dimarts, 31 de març del 2020


EL VIRUS DE LA MUERTE

<b>La muerte si no es revestida por la vida, el hombre fallece eternamente</b>
<i>Todos los virus, y no solo el coronavirus</i> es el título del escrito redactado por <b>Miguel Pita</b>, profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Madrid. Si he de ser sincero no he entendido nada de lo que el profesor Pita dice sobre los virus. Sí que me ha interesado el título:<i>Todos los virus, y no solo el coronavirus</i>: “La existencia de estos seres que la mayoría de los expertos rechazan aceptar como <i>seres vivos</i>. La comunidad científica está interesada en los que no son “seres vivos” que producen patologías que hacen ir de cabeza  a médicos, políticos, economistas y la sociedad en general, como lo hace el coronavirus hoy. Nos trastorna a todos.
El título del escrito de <b>Miguel Pita</b> señala que se tienen que tener en cuenta a todos los virus, no solamente el coronavirus, hoy de moda, por sus efectos devastadores. Quede claro que en mi escrito no me voy a referir a “estos seres” que la mayoría de los expertos rechaza considerarlos “seres vivos”. El virus al que me refiero no se le puede investigar en un laboratorio con la finalidad de fabricar una vacuna que proteja a las personas de la patología que los hace mortíferos.
El coronavirus, como los virus que le han precedido, en su momento adquirieron notoriedad por la mortalidad que ocasionaban. La muerte no solamente la producen estos “seres” que la mayoría de los expertos no considera que sean “seres vivos”, que se les llama virus. La muerte está presente en la cotidianidad. Los periódicos publican esquelas que anuncian la muerte. Los gobiernos contabilizan, para hacer estadísticas, las muertes por accidente de tránsito, laboral. Las guerras dejan miles de miles de cadáveres desparramados por el suelo. Alguien ha dejado escrito que de cada generación no quedan supervivientes. Sea por virus o por otras causas, lo cierto es que la muerte es nuestra compañera de viaje. El causante de la muerte no puede ser analizado en el laboratorio para fabricar la vacuna que erradique el fantasma de la muerte. Los potentados a lo largo de la historia han intentado vencerla, sin conseguirlo. “Porque la paga del pecado es la muerte” (Romanos 6: 23), y, “ya que todos hemos pecado” (Romanos 3: 23), todos moriremos. El salmista se pregunta: “Qué hombre vivirá y no verá la muerte? ¿Librará su vida del poder del sepulcro? (Salmo 89: 48). La respuesta es NO.
El pueblo de Israel durante su peregrinaje por el desierto muestra su manera de ser: “Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés” (Números 21: 5). “Y el Señor envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo, y murió mucho pueblo de Israel” (v.6). Como sucedía siempre, cuando las coas les iban mal, a toda prisa a pedirle perdón a Dios. En su misericordia Él escuchaba su clamor y retiraba el azote punitivo. En este caso el Señor dijo a Moisés. “Hazte una serpiente ardiente (de bronce) y ponla sobre una asta, y cualquiera que fuese mordido y mire a ella, vivirá” (v.8). y así sucedió. El veneno de las serpientes se  disipó y la mortalidad finalizó.
Este relato de las serpientes en el desierto llega al Nuevo Testamento y Jesús nos da la interpretación. El Señor conversa con un fariseo llamado Nicodemo. El tema de la conversación gira alrededor del nuevo nacimiento. El erudito fariseo ignora en qué consiste. Jesús le explica que no es un volver al vientre de la madre para volver a salir. Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, el que no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 35). Algo tiene que suceder para que el hombre tenga acceso en el reino de Dios. El apóstol Pablo describe el proceso al escribir: “Pero esto os digo hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda  la incorrupción” (1 Corintios 15: 50). Para tener acceso al reino de Dios es necesario que se participe de la resurrección de Cristo.
Volviendo a la conversación que Jesús mantuvo con Nicodemo, el Maestro le explica al erudito fariseo como puede hacerse morir el virus del pecado que es el  causante de la muerte física y lo que es más importante de la espiritual: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre (Jesús) sea levantado, porque todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3: 14,15).
En el tiempo presente ningún cristiano consigue lo que tiene que ser. Aquí entra en acción la fe que es un regalo de Dios. El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Corinto redacta: “Porque sabemos que nuestra morada terrestre, este tabernáculo se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial, pues allí seremos hallados vestidos y no desnudos. Porque asimismo, los que estamos en este tabernáculo (el cuerpo) gemimos con angustia, porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto es Dios, que nos ha dado las arras del Espíritu. Así que vivimos confiados siempre, sabiendo que entretanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor porque por fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5: 1-7). La fe del cristiano no es la fe del hombre natural que la deposita en cosas que hoy son y mañana se han desvanecido. El resultado es el desencanto, la frustración. La fe del cristiano está depositada en Jesús que como la serpiente de bronce fu levantada, así Él fue alzado en la cruz del Gólgota, muerto y resucitado, que es la garantía de que los que mueren en Cristo resucitarán gloriosos para vida eterna.
Octavi Pereña i Cortina



dimecres, 25 de març del 2020


INSTRUCIONES PARA LOS GOBERNANTES

<b>Dios da instrucciones para que monarcas y presientes de gobierno gobiernen con justicia</b>
El Congreso veta investigar al rey emérito de presuntos hechos delictivos con el aval de los letrados. Los abogados dan tres motivos para no dar el visto bueno a la creación de una comisión de investigación: La existencia de precedentes, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y lo que establecen los artículos 56.3 y 65 de la Constitución. Para mí el más significativo es el 56.3 que dice. “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad…”. El artículo 14 de la Constitución establece que “los españoles somos iguales ante la ley…”. Cuando se hizo público el recorrido corrupto de Iñaki Undangarín , yerno del monarca emérito, el rey Juan Carlos enfatizó en el mensaje navideño de 2011: “Cualquier actuación censurable tendrá que ser juzgada y sentenciadl tan como dispone la ley. La justicia es igual para todos”. No encaja que el PSOE siendo un partido de izquierdas, que ahora gobierna en coalición y que forma un gobierno que dice ser progresista, vete en el Congreso investigar las presuntas corruptelas reales.
<b>José Antonio Martín Pallín</b> termina su  escrito <i>Sobre inmunidad y privilegios</i>, con estas palabras: “El intento de petrificar la inviolabilidad, extendiéndola a todo el período que duró su mandato, y a toda clase de  delitos, no es compatible con la doctrina internacional y la jurisprudencia de nuestros tribunales. En ningún caso alcanzaría a los hechos que, al margen de su carácter delictivo, merece el reproche de una sociedad democrática. Las “razones de Estado” serían demoledoras para la estabilidad y la salud de nuestro sistema político, tan necesitado de confianza”.
Que la Constitución de 1978 diga que “la persona del Rey sea inviolable y no esté sujeta a responsabilidad”, nos recuerda a las monarquías absolutas que amparadas por teólogos que trabajando al servicio del absolutismo papal, afirmaban que el poder de los reyes emana de Dios. Es cierto que esta afirmación nace de este texto de la Biblia: “Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Romanos 13: 1). El contexto general de la Biblia no nos permite pensar que Dios favorezca los absolutismos monárquicos ni las dictaduras de derechas que fomentan la injusticia en nombre de Dios. El absolutismo monárquico no tiene lugar en un Estado democrático.
La elección divina de los reyes está claramente expuesta en la elección de Saúl, el primer rey de Israel: “Y un día antes que Saúl viniese, el Señor había revelado al oído de Samuel, diciendo: Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tribu de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel…”. El profeta Samuel le dijo al futuro rey: Mas espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios. Tomando entonces Samuel un frasco de aceite, lo derramó sobre su cabeza, y lo besó y le dijo: ¿No te ha ungido el Señor por príncipe sobre tu pueblo Israel? (1 Samuel 9: 15- 10:1). Posteriormente Saúl fue reconocido públicamente como rey de Israel. El relato bíblico nos dice que Saúl fue infiel a Dios y fue desechado por Dios como rey. Tuvo un trágico final.
El verdadero Dios de Israel era Dios que le había liberado de la esclavitud egipcia. Anteponiéndose a los acontecimientos y sabiendo que pedirían tener un rey como las otras naciones, al profeta Samuel no le plugo que le hiciesen esta petición. Consulta al Señor que le dice. “Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan, porque no te han desechado a ti, sino a mí han desechado, para que no reine sobre ellos” (1 Samuel 8: 7).
A pesar de la infidelidad de Israel Dios quiere lo mejor para su pueblo. A pesar de ser un pueblo duro de cerviz, de corazón endurecido, anteponiéndose a los acontecimientos, antes que entrasen en la Tierra Prometida les dio instrucciones precisas sobre las características morales que tenían que reunir los reyes que les iban a gobernar. Tenían que ser israelitas, no extranjeros. Con el fin de que no confiasen en el hombre, no tenían que hacer provisión de caballos, símbolo del poder bélico. Los reyes tenían que ser personas que confiasen plenamente en El, no en alianzas internacionales como era acudir a Egipto en busca de protección militar. Otra característica que tenían que reunir los monarcas, que va como anillo al dedo a nuestro rey emérito, es esto: “No tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvié, ni plata y oro no amontonará para sí en abundancia”. Las mujeres pervierten el juicio y hacen cometer muchas sandeces del que si les queda un mínimo de juicio tendrán que arrepentirse..
Está claro que el ateísmo rechaza el teísmo, pero la instrucción que tienen que escuchar los reyes y los presidentes de una república, si es que de verdad quieren comportarse como servidores de sus conciudadanos, consiste en prestar atención a esta característica: “Cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas, y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida para que aprenda a temer al Señor su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos para ponerlos por obra, para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra, a fin que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel” (Deuteronomio 17: 14-21). Muchos de los reyes de Israel no siguieron estos consejos y el resultado final fue que la monarquía y la nación fueron destruidas. Los gobernantes de hoy, por no atender estas instrucciones que el Señor ha dado para que sean escuchadas y obedecidas, así es porque la situación vaya de mal a peor sin encontrarle solución. El ateísmo no es el remedio a los males que empobrecen a los pueblos.
Octavi Pereña i Cortina



dijous, 19 de març del 2020


DEMOCRACIA DESAPARECIDA

<b>Las apariencias enmascaran la rapacidad que se amaga en lo profundo del alma</b>
El historiador mexicano <b>Enrique Kranze</b> dijo: “Hemos olvidado que la democracia es mortal. Hoy nos parece la manera más natural y lógica de gobernarnos, pero desde una perspectiva universal y milenaria veríamos que ha sido una preciosa y frágil excepción en el tiempo y en el espacio”
En febrero de 2020 se celebró en Múnich la conferencia de Seguridad en que lo acordado puede resumirse en que se han erosionado los valores democráticos. En la conferencia inaugural que fue a cargo del presidente de Alemania <b>Frank-Walter Steinmeier</b>, el conferenciante se refirió a la propagación del odio en Alemania y en el resto del mundo. España no es inmune  a la epidemia. El primer ministro de Canadá <b>Justin Trudeau</b> contribuyó al desánimo de los asistentes cuando dijo: ”La gente está perdiendo la fe en sus mandatarios”. Recordemos lo dicho por el mexicano <b>Kranze</b>: “Hemos olvidado que la democracia es mortal”. ¿Dónde recae su debilidad? La democracia es el gobierno del pueblo, de las personas. Por experiencia conocemos la fragilidad de los seres humanos, incluso de los más fuertes. A menudo nos preguntamos: ¿Cómo ha podido haber hecho esto esta persona? Jamás me lo hubiera creído. Pero es así. La fragilidad humana se manifiesta de mil maneras. Investidas del poder que les concede las urnas a determinadas personas, la investidura no las convierte en <i>supermen</i> ni en <i>superwomen</i>. Siguen siendo personas de carne y huesos, con la misma fragilidad y miserias que el resto de los mortales.
Jerusalén era asediada por el ejército asirio. El emisario del rey Senaquerib le dijo a Ezequías el monarca asediado: “He aquí que confías en este báculo de caña frágil, en Egipto, en el cual si alguien se apoya, se le entrará por la mano, y la atravesará. Tal es faraón rey de Egipto para con todos los que confían en él” (Isaías 36: 6). Esta era la opinión que se tenía de la gran potencia de la época. ¿Qué piensa Dios de dónde debe irse a buscar ayuda en los momentos de necesidad? “Así ha dicho el Señor: maldito el hombre que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor” (Jeremías 17: 5). Las cosas no funcionan bien para el hombre que se ha apartado de Dios y que no sabiendo dónde apoyarse en el momento de necesidad busca la protección en el hombre. El rey Ezequías ante el asedio asirio fue a buscar ayuda en la superpotencia que era Egipto, pero no fue el poderío militar de Egipto que impidió la destrucción de Jerusalén sino la intervención de Dios que la protegió en respuesta a la oración de Ezequías que buscó la ayuda divina.
A Europa se le podría aplicar perfectamente el mensaje que Jesús que le hace llegar a la iglesia de Sardis, una de las siete iglesias de Asia (actual Turquía). “Yo conozco tus obras,, que tienen nombre de que vives, y estás muerta” (Apocalipsis 3: 1). Europa como la antigua iglesia de Sardis tiene que arrepentirse de sus pecados. El pecado que es la madre de todos sus males consiste  en haber levantado el trono de la democracia, el gobierno del hombre. Ha probado el invento y el resultado es el fracaso. No le queda otra solución que sustituir democracia por <i>teocracia</i>, del gobierno de Dios. Aterroriza oír la palabra <i>teocracia</i> porque tenemos la nefasta experiencia de los efectos negativos  de la presencia del catolicismo en todos los ámbitos sociales. Esto no es <i>teocracia</i>. Es la dictadura de una religión. Quienes hemos nacido antes de la Guerra Civil recordamos los efectos del nacionalcatolicismo que imperaba en todas las esferas sociales. Se nos obligaba a la práctica del catolicismo sí o sí. Era muy difícil escaparse de sus tentáculos. Quienes vivimos el nacionalcatolicismo nos quedan un amargo recuerdo de la dictadura de la religión.
Al referirme que para liberarnos de los males que afligen a la Europa democrática es  recuperar la <i>teocracia</i>, es decir, el gobierno de Dios, no quiero decir que los hombres tienen que volver a Dios, sin coacciones. Voluntariamente. Un ejemplo de lo que digo lo tenemos en el profeta Jonás que fue enviado por Dios a predicar el arrepentimiento a la ciudad de Nínive que debido a su impiedad Dios tenía previsto destruirla en el plazo de cuarenta días. En su misericordia envía al profeta para que avise a los ninivitas para que se arrepientan. El mensaje fue escuchado y obedecido. Se produjo el arrepentimiento y los cuarenta días se convirtieron en unos ciento cuarenta  mil antes de ser destruida por una coalición de ejércitos medos, babilónicos y escitas.
Desconocemos el día que tocarán las campanas anunciando la muerte de la Unión Europea. Que sonarán, seguro. Pero los cristianos esperamos confiadamente la implantación del Reino de Dios eterno para gozar en todo su esplendor los beneficios de la <i>teocracia</i>. En el Reino de Dios no se encontrará el más mínimo vestigio de democracia porque en él “mora la justicia” (2 Pedro 3: 13) en todo su esplendor.
Octavi Pereña i Cortina


dissabte, 7 de març del 2020

FALSOS PASTORES

<b>La prosperidad de las naciones en gran parte depende de las enseñanzas que imparten los dirigentes religiosos</b>
Las viñetas de  <b>El Roto</b> son punzantes. La que comento, en la parte alta se encuentra el triángulo con el ojo en su interior que significa la omnipresencia de Dios. En la parte interior del triángulo el siguiente texto: “En público exhiben la Biblia, pero hacía tiempo que habían sustituido el triángulo por el Pentágono”. Debajo un esbozo del edificio del Pentágono con un ojo en su interior que, a mi entender significa la omnipresencia de Estados Unidos que habiendo abandonado la Biblia pretende dominar el mundo con el poder de las armas.
<b>El Roto</b>, en otra viñeta denuncia la codicia de las religiones, concretamente la de la Iglesia católica. En el Nombre de Dios que la Biblia define: “Es amor” (1 Juan 4: 8), se han cometido y se siguen cometiendo muchos desmanes que hacen que sean infinidad de personas condenan a Dios y le culpan de las muchas fechorías que se hacen en su Nombre. En esta viñeta, de entre una espesa nube negra que creo significa la corrupción que se da en la Iglesia católica emerge una figura refulgente como el oro pulido que representa a Dios. El texto que acompaña el dibujo es muy explícito: “He oído que la Iglesia está inscribiendo todo a su nombre. ¡Incluyendo mí reino! ¡Y por aquí no paso!” <b>El Roto</b> censura con firmeza las escandalosas inmatriculaciones de bienes y propiedades a nombre de la Iglesia. Actitud que escandaliza a muchos. El comportamiento de los hombres que en el nombre de Dios que se encarna en su Hijo en la persona de Jesús, que nació en un pesebre que tuvo como colchón un puñado de paja, trastorna a muchos y lo más grave es que los indignados culpan a Dios de los desaguisados que cometen quienes tienen su Nombre a flor de labios y que en las solemnidades lo asfixian con el olor del incienso que desprenden los incensarios manipulados por las manos finas y delicadas de obispos y cardenales. Quienes perjudican a las personas con su comportamiento nada evangélico, no sé si se han fijado en estas palabras de Jesús que los censuran con dureza: “Imposible es que no vengan tropiezos, mas, ¡ay de aquel por quienes vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojara al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos” (Lucas 17: 1,2).
La Iglesia católica con la colaboración de los poderes temporales puede realizar las inmatriculaciones con total impunidad al disponer de cobertura legal. La codicia eclesiástica tienen la reprobación de Jesús: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y donde ladrones minan y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” (Mateo 6: 19-21).
Una advertencia muy significativa que Jesús comparte con sus oyentes  cuyo eco llega hasta nuestros días: “Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis, ¿acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? (Mateo 7: 15, 16).
Jesús no gozaba de las simpatías de los dirigentes religiosos. Le odiaban a muerte. Esperaban la oportunidad de deshacerse de Él legalmente. La ocasión se les presentó cuando en la parodia de juicio se declaró “Hijo de Dios”, haciéndose con ello igual a Dios. Le acusaron de blasfemo y por lo tanto reo de muerte. Lluís Xirinacs, el cura que se hizo famoso durante la Transición por sus sentadas ante la puerta de la prisión Modelo de Barcelona, dijo: “Jesús fue condenado a muerte por los judíos oportunistas”. Esta afirmación solamente es verdadera en parte. El motivo principal de su muerte en manos de los judíos con la connivencia de las autoridades romanas, fue que tenían que cumplirse las Escrituras que tenía que morir en la cruz para salvación del pueblo de Dios.
No nos alejemos de los falsos pastores. El profeta Ezequiel dedica el capítulo 34 de su libro a relatar con mucha dureza los daños que los falsos pastores hacen en las ovejas del Señor. Si el lector está interesado en el tema le recomiendo que lea el texto íntegro. En él se menciona que de la descendencia del gran rey de Israel David nacerá Jesús, el Buen Pastor, que da su vida por las ovejas. David el antepasado de Jesús según la carne dice del Buen Pastor: “El Señor es mi Pastor, nada me faltará. En lugares de delicados  me hará descansar, junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma, me guiará por sendas de justicia por amor de su Nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo, tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23: 1-4). Los falsos pastores cubiertos con pieles de oveja no pueden dañar a las ovejas del Señor porque la vara y el cayado del Buen Pastor les infunden aliento. Además, dice Jesús: “nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:28).
Octavi Pereña i Cortina