CORRUPCIÓN ARRAIGADA
¡Qué difícil es eliminar las malas hierbas!
En uno
de los apuntes al natural, JL. Martin muestra al orador pontificando desde la
estrada. “¡No todos los políticos son corruptos!” Desde platea, el
representante del público le dice: “De acuerdo. La pregunta es: ¿Por qué los
corruptos siempre llegan a la cúpula de los partidos?” Interesante pregunta,
¿verdad?
En “Las
dos caras de la humanidad”, Albert Montagut escribe: “La información científica
obtenida en Chile y las consecuencias del conflicto de Oriente Medio nos dan
una idea de lo que somos capaces de desarrollar, pero a la vez desnuda al ser
humano y nos muestra las dos caras y que alguna cosa no funciona en nuestra
civilización. Después de miles de años de desarrollo,el gen de la maldad sigue
latente en el ADN de la humanidad. Incluso hoy mismo, cuando la inteligencia
artificial nos muestra que la creación del conocimiento todavía tiene un
recorrido larguísimo, somos incapaces de controlar el instinto de la maldad”.
Mariano
Guindal, en su escrito: “Medio siglo de corrupción política”, aporta unos datos
que cabreará a muchos: La corrupción política tiene un coste de 2000€ por
contribuyente. Algunos juicios por corrupción siguen pendientes de resolver 20
ó 30 años después. Guindal finaliza su escrito con esta perla: “Están
interrelacionados y no es fácil distinguir si el origen es en la política o en
la economía. Lo que queda claro es que es urgente regenerar la vida política y
económica, recuperando ética y valores, y superar la crisis de las
instituciones restaurando la independencia y el papel de contrapoder del poder
político”. Lo que tiene claro Guindal es: “que es urgente regenerar la vida
política y económica, recuperando ética y valores”. Guindal parte de una premisa
errónea: Considera que el ser humano es bueno por naturaleza y que con solo
enseñarle ética y valores cambiará su tendencia a la corrupción. ¿Qué nos dice
el salmista? “No te impacientes a causa de los malvados, no tengas envidia de
los que traman iniquidad, porque como hierba verde se secarán”(Salmo 37: 1, 2).
Los
medios de comunicación difunden las corruptelas de los políticos porque saben
que ello vende. Muchos lectores son masoquistas y se deleitan informándose de
corrupciones del prójimo. Se gozan de los deslices ajenos porque razonan mal.
Hablando entre dientes se dicen: “Yo no soy como estos malnacidos que nos
roban. Soy una buena persona que busca la dirección de la ética y de los
valores.
Amanece.
Jesús está sentado para enseñar al auditorio. Se le acercan unos escribas y
fariseos, por cierto, bellísimas personas en sus propios ojos, para presentarle
“una mujer sorprendida en adulterio” (Juan 8: 3). ¿Qué pretendían estos
defensores de la moral pública? Que condenara aquella mujer a ser lapidada según la Ley de Moisés. “Y
como insistían en preguntarle, se enderezó y les dijo: “El que de vosotros esté
sin pecado sea el primero en arrojarle la piedra contra ella”
(v. 7). ¿Cuál fue el resultado de esta respuesta? “Ellos, al oír esto,
acusados por su conciencia, salían uno a uno” (v. 9). ¿Qué lección se puede
sacar del juicio a una mujer sorprendida en adulterio? Que los moralistas, que
según ellos son estrictos cumplidores de la Ley de Dios, Jesús, sin acusarlos
abiertamente, les hace ver que ellos también son pecadores lo que no les
permite que se conviertan en justicieros. En el tema de la corrupción que
tratamos si Jesús dice a los políticos que vociferan anticorrupción: “El que de
vosotros esté limpio de corrupción sea el primero en arrojar la piedra”. Los
justicieros acusados por su conciencia se retirarán del escenario cabizbajos.
¿Dónde irán a quejarse?
El rey
David cometió adulterio con la esposa de un militar que se encontraba en el
campo de batalla. No hubo testigos del adulterio. Dios que observa todo lo que
sucede en la tierra contempló la infidelidad real. Intervino en el asunto
porque no le gustó lo que vio. Envía al profeta Natán para que amoneste al
adúltero (2 Samuel 12: 1-14). El resultado de la visita del profeta fue que
David escribió el Salmo 51. El rey expone sus sentimientos y describe su
condición de pecador: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo
delante de tus ojos” (v. 4).
No
podemos cerrar este escrito sin volver a encontrarnos con aquellos escribas y
fariseos que se retiraron del escenario con el rabo entre las piernas y con la
conciencia que los acusaba. ¿Qué ocurriría si Jesús dijese a Aznar, Rajoy,
Feijóo, Ayuso: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la
piedra”? Si Jesús es quien lo dice, siendo el Único que puede entrar en la
conciencia, si no fuesen unos insensatos creyendo que son rectos en sus propios
ojos y si escuchasen a Jesús, serían sabios y no abandonarían el escenario
avergonzados, sino como sabios y como tales se pondrían un candado en los
labios para mantener la boca cerrada. Ya no volvería a escucharse la
cancioncilla: “¡Pedro Sánchez, dimite!” El silencio aportaría serenidad en la
política que mucha falta le hace.
Octavi Pereña Cortina