dilluns, 26 de març del 2018

EL SENTIDO DE LA VIDA

<b>¿Pueden encontrar el sentido de la vida las multitudes desorientadas y perdidas como ovejas sin pastor?</b>
La periodista Ima Sanchís le pregunta a <b>Rob Riemen</b>, teólogo y ensayista: ¿Qué es la vida? La respuesta que recibe: “Complejidad, pero vivimos en una época que no pretendo que la vida sea fácil, diversa, sexi y formidable. Hemos olvidado que la vida es  una búsqueda de sentido”. En tanto no se haya encontrado el auténtico sentido de la  vida, la existencia es un desbarajuste. Vivir se convierte en algo parecido a lo que hacen las abejas que van de flor en flor buscando el vigorizante néctar. Para las abejas es saludable su comportamiento porque han sido creadas para proceder de la manera como lo hacen, pero no para el hombre. El hombre ha sido creado para disfrutar estabilidad emocional. Nuestra manera de ser catacaldos fomenta la inestabilidad. Deseamos conseguir algo que sea duradero y cuando creemos que lo hemos conseguido se nos escapa de las manos como el agua que queremos atrapar con ellas. A empezar una nueva búsqueda que tendrá idéntico final. Y así indefinidamente. Mientras navegamos en esta etapa de  buscar estabilidad en lo inestable lo que se consigue es crear inestabilidad. La instabilidad tiene matices que se refleja en la caducidad de todo lo que hacemos. Las instituciones prestigiosas tambalean. Los matrimonios hacen agua. La fidelidad de por vida de los contrayentes  al más mínimo soplo de  brisa se rompe el juramento porque otro amor se ha interpuesto en  el camino. El respeto que los hijos deben a los padres debido a un concepto equivocado de lo que es libertad, se convierte en odio. El Estado que debería ser la salvaguarda de los ciudadanos se convierte en opresor. La Iglesia que debería ser la primera en manifestar estabilidad porque debería tener a Cristo, que es la Roca, como cimiento, los vientos contrarios que soplan contra ella la derriban. La sociedad actual se sostiene a base de parches. Se tapa un agujero y se abre otro. La situación no durará siempre. Llegará el día que estallara en mil pedazos.
Si creemos que la vida es buscar le sentido significa que no se tiene lo que se busca. Antes que nada se tiene que saber qué es el sentido de la vida. Algunos dice que el cultivo del alma conduce a descubrir el sentido de la vida. ¿Qué es cultivar el alma? Se dice que se la cultiva escuchando buena música. ¿Tenía Goebeels, ministro para la Educación Pública y Propaganda del Tercer Reich el alma cultivada por el hecho de escuchar buena música clásica mientras en la sala adyacente se estaban torturando personas? ¿Habían encontrado el sentido de la vida los filósofos griegos y romanos que se considera que sus enseñanzas pueden  aportar solución a los problemas actuales que se deben a la falta de ética de gobernantes y gobernados? Se recomienda la lectura. No basta con leer. Muchos libros son basura. Muchos distraen y nada más. De buenos libros que puedan enaltecer son pocos y estos pocos tampoco dan sentido a la vida. Pueden despertar bellos sentimientos que estimulan a ser mejores personas, pero no dan sentido a la  vida. A la hora de la  verdad los buenos  sentimientos se rinden ante el pragmatismo de .la vida. Las lecturas buenas y estimulantes nos dicen cómo debemos ser, pero no nos dan las fuerzas para convertir los ideales en acciones concretas.
Pienso que para dejar de buscar el sentido de la vida por haberlo encontrado es preciso previamente caer en el desespero, darse por vencido, porque cuando se llega a un estado de total impotencia, del alma puede brotar un desesperado grito pidiendo ayuda: Sentido de la vida, ¿dónde estás? Te busco en el trabajo eficiente, y no te encuentro. Te busco trabajando como voluntario en una asociación humanitaria, y me rehúyes. Te persigo en los placeres, en darme  buena vida, profundizo en los filósofos clásicos y modernos, devoro información, pero te alejas de mí. ¡Por favor, manifiéstate a mí porque el desasosiego que hay en mí me tortura! Es como si mi alma sedienta se encontrase ante una fuente de agua fresca separada por una reja. Por más que alargo el  brazo para intentar tocar el agua con la mano y con  ella refrescar mi boca ardiente, no lo consigo. Si no se da un sincero deseo de encontrar el sentido de la vida, éste permanecerá escondido. Los valientes lo encuentran porque persisten. Los cobardes  se rinden ante la  más mínima dificultad y abandonan la búsqueda. Prefieren el tedio de una vida sin sentido.
“Pedid, y se os dará;  buscad, y hallaréis; llamad y se os abrirá.  Porque todo aquel que pide recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá” (Mateo 7:7,8). Jesús para dar fe de lo que dice presenta este ejemplo: “Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (vv. 9-11).
Si el lector ha llegado hasta aquí, que los prejuicios no le hagan hacer marcha atrás. La súplica ardiente se  verá recompensada. El Padre celestial le dará el regalo de la fe que le permitirá creer que Jesús es el agua viva para quien la bebe, “de su interior brotarán ríos de agua  viva” (Juan 7:38). Cuando se ha atrapado el sentido de la vida que es Jesús, la niebla que impide ver en la lejanía desaparece al hacerse presente la “Luz del  mundo” que guía con certeza a la vida eterna.
Octavi Pereña i Cortina


SALMO 113: 7

”Levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del estercolero”
El salmo 113 es una exaltación del Nombre del Señor “desde ahora y para siempre. Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre del Señor”. El salmista sigue alabando al Señor cuando dice: “¿Quién como del Señor nuestro Dios, que se sienta en las alturas, que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra”. El acto de humillarse Dios para mirar en el cielo y en la tierra forma parte de la misericordia infinita que contribuye a realzar su gloria eterna.
El hecho de que el Dios eterno se humille para mirar lo que sucede en el cielo y en la tierra es muy importante para el hombre porque se fija en el “pobre y menesteroso”. El Dios que se humilla al mirar a unos gusanos como lo somos los hombres no tiene inconveniente en que al humillarse en la persona de su Hijo haciéndose hombre, hecho semejante a nosotros en todo excepto en el pecado. En el Hijo se desprende de su gloria eterna con la única finalidad de sacarnos de la esclavitud del pecado y de Satanás. La humillación de Dios haciéndose hombre nos ayuda a entender el salmo 113. ¿Qué ve el Señor al mirar en el cielo y en la tierra? La situación desesperada en que se encuentra el hombre. No de todos los hombres, porque los hay muchos que tienen sobreabundancia de bienes y nunca tienen bastante con lo conseguido. Desean duplicar su fortuna cada año. Quieren entrar a formar parte de las lista de las personas más ricas del planeta. De estas personas los ojos del Señor pasan de largo. Se detienen en el pobre y el menesteroso. Pero no todos los pobres y menesterosos, porque la mayoría de éstos quieren que sus nombres estén escritos en la lista de las personas más ricas del mundo. Los pobres y menesterosos sobre quienes se detienen los ojos del Señor  son los que tienen hambre y sed de justicia. No de los que están hartos, de los que lo tienen todo.
Los ojos del Señor están puestos sobre los pobres y menesterosos porque en ellos hay hambre y sed de la justicia divina. El mundo y sus placeres no los satisfacen. Quienes son verdaderamente menesterosos y pobres los hace “sentar con los príncipes de su pueblo”, porque son los únicos que responden a su llamado: “A todos los sedientos: Venid a las aguas, y a los que no tienen dinero, venid, comprad sin dinero y sin pecio, vino y leche” (Isaías 55:1). A los pobres y menesterosos los cubre con los vestidos de lino fino que les permiten acceder al salón en el que se celebra el banquete de bodas del Cordero.



JEREMÍAS 2: 8

“Los sacerdotes me dijeron: ¿Dónde está el Señor? Y los que tienen la ley no me conocieron, y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha”
Israel se desmarca de Dios: “Así dijo el Señor: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros pares, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos?”  (v.3). La causa de que Israel se convirtiese  en un pueblo de ovejas sin pastor se debe a que quienes debían pastorear a las ovejas en lugares de delicados pastos  y junto a aguas de reposo, en  vez de cumplir con su responsabilidad pastoral, se dedicaron a pastorearse a sí mismos, olvidándose de las ovejas a su cargo.
El texto de Jeremías que es la base de nuestra meditación denuncia a quienes tenían la responsabilidad de ejercer de pastores de Israel, de guiar al pueblo por las sendas de justicia. En vez de ello, “los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha”.
Jesús en sus viajes a lo largo y  ancho de Judea y Galilea tuvo compasión de las multitudes “porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9: 36). En el contexto de lo que veían sus ojos, Jesús dice a sus discípulos: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.  Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (vv. 37,38), que enseñen al pueblo a hacer distinción entre lo santo y lo profano y a discernir entre lo impuro y lo puro (Ezequiel 44:23). Para que existan iglesias espiritualmente sanas éstas deben ser pastoreadas por verdaderos hombres de Dios. El apóstol Pablo consciente de la importancia que tienen los buenos pastores, al despedirse de los ancianos de la iglesia de Éfeso, les dice: “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por supervisores, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán el rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años de noche y de día no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno. Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia que tiene el poder de sobreedificaros, y daros herencia con todos los santos” (Hechos 20: 27-32).

Pablo en su despedida de los hermanos en Éfeso los encomienda a Dios y a la palabra de su gracia que tienen el poder de sobreedificar. Quiera el Señor que las iglesias de hoy sean pastoreadas  por hombres que confíen en Dios y en la palabra de su gracia. Oren los cristianos para que el Señor de la Iglesia envíe obreros a las iglesias para que pastoreen a las ovejas en su Nombre