dilluns, 4 de juliol del 2016

REFORMA EN PROFUNDIDAD

<b>Un Parlamento que impide que un ministro del Gobierno dé explicaciones de su actuación dudosa es un Parlamento que atenta contra la Democracia y fomenta la corrupción política</b>
<b>Juan José Omella</b>, arzobispo de Barcelona en un escrito publicado en La Vanguardia el 26/06/2016, coincidiendo con las elecciones generales, invocando a san Tomás Moro, escribe: “Pedimos a este santo que interceda por todos nosotros, hombres y mujeres que tenemos responsabilidad pública de vivir más  en coherencia con aquello que somos y que configura nuestras vidas, pero es necesario que lo vivamos con gran respeto a los otros. Que lo que nos dicte la conciencia prevalezca por encima de los intereses de partido, e incluso de los nuestros personales”.
Con la Biblia abierta el arzobispo barcelonés se equivoca invocando a Tomás Moro para que interceda a favor de quienes tienen responsabilidad pública para que “lo que nos dicte la conciencia prevalezca por encima de los intereses de partido, e incluso de los intereses personales”. No es invocando a un hombre como se cambiará la conciencia de las personas que tienen cargos de responsabilidad pública.
En la plegaria que el rey Salomón pronunció durante la ceremonia de inauguración del templo que había construido y que en el lugar santísimo se colocaría el arca del pacto que simbolizaba la presencia de Dios entre su pueblo, entre otras cosas dijo: “Tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, y perdonarás, y actuarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, cuyo corazón tú conoces, porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres” (1 Reyes 8:39). Existen dos maneras de invocar la bendición de Dios sobres los hombres, Juan José Omella hace la incorrecta porque invocando a un hombre, por más bueno que haya sido en el transcurso de su vida terrenal, no deja de ser una persona frágil y con todas las miserias que conlleva ser pecador. La tal persona no puede cambiar la conciencia de otro ser humano. “El hiero es igual al hierro y un hombre es igual a otro hombre” (Proverbios 27:17). El texto nos dice que todos los hombres somos iguales. Como descendientes de Adán que somos todos somos pecadores. No hay ningún justo. “El hombre es un lobo para el hombre” (Thomas Hobbes), y, “la simiente de todos los pecados más viles y peores, está en el mejor de los hombres” (Thomas Brooks).
El pueblo de Israel tenía al alcance de su mano la Ley de Moisés y todo lo que los profetas les decían en Nombre del Señor y no le hicieron caso. El resultado fue un vaivén entre obediencia y desobediencia a Dios que  acabó con  un generalizado desconocimiento de la Palabra de Dios. La conciencia de los prohombres de Judá y del pueblo llano estaba oscurecida por el desconocimiento de la Palabra que es la luz que ilumina la conciencia, lo cual condujo al descalabro nacional.
Las tinieblas envolvían a Judá y en decimoctavo aniversario del rey Josias se inició la reparación del majestuoso templo de Salomón que se encontraba en pésimas condiciones. La situación del   edificio era un reflejo de la condición del  pueblo. En tanto se efectuaban las obras de reparación se encontró un ejemplar del  Libro de la Ley, que se leyó al rey, quien, al oír el mensaje de Dios, “hizo pacto delante del Señor, de que irían en pos del Señor, y guardarían sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo el corazón y con toda el alma, y que cumplirían las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. Todo el pueblo confirmó el pacto” (2 Reyes 23:3). La conciencia de un pueblo  que no es iluminada por la luz de la Palabra de Dios los condujo a una situación en la cada cual hacía lo que mejor le parecía. La reforma emprendida por el rey Josías momentáneamente paró el declive espiritual que al reiniciarse condujo  al colapso total.
La reforma iniciada por Martín Lutero en el siglo XVI fue posible cuando el monje descubrió que el hombre se salva por la fe en  Cristo y su obra redentora y no por obras de justicia propia que era la enseñanza prevaleciente es su época. Este descubrimiento no le dejó indiferente ante las necesidades espirituales del pueblo alemán. Emprendió la traducción de la Biblia al alemán con lo que puso al alcance de la mano de la ciudadanía la verdad de Dios. El oscurantismo de la época se hizo evidente cuando la luz de la palabra de Dios iluminó las conciencias. La conciencia de un hombre o de una mujer iluminada por la Palabra de Dios no puede seguir practicando las obras injustas de las tinieblas.
Para regenerar la política española cuya conciencia se niega a aceptar la comparecencia del ministro de Interior en el Parlamento para que explique las conversaciones  mantenidas con el director de la Oficina Antifraude de Catalunya, alegando que el Parlamento está en funciones, cuando poco antes el Tribunal Constitucional sentenció que un Gobierno en funciones debe informar a un Parlamento también en funciones. ¿Es esta la conciencia de los diputados en el Congreso de Madrid que debe regenerar la política española. No deseando escuchar las explicaciones que debía dar el ministro del Gobierno sobre su comportamiento oscuro, ¿es así como se regenera la política que todos con la lengua gritan que lucharán para regenerarla? Con esta conciencia vamos por mal camino. Los diputados en el Congreso en Madrid han podido votar según les ha dictado su conciencia, pero, ¿es esta una conciencia iluminada por la Palabra de Dios que rechaza la injusticia? “Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, pero un hombre de verdad, ¿quién lo encontrará”? (Proverbios 20:6).
Octavi Pereña i Cortina



SALMO 143:8

“Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado, hazme saber por el camino por donde ande”
¡Qué mejor manera de empezar el día que orando! ¿Sabe el lector qué es iniciar el dia sabiendo que la misericordia de Dios le acompañará durante toda la jornada? Son muchos quienes al despertar, sea por la radio o por internet, conectan para saber qué sucede en su ciudad o en el resto del mundo. Las buenas noticias son muy escasas en los medios de comunicación y si alguna de buena transmiten, es un mero conocimiento de algo bueno que ha sucedido. En el momento de escribir este comentario ya se sabe que el Brexit ha ganado en Gran Bretaña. Inglaterra se sale de la Unión Europea. La bolsa ha dado un gran bajón. Iniciar el día con noticias de este tipo, se ha fastidiado la jornada. Son muchas las noticias que al iniciar el día destrozan la jornada.
El salmista inicia el día con el deseo de saber la buena noticia de la misericordia de Dios. Al hacerlo se inmuniza contra todas las malas noticias que le llegarán a través de sus oídos. David se fortalecía en el Señor que era el castillo que le protegía de todos sus enemigos. Cierto es que en determinados momentos decaía su ánimo, pero el hecho de conocer a Dios que es misericordioso, con su ayuda levantaba su ánimo decaído.
El salmista le pide a Dios que por la mañana le haga oír su misericordia y nos aclara como es posible que le haga al Señor su petición: “Porque en ti he confiado”. Para el salmista Dios no es Alguien que le conoce de oídas. Le conocía personalmente. No era como el dios desconocido de los atenienses al que adoraban por si acaso se habían olvidado alguno de los muchos dioses que veneraban y como tenían malos instintos, su olvido no despertase su ira.. David mantenía una relación tanto o más íntima que la que mantenía con su amigo Jonatán.
La vida es como un laberinto en que te encuentras con muchos caminos que no llevan a ninguna parte. Para David no había incertidumbre: “Hazme saber por el camino por donde ande”. Dios está en los cielos y desde allí observa todo lo que pasa en la Tierra. De alguna manera sobrevuela el laberinto terrestre y por medio del Espíritu Santo le ayuda a escoger el camino que lleva a lugar seguro. “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:101). Y Jesús dice: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Buscar por la mañana la misericordia de Dios tiene la recompensa de saber en cualquier situación el camino que debe seguirse.


EZEQUIEL 16:28

“Fornicaste también con los asirios, por no haberte saciado, y fornicaste con ellos y tampoco te saciaste”
Vivimos en un mundo de insatisfacción continuada. Las personas viven amargadas. Nada las hace felices. El texto que comentamos nos da la clave para solucionar el problema de la infelicidad.
Con palabras muy duras el profeta dice que Judá ha fornicado con Egipto y con los pueblos de Canaán y, como con ninguno de ellos sus expectativas fueron saciadas buscó satisfacerlas con los asirios. No debemos entender aquí que la fornicación de Judá fuese física. Fue espiritual. En vez de adorar a Dios que le había sacado de la esclavitud egipcia y que a lo largo de toda su historia fue su Ayudador, lo abandonó. A pesar del rechazo, el amor de Dios por su pueblo no disminuyó. Con los brazos extendidos y con dolor en el corazón buscaba su regreso a Él. Pero Judá no quiso.  Me has abandonado a mí que he satisfecho todas tus necesidades materiales y espirituales y te has ido a dioses que no pueden darte nada de lo que necesitas. No hay paz para los impíos. Su corazón es como un mar embravecido cuyas aguas arrojan lodo. Por haber abandonado a Dios su Salvador, la condición de los judíos se hizo insostenible.
El fracaso de Judá fue consecuencia de su idolatría de haber convertido  en dioses lo que no son  Dios. La historia del fracaso de Judá ha sido registrado para instrucción nuestra. También hoy el hombre fornica, no con imágenes abominables, a pesar de la belleza artística con que se hayan labrado. Hoy, incluso la idólatra Iglesia católica ha reducido el uso de las imágenes hasta el punto que muchos talleres de imaginería de Olot han tenido que cerrar puertas porque las ventas ha disminuido muchísimo. Ello no implica que la idolatría haya disminuido. Hoy, los ídolos son las estrellas de la música y del deporte que son venerados por multitudes de personas enfervorizadas.¡ Qué no son también ídolos el culto que se rinde a los viajes, al móvil, al vientre! La idolatría chapucera que aún se resiste a morir en el mundo occidental se ha sustituido por la que ha introducido la Tecnología. Pero los nuevos dioses tampoco sacian a las almas que realmente están hambrientas de Dios. 
Si no queremos ser destruidos como primero lo fue Israel y después Judá, debemos sentarnos junto al camino para reflexionar y pedirle a Dios que abra nuestros ojos y podamos entender que por nuestra necedad nos encontramos en la situación caótica en que nos hallamos, que no es otra que haber sustituido al Dios único y verdadero que en su Hijo Jesucristo nos salva y con ellos recuperamos la felicidad y la esperanza que no nos han proporcionado los dioses que adoramos en el siglo XXI
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