dilluns, 26 d’agost del 2019

PRINCIPIOS ÉTICOS EN POLÍTICA

<B>La ética sin el Espíritu Santo que le da vida es letra muerta</b>
La autoridad moral que ha de guiar a los pueblos, ¿dónde se encuentra? Según <b>Josep Borrell</b>: “El juicio moral de alcance comunitario, que es el que prevalece en todo pacto social de convivencia y  el que fundamenta las leyes y las normas que se derivan, las impulsa el poder, sin subterfugios, ahora y siempre”.  Para <b>Josep Borrell</b>, la autoridad máxima “la ostenta el poder económico del que derivan los otros poderes”. Esta es la realidad incontestable que hoy impera. Los poderes económicos  y políticos que hacen y deshacen a medida de sus intereses particulares leyes de corta duración para salir del paso ante situaciones inesperadas. Estas leyes que se modifican según sea la dirección en que sople el viento, no sirven para establecer estabilidad duradera  que permita levantar una sociedad en que impere la justicia. Esta es la razón por la que las democracias occidentales se tambalean y caerán rotas en mil pedazos. Con estas leyes que son de corta vigencia se construye un edificio sobre cimientos de arena. La casa construida sobre base tan débil no puede resistir las embestidas de las aguas impetuosas ni las acometidas de los vientos huracanados. El edificio se hunde. Las democracias occidentales hacen agua por la inconsistencia de sus leyes.
El símil del cimiento de arena  y de la casa que se desmorona al no poder resistir el encontronazo con las aguas turbulentas y el viento huracanado lo he tomado prestado de las palabras que Jesús cita al finalizar su conocido Sermón de la Montaña. He aquí la cita: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y <b>las hace</b>, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa, y no cayó, porque estaba edificada sobre la roca” (Mateo 7: 24,25). Jesús nos está diciendo que el hombre prudente que escucha sus palabras y las hace construye su casa sobre la roca. Es decir, sobre el cimiento que es Jesús.
Toda la Biblia gira alrededor de Jesús. Es el protagonista principal. No puede jugar papeles secundarios. Fuera de Él únicamente tinieblas. Los legisladores se consideran muy sabios porque han estudiado derecho y han hecho másteres para ampliar sus conocimientos legales. Todo el bagaje de conocimientos académicos no sirve para legislar leyes justas que aporten justicia social. A menudo dichas leyes son tan complejas que ni los mejore juristas se ponen de acuerdo en cuanto a su interpretación.
Toda la enseñanza ética de la Biblia se concentra en los Diez Mandamientos (Éxodo 20: 1-17). No basta con conocer la letra de la recopilación de la ley de Dios para que los gobiernos apliquen su contenido y los legisladores  no legislen leyes que infrinjan las enseñanzas que se desprenden de ellos. Es necesario que se produzca un milagro. Sí, un milagro que consiste en que Dios grave su Ley en nuestros corazones y la escriba en nuestras mentes (Hebreos 10: 16). En tanto los mandamientos divinos que han sido proclamados para llevar justicia a los pueblos permanezcan escritos en el papel en que se imprime la Biblia, estas instrucciones serán papel mojado. Poco a poco van desapareciendo en la papelera, siendo sustituidos por otros de invención humana. Con el tiempo los sustitutos de los mandamientos de Dios en vez de aportar felicidad y prosperidad a los pueblos se convierten en instrumentos legales para oprimir a los pueblos y que unos pocos acaparen el 90% de la riqueza mundial.
De este ultraje, en buena parte es responsabilidad de la iglesia cristiana  en su diversidad confesional. No enseña que Jesús es el corazón del mensaje cristiano y que sin Él la enseñanza de la iglesia se convierte  en una ideología más que no contribuye a solucionar los problemas sociales que nos abruman. Las iglesias tienen que tener muy claro que no hay ningún Nombre dado a los hombres en que puedan salvarse si no es el Nombre Jesús (Hechos 4:12).
La regeneración colectiva empieza con la regeneración individual. Son muchas las iglesias que no asumen que Jesús tiene que ser el centro de la predicación y que tienen que deshacerse de todo el oropel en que se ha convertido el ceremonialismo y que distrae a los feligreses de poner en Jesús su mirada de fe. La religiosidad vacía de contenido no sirve para regenerar a la cristiandad y, sin dicha regeneración los futuros dirigentes políticos, económicos y religiosos, seguirán considerando papel mojado los principios éticos que enseña la Biblia. Las democracias occidentales avanzan hacia su desaparición.
Octavi Pereña i Cortina


dilluns, 19 d’agost del 2019

LA LUZ DEL MUNDO

<b>La luz y las tinieblas son incompatibles</b>
<b>Daniel Verdú</b> entrevista a <b>Gianni Vattimo</b>, filosofo considerado como “el último gran pensador italiano”. El periodista le dice: ¿La idea de morir le permite encontrarse con los compañeros de su vida? Respuesta. “Lo espero moderadamente. Morir me sabe mal por el gato y por algún amigo. Pero no tengo una gran imagen de la muerte. Encontraré a Kant…Y espero no terminar en el infierno. Eso sería un gran problema: Imagínate a un padre eterno divirtiéndose en verme quemar en las llamas”. ¿Se ha parado a pensar Vattimo en este texto bíblico: “De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3: 16). Por lo que dice Vattimo referente al infierno y a Dios, me temo que no. Ateo, ateo, no sé si lo es. Incrédulo, sí. A pesar de todo le tiene miedo al infierno del que habla la Biblia. En el fondo su conciencia no le deja vivir tranquilo  penando en la posibilidad de su existencia. “Esto sería un gran problema: imagínate a un padre eterno divirtiéndose viéndome quemar en las llamas”. Si <b>Gianni Vattimo</b> ha leído alguna vez el texto bíblico mencionado, no lo ha entendido y por lo tanto desconoce el significado que tiene que Dios haya dado a su Hijo unigénito a morir por los pecadores, entre los cuales se encuentra el “último gran pensador italiano”. ¿Cómo podría divertirse  Dios viéndolo quemar en las llamas? Quizás el filósofo italiano conoce sobre Dios. No me lo imagino sin conocimientos bíblicos como si fuese un ignorante supino con respecto a Dios.
El Padre eterno no se alegra viendo como los hombres se consumen sin destruirse en las llamas del averno pues no envió “a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él” (v.17). La pregunta que nos vemos obligados a hacer es: ¿Quieren las personas que el Hijo de Dios las salve de la condenación eterna? Juan 3: 16 nos dice que toda persona que cree en el Hijo de Dios no se condene sino que recibe la vida eterna. Jesús no vino a morir en la cruz para hacer desaparecer la condenación eterna y que nadie se queme en las llamas infernales, sino para impedir que las personas se consuman en el fuego eterno que no destruye, si creen en Él.
Gusta a muchas personas acusar a Dios de ser un malhechor porque no impide que los hombres realicen las perversidades que tanto daño causan y que los hace merecedores del justo juicio de Dios. ¿Dónde queda la responsabilidad humana? Culpando a Dios de nuestras fechorías pensamos que estamos exentos de responsabilidad. La cosa no es así. “El que en Él cree no es condenado, pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el Nombre del unigénito Hijo de Dios” (v.18). La muerte de Jesús en la cruz potencialmente puede salvar de la condenación a todos los hombres. De hecho no es así. ¿Por qué? El apóstol Juan lo explica. “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo (Jesús es la luz del mundo), y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (v.19). Que Dios catalogue como malas las obras de los hombres  no significa que todas lleguen al límite de la perversidad. No. Son muchas las personas que actúan con cierta corrección ética. Me viene a la mente la capitana del barco de una ONG que se dedica a rescatar del mar a emigrantes  que a pesar de la prohibición del gobierno italiano de desembarcarlos en puertos italianos bajo la amenaza de prisión y del pago de fuertes multas, así y todo desobedeció la prohibición. Comportamientos ejemplares son como brisa de aire fresco en medio de las noticias escabrosas que se publican diariamente. Esto no es suficiente para que Dios las considere merecedoras de aportar salvación a sus autores. Las buenas obras que los hombres hacen fuera de Cristo Dios no las puede considerar buenas porque están manchadas de pecado. El corazón de los descendiente de Adán es malo y perverso y todo aquello que hacen que no pase por el filtro de la sangre de Jesús derramada en la cruz que limpia todas las impurezas que las acompañan, Dios no las puede considerar buenas.
El hecho de que los autores de buenas obras no quieren creer que Jesús es la luz del mundo, es la evidencia de que en lo íntimo se dan cuenta de que no poseen la bondad que declaran sus labios; “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (v.20). Si Dios no fuese misericordioso el criminal que se convirtió a Jesús  colgando de la cruz a su lado, el arrepentimiento y el perdón se habrían producido. La luz de Dios invadió el corazón del malhechor haciéndole ver la perversidad  que se escondía en él. La maldad que vio tenía que ver con Jesús. Las maldades que se cometen tienen que ver con el prójimo. No nos damos cuenta de que el primer ofendido no es el ser humano al que hemos perjudicado, es Dios. Es por ello que no se desea que la luz reprenda las obras. En el momento en que el Espíritu Santo ilumina el corazón, todos sin excepción se dan cuenta de que han ofendido a Dios y se apresuran a ir a Él pidiendo perdón. El caso del ladronzuelo que colgaba en la cruz es un caso extremo. En los últimos minutos   de su existencia temporal se arrepintió de todo el mal que había hecho. Fue salvado. Acto seguido accedió al paraíso eterno. La fe en Jesús hizo el milagro.
En la mayoría de las persona la iluminación del Espíritu Santo que precede a la conversión a Cristo se produce un cierto número de años antes de la muerte física. En esto tiene que ver la misericordia divina que transforma a los conversos  en propagadores del mensaje de salvación, el Evangelio, que se condensa en esta declaración: “De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3: 16).
<b>Gianni Vattimo</b> hace esta declaración; “Lo único que espero es morir antes de que reviente todo”. Sin Cristo no hay esperanza. El nihilismo impera. Los cristianos sabemos con certeza que cuando Dios nos llame a su presencia, a pesar que creemos que todo va a reventar, antes de que suceda la catástrofe, Jesús nos dirá: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Octavi Pereña i Cortina

dilluns, 12 d’agost del 2019


ABANDONAR LA POSVERDAD

<b>¿Cómo salir del lodazal en que nos ha metido la posverdad?</b>
A <b>Núria de Gisper</b> se le tenía un buen concepto hasta que el “buen concepto” se ensució al comparar a sus opositores políticos  con cerdos. ¡Cuánta razón tiene el autor de Eclesiastés cuando escribe: “Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista, así una pequeña locura al que es estimado por sabio y honorable”! (Eclesiastés 10.1). ¡Cuántas pequeñas locuras no convierten nuestro carácter en un estercolero! La pifia de<b>Núria de Gisper</b> nos lleva al entrenador de baloncesto <b>John Wooden</b> que decía a sus jugadores que el carácter es más importante que la reputación, con estas palabras: “Tu reputación es lo que los otros ven en ti, pero tu carácter es lo que realmente eres. Solamente tú conoces tu carácter. Puedes engañar a los otros pero no puedes engañarte a ti mismo”. La filosofía del entrenador <b>Wooden </b>es muy parecida a la cristiana que se preocupa antes por el carácter que por la reputación. Quien se interesa por la salud de su alma se humaniza. Quien exclusivamente se preocupa por la reputación, la apariencia externa, puede acabar convirtiéndose en un granuja. Existen muchas filosofías que intentan influir en el alma para mejorarla. Perecen en el intento. Solamente existe una Persona que realmente puede cambiarla, renovarla, recrearla y darle unos sentimientos que la dignifiquen: Jesús. Jesús con la participación del Espíritu Santo conduce el alma de la torpeza al decoro. La falta de decoro interno  conduce a la chapucería externa que tanto protagonismo adquiere en las campañas electorales en las que todo vale con tal de hundir al opositor político.
<b>Màrius Carol</b> en <i>La excelencia en la política</i> cita a <b>Ainhoa</b> que en una carta al director de La Vanguardia dice que se exige muy poco a la clase política por la escasa formación de muchos de los representantes políticos. Se les debería exigir titulación académica y excelencia demostrada en el ejercicio de cargos en las administraciones. El problema no se encuentra en si tienen o no títulos académicos. Sino en si el alma de los políticos es decorosa o no. Este es el problema real de la política, de que si los que se dedican a ella no se preocupan de la salud de su alma, dejándola abandonada en la condición de no redimida por la sangre de Jesús. Se encuentran en condiciones de llegar a límites insospechados de corrupción. El lenguaje grosero que a menudo sale de los labios de las personas y de manera destacada en los de los políticos es el resultado de no haber sido redimidos del pecado. Quien no ha sido salvado por Jesús “es de su padre el diablo y los deseos de su padre quiere hacer. Él (el diablo) ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira de lo suyo habla, porque es mentiroso y padre de la mentira” (Juan 8: 44).
En estos tiempos en que la verdad ha desaparecido de los labios de la ciudadanía en general y de los políticos en concreto, ¡cuán necesario es que las personas dejemos de ser hijos del diablo!
<b>Màrius Carol</b> en <i>La indigestión de las palabras</i> se refiere a los bribones de los políticos en estos términos: “El insulto jamás es una estrategia política, ni tan siquiera una arma parlamentaria precisa. El insulto es una respuesta negativa poco elaborada y reprobable, que implica violencia sobre los otros. El insulto busca degradar y desprestigiar al contrario, pero en el fondo responde a la falta de recursos para contraponer los argumentos propios ante los de los otros”. El periodista describe los efectos pero deja sin analizar la causa de los insultos y de las mentiras  que con tanta facilidad salen disparadas de la boca como si fueran dardos envenenados.
 Nuestro tiempo se caracteriza por el materialismo. No me refiero al amor al dinero y a las cosas materiales, sino en el sentido de que más allá de la materia no existe nada. Quiera reconocerse o no, lo cierto es que en el ser humano todavía queda algo de la imagen y semejanza de Dios con que fue creado. Esta mínima presencia de la imagen inicial hace que sea distinto del resto de las especies animales. Éstas no tienen razón, se mueven por el instinto. Los humanos razonamos aun cuando lo hagamos mal. Debido a ello, nuestros actos, por más bien razonados que creemos hacerlos, no nos ayudan a salir del lodazal en que hemos caído.
El texto bíblico citado previamente nos habla de la existencia del diablo, conocido como el padre de la mentira y que de sus labios únicamente salen mentiras y homicidios. Sí. Existe el mundo espiritual. El diablo no es un mito creado para que los exorcistas hagan su agosto. La era de la posverdad en la que nos adentramos da fe de la existencia del padre de la mentira. Nacemos siendo sus esclavos. Por nosotros mismos no podemos liberarnos de él, por más que lo intentemos,  porque es mucho más poderoso que nosotros. Únicamente la VERDAD que es Jesús puede romper la cadena esclavizadora y abrirnos la puerta a la verdadera libertad. Aun cuando la mayoría no la desee, ¡qué bella es la libertad que concede Jesús!
Octavi Pereña i Cortina




dilluns, 5 d’agost del 2019


¿SÓN ÀNGELS ELS HOMES?

Dacia Mariani, novel·lista, poeta, dramaturga, va estar internada en el camp de concentració de Nogaya, Japó, des dels set als nou anys. Ima Sanchís que l’entrevista li diu què n’ha fet d’aquella experiència. La resposta és. “Aquella infantesa terrible va donar pas a la serenitat. La pau em va permetre curar-me, menjar, vestir-me, però l’experiència que vaig viure sempre hi és. No aconsegueixo llençar res de menjar, és una obsessió, i la mort propera o aliena m’espera literalment a cada cantonada”. La periodista li diu: Ha indagat en l’ànima humana. Respon  Mariani: “No crec en la bondat natural de l’ésser humà, considero que pot ser el pitjor dels animals: malvat i brutal, per això crec en l’educació, l’ètica, les lleis. I l’humà s’ha de regular, no se’l pot deixar a si mateix”.
Dacia Mariani diu. “No crec en la bondat natural de l’ésser humà, considero que pot ser el pitjor dels animals: malvat i brutal”. No explica com ha arribat a tenir aquest concepte tan negatiu de l’ésser humà. Ben segur que l’experiència que va tenir en el camp de concentració japonès i la pobresa que no la va abandonar vivint a Sicilià hi ha contribuït. Si Dacia Mariani no explica per què l’ésser humà  “pot ser el pitjor dels animals: malvat i brutal”, la Bíblia sí que ho fa. El trist és que les persones en general no en volen saber res d’aquest llibre perquè consideren que els autors humans el van escriure per defensar els interessos de les religions. S’equivoquen els que tenen aquest concepte de la Bíblia. Els qui són deixebles d’aquestes opinions sovint les tenen sense haver-la llegit. Si la llegissin amb l’afany de saber què realment diu aquest llibre tan controvertit es trobarien amb la sorpresa que no defensa les religions. Ataca amb duresa els religiosos que diuen però que no fan el que la Bíblia ensenya. Tergiversen intencionadament el seu sentit i desencaminen els homes allunyant-los de Déu. Desitjaria que el lector que ha llegit fins aquí no abandoni la lectura perquè intentaré fer-li veure per què “l’ésser humà pot arribar a ser el pitjor dels animals: malvat i brutal”.
L’ateu no pot exculpar el seu negativisme: “Ja que allò que es coneix de Déu els és manifestat, perquè Déu els ho ha fet saber. Perquè les coses invisibles d’Ell, el seu poder etern i la seva divinitat, són clarament visibles des de la creació del món i es comprenen a través de les coses creades, a fi que siguin inexcusables” (Romans 1: 19,20).
La creació a partir de lo immediat fins l’expansió sideral, tot tan ben sincronitzat i meravellós és el primer predicador que l’ésser humà escolta. Malauradament no li fa cas. El text segueix dient: “Perquè tot i havent conegut Déu, no el van glorificar com a Déu i no li van donar gràcies, sinó que van esdevenir vans en els seus raonaments i el seu cor insensat es va enfosquir. Afirmant ser savis es van tornar necis, i van canviar la gloria del Déu incorruptible per una imatge semblant a l’home corruptible, a ocells, a quadrúpedes i a rèptils” (vv. 21-23). Malgrat les seves manifestacions externes de negar Déu, en el fons el necessiten. D’aquesta necessitat neix la idolatria. Havent abandonat el Déu invisible que la creació anuncia l’han substituït per déus que la seva imaginació transforma en objectes d’adoració. Adorar imatges d’homes, quadrúpedes, ocells, rèptils, avui ens pot semblar molt barroer. Avui ens considerem més educats que els antics però ens fabriquem ídols dignes de la modernitat. Adorem els astres de l’esport i de l’espectacle entre altres…Segueixen les passes dels antics pagans. Col·leccionen objectes personals d’aquest déus i deesses. Són les relíquies que atresoren els adoradors dels déus del segle XXI. Aquí no s’acaba la història. El text ens explica quines són les conseqüències d’haver abandonat el Déu que la creació anuncia i haver-lo substituït per déus de fabricació humana.
Comença la descripció de les conseqüències de la idolatria: “Per això també Déu els va lliurar a passions deshonroses, que fins les seves dones van canviar l’ús natural pel que és contra natura, i de la mateixa manera els homes van deixar l’ús natural de la dona, i en la seva lascívia es van abrusar els uns pels altres, homes amb homes cometent impudícia que reben en si mateixos la paga merescuda per la seva perversió” (vv. 26,27). ¿No reflecteix el text la societat actual amb la disbauxa sexual que la caracteritza?
El comportament desassenyat dels idòlatres no queda restringit en l’àmbit de l’alcova. Repercuteix a la societat: “I com no  van aprovar reconèixer Déu, Déu els va lliurar a una ment reprovada a fer coses impròpies: estan plens de tota injustícia , fornicació, malícia, cobejança, maldat, plens d’enveja, homicidis, rivalitat, engany, malvolença, murmuradors, calumniadors, avorridors de Déu, arrogants, orgullosos, fanfarrons, inventors de maldats, desobedients als pares, desassenyats, deslleials, sense afecte natural, sense compassió, sense misericòrdia” (vv.28-31).
Ara entra en escena el passotisme: “Aquests, malgrat que coneixen la justa sentència de Déu que els qui practiquen tals coses són dignes de mort, no sols les fan, sinó que també estan d’acord amb els qui les practiquen” (v.32). la Bíblia és un llibre apropiat per a totes les generacions, per això és Paraula de Déu. Ens recorda que ens podem convertir en dimonis pel fet de donar l’esquena a Déu i adorar déus de fabricació humana. Ara ja sabem  per què “l’ésser humà pot arribar a ser el pitjor dels animals: malvat i brutal”.
Octavi Pereña i Cortina