar un mosquito contra la pared no se hace sin su permiso. Para empezar tenemos que reconocer que Dios es justo y no hace nada que vaya contra su justicia. Nosotros que tenemos un conocimiento tan limitado podemos cuestionar porque Dios permite que las cosas sean tal como son. Como Dios es infinitamente justo sus razones tendrá. Lo cierto es que no hace nada caprichosamente.

Quienes fuimos escolarizados finalizada la Guerra Civil Española se nos hizo aprender de memoria el Padrenuestro y a recitarlo como loros. Pero no se nos enseñó a exprimir el jugo que contiene. Respecto al tema que hoy analizamos  el Padrenuestro dice: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6: 10). ¿Se ha parado el lector a reflexionar alguna vez en este texto? Aceptar esta enseñanza de Jesús es medicina para el alma porque dejamos en manos de Dios lo que está fuera de nuestro alcance. Aporta una paz indescriptible.

 

diumenge, 6 de juliol del 2025

1 JUAN 3: 1

“Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos hijos de Dios, por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él”

¿Cuál es el secreto de que el ser humano ame a Dios? El apóstol Juan responde esta pregunta: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación de nuestros pecados” (1 Juan 4: 10). El ser humano está espiritualmente muerto. Dios toma la iniciativa: “Y nos dio vida cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados” (Efesios 2: 1). Debido  a que Dios nos ha dado vida estando muertos en nuestros delitos y pecados es por lo que hoy tenemos necesidad de Él. No es el hombre muerto en sus delitos y pecados quien toma la iniciativa de buscar a Dios. Es Dios quien toma la decisión. Por medio de la predicación de la Biblia los escogidos de Dios oyen, creen y se salvan por la fe en Jesús que es don de Dios. A semejanza del ciego Bartimeo que cuando oyó que Jesús estaba cerca de él, se levantó y se abalanzó hacia Él a la vez que le pedía: Devuélveme la vista. Jesús le escuchó y recuperó la vista.

Habiendo recibido vida espiritual, el apóstol Juan nos impulsa a mirar al amor del Padre celestial que en su misericordia nos convierte en hijos suyos. Juan nos estimula a seguir leyendo: “Amados, ahora somos hijos de Dios”. En la cristiandad decadente  de nuestros días no es habitual que en los sermones se diga que los verdaderos creyentes en Cristo son hijos de Dios. Pues sí. La Palabra de Dios no miente. Los verdaderos creyentes en Cristo dejan de ser hijos del diablo para convertirse en hijos de Dios por adopción. Pero, la condición de hijos de Dios por adopción es solo el anticipo de una condición eterna infinitamente mejor de la que actualmente gozan. El apóstol Juan afirma que hoy los creyentes en Cristo son hijos de Dios. Pero no se queda ahí. Asegura que los profetas de la antigüedad anunciaron cosas que sus ojos no habían visto ni oído escuchado, son las que Dios tiene preparadas para aquellos que le aman. El apóstol Juan nos abre los ojos y los oídos a estas cosas preparadas de antemano para quienes aman a Dios: “Amados, ahora somos hijos de Dios”. Esta es la condición que gozan los verdaderos creyentes en Jesús. Ahora viene lo mejor: “Y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual Él es” (1 Juan 3: 2). No existen palabras para describir como seremos a partir del día de la resurrección: cuerpos inmortales, ausencia de pecado, poder contemplar cara a cara a Jesús nuestro Dios y Salvador. No nos lo podemos imaginar pero por medio de la fe que es don de Dios, es una esperanza que hoy ya es nuestra.


 

ESDRAS 7: 10

“Porque Esdras había preparado su corazón para estudiar la Ley del Señor y para practicarla, y para enseñar a Israel el estatuto y el juicio”

Quienes se consideran médicos del alma recetan el silencio para recargar la batería del alma para enfrentarse a las tareas diarias con todos los impredecibles que les acompañan. El silencio que recetan, ¿en qué consiste? Antes de salir de casa por la mañana, dedicar 30 minutos al silencio total. ¿Qué hacen durante estos 30 minutos totalmente aislados del mundanal ruido? El vacío absoluto no puede conseguirse. Si se intenta vaciarse del todo, el espacio libre que queda lo ocupa un espíritu maligno, con lo cual empeora la condición de la persona que en el silencio busca mejorar su personalidad.

Esdras nos ofrece un modelo a imitar para cuando sintamos deseos de retirarnos a un lugar tranquilo alejados del mundanal ruido para buscar a Dios. Esdras, nos dice el texto “había preparado su corazón”. Todo intento de recargar la batería para enfrentarse a una nueva jornada, empieza por el examen del propio corazón. “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4: 23). Si no se inicia la jornada con un examen del corazón no se irá lejos. La manera de preparar Esdras su corazón nos aporta un detalle que tiene mucha importancia: Prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor. La manera de Esdras de preparar su corazón lo hace en un lugar que no es estéril. Esdras reconoce que Dios existe y que se ha manifestado por medio de los profetas que escribieron siendo inspirados por el Espíritu Santo. Es por esto que Esdras prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor.  ¿Con qué finalidad Esdras prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor?  No para presumir de conocimientos. En la iglesia terrenal se encuentran muchos doctores en Teología que no viven lo que saben. A tales personas Jesús las considera hipócritas. Esdras no es uno de esto teólogos presumidos que alardean de tener lo que no poseen. Prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor. Para atención, lector, Esdras prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor para PRACTICARLA. No para presumir de conocimientos vanos. Quien vive la Ley del Señor  no significa que esté sin pecado. Todo el tiempo que el Señor lo retenga “en este valle de sombra de muerte”, cada día se verá obligado a pedirle al Señor: “Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 18: 13). La suplica del publicano tiene que ser la que todo creyente en Jesús tiene que hacer encerrado en su habitación antes de empezar la jornada laboral.