dilluns, 2 de juliol del 2018


PERSONAS DE VALÍA

<b>Para el buen gobierno de los pueblos se precisan personas de valía, no mediocres que se meten en política para medrar  costa del erario público</b>
¿Es la Biblia un instrumento político partidista? ¿Puede utilizarse un mismo texto para defender posturas dispares? Un ejemplo: ¿Puede utilizarse este texto: “Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por mandato de Dios han sido establecidas”?                         (Romanos 13: 1), para defender la política migratoria de Donald Trump que consiste en separar a los hijos de los sin papeles para controlar a los padres y a la vez defender la esclavitud que se hizo en los estados confederados del sur? Con el texto citado fuera de su contexto inmediato y general de la Biblia, sí. Los dictadores pueden emparase en este texto para defender lo que ellos consideran el <i>origen divino de la autoridad</i> y así justificar su despotismo. No utilizan la Biblia como norma para corregir las acciones de gobierno sino para justificarlas. Esta utilización de la Biblia es muy peligrosa porque los malos gobernantes intentan poner a su lado al Dios justo para justificar sus injusticias. Dios no lo acepta de ninguna manera y más pronto o más tarde el peso de la justicia divina cae sobre ellos.
Para no caer en la manipulación de este texto mencionado es imprescindible tener en cuenta el contexto inmediato que son los versículos 2-7.Nos aportarán mucha luz que evitará caer en flagrantes injusticias de gobierno. Sí, el texto reconoce  que las autoridades las pone Dios porque la anarquía conduce al desorden. Si todo el mundo hace lo que le parezca bien el resultado es el caos. “De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste, y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” (v.2). Tal vez no oponerse a las autoridades significa que no debe ejercerse violencia para derribarlas. Pero en ningún caso significa que no se les deba decir lo que hacen mal. “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador”                        (2 Timoteo 2: 1-3).
Los creyentes en Cristo tenemos el derecho de dirigirnos a Dios para que nos libere de las autoridades injustas. Él las apartará en el momento que considere oportuno porque sabe lo que es más conveniente porque tiene una visión panorámica de lo que sucede, cosa que el hombre no posee. Puede hacerlo permitiendo que fallezcan tranquilamente en la cama, o de manera violenta debido a una revolución. Las elecciones cambian de manera pacífica a los gobernantes. Una moción de censura es otra manera de que Dios sustituya al gobernante que considera indigno de que siga en el poder. Las maneras son diversas. El cristiano no puede tomarse la justicia en su mano, invoca al Señor esperando que la ejecute Él según su voluntad. De maneras legítimas Dios sustituye a las autoridades que hacen mal uso del poder que les ha concedido para que gobiernen con justicia que es lo que aporta gloria a las naciones. La injusticia de los gobiernos es el oprobio de los pueblos.
Deambulando Israel por el desierto después de salir de Egipto y antes de entrar en la Tierra Prometida que tenía que recibir en herencia, el Señor anticipa que el pueblo dejará la trashumancia para convertirse en una nación organizada. Llegará el día que querrán un rey que los gobierne. Adelantándose el Señor, por medio de Moisés que es su autoridad delegada, les da el perfil que los gobernare tendrán que tener los reyes que los gobernarán: “Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley del original que está al custodio de los sacerdotes levitas, y la tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos para ponerlos por obra. Para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra, a fin que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos en medio de Israel” (Deuteronomio 17. 18-20).
David el gran rey de Israel que reinó durante cuarenta años, con desaciertos incluso, poco antes de fallecer dejó este testamento de buena praxis política “Estas son las palabras postreras de David: Dijo David hijo de Isaí, dijo aquel varón que fue levantado en alto, el ungido del Dios de Israel, el dulce cantor de Israel: El Espíritu del Señor ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua. El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel: Habrá un  justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra”                         (2 Samuel 23:1-4).
El presidente del Gobierno a pesar de que pueda ser un auténtico siervo de Dios Altísimo no cambiará el país en el paraíso recuperado, eso queda para mañana cuando con el retorno glorioso de nuestro Señor Jesucristo venga a buscar a su pueblo para introducirlo en el Reino de Dios eterno. No tenemos que ser visionarios. A pesar de que tengamos gobernantes guiados por el Espíritu de Cristo, España no se convertirá en el país ideal, pero será muchísimo mejor de lo  que lo es actualmente, que si es gobernada por personas que no tengan en cuenta aplicar en las tareas de gobierno los principios de la justicia de la Ley de Dios que aportan gloria a la Nación.
Octavi Pereña i Cortina




PROVERBIOS 16:6

“Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor del Señor, los hombres se apartan del mal”
Indiscutiblemente la salvación  es obra exclusiva de Dios y que el hombre, a pesar de sus pretensiones de perdonar pecados, no puede hacer nada para otorgarla. En el momento en que el hombre se coloca en el lugar de Dios se cae en un pozo sin fondo de contradicciones que arruina las vidas de quienes están sujetos a los tejemanejes de las autoridades eclesiásticas usurpadoras. Dejando bien claro  que la salvación es obra exclusiva de Dios y que si Éste no fuese misericordioso en grado máximo, nadie se salvaría.
A Dios Padre nadie le ha visto, pero Jesús que es uno con Él, nos revela al Dios desconocido que el apóstol Pablo muestra a los atenienses en la persona de Jesús que expone con la máxima perfección la misericordia perdonadora de Dios.
El hombre no puede salvar, pero el creyente en Cristo se convierte en colaborador de Dios en la tarea de salvar a los pecadores. Poco antes de ascender Jesús al cielo para sentarse a la diestra del Padre desde donde intercede por su pueblo en la Tierra, dirigiéndose a todos sus discípulos les dice: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la Tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolas en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Epítrito Santo, enseñándoles todas las cosas que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:18-20).
Jesús tuvo que denunciar a los sacerdotes y fariseos el trato denigrante que daban a los pecadores. Miraban a la plebe desde lo alto del podio de la justicia propia al que se habían subido. Desde la altura miraban con desprecio a los pecadores que se arrastraban a sus pies  por el peso del pecado no perdonado. Desgraciadamente, después de más de dos mil años de cristianismo no se ha podido borrar del mapa la falta de misericordia de los purpurados de las grandes religiones ni de los evangelistas vestidos como el pueblo llano. Ambos grupos desde la superioridad que les concede su justicia propia vomitan rayos y truenos contra la plebe ignorante que camina encorvada por el peso del pecado que arrastra. Jesús veía a las multitudes pecadoras como ovejas extraviadas por la falta de buenos pastores que las guiasen, No se puede negar el mensaje de la condenación eterna para aquellas personas que mueren sin haber creído en Jesús como a su Señor y Salvador, que con su sangre derramada en la cruz del Gólgota limpia todos sus pecados, Este mensaje no puede anunciarse desde el orgullo de creerse justo, sino desde la humildad misericordiosa que concede el reconocimiento  de que se es un gran pecador, el primero de los pecadores. Vociferando rayos y truenos alejan todavía más a los pecadores del redil en donde el buen Pastor guarda a sus ovejas. Por su naturaleza pecadora las personas no quieren saber nada de Jesús. Amenazar de malas maneras a las personas con el fuego eterno no es la manera más adecuada de atraer a los pecadores a los pies de Jesús para que confiesen sus pecados y reciban su perdón


1 REYES 22. 7

“Y Josafat dijo: ¿Hay aún aquí un profeta del Señor, por el cual consultemos?”
Josafat rey de Judá visita a Acab rey de Israel. El texto nos dice muy poco de lo que hablaron los monarcas. Sin duda alguna trataron de las relaciones bilaterales de ambos reinos. En las conversaciones sale a relucir el tema territorial: La ciudad Ramot de Galaad que había sido tomada por los sirios y que no se había hecho nada para recuperarla. Debido a las buenas relaciones que en estos momentos existían entre Israel y Judá, Acab las aprovecha para decirle a Josafat: “¿Quieres venir conmigo para recuperar  Ramot de Galaad? (v.4). Josafat acepta la invitación con la condición de que se consulte al Señor la conveniencia o no de tal operación bélica.
Al separarse Israel de Judá, Jeroboam, el primer monarca del nuevo reino,  con el fin de impedir que los israelitas fueran a Jerusalén a adorar al Señor, estableció en Bet-el y en Dan santuarios en los que se adoraban a dos becerros de oro e introdujo una casta sacerdotal independiente de la que había establecido Dios, centrado  su ministerio en  el templo en Jerusalén. Acab, como es lógico consultó a los sacerdotes que eran miembros de la religión oficial del reino. Como la subsistencia de estos sacerdotes dependía de la buena voluntad del monarca, le dijeron: “Sube porque el señor la entregará en mano del rey” (v.6). Josafat no se queda tranquilo con la declaración de los sacerdotes idólatras. Pregunta a Acab: “¿Hay aún aquí algún profeta del Señor, por el cual consultemos?” Acab le responde. Hay uno “mas yo le aborrezco porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal” (v.8). La verdad escuece. Muy a menudo se consulta al Señor  no para escuchar lo que tenga que decirnos sino para oír lo que nos gusta escuchar. Por este motivo Israel antes de la división del reino con Roboam, hijo de Salomón, a las advertencias de los profetas, respondían. “No obedeceremos”.
Acab para complacer a su huésped hace llamar a Micaías, el profeta que “nunca me profetiza bien”, que estaba encarcelado, le dice: “y ahora he aquí el Señor ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas, y el Señor ha decretado el mal acerca de ti” (v. 23). La guerra fue un desastre y Acab murió en combate.
No solamente los gobernantes tienen que buscar la dirección del Señor para resolver satisfactoriamente los asuntos de estado, las personas anónimas también tenemos que buscar la dirección de Jesús para poder tomar decisiones correctas en todos aquellos asuntos que nos afectan. ¿Se ha peguntado el lector a que se debe que sus asuntos le vayan tan mal? ¿Busca el consejo en la Palabra de Dios o en la palabra del hombre que está contaminada por el pecado?